Más tarde ese día, mi madre nos llevó a mi hermana y a mí al salón de belleza. Estaba emocionada en ese momento. Desde muy pequeña, mi cumpleaños se ha convertido en más que una simple celebración. Es la instancia perfecta para reunir a toda la familia. Además, ¿existe algo mejor que pasar un día junto a tu madre y hermana en el salón de belleza más prestigioso de la ciudad? Aunque a esta altura debería estar acostumbrada a las sorpresas, la verdad es que nunca lo estoy. Mi madre es una experta en sorprenderme, y cada año se supera más.

Cuando entramos al salón, un agradable olor a lavanda nos invadió por completo. Me encanta ese suave aroma que se siente en el ambiente. En ese instante, una mujer pasa justo a nuestro lado y nos indica el camino. Miré a mi madre, quien estaba emocionada y al borde de las lágrimas. Siempre se pone así cuando nosotras cumplimos años. Me acerqué a ella y la abracé, y en ese momento, ella comenzó a llorar. Luego, vi a mi hermana, quien también tenía lágrimas en los ojos. "Esto ya es raro", pensé, aunque no le di mucha importancia.

Justo en ese momento, apareció otra mujer que comenzó a hacernos la manicura a todas. Después, nos hizo unos hermosos peinados. Como era de esperar, nos cantaron feliz cumpleaños, lo que provocó que las lágrimas amenazaran con salir. Definitivamente, estoy muy sensible hoy. Aun tengo el presentimiento de que algo va a pasar, pero no puedo dejar que eso arruine este momento tan especial. Estoy decidida a disfrutar de cada instante en el salón de belleza y agradecer por tener a mi madre y hermana a mi lado en este día tan importante.