0. El detonante
Introducción
Hoy es la última fiesta del verano en mi pueblo, la cual pone fin a una etapa dura y reveladora para mí, en la que he descubierto ser más fuerte de lo que pensaba.
Mis amigas, Kaira, Valeria, Raquel y Helena se encuentran en el salón de la casa en la que hoy nos vamos a quedar a dormir. Yo, en cambio, estoy preparándome en el baño con sus gritos de fondo como música de ambiente.
Mientras me observo en el espejo, no puedo creerme lo mucho que he cambiado en este último año. Las terapias con mi psicóloga me han estado ayudando mucho. Noto una clara mejoría en mi fobia social y ansiedad crónica desde que asisto, pero siento que hay algo dentro de mí que todavía me impide avanzar por completo.
Mi psicóloga Carmen conoce de qué se trata, sin embargo, yo no. Me ha dicho que cuando ese detonante aparezca, me daré cuenta al instante, pero de momento no ha sucedido nada que me haga percatarme del problema interno que me falta por resolver.
—Mar, ¿estás lista? —me grita mi mejor amiga Kaira para que me dé prisa. Estoy echándome el rímel lo más rápido que puedo pero, como siempre, tardo más de lo habitual en hacerlo.
—Casi, un momento —contesto mientras me miro por última vez en el espejo. Hoy me veo especialmente guapa.
"Podría suceder algo con alguien", pienso. Pero retiro ese pensamiento de mi cabeza cuanto antes. Nunca sucede nada con nadie, y hoy no va a ser la excepción. Y menos en mi pueblo.
—Vente, que vamos a empezar a beber.
Escucho al resto de mis amigas cantar a todo pulmón alguna que otra españolada. Estamos haciendo la previa en casa de Kaira antes de acudir a la discoteca, ya que así nos emborracharemos sin gastar una gran cantidad de dinero en los cubatas del local.
Guardando mi maquillaje en el neceser que he traído para pasar la noche, corro hacia el salón, encontrándome con que las bebidas ya están servidas en la mesa.
—Os dije que quería hacérmelo yo —me quejo, pero todas están tan contentas que no me escuchan. Yo sonrío. Me encanta este ambiente antes de una fiesta.
Para la sorpresa de todas, Kaira nos pide que nos sentemos. Valeria, que está bailando en soledad, se sienta entre risas en el sofá, y yo la acompaño. Helena y Raquel, las dos miembros del grupo restantes, están grabando un vídeo para su Instagram, pero al ver la cara de seriedad de Kaira se acomodan en los dos sillones.
—¿Qué pasa, cariño? —pregunta Helena con su característico tono cómico. Su desparpajo natural siempre consigue sacarnos una sonrisa —. Nos has cortado el rollo, así que ya tiene que ser importante —bromea dejando el móvil en su bolsillo. Raquel, que está a su lado, le golpea suavemente en el hombro. Uno de sus defectos es que a veces no sabe medir muy bien sus palabras.
Kaira sonríe al escucharla, pero permanece sin decir nada.
—¿Pasó algo? —intervengo yo. Conozco a mi mejor amiga lo suficente para saber que está intentando decir algo, pero no encuentra las palabras adecuadas para hacerlo—. ¿Tiene que ver con David? —indago mencionando a su reciente novio—. ¿Qué te ha hecho? —me pongo rápidamente a la defensiva. No voy a dejar que un estúpido haga sentir mal a mi amiga.
—No, no, o sea sí, sí que tiene que ver con él —aclara captando la atención de todas las presentes—. Pero no es nada malo como tú piensas —se dirige a mí para tranquilizarme. Luego, esboza una pequeña sonrisa tímida.
Me percato de que Valeria, a mi lado, empieza a sonreír pícaramente, pero yo no entiendo qué ha dicho Kaira para que reaccione de esa forma.
—No me digas que... —se emociona Raquel levantándose del sillón en el que está sentada. Yo la miro sin moverme ni un centímetro de mi asiento, apreciando que Kaira agita la cabeza hacia arriba y hacia abajo con ilusión.
¿Por qué no soy capaz de comprender lo que está pasando?
—¡Por fin! —exclama Helena elevando el cubata en el aire y dejando que unas gotas caigan en la moqueta del salón—. Yo sabía que este verano era tu verano, Kaira. Te lo dije y se cumplió.
—¿Cómo ocurrió? —se interesa Valeria, dejándome como la última en decir algo. Parece ser que soy la única que no entiende la situación o que, más bien, no presenta la suficiente fuerza de voluntad para entenderla.
—Fue inesperado. Estábamos en su casa y la cosa se calentó... —empieza a decir con timidez—. Yo dudé en un principio, pero fue tan dulce que seguí para adelante. Lo hicimos y, no sé si es normal o no, pero durante el sexo tuve una sensación súper rara —explica mi mejor amiga con la intención de ser aconsejada por el resto.
Mis manos se revuelven en mi regazo con nerviosismo y mi corazón está empezando a bombear con fuerza. No sé qué hacer ni qué decir, simplemente observo cómo una de mis peores pesadillas se ha cumplido ante mis propios ojos.
—Eso es normal tía, pero luego mejora —la anima Raquel mientras bebe un sorbo de su vaso—. Poco a poco te irá gustando más y más. Es cuestión de práctica.
Escucho a Kaira contar sus sensaciones sobre su primera experiencia sexual, y aunque mi cuerpo está en la estancia con mis amigas intentando escuchar lo que dice, mi mente se ha transportado a otro plano muy feo llamado ansiedad.
Era consciente de que este día llegaría, pero no estaba preparada para ello. Oficialmente soy la única de mis amigas que no ha perdido la virginidad con diecinueve años de edad. Intento aparentar calma al darme cuenta de lo que está sucediendo, y de lo que este acontecimiento supone para mí, y lo consigo, ya que ninguna de ellas se fija en mí.
—Estoy muy feliz —declara Kaira con cierta emoción en su voz al terminar su relato. Está a punto de llorar. Quiero felicitarla por haber sido capaz de hacer lo que yo nunca he podido, pero mi cuerpo no reacciona, así que la observo desde la distancia, viendo cómo Valeria, Helena y Raquel se acercan a darle un abrazo para consolarla de su felicidad. Esa que ambas siempre habíamos anhelado.
Yo, por inercia, también lo hago. Aunque por dentro esté hecha un caos, la abrazo con mucha fuerza, claramente alegre por ella.
—¿Qué opinas, Mar? No has dicho nada al respecto... —me pregunta esperando mi aprobación una vez terminado el abrazo. Mi mirada perdida me delata, pero contesto con rapidez. Sé que valora mucho mi opinión y no puedo amargarle el momento solo porque mis frustraciones personales me están consumiendo por dentro, en silencio.
—Me alegro mucho por ti, en serio —sonrío falsamente y aguantándome las ganas de explotar delante de ellas—. Como dijo Helena, este era tu verano. Todas sabíamos que iba a ocurrir.
Todas menos yo.
Al escuchar mis palabras, Kaira suspira de alivio. Supongo que le preocupaba conocer mi reacción después de todo lo que le había contado y todos los traumas que habíamos compartido durante estos años por el mismo tema.
Poco a poco, el ambiente de fiesta vuelve a su ritmo habitual, y los cubatas empiezan a hacer el efecto deseado en mis amigas. Pero no en mí.
—Voy al baño que me meo encima, ¡y nadie quiere eso! —digo después de aparentar durante unos minutos estar borracha como ellas.
Mis amigas se ríen de mi tono de voz, demostrándome una vez más que soy una experta en camuflar mis emociones a través del humor y que nadie se va a preocupar por mí. Como siempre.
Camino por los pasillos de la casa con torpeza, ya que todo me da vueltas sin haber bebido una simple gota de alcohol. Llego al baño y cierro la puerta con un portazo. No quiero llorar, pero las lágrimas empiezan a salir solas cuando me siento en la tapa del wáter.
Soy patética. O, por lo menos, así me siento.
Intento concentrarme en mi respiración. Mi corazón va tan rápido que pienso que se me va a salir del pecho, pero soy consciente de que es por la ansiedad. Aún así, la sensación de falta de aire siempre logra asustarme como la primera la vez.
Miles de pensamientos recorren mi cabeza, y acabo pensando en lo que me diría mi psicóloga al verme sentada en la taza de un wáter llorando en medio de una fiesta.
Conozco la respuesta al instante.
Me diría cosas muy sabias como que no debo compararme con los demás, que cada uno tiene sus tiempos y que por hacerlo más tarde o más temprano no eres mejor o peor persona. Que no me torture, eso sobre todo, pero ninguna de ellas me reconforta lo suficiente como para dejar de llorar.
De lo único que soy consciente es de que no puedo seguir así otro año más. Vivir rodeada de parejas que han logrado superar sus miedos no me hace bien y, ahora, sin el apoyo moral de Kaira, mucho menos. No voy a ser capaz. Este entorno de mierda me consume y me impide avanzar como persona. Necesito marcharme, lejos.
Entonces recuerdo lo que le comenté a Carmen en una de las primeras sesiones y una bombilla se enciende dentro de mi cabeza.
Siempre he querido irme a estudiar a Barcelona, de hecho, este año solicité una de las plazas en mi universidad para ir a estudiar allí; pero por culpa de mi ansiedad nunca me he atrevido a salir de Galicia y terminé dejándola de lado. Pensar en el paso de tiempo, estar lejos de mi familia y amigos durante meses me agobiaba, pero ahora me parece la mejor idea que he podido tener.
Un cambio de aires. Sí. Eso es exactamente en lo que necesito.
Cojo el móvil y me levanto del retrete para ver mi cara en el espejo. Apenas se nota que he llorado, otra de mis grandes virtudes. Mientras me retoco un poco el maquillaje con una mano, busco el contacto de mi psicóloga con la otra, y espero a que suene tres toques.
—¿Qué pasa, Mar? ¿Por qué me llamas a estas horas? ¿Estás bien? —suena la voz preocupada de mi psicóloga desde la otra línea del teléfono. Debe estar flipando en colores, ya que nunca la he llamado por teléfono en estos seis meses de terapia.
—Ya sé a lo que te referías, he encontrado mi detonante —le explico moviendo muchos los brazos, como si pudiera verme—. Así que lo que voy a hacer es irme de aquí y ganar la independencia que nunca he tenido —establezco con determinación y, sin esperar su respuesta, cuelgo la llamada.
Sé que me va a echar la bronca por mi actitud repentina cuando me vea en la próxima sesión. Pero, ¿a quién le importa eso ahora? Estoy dispuesta a marcharme de aquí sin mirar atrás.
─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───
¡Nueva historia!
Sí, lo sé. Sé que he dejado The Fairy Girls de lado, pero no me siento lo suficientemente inspirada para continuarla. Espero que pronto pueda seguir con ella... de momento, os dejo con "Cambio de aires".
Es una historia mucho más íntima, algo nuevo para mí a la hora de escribir. Espero que os guste.
No tengo nada más que decir, así que, como siempre, nos leemos ✨
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro