Capítulo 40
Los días pasaron bastante rápido. Leo se quejaba de vez en cuando de dolor. Raphael la ayudaba en lo que podía dándole su medicina, trayéndole té, bolsas de agua caliente, la llevaba a bañarse, le cantaba, y cada vez que podía y sin que se sintiera incómoda la abrazaba. Siempre que iba a sus revisiones con Donatello, se tensaba y no se dejaba revisar recordando por lo que había pasado, por lo que el genio no tenía opción y terminaba sedándola, estando siempre Raphael a su lado, pues era el único en el que podía confiar, ya que de los tres era al que, más confianza le tenía y casi nunca se separaba de él.
Cuando al fin pudo moverse por sí misma, los cambios se hicieron más notorios, ya no entrenaba, y si iba al dojo, era para limpiar o se quedaba a observar y ayudar a curarles los golpes del entrenamiento. Al levantarse lo primero que hacía era preparar el desayuno para después despertar a sus hermanos para que llegaran temprano al entrenamiento. Tampoco salía a los patrullajes, sino que se quedaba en casa a asear la guarida. Cuando llegaban a casa, los recibía en la entrada para después arroparlos y, de vez en cuando, leerle algún cuento a Mikey, o si Donatello se desvelaba dejarle preparado café. Al final, se dirigía a su habitación, donde Raphael la esperaba sentado en la cama para dormir los dos juntos, ya que seguía teniendo pesadillas que la despertaban a horas de la madrugada. En otras palabras, Leo había adoptado la actitud de un ama de casa.
Su forma de vestir también cambió. Ya no usaba vestidos cortos o ropa ajustada que hiciera resaltar sus atributos, y siempre que se duchaba, salía con una bata puesta.
Siempre tenía una mirada baja y una actitud sumisa. Casi no sonreía y casi siempre se encontraba sumida en sus pensamientos.
Sus familiares y amigos estaban entristecidos al ver la nueva actitud de la chica, pero el más afectado era Raphael. A pesar de que su hermano Donnie le repitiera que era un proceso que poco a poco superaría, sentía que parte de la culpa la tenía él, ya que no dejaba de pensar en aquellas palabras que le mencionó su hermana aquel día:
"Tenías razón"
Desde el día que Leo mutó en una chica, se había comportado como un patán al tratarla como un ser inferior, recordándole a cada momento que era alguien débil, dependiente de otros. Siempre diciéndole que hacer o que no hacer, como vestirse, como comportase, cómo pelear, como ser una chica decente; cuando en realidad el que estaba equivocado era él. Ella siempre mostró ser capaz de salir adelante pos sí misma, pero su captura y violación terminaron por romper aquella confianza, aplastando su autoestima, haciéndole creer que estaba equivocada.
Ahora dependía de él, devolverle aquella confianza que tanto admiraba en ella, borraría de su mente aquellos traumas que tanto la agobiaban por las noches, le haría recordar el significado de ser un guerrero ninja, reforzaría su autoestima y lucharía por conseguir ver una vez más una sonrisa en sus labios.
R- No descansare hasta verte ser tu misma otra vez.
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