Un lobo
—No soy lo que buscas —le digo con seriedad—. Los humanos dijeron que puedo ser estéril.
—Aja —se acerca.
—¿Me escuchaste?
—Sí, dijiste que "puedes" — empieza a mover la cola—. Hay oportunidad.
—Mejor busca otro y no desaproveches tu tiempo —vuelvo a tratar de esquivarla.
—Puedo arriesgarme.
—¿No que tienes prisa? —la salto pero me sigue—. Si te quedas por estos lugares en unos días te rodearán varios pretendientes.
—Pero si tú estás aquí, ¿cuál es la necesidad de esperar?
Me detengo y la enfrento.
—¡Déjame en paz! —enseño los colmillos.
—Sólo te pido intentarlo hoy y por la mañana ni me verás.
Esta loba es extraña. No sé deja intimidar y parece decidida.
---
Despierto y veo a la loba dormida cerca de la salida de la cueva. ¿Por qué?, dijo que ni la vería si aceptaba el trato.
Me levanto y sacudo. Me acerco a ella y con mi pata la muevo.
—Déjame dormir —se cubre los ojos con su pata y la muevo más—. Gold, ya basta —se enoja y me responde casi mordiendo mi pata—. Disculpa.
—Ya es de día —le digo con los ojos fijos.
—Gracias —se levanta y sacude—. Bueno, me voy, espero ser una gran madre.
—Prepárate para la desilusión.
—Eres molesto —se sacude y estira—. Buena vida extraño, te estaré siempre agradecida —sale de la cueva pero se detiene y regresa—. Una última cosa, ¿por dónde llego al pueblo norte?
Su mirada está llena de vida y sin preocupaciones. No sé porque me empiezo a preocupar. Sí alguien de la manada la ve temo que no salga viva.
—Vamos, te llevo —camino adelante para guiarla.
—Muchas gracias extraño —me alcanza y camina a mi lado.
Ya en el camino iba lenta, se ve que no sabe caminar mucho en la nieve.
—¿Te gusta estar solo?
—No —soy cortante, quiero estar atento.
—¿Entonces por qué lo estás?
—Ya te dije que soy estéril.
— Yo estoy sola porque a ningún macho le atraje, por eso salí a encontrar algún interesado, pero me ahorraste el trabajo de seguir buscando.
—No te pregunte.
—Solo quería romper el silencio.
—Mejor camina rápido y no me hables —sigo con la vista en el camino.
—Que amargado.
---
Tras una hora de caminata llegamos a avistar el pueblo de humanos. Me detengo en la última colina pero ella sigue caminando.
—¿Por qué vives tan cerca de los humanos? —la alcanzo.
—Somos animales de compañía y los humanos entrenan cachorros para diferentes actividades —empieza a acelerar el paso—. Seguro con tus genes mis cachorros serán queridos y no pasarán lo que yo —choco contra ella y me desequilibro un poco.
—¿Quieres tener cachorros para que los maten? —me interpongo en su camino y muestro los colmillos.
—Los humanos no matan cachorros —responde con burla—, aquí los que nos matan son los lobos sedientos de sangre y carne —me sostiene la mirada.
—Los humanos están cambiando nuestro entorno natural, solo nos queda cazar lo que podamos.
—¿Podamos? —me mira desconcertada—. ¡Vaya!, un perro que se siente lobo.
Dejo de mostrarme a la defensiva y la miro confundido. Estoy seguro que es una loba, es más alta que los perros husky, sus orejas y aspecto es de lobo. Pero parece que piensa que soy un perro.
—Bueno extraño, gracias y linda vida —pasa a mi lado.
Camina con rapidez y luego empieza a correr hasta el pueblo. ¿Por qué la dejan estar ahí? En fin, doy la espalda y empiezo a caminar, sin embargo escucho que los perros empiezan a ladrar.
Al girar veo a la loba mostrando los colmillos a los animales. Los muerde y ataca, algunos se alejan, otros se acercan.
—¡Aléjense! —un humano les lanza bolas de nieve y se hace camino—. ¡Animales!
Al llegar a la loba la carga con dificultad. Ella se alegra y le lame el rostro. Se comporta como un perro.
Empiezo a seguirlos desde la distancia. El humano es fácil de ver, no se adentra en el pueblo, parece más como que lo rodea.
El humano baja a la loba frente a una casa con las paredes de madera deterioradas, una ventana tapada con una bolsa negra y un vidrio roto. Al lado hay unas maderas mal clavadas en un intento de ser casa de perros.
En cuanto llegan, unos dos cachorros y una hembra anciana salen a recibirlos. Me escabullo entre los montones de chatarra cercanos. Ni sé porque estoy aquí, pero la curiosidad por la vida de la loba me atrae.
—Bueno —el humano hace un circulo sobre una hoja pegada a su puerta—. En 25 días sabremos si tendrás cachorros —le acaricia la cabeza y se aleja de la casa.
—Pequeña —la anciana le lame la cara—. Volviste antes.
—Mamá, ¡lo hice! —empieza a dar vueltas—. Era un perro alto, de pelaje blanco, de buenos colmillos ... un espécimen de buena genética.
Una lata cae a mi lado y brinco. Pronto vuelvo a esconderme, observo al alrededor y noto que no llamé la atención.
—¡Seremos tíos! —los cachorros se emocionan y la rodean—. Tendremos con quien jugar.
—Le enseñaremos a perseguir ratones —dice la cachorra moviendo la cola.
—Recuerden que serán más frágiles y ustedes serán quienes los protejan —la loba roza su nariz con cada uno.
Me quedo observando la escena familiar. Es extraño ver que un humano crie a una loba y más conflicto me provoca verla tan tranquila entre esa familia de perros.
—Bueno, bueno, creo que te subestimé —un perro extraño de tonos grises aparece con un pedazo de carne en el hocico —. Tal vez esta vez no tengas a mis cachorros, pero en la próxima lo harás —deja caer la carne—. No tendrás opción.
El perro tiene una buena musculatura y un pelo sedoso. Es más alto de lo normal para un lame botas domesticado. Podría decir que es muy parecido a un lobo, pero sus orejas lo delatan.
—¡Márchate! —la loba muestra los colmillos.
Uno de los cachorros se escabulle entre el perro y muerde la carne, trata de arrastrarla pero el perro le muerde en el lomo y el pequeño chilla. La loba lo ataca hasta que el cachorro cae y se escapa.
La pelea se vuelve violenta entre mordidas y arañazos. El perro le dice algo y ella se desconcentra, por lo que la derriba.
—Creo que tendré que hacerte algo para que ya no salgas a pasear —le muerde la pata y la loba trata de irse pero no la suelta.
La loba chilla. Los cachorros ladran desde detrás de la anciana que también ladra. El perro mira a todos con burla y profundiza la mordida.
No sé porque, pero salgo del escondite y me apresuro a morder el cuello de ese animal hasta que suelta a la loba. El perro trata de morderme pero lo sostengo con firmeza.
—No lo mates —me dice ella que se reincorpora—. Meterías en problemas a mi humano — se cae y noto su pata.
Suelto al perro, se sacude, camina hacia atrás y me mira con atención.
—Tus cachorros no te serán de ayuda, en cuanto nazcan los crecerán para usar sus pieles.
—¿De qué hablas? —la loba parece molesta.
—Ve esos colmillos, sus ojos, la forma de las orejas, ¿crees que es un perro?
La loba ladea la cabeza, me observa pero parece no entender.
—Un lobo —dice la anciana y la loba se sorprende.
—Creí que era un perro solitario.
—¿Dónde está tu hermano? —el perro parece recuperar la confianza.
—Nos separamos, me dijo que detectó un colmillo nivel 3.
—¿Sabes qué es eso?
—No sé, solo me dijo que corriera y nos reencontraríamos aquí.
—Llevaste a Gold a su muerte —ríe—. Seguro tu manada lo encontró ¿verdad?, no hueles a un lobo solitario —me dice acercándose a mí.
—¡No!, seguro se perdió, debe estar vivo —dice ella antes de que yo pudiera decir algo.
—Imposible —se va riendo.
La loba sale corriendo al bosque, sin importarle que la tormenta de nieve empieza a presentarse.
La anciana empieza a caminar tras ella, pero no se aguanta, así que la arrastro hasta su escondite. Los cachorros se esconden para no verme.
—Mi pequeño —la anciana esconde la cara entre sus patas y empieza a lloriquear.
Los cachorros tratan de consolarla, se acuestan a su lado y bajan las orejas con la vista fija en la anciana.
A lo lejos escucho aullidos. Levanto las orejas y trato de ubicar la dirección.
Salgo corriendo tras el rastro de la loba. Me sorprende que aun con la pata herida pueda correr. Lo que es malo para ella, su olor puede alertar a la manada y no sé si estén de buenos ánimos para solo darle una advertencia o que intenten algo más.
---
Después de un rato la visualizo, trata de luchar contra la nieve.
—¡Gold! —la escucho gritar—. ¿¡Dónde estás!?
Me apresuro a ir con ella. Estamos justo en territorio de caza, dónde ayer atacamos al perro.
—No es seguro que estés aquí —la ayudo a salir de la nieve—. Ocultémonos.
—¡No! —se aparta y olfatea.
Mete la nariz entre la nieve y empieza a escarbar. Se encuentra con el collar del perro de ayer y se queda paralizada.
—Si es el collar de tu Gold te puedo asegurar que murió ayer —le digo con frialdad.
La loba empieza a lloriquear. La trato de guiar a otro lado pero no me hace caso. Sacude el cuerpo y sigue olfateando, encuentra unos huesos y sus ojos tiemblan.
—Vámonos —empujo mi cabeza contra su lomo.
—¡Aléjate! —me muestra los colmillos.
Mira detrás de mí y se va a un árbol, arranca una corteza y la trae para poner los huesos.
Escucho el aullido inconfundible de Garra. Tomo el collar con mi hocico y la loba me ataca. No me preocupan sus mordidas, sólo quiero alejarla. El olor de varios lobos de mi vieja manada viaja por el viento alertándome de su cercanía.
—Miren que hay aquí —es Shadow.
—¿Juegas con la comida? —Luna aparece y me mira sorprendida.
Suelto el collar y la loba lo retiene en su hocico. Me quedo frente a ella, tratando de interponerme entre ellos.
—¿Será tan amable como su amigo? —Garra aparece—. ¿Será un honor para ti ser nuestra cena?
La loba no se intimida y muestra los colmillos. Los lobos se ríen ante su respuesta.
Yo los observo, se ven hambrientos y el líder no está con ellos. ¿Acaso ya les cedió el liderazgo?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro