Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

27. Una reunión pactada

Capítulo 27

Cuando Aren pasa por mi lado con sus amigos de la facultad y ni siquiera me mira, sé que todo ha terminado.

Me mantengo de pie en la entrada de la boca de metro, sin saber cómo reaccionar. El corazón me palpita muy rápido y siento que me voy a desmayar. No me esperaba verlo aquí, y menos que ignorase por completo mi existencia.

Debería estar feliz por haber terminado los exámenes, pero esto que acaba de ocurrir me ha arruinado el día (e incluso la semana) y sé que no voy a dejar de pensar en ello. Voy a darle tantas vueltas a lo sucedido que cuando llegue el final del día, no sabré qué es verdad y qué es mentira.

Trago saliva con fuerza y me pongo los cascos, dispuesta a entrar en el metro para llevar a cabo unos recados en el centro de la ciudad. Guille y Laura se han ido de la facultad antes que yo, ya que me he entretenido hablando con una de mis compañeras de clase sobre un trabajo final, y por eso estoy sola.

Ahora mismo me sentaría en un banco y me quedaría quieta durante horas.

Mi mente no deja de reproducir el momento en que mis ojos se cruzaron de forma inesperada con los de Aren y él decidió retirar la mirada, fingiendo no haberme visto y siguiendo su camino sin mirar atrás. Y aunque odie admitirlo, no puedo culparlo de su actitud. Al fin y al cabo yo fui la que terminó nuestra extraña relación.

Mierda, estoy a punto de llorar con tan solo recordarlo.

—Hola, bella princesa —escucho que una voz me llama y me giro para saber de quién se trata.

—Ah, hola —digo cuando veo que se trata de Lucas.

—Vaya, qué recibimiento más cariñoso —me recrimina mientras se hace el ofendido—. ¿No te alegras de verme? —enarca una ceja, juguetón.

—¿Por qué siempre nos encontramos en los lugares más inesperados? —respondo con otra pregunta.

—¿El metro te parece un lugar inesperado? —bromea.

—Ya sabes a lo que me refiero.

—No sé, tal vez sea el destino —se encoge de hombros.

—No lo creo —niego con la cabeza, claramente amargada con la vida, mientras sigo caminando.

—¿A dónde vas?

—Al centro —me limito a responder.

—¿Puedo ir contigo? —me mira con cara de súplica. La verdad es que no me importaría tener un poco de compañía mientras hago un recado.

—Vale.

Los dos entramos en el tren subterráneo mientras yo permanezco callada, pensando en Aren y en que todo está perdido cuando por fin me había decidido a recuperar nuestra "relación".

—¿En qué piensas? —me interrumpe Lucas, apoyando su cabeza en la barra del metro y mirándome fijamente.

—¡Eso está lleno de gérmenes! —le advierto mientras lo aparto del foco de infección.

El chico se ríe fuertemente al escucharme.

—Te prometo que he tocado cosas peores a lo largo de mi vida —bromea, y yo pongo una mueca de asco con tan solo imaginarme a lo que se está refiriendo.

—No digas nada más —lo corto antes de que pueda seguir hablando.

—Entonces dime en qué estabas pensando —sonríe.

—¿Por qué quieres saberlo?

—Pues porque sé que estabas pensando en alguien que ambos conocemos muy bien —elevo las cejas y abro la boca, sorprendida—. Vale, he dado en el clavo —vuelve a sonreír de oreja a oreja con satisfacción.

—¿Cómo me conoces tan bien? —comienzo a asustarme.

—Mar, no eres una persona tan cerrada como crees —me hace saber—. En verdad, eres una persona demasiado fácil de leer.

—Puede ser —le doy la razón—. Pero prefiero seguir viviendo engañada y pensar que soy una persona misteriosa a la que nadie nunca podrá conocer.

—¿Qué te ha hecho Aren para que estés así de triste? —me pregunta después de soltar una gran carcajada.

—Lo peor de todo es que él no ha hecho nada. He sido yo misma.

—¿Por qué dices eso? —eleva una ceja, curioso.

—Pues porque por culpa de mis inseguridades Aren ya ha pasado página, y yo me encuentro aquí lamentándolo —apoyo la cabeza en la barra del metro.

Antes de que me dé cuenta de lo que he hecho, Lucas me acompaña y coloca su cabeza al lado de la mía. Los dos nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos mientras el tren sigue su trayecto hacia nuestro destino.

—Soy demasiado patética, ¿verdad? —sigo hablando.

Lucas no dice nada. Su expresión me indica que está pensando en la respuesta adecuada para darme sin que me ofenda. No quiere que malinterprete sus palabras y por eso se toma su tiempo para formular la oración correctamente.

—¿Sabes qué es lo que pienso?

—¿Qué es lo que piensas? —repito su pregunta con la voz apagada, sumergida en mis pensamientos.

—¿Quieres saberlo?

—Sí, claro —respondo de inmediato.

—Vale, está bien —respira profundamente, tomándose unos segundos antes de hablar—. Creo que te valoras muy poco.

—¿Qué? —abro mucho los ojos—. ¿De qué estás hablando ahora mismo? —sacudo la cabeza, negándome a asimilar lo que Lucas ha dicho sobre mí.

—Ya me has escuchado — admite sin ningún tipo de arrepentimiento—. Eres una persona increíble, pero no eres capaz de verlo.

—Es que... —arrastro las palabras—. El problema es que yo no me siento así. No me siento una buena persona —confieso.

—Son tus miedos los que están hablando por ti, no tú —me recuerda.

—¿Y cómo hago para detenerlos? Mi cabeza va a mil por hora y no sé cómo dejar de pensar en todo lo sucedido —tengo un nudo en la garganta y Lucas lo nota—. Me gustaría tener la mente en blanco por tan solo unas horas, pero es imposible.

—Ojalá pudiese ayudarte, pero no tengo la respuesta a tu pregunta —su voz suena más suave que nunca y eso me tranquiliza—. Eso es tarea de un profesional como un psicólogo, pero lo que sí puedo decirte es que nada está perdido.

—Aren me odia —dejo escapar un suspiro.

—Aren no te odia —me corta—. Simplemente está cumpliendo con lo que has dicho y te está dando el espacio que necesitas.

—Aren se merece algo mejor que yo —lo ignoro—. Yo no tengo experiencia en relaciones amorosas, mientras que él ya ha vivido varias con diferentes personas.

—¿Y eso que tiene que ver?

—Que estamos en puntos de vida distintos. Aren se merece a alguien que pueda darle lo que necesita, y yo no soy esa persona.

—¿Y tú sabes lo que necesita o solo estás asumiéndolo? —me dice, mirándome fijamente—. ¿Se lo has preguntado? —añade acto seguido, sabiendo de antemano mi respuesta.

—No, pero viendo su "relación" con Paula y, sobre todo, con Chiara —no puedo evitar poner una mueca de desagrado al pronunciar su nombre—. Es un poco obvio que no buscamos lo mismo.

Solo estás diciendo tonterías, Mar. Y lo sabes.

—¿Qué cojones dices?

El vagón de tren se para en seco justo cuando Lucas pronuncia estas palabras. Ya hemos llegado a nuestro destino.

—Es aquí —le informo.

Los dos nos levantamos de nuestros asientos y salimos por la puerta del vagón, chocándonos entre nosotros cuando conseguimos estar en suelo adosado del metro. Lucas aprovecha el impacto para darme un pequeño empujón.

—¡Oye! —me quejo debido al golpe.

—No quiero decir que te lo mereces, pero te lo mereces —se encoge de hombros.

—¿Por qué? —pregunto mientras caminamos hacia la salida—. ¿Qué te he hecho yo?

—¿No te das cuenta de que te has puesto en la sombra de alguien que ni siquiera existe en la vida de Aren?

—¿A quién te refieres? —lo miro con confusión.

—¡Pues a Chiara! ¿A quién va a ser? —me recuerda lo que estábamos hablando con anterioridad.

—Ah, sí —aprieto los labios—. Es que fue su novia —apunto con obviedad.

—Sí, tú misma lo has dicho —escupe las palabras con cierta agresividad—. "Fue" su novia, pero ya no lo es. El pasado es pasado.

—Lo sé, pero en ese momento no lo veía de esa forma. Kaira me hablaba todo el rato de lo perfecta que era Chiara para su hermano que yo terminé pensando lo mismo.

—Por tus inseguridades —completa.

—Sí, por mis inseguridades — le doy la razón, un poco incómoda mientras lo admito en voz alta.

—Pero ya no piensas lo mismo, ¿no? Ahora ya sabes que Chiara no significa nada en la vida de Aren.

—Sí, pero el tiempo ha pasado. Ya es demasiado tarde —agacho la cabeza, frustrada.

—Nunca es demasiado tarde para hablar las cosas.

—¿Me estás insinuando que todavía tengo la oportunidad de recuperar a Aren?

—No, no te lo estoy insinuando —me corrige—. Te estoy diciendo directamente que si hoy a la noche vas a su habitación, mi amigo y compañero de piso te abrirá la puerta sin dudarlo.

—Lucas... —parpadeo varias veces, atónita—. ¿Pero qué estás diciendo?

—Esta vez sí que es una insinuación —sonríe de oreja a oreja, satisfecho—. Ahora que lo sabes, yo lo dejo en tus manos.

—Pero...

—¿A dónde tenías que ir a hacer los recados? —me ignora y me adelanta alegremente en el paso, dejándome atrás con muchas dudas que resolver.

—¡Lucas, espérame!

—¡Pues camina más rápido! —me grita desde la distancia.

Sin embargo, mi cabeza se ha quedado estancada en lo que ha dicho el moreno con pelo rizo y mirada juguetona.

¿Y ahora qué se supone que debo hacer con esa información?

***

Cuando mi dedo toca el timbre y espero a que me abran la puerta, me replanteo lo que estoy haciendo y estoy a punto de darme la vuelta para volver a mi casa, pero una figura conocida aparece frente a mis ojos. Me quedo inmóvil en el momento que mi mirada se encuentra con la de Aren.

—Hola —lo saludo con cierta timidez, esperando en la entrada de su puerta a que el moreno me deje entrar.

—¿Mar? —me mira de arriba a bajo, sin creerse lo que está viendo—. ¿Qué haces aquí? —su voz suena agitada.

Eso mismo me pregunto yo.

—Pues igual te sorprende mi pregunta, pero... —trago saliva, claramente nerviosa—. ¿Puedo pasar? —me atrevo a decirlo.

Aren abre mucho los ojos mientras se pasa la mano por el pelo. No se esperaba mi visita en absoluto.

—Sí, claro —me dice tras unos segundos en silencio.

Yo le hago caso y me sumerjo en el interior del piso compartido.

—No me esperaba tu visita —admite—. Y menos a estas horas —mira su reloj digital para comprobar que son las once de la noche.

—Lo sé —una pequeña sonrisa se escapa de mis labios—. Pero necesitaba hablar contigo.

—¿En serio? —parece sorprendido y también un poco incómodo.

—¿Vamos a tu habitación? —ofrezco cuando los dos nos quedamos de pie en el salón—. Lo digo para no molestar al resto —aclaro rápidamente, siendo consciente de las segundas intenciones detrás de mi pregunta.

Mis palabras causan que Aren esboce una sonrisa de lado y mi corazón palpita fuertemente contra el pecho cuando lo veo. Aún así, estoy más relajada que antes al ver que no se ha puesto a la defensiva.

—Vale —se limita a responder.

El moreno comienza a caminar hacia su habitación y yo lo sigo.

Cuando llegamos, Aren espera a que yo entre primero para cerrar la puerta detrás de sí. El chico carraspea varias veces mientras ordena por encima el cuarto bajo mi mirada curiosa.

—¿Qué estabas haciendo? —pregunto mientras inspecciono el lugar.

—Nada importante —se apresura a decir—. ¿A qué se debe tu visita? —cambia rápidamente de tema.

—Ya te lo he dicho —le recuerdo con retintín—. Quiero hablar contigo.

—Sí, lo sé —se sienta en su cama mientras yo permanezco de pie, intentando descifrar su extraño comportamiento—. ¿Pero a estas horas? Podías haberme avisado antes —evita mi mirada a toda costa.

—¿Te incomoda que esté aquí? Si quieres, puedo irme —señalo la puerta de su habitación.

—No, claro que no —se niega rotundamente y sin ningún tipo de duda—. Es solo que tu visita me ha tomado por sorpresa, nada más —se revuelve en su sitio, todavía con la respiración agitada y sin mirarme a la cara.

Yo sonrío de lado.

—¿He interrumpido algo? —empiezo a jugar con él como si el tiempo no hubiese pasado por nosotros.

—¿Has venido a aquí por algún motivo en concreto? —me interrumpe con una expresión incómoda en su cara—. A parte de querer hablar conmigo, claro —sigue diciendo.

—No exactamente... —dejo las palabras en el aire—. He pensado en ti y me entraron unas ganas muy fuertes de hablarte, por eso estoy aquí —veo que dirige la mano hacia su entrepierna mientras hablo—. ¿De verdad que no he interrumpido nada? —repito.

Estoy empezando a pensar que mis sospechas son ciertas y no puedo evitar reírme con tan solo pensarlo.

—No, estaba a punto de irme a dormir.

Aren se revuelve en su sitio mientras intenta ocultar la erección con poco disimulo.

—Aren —llamo su atención y el moreno me mira con los ojos muy abiertos—. ¿Te estabas masturbando antes de que yo llegara?

—¡Joder, Mar! —exclama. El brillo de sus mejillas se profundiza hasta convertirse en un rubor mientras agacha la cabeza, avergonzado.

—No creo que tus compañeros me hayan escuchado —le tranquilizo.

—Ah, eso me da igual —le quita importancia.

—¿Por qué?

—Porque hoy no están aquí.

Me quedo en silencio durante unos segundos, sorprendida tras lo que he escuchado, pero luego recuerdo a Lucas y me doy cuenta de que todo esto ha sido un plan suyo. El chico de ojos verdes sabía que yo vendría a casa de Aren después de saber que me abriría la puerta.

Es un genio del mal.

Pero le quiero por eso.

—¿Entonces por qué estás tan nervioso? —inquiero cuando vuelvo a entrar en razón.

—Porque no puedes decir ese tipo de... cosas —se queja.

—Porque es verdad, ¿no? —me acerco hacia él, que sigue sentado encima de su cama—. Te estabas haciendo una paja y yo te he interrumpido.

—¡Mar! —exclama con una voz aguda que hasta ahora no había escuchado.

—¿Qué pasa? Es algo natural —me encojo de hombros.

Estoy disfrutando mucho con la situación. Es la primera vez que me siento con el control y no puedo actuar como si nada. Tengo que aprovechar esta preciosa oportunidad que los dioses me han otorgado para burlarme un poco de Aren.

—¿De qué querías hablarme? —intenta cambiar de tema de conversación.

—De nosotros.

Aren se ríe.

—¿Ahora hay un "nosotros"? —se mete conmigo, alzando la barbilla pero con la postura encogida debido a la clara erección que se asoma desde su pantalón del pijama.

—Siempre lo ha habido —las palabras salen de mi boca antes de que pueda analizar lo que he dicho—. ¿En qué estabas pensando? —insisto en el tema.

—¿Qué? —pregunta con los ojos fijos en el suelo, incapaz de mirarme.

—Me refiero a cuando te estabas pajeando. ¿Sueles ver porno?

—¡Mar! ¡No puedes preguntarme eso! —su cara expresa una mezcla de horror, vergüenza y sorpresa ante lo que está escuchando.

—Bueno, pero no has respondido a mi pregunta —dejo caer.

—¿Qué quieres que te responda?

—Pues si estabas viendo pornografía mientras te estabas masturbando —repito, viendo cómo el moreno se retuerce en su sitio con cada palabra que pronuncio.

—No, no lo estaba viendo —admite finalmente—. No suelo recurrir a ello porque no me gusta todo lo que hay detrás de esa industria. Antes sí, pero ahora ya no —me confiesa.

Sonrío hacia mis adentros.

No sé si me está mintiendo para quedar bien, pero me complace saber que es consciente de un tema tan controversial como ese e intenta, al menos, reducir su uso.

—Ah vale —es lo único que puedo decir.

Aren respira profundamente, pensando que el interrogatorio ya ha terminado. Es casi más divertido de esa manera, atrayéndolo a una falsa sensación de seguridad, dejándolo pensar que el asalto ha terminado y luego volviendo a por otra ronda.

—Entonces, ¿en quién estabas pensando mientras te pajeabas?

—¡Madre mía, Mar! —sacude la cabeza hacia ambos lados—. ¿No has terminado ya con el interrogatorio?

—No, así que aguántate —lo mantengo en su sitio.

—Madre mía... —deja caer su cabeza hacia adelante, deseando con todas sus fuerzas que este momento se acabe cuanto antes.

Intento no reírme de él pero es imposible y una carcajada sale por mi boca. El moreno me mira desde la cama con una mueca de asco. Creo que está empezando a odiarme un poco, pero ahora mismo me da igual.

—No estaba pensando en nadie —me responde después de unos segundos.

Su respuesta me decepciona.

—¿Ni en mí? —pregunto sin pensar.

Aren abre mucho los ojos, más sorprendido que nunca por mi actitud. No lo culpo por ello, ni yo misma me reconozco.

—¡Mariana!

—Responde a la pregunta.

—No vas a parar hasta que te responda, ¿verdad?

—Veo que ya me conoces —me cruzo de brazos y camino hacia la cama, recortando la distancia entre nosotros.

Aren echa su cabeza hacia atrás, optando por mirar al techo en lugar de a mí.

—¿Pensabas en mí? —repito.

—Puede ser.

Su voz suena apenas audible, como un murmullo casi apagado, pero yo consigo escucharlo.

Aren ha pensado en mí mientras se estaba masturbando.

Me quedo en silencio, observándolo tras conocer un dato tan íntimo y revelador como ese. El moreno me mira fijamente, retándome, y yo trago saliva mientras trato de ganar confianza para hacer lo que quiero hacer.

Con una respiración profunda y una oleada repentina de adrenalina, dejo caer mis brazos sobre mi cuerpo y me inclino sobre la cama, atrapando mi boca con la de Aren.

El chico responde inmediatamente al beso, sumergiendo su lengua dentro de mi boca y colocando sus manos sobre mi cintura para atraerme más hacia él. La espalda de Aren se apoya contra la cama y yo permanezco encima, sin dejar de besarnos ni manosearnos mutuamente.

Mi mano se dirige hacia su entrepierna, donde su erección (causada por mí) sigue vigente. Y ahora más que nunca (otra vez por mi culpa).

—¿Quieres que te ayude a acabar con lo que estabas haciendo? —le ofrezco mientras dejo besos por todo su cuello.

—¿A qué te refieres? —pregunta con los ojos cerrados.

—Pues... ya sabes —dudo antes de decirlo—. ¿Quieres que te haga una paja? —pregunto en voz baja, vergonzosa.

Aren abre los ojos al escucharme.

—¿Hablas en serio?

—Claro —sonrío tímidamente.

El chico me lanza una mirada felina y nos fundimos en otro beso apasionado. Mi cuerpo se aprieta todavía más contra el suyo y Aren aprovecha el momento para agarrar mi trasero con fuerza, ocasionando que sienta cosquilleos en mis partes íntimas.

Cuando estoy a punto de bajarle el pantalón, el moreno se separa de mí y me mira con cara de circunstancia.

—¿Qué pasa? —parpadeo varias veces, atónita—. ¿Acaso he hecho algo malo?

—No —me confirma de inmediato.

—¿Entonces?

—Es que no quiero que nuestro primer encuentro sexual sea de esta forma.

—No te estoy entendiendo —me llevo la mano a los labios, los cuales están hinchados y húmedos después del morreo.

—Pues que quiero hacer las cosas bien contigo y no considero que este sea el momento adecuado. Primero debemos hablar sobre lo que ha pasado entre nosotros.

Mi cabeza entra en razón al escucharlo. De hecho, había venido hasta su casa para eso, no para mantener relaciones sexuales.

—Es cierto, tienes razón —me retiro hacia un lado de la cama—. Perdón —me disculpo como si tuviese la culpa.

—¿Por qué me pides disculpas?

—Porque parece que he venido a otra cosa, pero es verdad que quería hablar contigo.

—Lo sé —me acaricia la mejilla para tranquilizarme—. Te conozco a la perfección y sé que has venido a mi casa para hablar.

—Soy una idiota... —me lamento.

—Mar, no eres ninguna idiota. Los dos teníamos ganas de dar un paso más allá, pero considero que lo mejor para nuestra relación es hablar antes de tomar una decisión precipitada.

Mis ojos se iluminan al escucharlo.

¿Acaso Aren ha incluido mi nombre en la misma oración que la palabra relación?

—Estoy de acuerdo con lo que dices —me levanto para sentarme sobre la cama, intentando contener mi emoción—. Hablemos sobre nuestra relación entonces —cambio mi expresión y me pongo seria de repente.

—Sí, pero antes... —Aren se pone de pie, mirando hacia la puerta de su habitación—. Creo que debo darme una ducha fría —se rasca la cabeza.

Me río fuertemente. Verlo así por mi culpa es demasiado gracioso.

— ¿Te parece bien?

—Claro, te espero —le digo entre risas.

Cuando el moreno termina de ducharse, ya son las doce y media de la noche.

Mientras se seca el pelo con una toalla, Aren se percata de que no dejo de mirar el móvil y de revolverme en la cama, impaciente.

—¿Qué te pasa? —tira la toalla mojada en el cesto de la ropa sucia.

—¿A mí? —me sorprendo.

—Sí, claro.

Me conoce demasiado.

—Creo que se me ha hecho un poco tarde... —repiqueteo los dedos en mis piernas, nerviosa—. Sé que tenemos que hablar, pero es tarde y debería irme a mi casa.

El chico asiente con la cabeza, comprendiendo la situación y mi angustia por no dormir en mi casa. Yo inhalo y exhalo fuertemente, lamentándome por ser una aguafiestas y apreciando el buen olor que la ducha de Aren ha traído consigo.

Aunque él siempre huele bien.

—¿Quieres quedarte a dormir?

Noto que su cuerpo se tensa mientras espera por conocer mi respuesta.

Me quedo unos segundos en silencio, sin saber muy bien qué hacer o decir. Cuando he venido a su casa hace poco más de una hora, definitivamente dormir con él no estaba en mis planes. Sin embargo, ¿qué tiene de malo?

Me apetece dormir con él.

—Vale —accedo finalemente.

También noto cómo se relaja cuando me escucha aceptar la propuesta.

—Genial —sonríe de oreja a oreja.

Aren está pletórico, y yo sonrío con la situación que estoy viviendo. Jamás me imaginaría estar así con él después de todo lo que ha pasado entre nosotros.

—¿Quieres que te preste un pijama?

—Estaría bien, ¿no?

Me levanto de la cama para que el moreno pueda echar la colcha para atrás sin que yo lo interrumpa.

—Si quieres, puedes dormir desnuda.

Elevo una ceja, demostrando mi desacuerdo con lo que ha dicho.

—Es broma —aclara rápidamente entre risas.

—Ajá...

Observo cómo ordena su habitación y deja cada cojín en su sitio. Es un obseso del orden y me gusta, porque yo soy exactamente igual que él.

—Aquí tienes tu pijama —me dice mientras me deja encima de la cama una camiseta ancha con unos pantalones largos.

No hace falta que me fije demasiado para darme cuenta de que la parte de arriba es la misma que me dejó la primera vez que dormí aquí.

Qué recuerdos.

—Puedes ir al baño a...

No dejo que termine lo que está diciendo, ya que empiezo a desvestirme delante de él. Menos las bragas y el sujetador, obviamente.

—Vale, me callo —abre y cierra los ojos varias veces.

Luego, sacude la cabeza de un lado a otro con una sonrisa sin dientes. Parece que mi actitud le está sorprendiendo demasiado.

—¿No te pones la parte de abajo? —observa sin ningún tipo de descaro a mis piernas desnudas.

—No tengo frío.

Y era cierto. A pesar de que estuviésemos en pleno invierno, la casa de Aren tenía calefacción y no hacía nada de frío. Se notaba que el dinero no era un problema para ellos.

—Métete en la cama conmigo.

Aren ya está tumbado en su cama y da unas palmaditas en el colchón para que lo imite, justo a su lado.

—¿Quieres dormir ya? ¿No íbamos a hablar? —me dirijo hacia el baño para lavarme los dientes como si fuese mi propia casa.

—Podemos hablar mañana. Ahora me apetece dormir contigo —establece mientras se quita la camiseta que lleva puesta—. Sí que hace calor, la verdad —admite en voz alta para que pueda escucharlo desde el baño.

El cabrón sabe lo que está haciendo.

Yo solo me río.

—Está bien, durmamos —me meto en la cama cuando ya he terminado todo lo que tenía que hacer en el baño.

En el momento en que mi cuerpo toca el colchón, Aren me agarra de la muñeca y me arrastra hacia él, acurrucándome contra su pecho.

—¿Estás cómoda así?

Puedo sentir su respiración contra mi pelo.

—Sí —digo mientras elevo la mirada—. Me gusta estar así contigo.

El moreno me sonríe y comienza a hacerme caricias en la espalda. Su mano está fría, pero me siento tan bien que ni si quiera digo nada al respecto.

—Gracias por venir.

Sus palabras me toman por sorpresa. Suena sincero, como si estuviese revelándome un secreto bajo llave que nadie más puede conocer. Mi corazón late fuertemente al escucharlo y sé que él puede sentir el efecto que tiene sobre mí. Pero me da igual.

—Gracias a ti por dejarme dormir aquí.

Acto seguido, Aren apaga la luz de la habitación.

Nos quedamos varios minutos en silencio. Pienso que se ha dormido hasta que detiene sus caricias y toma una gran bocanada de aire que provoca que su pecho se infle como un globo.

—Te he echado de menos —admite con la voz somnolienta.

Cierro los ojos, no creyéndome lo que acabo de escuchar.

¿Esto es real? ¿O estoy soñando?

Claro que existe, Mariana. Estás durmiendo en su cama, abrazada a él y escuchando su respiración.

Es cierto.

—Yo también te he echado de menos.

Entrelazo mis piernas contra las suyas, dándonos calor mutuamente hasta que los dos nos quedamos dormidos.

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───

¡Hola!

Primero de todo, no me odiéis. Sé que ha pasado mucho tiempo pero es que mi vida ha sido una especie de caos durante estos últimos meses, pero lo importante es que ya estoy aquí :)

Tenía muchas ganas de escribir y creo que he recuperado la inspiración, así que probablemente no vuelva a desaparecer durante tanto tiempo (o eso espero).

Estoy un poco desentrenada a la hora de escribir, de modo que os ruego que me perdonéis si hay muchos errores gramaticales y podáis disfrutar de la historia igualmente 🥺

En fin, ¿qué opináis del capítulo? ¿Os ha gustado? Ya sabéis que me encanta conocer vuestra opinión ❤️

Gracias por TODO (la espera, el apoyo, los votos, los comentarios, etc.) y nos leemos

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro