26. Una amistad verdadera
Capítulo 26
—¿Por qué parece que llevamos más de cinco horas encerrados en la biblioteca?
—Porque llevamos más de cinco horas encerrados en la biblioteca —le contesta Guille a Laura con una sonrisa amarga en los labios.
—¿En serio? —mi amiga suspira, removiendo su pelo en un gesto desesperado.
—Sí, y para ser exactos, son cinco horas y diecisiete minutos —puntualiza el chico mientras observa su reloj.
—Mierda —se queja Laura—. Creo que por primera vez una de mis exageraciones se ha vuelto real —abre mucho la boca, sorprendida.
—¡Es verdad! —Guille le sigue el rollo—. ¿Qué será lo próximo? ¿Que Mar no se levante a mear cada media hora?
—¿Eh? ¿Qué pasa conmigo? —reacciono al escuchar mi nombre en la conversación.
—Nada, nada. Tú sigue estudiando —Laura cambia de tema cuando levanto mi cabeza de los apuntes—. No la molestes, Guille. Ella está aprovechando el tiempo para estudiar, no como nosotros... —se dirige esta vez hacia el chico de ojos verdes en voz muy baja.
Sin embargo, yo puedo escucharlos.
—Es cierto, nosotros somos unos holgazanes —escucho un suspiro de exasperación por parte de Laura—. Lo siento, Mar —se disculpa el chico con una sonrisa traviesa en los labios.
—No hace falta que disculpes. La verdad es que estaba pensando en tomarme un descanso para ir a mear —confieso mientras me levanto de la silla y escucho las risas de mis amigos—. ¿De qué os reís? —los miro con confusión.
—De ti.
—¿Por qué? ¿Qué he hecho? —elevo una ceja, sin comprender lo que está sucediendo.
—¿No has escuchado nada de lo que Laura y yo hemos dicho?
—No... —declaro en voz baja para que las bibliotecarias no nos echen la bronca.
—Vaya, entonces sí que estabas aprovechando el tiempo —el chico asiente con la cabeza, orgulloso.
—Ya te lo he dicho —Laura le da un golpe en el brazo y le lanza una mirada de superioridad.
Yo miro a Laura, luego a Guille y finalmente a ambos sin decir ni una palabra.
¿Qué mosca les ha picado?
—No es por mal, pero no estoy entendiendo nada de esta conversación —confieso mientras cierro la pantalla de mi ordenador—. Así que mejor me voy antes de mearme encima —les guiño un ojo.
Sin esperar por una respuesta de su parte, cojo mi chaqueta de invierno y salgo de la biblioteca.
Mis amigos me miran desde la distancia con una expresión confundida, pero yo sigo mi paso y me dirijo hacia un gran ventanal que se encuentra en el piso de arriba para distraerme y tomar un poco de aire fresco.
Una vez allí, suspiro hondo.
Sí, les he mentido a mis amigos. No he ido a mear.
Lo que pasa es que estas semanas han sido demasiado intensas. Y estresantes. Y muy pero que muy duras para mí.
Intento llevarlo lo mejor que puedo. Por esa razón, me he concentrado en estudiar mucho para mis exámenes y, de momento, dos de ellos me han salido como deseaba, así que no estoy disgustada; pero tampoco se puede decir que estoy contenta por ello. Simplemente siento que he cumplido con mis obligaciones, y ya está.
Como ya he dicho, han sido semanas extrañas en las que apenas me reconozco a mí misma. Solo sé que me levanto de la cama, desayuno con mis compañeras de piso, cojo el autobús y me paso el resto del día en la biblioteca. Repito esa rutina todos los días, y seguiré repitiéndola hasta que llegue la segunda semana de febrero y con ella, el fin de los exámenes.
Vuelvo a respirar profundamente mientras saco mi móvil del bolsillo de la chaqueta.
Me quedo unos segundos mirándolo y reflexionando en silencio con la pantalla apagada, pero finalmente lo desbloqueo y entro en WhatsApp. Quiero observar si tengo algún mensaje nuevo que me haya podido perder durante mi estadía en la biblioteca.
Suspiro con decepción cuando me doy cuenta de que hoy tampoco es mi día de suerte.
Hoy Kaira y Aren tampoco me han escrito.
—¿Qué haces aquí? Es la zona de fumadores —la voz de Laura me sobresalta y escondo mi móvil en el bolsillo.
Como si estuviese haciendo algo malo.
—¿En serio? —la miro con sorpresa.
—Qué va —se ríe cuando ve que me he creído lo que ha dicho.
Laura se sienta sobre la superficie de piedra del ventanal y enfoca su mirada a través de él. Sus ojos azules se abren demasiado cuando descubre las maravillosas vistas que se encuentran debajo de nosotras.
—¿Qué haces aquí tú sola? —Guille entra en escena y ocupa el lugar al lado de la chica de pelo corto.
Ahora soy la única que está de pie.
—Eso —mi amiga lo apoya—. ¿No habías ido a mear?
—Es que... —me tomo unos segundos para pensar en una excusa convincente—. He hecho una pausa para descansar un rato de tanto estudio. Mi cerebro necesitaba aire fresco —continúo diciendo en un tono divertido.
—Vale, lo entiendo —Guille me interrumpe—. Pero vuelvo a repetir mi pregunta. ¿Estás haciendo una pausa tú sola? ¿Sin nosotros? —frunce el ceño.
Me da la sensación de que está empezando a sospechar de mis verdaderas intenciones.
—Bueno, a veces las personas queremos privacidad. No sé si vosotros dos sabéis qué es eso o tengo que explicároslo —me siento atrapada, así que decido ponerme a la defensiva.
—Uy... —se lleva una mano al pecho, haciéndose el ofendido. Tal vez he sonado más brusca de lo que debería—. Menudo golpe bajo —sonríe con incomodidad.
—Mar, ¿te pasa algo? —inquiere Laura de repente.
Mi amiga fija sus grandes ojos azules sobre los míos y siento que puede leerme la mente. Intento mantenerme firme pero me conoce tan bien que no puedo evitarlo y todas mis barreras se desmoronan al escuchar su pregunta.
—¿Cómo lo sabes? —establezco con tristeza.
—Es obvio... —se limita a responder, ladeando la cabeza y mirándome con preocupación.
—Bastante obvio —le sigue Guille.
—¿Es por...? —Laura no termina su frase.
—Sí, es por él —admito abiertamente delante de mis amigos—. Entre otras cosas —me recojo un mechón de pelo detrás de la oreja, avergonzada.
—Perdón, creo que me he perdido. ¿De quién estáis hablando?
El moreno con corte de pelo mullet me observa con el ceño fruncido y cierta intriga en sus ojos verdes. No me había dado cuenta pero está claro que se ha perdido un capítulo importante de mi vida que hasta ahora solo conocía Laura.
—Pues... —dudo.
—Díselo —me anima Laura mientras me acaricia dulcemente el brazo.
—Me estáis asustando. ¿Quién se supone que es "él"? —se impacienta.
—Tal vez lo puedes llegar a intuir... —comienzo a decir, pero su expresión me indica que no tiene ni la más remota idea de lo que estoy hablando—. Es Aren —digo finalmente acompañada de un suspiro.
—¿Aren? —repite el nombre del chico lentamente—. ¿Y qué pasa con él? —pregunta con inocencia.
—Guille, a veces no entiendo cómo puedes ser mi amigo siendo una persona tan tonta —se frota la cara con las manos, frustrada.
—¡Perdóname por no ser un cotilla como tú! —se defiende del ataque.
—¡Es que solo hace falta tener ojos en la cara para entender lo que pasa! —rebate con rabia.
—¿Podéis dejar de pelearos? —elevo la voz para detener la discusión. Los dos se callan y me escuchan—. Gracias —los miro a ambos como si fuese una profesora de Primaria.
—Perdón —se disculpan a la vez y yo sonrío hacia mis adentros.
—Lo que pasa es que... —tomo un gran bocanada de aire antes de continuar—. Es difícil admitirlo en voz alta —echo la cabeza hacia atrás, incrédula ante lo que estoy a punto de decir.
—Simplemente hazlo —la voz de Laura se hace paso entre mi nerviosismo y decido hacerle caso.
—Creo que estoy enamorada de Aren.
Mis palabras ocasionan un silencio en la sala y me niego a mirar a mis amigos a la cara, así que mantengo mis ojos en un punto fijo de la pared de en frente.
—¿Q-qué? —Guille es el primero en hablar—. ¿Que es lo que que acabas de decir?
—Pues que creo que estoy enamorada de Aren —repito.
Esta vez me cuesta menos decirlo que la anterior y soy capaz de cruzar miradas con Laura mientras las palabras salen por mi boca. Mi amiga me observa con gran entusiasmo y se echa a mis brazos cuando ha asimilado lo que he dicho.
—¡NO ME LO CREO! ¡POR FIN TE HAS DADO CUENTA! —chilla, emocionada.
—¿¡CÓMO!? —Guille grita también—. ¿Desde cuándo? ¿Cómo ha sido? ¿Él también siente lo mismo por ti? —hace una pregunta detrás de otra sin dejarme tiempo para responder—. ¿Por qué no me lo habías contado antes? —se queja.
—Perdón, es que ni yo misma sabía lo que estaba sintiendo —me sincero.
—Pero ahora sí —la chica de pelo corto sonríe de oreja a oreja.
—¿Entonces estáis juntos? —pregunta mi amigo, quién todavía tiene la boca abierta debido al descubrimiento.
—No exactamente —niego con la cabeza—. De hecho, ahora mismo ni nos hablamos —me río sin gracia para quitarle hierro al asunto.
—¿Qué? ¿Por qué? —la sonrisa de Laura desaparece de inmediato de su rostro—. ¿Qué ha pasado?
—Le he pedido un tiempo.
—Vaya, me entero de que Aren y tú estuvisteis juntos justo cuando ya no estáis juntos —apunta Guille consiguiendo que Laura le dé un manotazo—. ¡Auch!
—¿Por qué le has pedido un tiempo? ¿Qué ha pasado? —ignora por completo lo que ha dicho el chico de ojos verdes.
—Muchas cosas.
—¿Te has agobiado? —formula Laura.
—No. La pregunta es: ¿le has pedido un tiempo a Aren porque te has agobiado? —la corrige Guille.
—Un poco de ambas —confieso—. Me he agobiado porque han sucedido demasiadas cosas en mi vida durante las vacaciones de Navidad que no he sabido gestionar —les aclaro.
—¿Y por qué no nos lo has contado antes?
—Pues porque estábamos en época de exámenes —me justifico ante mis amigos—. No quería molestaros con mis dramas y yo tampoco quería recordarlos, por eso me he callado. Necesitaba estar concentrada para estudiar y aprobar todas las asignaturas de este cuatrimestre.
—Pero hoy has explotado —indica Guille de forma inteligente.
—Puede decirse que sí.
—Y te has dado cuenta de que lo de pedirle un tiempo a Aren ha sido una estupidez —sigue hablando Laura.
—Pues... sí —me doy cuenta de la realidad de los hechos—. También puede decirse que sí —me echo las manos a la cabeza.
—¿Y ahora qué vas a hacer? —indaga mi amiga mientras me observa con cara de preocupación.
—Nada.
—¡¿CÓMO QUE NADA?! —Guille interviene en la conversación de forma alterada, lo cual me sorprende y lo miro con los ojos muy abiertos—. A ver, Mariana. ¿Cómo no vas a hacer nada si acabas de decir que estás enamorada de él? —intenta hacerme entrar en razón.
—Sí, es verdad que lo he dicho, pero es no significa que vaya a hacer algo al respecto.
—¿Es porque Aren no te habla?
—Entre otras cosas —asiento con la cabeza.
—Es comprensible que no te hable si le has pedido un tiempo —razona mi amiga bajo la voz de la sabiduría.
—Lo sé —admito ante su sorpresa.
—Entonces, ¿por qué estás huyendo? —me responde, sin entender muy bien el problema.
—Tengo motivos para hacerlo —les dejo caer.
—¿Qué ha pasado? —Guille deja su silencio a un lado e interviene en el cotilleo—. ¿Te ha puesto los cuernos o algo por el estilo?
—No.
—Entonces lo ha intentado —sigue probando.
—Tampoco.
—Mar, ¿qué ha ocurrido durante las vacaciones de Navidad para que hayas tomado esa decisión tan repentina? —mi amiga pone las cartas sobre la mesa—. De verdad que necesito saberlo.
Suspiro profundamente antes de abrir la boca y contarles todo lo sucedido en el pueblo: desde las quedadas a medianoche en su coche hasta la pelea en la casa de Kevin, con el consiguiente enfado de Aren y de su hermana.
—Ahora lo entiendo —Laura sacude la cabeza. Ahora comprende mejor mi actitud.
—¿Y no has vuelto a hablar con Kaira?
—No... —admito en voz baja—. Como yo me vine a Barcelona dos días después de Nochevieja, no tuve la oportunidad de aclarar las cosas en persona con ella —les explico—. En realidad no fue una discusión como tal, pero ninguna de las dos ha querido dar el brazo a torcer.
—Porque ambas sois orgullosas —mi amiga da en el clavo.
—Sí, y también nos da vergüenza.
—¿El qué? —Guille eleva una de sus cejas, confundido.
—Ser la primera en hablar.
—¡Eso da igual! Es una tontería de niños pequeños —exclama Laura, aportando una visión realista de la situación—. Tienes que hablar con ella y solucionar lo que ha pasado —me aconseja.
—¿Y no puede ser ella la que me hable? —bufo.
—Mar...
—Está bien. Le hablaré cuando acabe los exámenes —accedo finalmente.
—No, cuando acabes los exámenes no —me prohíbe mi mejor amiga de Barcelona—. Esta noche.
—¡¿Esta noche?! —me sorprendo.
—¿Por qué vas a esperar tanto? ¿Te apetece sufrir gratuitamente? —expone de forma razonada. Yo niego con la cabeza—. Porque es lo que parece.
—No, tienes razón —asiento con la cabeza—. Tengo que hablarle cuanto antes.
—¿Entonces vas a hacerlo?
—Sí.
—No lo estarás diciendo solo para librarte de nosotros, ¿no?
—Que no, que sé que tengo que tomar la iniciativa en esto. Si no, mi cabeza seguirá dándole vueltas al asunto y eso no me conviene en estos momentos.
—¿Lo dices en serio? —se asegura el chico de ojos verdes, poco confiado.
—Sí, lo digo de verdad —les prometo. Ambos sonríen, satisfechos—. Y... ¿qué hago con respecto a Aren? —saco el tema de conversación para que mis amigos me aconsejen también sobre eso.
—Primero soluciona las cosas con Kaira y luego debes tantear el terreno con Aren —habla Laura—. Tal vez su hermana sepa cómo está y te ayude.
—No lo creo, no sabe nada de lo nuestro.
—¿Tú crees? —me mira fijamente mientras eleva una de sus cejas.
—Bueno, o eso creo —me hace dudar.
—¿No tuvisteis ningún tipo de acercamiento mientras ella estaba delante? —me pregunta Guille mientras se levanta para ponerse las manos en las caderas y crujirse la espalda.
—Sí, en la cocina de su casa... —recuerdo—. Pero no creo que se haya dado cuenta —deshecho esa posibilidad de inmediato.
—Igual hasta te sorprendes —sigue insistiendo.
—Espero que no —respondo, tajante y segura de mi decisión—. Porque entonces no entiendo por qué sigue intentando emparejar a su hermano con Chiara en vez de apoyarnos en nuestra relación.
—Por esa razón debes hablar con ella, para aclarar todos esos malentendidos —Laura interviene en la conversación y también se levanta de la superficie de piedra del ventanal—. Te aseguro que te sentirás mejor después de hablar con ella.
—Ojalá... —suplico en voz baja—. Deberíamos seguir estudiando, ¿no? —digo cuando me doy cuenta de que soy la única que sigue sentada.
—Sí —mi amiga se ríe—. ¿Ya te sientes mejor?
—Un poco —Guille me da la mano y me ayuda a levantarme—. Gracias.
—¿Por qué?
—Por estar ahí —confieso sin ningún tipo de vergüenza—. Y por daros cuenta de que no estaba bien. Tiendo a guardarme todo lo que me pasa y necesitaba desahogarme con alguien, así que gracias por conocerme tan bien para saber que no estaba en mi mejor momento.
—No tienes que agradecérnoslo.
El chico de ojos verdes me abraza por la espalda mientras Laura me agarra fuertemente de la mano. Yo sonrío, un poco confusa por las inesperadas muestras de cariño.
—Estaremos aquí para ti pase lo que pase —me garantizan.
—Y yo para vosotros —mi voz se rompe un poco a la hora de hablar mientras dejo a Guille abrazarme por detrás y correspondo el agarre de Laura con fuerza.
Los tres nos miramos sin decir nada, pero comprendiéndonos a la perfección. La chica de pelo corto y ojos azules es la primera en separarse de nosotros y romper de forma momentánea la burbuja que habíamos creado.
—Bueno, nos debes cinco euros —bromea después de haberme demostrado la gran amiga que es.
—Y sin el IVA incluido.
—Os pago lo que os debo más tarde, que ahora mismo no tengo cambio —les sigo la broma, ocasionando la risa floja de mis mejores amigos.
Tal vez no estoy tan sola como pensaba.
***
Mi corazón late fuertemente contra mi pecho mientras espero por un respuesta del otro lado de la línea.
—¿Mar?
La voz de Kaira provoca que me quede sin respiración durante unos segundos. Hacía tiempo que no la escuchaba y ha sido un poco shockeante para mí.
—¿Estás ahí? —sigue hablando.
—Sí, hola —reúno el valor suficiente para hablar.
—Hola.
—¿Qué tal estás? ¿Has acabado tus exámenes? —me intereso.
—Tengo el último la semana que viene.
—¿Y qué tal lo llevas? —comienzo a caminar en círculos por mi habitación.
—Bueno, creo que apruebo —se encoge de hombros, despreocupada—. ¿Y tú qué tal estás? —me toma por sorpresa.
—Bien, todavía me faltan por hacer dos exámenes, pero los llevo medianamente bien —sonrío sin dientes al acabar de hablar, satisfecha con mi respuesta.
—¿Pero cómo estás tú?
—¿A qué te refieres?
—Pues a que si me has llamado, ha sido por algo —me suelta de repente—. Ha tenido que pasar algo fuera de lo normal en tu vida para que tomes esta decisión.
—Solo quiero hablar contigo sobre lo ocurrido.
—Yo también.
—Y también pedirte perdón por haber reaccionado así contigo —continúo hablando.
—Soy yo la que debería estar disculpándose —mi ojos se abren de par en para cuando la escucho—. Tú no la cagaste, yo sí.
—¿Estás hablando de la conversación que tuvimos sobre tu hermano y Chiara?
—Sí —me saca de dudas—. Y de que tenías razón en todo lo que dijiste. Estaba tan influenciada por la opinión de mis padres y por lo que Chiara me escribía, que me olvidé de lo más importante —hace una pausa—. Me olvidé del bienestar de mi hermano.
—Vaya, no sé que decirte... —estoy sin palabras. Era lo último que me esperaba—. Me alegro de que te hayas dado cuenta a tiempo.
—Pues sí, menos que ha sido así —suspira, aliviada—. Por eso he cancelado el viaje que había planeado.
—¿Te refieres a la visita sorpresa de Chiara a tu hermano?
—A esa misma —la escucho reírse de forma amarga—. No sé en qué estaba pensando ni cómo podía estar tan ciega para no darme cuenta de la realidad —se lamenta.
—No pasa nada, Kaira. Todos cometemos errores.
—Claro que sí, pero por mi culpa ahora mi hermano está triste —mi corazón da un vuelco—. Además de que he sufrido demasiado sin hablar contigo durante tanto tiempo...
—Yo también lo he pasado mal —me sincero—. Te he echado de menos.
—Y yo a ti —la conozco y sé que está siendo sincera—. Me alegro de que hayas dado el primer paso, pero esperaba que hubiese sido un poco antes.
—¡Oye! ¡Tú también podías haberme llamado!
—Sí, pero las dos somos unas orgullosas y estar en época de exámenes solo empeora esa mala actitud —se queja—. Te prometo que la próxima vez seré yo la que ceda.
—Me parece justo—sonrío ante su propuesta—. Pero esperemos que esa próxima vez sea dentro de bastante tiempo.
Escucho a Kaira reír desde el otro lado de la línea y yo también me río con ella.
—Eh... —llamo su atención—. Una pregunta, ¿por qué tu hermano está triste? ¿Ha pasado algo malo en tu familia? —intento sacarle información sin parecer sospechosa.
La carcajada que sale de la boca de Kaira al escucharme me deja sin palabras.
—Perdón, pero es que me ha hecho gracia —no puede dejar de reírse.
—¿Por qué? ¿Qué he dicho?
—Vamos, Mar... soy tu mejor amiga. Te conozco desde hace años —se limita a responder.
—¿Y qué pasa?
—Pues que no soy idiota y ahora sí que me doy cuenta de lo que está pasando —su voz suena convencida—. Y también de lo que ha pasado.
—¿De qué estás hablando?
—Pues de que sé lo que pasa entre mi hermano y tú —me quedo en silencio, asimilando la información—. A ver, tampoco había que ser muy lista para darse cuenta... —me recrimina con un tono vacilón.
—Joder, lo siento —es lo primero que logro decir—. ¿Estás enfadada conmigo?
—Sí —contesta—, pero por no contármelo antes. Aunque entiendo que no lo hicieras —añade.
—No sabía cómo decírtelo, ni tampoco cuál sería tu reacción —le explico—. Tenía un poco de miedo.
—Tranquila, lo entiendo perfectamente —me asegura con una voz calmada—. Estaba tan obsesionada con el tema de Chiara que no me di cuenta de lo que estaba sucediendo a mi alrededor, así que comprendo que no te diese la seguridad suficiente como para contármelo.
—¿Cuándo te enteraste? —mi vena curiosa me obliga a abrir la boca y hacer esta pregunta.
—El día de Año Nuevo.
—¿Después de la pelea? —Kaira asiente con la cabeza —. ¿Lo sabes desde ese día y no me has dicho nada? —me siento encima de la cama, cansada de haber estado dando vueltas por mi habitación durante toda la llamada.
—Te recuerdo que estábamos "enfadadas" —aunque no la veo, sé que está haciendo comillas con sus dedos—. Quise hablarte para decírtelo, pero como ya te dije, ambas estábamos en exámenes y no quería distraerte.
—Visto de esa forma, tiene sentido —le doy la razón. Ella sabe muy bien que no reacciono muy bien a las noticias impactantes durante periodos de estrés.
—Ya lo sé —se echa flores de forma irónica.
—De todas formas, ahora ya da igual...
—¿Por qué?
—Porque Aren y yo tampoco nos hablamos desde ese día.
—Ah... —se queda en silencio—. Eso ya lo sé, pero yo que tú no me preocuparía.
—¿Qué? ¿Cómo que ya lo sabes? —estoy muy confundida ahora mismo—. ¿Quién te lo ha dicho? ¿Lo saben más personas del pueblo? —entro en pánico.
—No, Mar, no lo saben más personas —me tranquiliza al instante.
—¿Entonces? ¿Cómo te has enterado?
—Mi hermano me lo contó.
Tomo una gran bocanada de aire y dejo de respirar. Estoy demasiado impactada. Mi corazón late fuertemente y mis mejillas están ardiendo debido al nerviosismo que sus palabras han causado en mí.
—¿Aren?
—Sí, el mismo.
—¿Tu hermano te lo contó?
—Es justo lo que acabo de decir, Mar —me amiga se ríe de mi desconcierto. Creo que no entiende lo que su información significa para mí.
—¿Cómo fue? —inquiero con desesperación—. Y con detalles, por favor —estoy tan nerviosa que no puedo dejar de hablar.
—No me lo dijo directamente, pero estaba tan triste cuando volvió por la mañana que supe que había sido algo relacionado con un interés amoroso.
—¿Y cómo sabes que estaba triste por mí? Igual fue porque horas antes se había peleado con su mejor amigo de la infancia... —me desanimo al escuchar la historia de Kaira.
—No, no estaba triste por eso. En absoluto —hace el sonido del vómito nada más mencionar al nombre de Yago.
El brillo de mis ojos se enciende de nuevo y el entusiasmo recorre mis venas como si mi vida dependiese de ello. Sin embargo, intento mantener la calma por si vuelvo a salir decepcionada.
—¿Por qué estás tan segura? —desconfío.
—Pues porque lo vi observando tu perfil de WhatsApp durante casi una hora. Deduzco que su intención era escribirte un mensaje pero no sabría exactamente qué decirte, así que finalmente no te dijo nada.
—¿Estás hablando en serio?
—Claro. Estaba tumbado en el sofá y lo vi.
—¡No puede ser! —exclamo, causando que mi amiga se asuste con mi grito—. ¡Espiaste a tu hermano!
—No, no lo espié —intenta negarlo.
—Llámalo como quieras, pero eso es espiar —bromeo.
Estoy tan contenta que no puedo evitar reírme de forma nerviosa.
—Vale, puede que lo haya espiado un poco, pero es que estaba preocupada por él —se justifica—. Después de eso supe que lo de Chiara se había terminado para siempre.
—¿Por qué?
—Pues porque nunca lo había visto así por una chica —sus palabras me emocionan más todavía y tengo que aguantarme las ganas de gritar en medio de la noche—. Estaba muy triste, Mar, tendrías que haberlo visto.
—No sé qué decir —me sincero ante ella—. No me esperaba nada de lo que me has dicho.
—Lo sé, por eso mismo te lo he dicho.
Me quedo en silencio, reflexionando sobre lo que puedo hacer o no conociendo esta información. ¿Será demasiado tarde ya?
—Tienes que recuperarlo, Mar —Kaira me contesta como si me hubiese leído la mente—. No sé qué ha pasado entre vosotros dos, pero eres la persona indicada para mi hermano. Y él lo es también para ti.
—Yo no estoy tan segura de eso... —dudo.
—Solo hacía falta ver cómo de feliz estabas con él. Estaba un poco ciega, pero no tonta —se ríe de sí misma y de su metedura de pata—. No lo dudes más y hazlo.
—Y a ti... ¿no te importa? —me atrevo a preguntar—. No quiero volver a enfadarme contigo, por eso lo pregunto antes de hacerlo.
—Mar, no me voy a enfadar contigo por salir con mi hermano —me hace saber, tan sincera como siempre—. Si no, mi reacción hubiese sido completamente distinta —apunta de manera inteligente y tengo que darle la razón—. Es más, te doy mi bendición en vuestra relación, aunque ya no te hace falta.
—Siempre hace falta —le sigo la broma.
—Bueno, en este caso no. Se nota que mi hermano está pillado por ti.
No puedo evitar ser escéptica y poner una mueca que claramente indica que dudo de lo que ha dicho.
—¿Por qué pones esa cara?
—¿Cómo sabes que he puesto "una cara" si no me puedes ver? —le replico, sorprendida.
—Porque te conozco muy bien —se encoge de hombros—. A ver, ¿qué te pasa? —indaga para que suelte por la boca todo lo que llevo dentro de mí.
—No sé... —me froto la cara con las manos—. Ahora mismo no sé nada.
—Dímelo —insiste.
A pesar de que nos separan cientos de kilómetros y de que no hemos hablado en semanas, se nota que Kaira sigue conociéndome muy bien.
—¿Y si Aren no sigue sintiendo lo mismo? —me abro ante ella.
—No te hagas más preguntas sin respuesta y actúa. La vida es solo una y nunca sabemos cuál será nuestro próximo movimiento, así que aférrate a este momento y a todo lo que sientes. Solo así conseguirás lo que quieres.
—Es fácil decirlo...
—Lo sé, sé que cuesta y más a una persona como tú, que lo sobrepiensa todo —expone como si fuera mi voz de la conciencia—. ¿Pero quieres perderlo? ¿Quieres perder todo lo que habéis construido?
—No —no dudo ni un segundo en contestar.
Porque nunca en mi vida había estado tan segura de algo.
—Pues recupera a mi hermano.
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¡Hola! Espero que no me odiéis por haber tardado tanto en actualizar, pero es que me he mudado y he estado intentando adaptarme a mi nuevo hogar. De ahí haber estado tan desaparecida 😓
Pero bueno, ¿que opináis de lo que ha ocurrido? ¿Os esperabais la reacción de Kaira? ¿Qué pasará entre Aren y Mar? Uf... ¡son muchas preguntas sin responder!
Esta semana tendréis un regalo de recompensa por la tardanza en mi Instagram, así que si no me seguís ya, hacedlo. Me llamo fireforlu !!!
Gracias por los votos y comentarios, ya sabéis que me ayudan mucho a seguir con la historia ❤️
Como siempre, nos leemos ✨
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