Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

25. Una decisión dolorosa

Capítulo 25

Cuando veo a Aren aparecer por la entrada del parque, una oleada de sentimientos contradictorios sacude mi cuerpo de arriba a abajo y me quedo unos segundos sin aire, reflexionando conmigo misma qué es lo que siento.

Suspiro hondo mientras el moreno se acerca caminando hacia mí, y me obligo a mí misma a mantener la compostura para que no me vea afectada tras la sucedido. Sin embargo, sé que me conoce lo suficientemente bien para saber que no estoy igual que siempre.

Me gustaría tenerlo todo claro y ser capaz de identificar si lo que siento ahora mismo es tristeza, enfado o simplemente decepción. Pero esta noche he dormido tan poco que no puedo pensar con claridad, y verlo así no me está ayudando demasiado.

Aren se detiene delante de mí sin decir nada. La capucha de su sudadera le tapa parcialmente la cara pero puedo ver que uno de sus ojos está morado.

En silencio, me acerco a él y le acaricio la mejilla, apreciando el moretón de su ojo. Aren se estremece ante el contacto y apoya su cabeza en mi hombro, buscando calor humano y oliendo mi pelo recién lavado. Luego se inclina hacia mí y me da un pequeño beso en los labios, el cual le correspondo a pesar de no saber cuáles son mis sentimientos por él en estos momentos.

—¿Estás bien? —murmuro en voz baja.

Aren asiente con la cabeza y nos quedamos mirándonos el uno al otro, sin saber qué hacer o decir, solo observándonos como si nada más el mundo existiese salvo nosotros dos. Tras unos segundos en silencio, el moreno da un paso hacia atrás y decide que es el momento adecuado para tomar la iniciativa y ser el primero en hablar sobre la pelea de anoche.

—¿Estás enfadada conmigo?

Yo niego con la cabeza, pero mis ojos me delatan y se fijan en su ojo morado para luego chasquear la lengua con exasperación.

—¿Le has echado alguna pomada a tu ojo? —ignoro su pregunta.

—Yo sé que estás enfadada conmigo —insiste, ladeando la cabeza—. Después de la pelea vi tu cara y parecías horrorizada ante lo que habías presenciado.

—Estaba preocupada —respondo vagamente mientras retiro la mirada.

—¿Por mí?

—Sí, obviamente —no dudo ni un segundo en contestar—. Te vi peleando a los puños con tu mejor amigo por mi culpa. ¿Cómo no querías que me preocupase por ti?

—¿Qué? —me mira con los ojos muy abiertos—. La pelea no ocurrió por tu culpa.

—Yo era la que estaba discutiendo con él, así que sí. Tu pelea con Yago sucedió por mi culpa —repito, cruzándome de brazos y acurrucándome con la chaqueta debido al frío de la mañana—. No debí haberte metido en mis asuntos —niego con la cabeza.

—Pero él te estaba molestando.

—Y yo podía haberme defendido por mí misma como ya lo he hecho antes.

Las palabras se escapan de mi boca con un claro tono pasivo-agresivo, y cuando me quiero dar cuenta de lo que he dicho, Aren está asintiendo con la cabeza como si de repente todo hubiese encajado para él.

—Por eso estás enfadada —me mira fijamente mientras lo dice.

—No estoy enfadada.

—Te lo noto, Mar —replica al instante—. Te conozco lo suficientemente bien para saber que estás enfadada conmigo por lo de anoche.

Lo sabía.

—No... —intento explicarme—. No sé cómo me siento al respecto —decido ser sincera.

—¿Por qué?

—Pues porque, aunque estaba preocupada por ti, no me gustó para nada verte peleando como un salvaje con otro chico —le hago saber, sacudiendo mi cabeza de lado a lado con desaprobación—. Y menos con que el que era tu mejor amigo.

—Tú lo has dicho, era —recalca sin dejar de observarme con su mirada penetrante—. Yago se lo merecía y no siento ningún tipo de pena por él. Estaba siendo un cerdo contigo.

—Pero tú no tenías por qué haberte metido.

—¿Cómo que no? ¡Te estaba faltando al respeto! —parece entre sorprendido y confundido con lo que está escuchando.

—A mí, pero no a ti —puntualizo de forma inteligente—. El punto es que yo podía haberme defendido sola. De esta forma, tú no habrías acabado con un ojo morado y sin un amigo de hace años.

—¿Amigo? Yago no es mi amigo —me mira como si me hubiese vuelto loca—. Un amigo que acosa verbal y sexualmente a otra persona, no es un amigo.

—Lo sé —le doy la razón, ya que siempre he opinado lo mismo que él.

—¿Entonces?

—Es que no puedo dejar de pensar en los golpes que os disteis mutuamente. Todo fue muy... agresivo —me revuelvo en el sitio con tan solo recordarlo.

—Ya sé que actué de forma agresiva, pero es que se lo merecía. Aunque suene mal, no me arrepiento de lo que he hecho.

—¿Estás diciendo que te sientes orgulloso de haber sido violento? ¿De haber pegado a una persona? —abro mucho los ojos y lo observo con asombro.

—A veces la violencia es necesaria —dice ante mi sorpresa—. Tardé en darme cuenta, pero Yago es una persona pésima. Siempre se ha metido con la gente, ya sea por su orientación sexual, por su físico o por su raza. Tú sabes bien que ese tipo de gente es escoria y que cualquier golpe que reciban es merecido —sigue hablando.

—Podría haber aprendido la lección de otra manera.

—¿Como cuál?

—Como hablando como dos personas civilizadas, por ejemplo —ironizo.

—¿Tú crees de verdad que hubiese funcionado? —pregunta sin la intención de recibir una respuesta—. Ya viste que no nos hizo ni caso cuando intentamos hablar con él, es más, la charla que tuvimos empeoró más la situación.

—No lo sé... —me froto la sien. Me está empezando a doler la cabeza—. Sigo pensando que tal vez fue demasiado.

Yago decide contraatacar y se acerca al moreno para devolverle el mismo tipo de golpe en la cara, consiguiendo darle. Los dos amigos se enzarzan así en una pelea de puños que intento detener con mis gritos, pero claramente no funciona.

Recuerdos de la pelea de ayer aparecen por mi mente y los retiro de ella de inmediato. Antes no lo tenía claro, pero haber visto a Aren tan sacado de sí y furioso con su amigo me ha afectado más de lo que me gustaría admitir.

—Pues el resto de mis amigos está de acuerdo con lo que he hecho —suelta de repente.

El miedo se apodera de mi cuerpo de un momento a otro.

—¿Les has contado lo que ha sucedido? —inquiero, algo asustada.

—Saben todo menos que tú y yo estamos juntos, así que no te preocupes por eso —habla en un tono más relajado. Yo suspiro de alivio al escucharlo—. Además, ese dato no tiene ninguna relevancia en la historia para ser contado.

—¿Por qué dices eso? —me intereso.

—Pues porque lo habría hecho si fueras tú u otra chica de la fiesta —me contesta al instante—. A ver, es obvio que viniendo de ti me enfadó mucho más, pero no voy a quedarme parado cuando veo que un amigo está acosando a una chica. Da igual si la conozco o no, sé que está mal e intervengo.

Sonrío de forma sarcástica.

Esa respuesta es demasiado bonita para ser real.

—¿Ves? Eso es lo que me molesta —bufo mientras niego con la cabeza.

—¿El qué?

—Tu complejo de salvador —descruzo los brazos para volver a cruzarlos—. Nosotras podemos defendernos por nosotras mismas.

—Yo no he dicho en ningún momento lo contrario.

—Pues es lo que parece —lo miro con el ceño fruncido—. Me da la sensación de que piensas que yo estaba esperando por ti para conseguir que Yago me dejase en paz, como si yo no me pudiese valer por mí misma o algo.

—¡Claro que no pienso eso! —exclama con cierta molestia—. Tengo muy claro que las mujeres sabéis defenderos por vosotras mismas porque, lamentablemente, durante toda vuestra vida habéis tenido que lidiar con situaciones similares.

—Sí, lamentablemente sí —lo corto con voz triste.

—Pero en este caso Yago se encendió todavía más cuando se dio cuenta de lo que pasaba entre nosotros. Cuando se enteró de que estábamos juntos, supe que no nos dejaría a ninguno de los dos en paz durante toda la fiesta.

Me quedo callada porque sé que tiene la razón.

—Por eso le pegué ese puñetazo, para que dejase de ser un bullie y aprendiese la lección, aunque ahora claramente no sirva de mucho porque no pienso perdonarlo bajo ninguna circunstancia —establece de forma contundente.

El moreno termina lo que está diciendo y se mete las manos dentro de los bolsillos. A pesar de haberlo visto hecho una furia, hoy está actuando como el Aren de siempre y del que yo me he pillado hasta las trancas.

Sin embargo, algo dentro de mí me impide estar tranquila y conforme con lo que está sucediendo. Esa extraña sensación me confunde todavía más de lo que ya estoy.

¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? O, más bien, ¿por qué mi mente lo complica todo hasta el punto de no dejarme ser feliz?

—¿Y tú crees que aprendió la lección? —inquiero con escepticismo—. ¿De verdad crees que vuestra pelea de egos lo ha hecho reflexionar, aunque sea un poco?

—No fue una pelea de egos y tú lo sabes bien. Va mucho más allá de eso.

—No lo sé, Aren...

—De lo único que me arrepiento es de que me hayas visto así, tan sacado de mí. Me avergüenzo cada vez que lo pienso, pero ahora no puedo cambiar nada, tan solo pedirte disculpas —me habla con total sinceridad mientras me mira a los ojos.

Dudo durante unos segundos, pero sé que el chico está diciendo la verdad. Ese gesto hace que mi corazón se encoja debido al agradecimiento y consigue relajarme un poco de todas las emociones negativas que estoy sintiendo en estos momentos.

—Yo sé que no era tu intención. Sé que no querías que estuviera ahí porque lo vi en tu mirada —le hago saber en un hilo de voz.

Aren me sonríe y yo le dedico una sonrisa sin dientes de vuelta. Veo que sus ojos comienzan a brillar, pensando en que tal vez me he ablandado con él y hemos llegado a un acuerdo en el que dejo de estar a la defensiva.

Sigue soñando, Aren.

—Sí, le he echado una pomada que tenía en uno de los cajones del baño —me responde a la pregunta del principio mientras sonríe de lado.

No puedo evitar soltar una pequeña carcajada al escucharlo.

Vale, tengo que admitir que la sonrisa y la disculpa sincera de Aren me han ablandado.

—De momento no parece estar haciendo mucho efecto —señalo su ojo con una mueca graciosa que consigue hacer reír a Aren.

—Es cuestión de tiempo —se encoge de hombros, despreocupado—. La verdad es que no le he prestado mucha atención, ni si quiera me acordaba de que estaba ahí hasta que lo dijiste.

—¿Cómo que no? —pongo en duda sus palabras—. ¿No te duele?

—Un poco —confiesa sin ningún tipo de vergüenza—. Pero el moretón no era el asunto que más me preocupaba ahora mismo, la verdad.

Tras sus palabras, Aren me mira fijamente y aproxima su mano a la mía, rozándola levemente. Yo lo miro de vuelta, sin saber qué responder, pero no me opongo al contacto y le doy luz verde para que siga con lo que está haciendo.

Quiero seguir sintiendo a las mariposas durante un rato más.

Entonces el moreno agarra mi mano caliente y la lleva a su cara, la cual está fría como hielo debido al clima de invierno. El contraste ocasiona que Aren se estremezca de arriba a abajo y me mire con una expresión extraña en su cara magullada.

—¡Tu mano está ardiendo! —exclama.

—Es que soy de sangre caliente —me limito a responder con una sonrisa tímida.

—Vaya, qué interesante... —asiente con la cabeza—. ¿Eso significa que estás caliente ahora mismo? —me guiña un ojo, aliviando la tensión del principio.

—Sí, muchísimo —ironizo.

—¿Estás caliente por mí?

—¡Ya te gustaría! —acaricio su cara con mi mano por última vez antes de volver a guardarla en el bolsillo.

—Pues no hay nadie más a nuestro alrededor —observa el parque vacío con una ceja levantada—. Tiene que ser por mí sí o sí —bromea.

—Yo veo a un perro —señalo con la mano a un perro que se encuentra a lo lejos.

—Vaya, Mariana —me lanza una mirada de disgusto—. Me habías dicho que te gustaban los animales, pero no pensaba que fuera de esa forma.

—¡Y no me gustan de esa forma! —exclamo mientras elevo mi timbre de voz, molesta—. ¿Tú te has vuelto loco o qué? —le regaño.

—Entonces admite que estás caliente por mí.

—Pero es que no lo estoy.

—¿Por qué te empeñas en negarlo? —sigue metiéndose conmigo.

—No lo hago —me quejo—. En otra situación admito que podrías tener razón, pero ahora mismo no —aclaro, recordando nuestro momento en la habitación.

Cuando casi pierdo la virginidad con él.

—Vale, está bien. Te creo —decide dejar de insistir.

Los dos nos quedamos mirándonos en silencio y sé que Aren también está pensando en lo mismo que yo. Es decir, en lo que podría haber pasado entre nosotros si alguien no hubiese tocado en la puerta mientras nos besábamos apasionadamente en la cama, o si yo no me hubiese encontrado con Yago debajo de las escaleras.

Ambos sabemos cuál es la respuesta a esa pregunta.

Por esa razón cuando el moreno está a punto de decir algo sobre el tema, yo lo detengo antes de que pueda abrir la boca.

—¿Entonces te habías peleado antes con alguien o esta ha sido tu primera pelea? —elevo una ceja con un interés fingido.

Aren se queda con las palabras en la boca y me observa con una emoción que identifico como decepción. Supongo que se esperaba que pudiésemos hablar sobre lo que casi ocurrió ayer entre nosotros, pero yo no siento que sea el momento adecuado para hacerlo.

Me parece que la que tiene el problema eres tú, no yo.

—No, esta ha sido mi primera pelea —contesta echando la cabeza hacia atrás—. Supongo que siempre hay una primera vez para todo, ¿no? —se ríe.

Tú has sido su primera vez.

Sin poder evitarlo, recuerdo las palabras de Kaira en el sofá de su casa, mientras hablábamos sobre Aren y su posible novia secreta.

Mi hermano siempre ha sido un "alma libre" y cuando empezó a salir con Chiara, lo vi más asentado que nunca. Creo que por eso mis padres apoyaron esa relación desde el primer momento.

—¿En serio? ¿Nunca te habías peleado con alguien? —la expresión de mi cara es de horror y sorpresa a partes iguales.

—Claro que no, ¿por quién me tomas? —me confirma en un tono humorístico—. Si ya sabes que yo soy un cachito de pan —pestañea varias veces para hacerme reír con sus tonterías, pero yo me mantengo seria.

—¿Y tus padres lo saben?

—Todavía no me han visto —declara con una sonrisa burlona, divertido con la situación—. Pero tampoco me importa lo que me digan.

En vez de tranquilizarme, sus palabras me ponen más nerviosa y angustiada de lo que ya estaba. ¿Y si no soy la buena influencia que creía para Aren? ¿Y si Kaira ha tenido la razón todo este tiempo y la única que puede "estabilizarlo" es Chiara?

Él también es consciente de que Chiara es la chica que quiere y necesita en su vida.

Mi corazón comienza a palpitar con fuerza y la vista se me nubla durante unos segundos que parecen eternos. Hacía tiempo que no experimentaba esta sensación, pero aunque quisiera olvidarla o deshacerme de ella, vive dentro de mí y me temo que jamás podré vivir sin ella.

La ansiedad me está atacando de nuevo.

—¿Crees que se van a enfadar contigo por mi culpa? —mi voz habla por mí, un poco temblorosa.

—Qué va —le quita importancia—. Y si lo hacen, sería por mi culpa —vuelve a aclarar, asumiendo la gravedad de sus actos.

—¿Estás seguro? —juego nerviosamente con mis manos. Aren sonríe de lado y asiente con la cabeza—. ¿Y tu hermana qué opina de lo que ha sucedido? —pregunto.

—Al principio se enfadó conmigo, pero luego también estuvo de acuerdo con lo que hice. De hecho, se alegró bastante cuando conoció toda la historia.

—¿Y no te dijo nada sobre mí?

Mi hermano la necesita y ella también a él. Te guste o no.

—¿Qué iba a decirme sobre ti? —frunce el ceño, muy confundido—. ¿Por qué lo preguntas? ¿Has discutido con ella o algo?

—N-no, claro que no... —miento.

Me llevo la mano hacia el pecho, el cual sube y baja agitadamente debido a que estoy teniendo un ataque de pánico. Miro a Aren, quién me observa con una expresión de confusión y esa angustia incrementa, llevándome a que casi pierda el equilibrio.

—Mar, ¿qué te pasa? —el moreno se da cuenta de que algo va mal conmigo.

Ya sabes lo que se dice de ella por ahí. No es mi culpa que los rumores sean ciertos y se haya ofendido por un chiste sin maldad.

No puedo respirar.

Chiara siempre ha sido su prototipo de chica.

Creo que estoy a punto de desmayarme.

¿Has estudiado ya para los exámenes de enero?

Mi madre tiene razón, no he empezado a estudiar para los exámenes de finales de este mes y voy a suspender.

¿Has perdido ya la virginidad?

Yago tiene razón, soy una monja conocida por todo el pueblo y que tiene miedo al sexo.

¿Te has dado cuenta ya de que no tienes nada que ver con Aren y de que Chiara es la chica, la novia y la cuñada perfecta?

Kaira tiene razón, no soy lo suficientemente buena para Aren cuando ni siquiera puedo acostarme con él y solo le traigo problemas como un ojo morado.

¿Crees que alguien de los que está aquí va a hacerte caso y venir a salvarte? ¿A una pringada como tú? No lo creo.

Yo tampoco.

—¡MAR! —la voz de Aren me devuelve al mundo real.

—P-perdón... —soy capaz de vocalizar malamente y con mucho esfuerzo.

El chico me está agarrando por los hombros y me mira con preocupación. Su expresión me recuerda al día en que me llevó a la playa para tranquilizarme y conseguí conocer a un Aren que hasta ese momento me parecía un idiota engreído.

—¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? —me observa de arriba a abajo—. Estás muy pálida.

—Sí, estoy bien. Creo que ha sido una bajada de tensión —tartamudeo en una voz casi inaudible.

—¿Necesitas algo? ¿Quieres que te lleve al hospital? —me agarra de los brazos y me inspecciona con atención para comprobar que no estoy mintiendo.

—Aren... —lo detengo.

—¿Sí? —Aren me hace caso y se detiene, fijando sus ojos castaños sobre mí.

Díselo.

Mar, si tienes dignidad, no se lo digas.

—¿Por qué estás conmigo?

Allá voy.

El moreno se queda unos segundos en silencio, sin saber si ha escuchado bien lo que le he dicho o no. Finalmente se da cuenta de que ha escuchado a la perfección debido a que permanezco inmóvil en mi sitio, esperando una respuesta de su parte.

—¿Qué? —inclina su cabeza y me mira con confusión—. ¿A qué viene eso ahora, Mar?

Yo abro la boca y vuelvo a cerrarla, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para expresar mis sentimientos porque mi cabeza está en blanco. Después trago saliva y, con mucha dificultad, me dispongo a hablar.

—No lo sé —soy capaz de emitir en voz alta—. Es que no lo entiendo.

—¿El qué?

—Todo esto —echo la cabeza hacia atrás, exasperada.

Aren me mira con una ceja levantada, dándome unos segundos para tranquilizarme y seguir con la conversación.

—¿A qué te refieres con "todo esto"? —pregunta cuando ve que estoy más calmada.

—Pues a nosotros, a esto que tenemos —nos señalo a ambos con la mano.

—¿Qué es lo que no entiendes?

—Por qué estás conmigo cuando lo único que te causo son problemas.

—No me causas problemas —niega inmediatamente.

—¿Y la pelea de ayer?

—Ya te he dicho que no fue tu culpa...

—Pero yo la inicié.

—Mar... —intenta detenerme.

—Además, estoy muy agobiada con los exámenes. Mi madre no deja de recordarme su existencia y yo no puedo concentrarme para estudiar con todo lo que está pasando —le explico mientras mi corazón vuelve a acelerar su ritmo—. Mi mente no puede descansar y siento constantemente que me estoy ahogando.

—Como te ha pasado antes, ¿no? —indica cuando termino mi discurso.

—Sí —me sincero ante él.

Aren asiente con la cabeza, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Y yo... ¿tengo algo que ver con eso? —pregunta después de pasar unos segundos en silencio.

Yo aparto la mirada de sus ojos y la fijo en el suelo de cemento del parque. Está claro que no tengo la valentía suficiente para responder a su pregunta.

Nunca la he tenido.

—¿Soy yo quién no deja descansar a tu mente? —repite.

Esta vez me veo obligada a contestar, así que levanto la mirada y lo observo a los ojos.

—No lo sé.

—¿Cómo que no lo sabes? —parece molesto y decepcionado—. ¿Cuándo te he hecho sentir así? Yo pensé que estos días habíamos pasado un buen rato juntos.

—Y lo hemos hecho. Me lo he pasado increíblemente bien contigo —le aseguro.

—¿Entonces? —me mira con los ojos muy abiertos—. ¿Ya no sientes lo mismo por mí?

—¡Claro que no! Me gustas, me gustas demasiado.

—Perdóname, pero entonces no te estoy entendiendo —se pasa la mano por la cabeza, confundido—. No entiendo cuál es el problema.

—Creo que ese es el propio problema —lo observo fijamente—. Me gustas tanto que ya no distingo qué es el bien del mal, qué es lo que me conviene de lo que no, si me siento suficiente para ti o no.

—Claro que eres suficiente para mí, Mar —me recuerda.

—Pero yo no me siento así —lo corto al instante—. Y ahora menos. Mi cabeza es un lío y no puedo... —me callo durante unos segundos—. No puedo pensar con claridad —continúo diciendo.

Aren suspira a mi lado mientras nuestros ojos se miran mutuamente con gran intensidad. Parece que estamos intentando leernos la mente o simplemente comprender qué es lo que está pasando por mi mente ahora mismo.

—¿Qué estás insinuando con esto? —inquiere sin dejar de mirarme.

De nuevo aparece esa sensación de asfixia en mi pecho y dejo escapar un suspiro para poder darle una respuesta al moreno. Consigo el efecto deseado, ya que vuelvo a respirar con normalidad y gano las fuerzas necesarias para hablar.

—Necesito acomodar mi mente para poder pensar.

—No lo hagas, Mar... —me pide.

Su expresión se ha vuelto oscura y la sonrisa que adornaba su cara minutos atrás ha desaparecido por completo.

No puedo evitar sentirme culpable por ello.

—Solo necesito algo de espacio —logro decir ante la penetrante mirada del chico—. Para pensar entre todo este caos que hay en mi cabeza.

—¿Y no puedes hacerlo estando conmigo? —me suelta, enfadado.

—Me gustaría pero no puedo pensar claramente cuando estoy contigo. La pelea de ayer, los exámenes de enero, Yago, tu hermana... todo está revuelto dentro de mi cabeza y siento que voy a explotar en cualquier momento si no lo detengo.

Me quedo callada mientras Aren me observa sin ningún tipo de emoción en su cara. Me da la sensación de que está asimilando todo lo que he dicho, así que me mantengo en silencio.

—Entonces, ¿quieres que nos tomemos un tiempo? —dice al cabo de unos segundos.

Su voz suena fría y muy lejana, y por un momento me arrepiento de mi decisión, pero es lo que debo hacer. No estoy segura de nada, pero mis dudas son el motivo exacto de esta elección.

Tengo que volver a encontrarme a mí misma entre todo este caos.

—Sí —respondo firmemente aunque tenga un nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas.

—¿De verdad? ¿Eso es lo que quieres? —frunce el ceño, sin creérselo del todo.

Se nota que he herido su orgullo.

—No, claro que no es lo que quiero. Pero es que el problema es ya no sé qué es lo que realmente quiero —comento con frustración—. Ahora mismo solo sé que me vendría bien un poco de espacio —muevo mucho los brazos, esperando que me comprenda.

Los dos nos quedamos en silencio. Aren asiente con la cabeza lentamente y su expresión facial me da a entender que está disgustado con la situación. Luego me mira con la barbilla levantada, como si fuese una completa extraña para él.

Tal vez ahora lo eres.

Y eso me duele tanto que mi corazón se detiene por un momento.

—Está bien —accede finalmente, casi escupiendo las palabras—. Te daré todo el espacio que tú quieras.

Aren me mira por última vez  y pasa por mi lado para desaparecer por la entrada del parque, dejándome sola y con la duda de si he tomado la decisión correcta.

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───

Hola, espero que no me odiéis demasiado por este capítulo.

Y tampoco a Mar :(

Lo siento por la tardanza y muchas gracias por las felicitaciones de mi cumpleaños. Intentaré actualizar más rápido la próxima vez 💘

Dejadme por aquí abajo vuestra opinión sobre la historia, porque ya sabéis que me interesa saberlo, y también os recuerdo que en mi Instagram está la playlist oficial de "Cambio de aires"!!!

Como siempre, nos leemos

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro