Capítulo 8: Entrenamiento
Después de haber comido, ambos se dirigieron al tercer campo de entrenamiento, en donde habían hecho ambos ejercicios con los cascabeles, tanto como genins, hasta cuando Naruto regreso de su viaje con Jiraiya.
Aquel lugar les traía demasiados recuerdos, era algo nostálgico estar ahí para ambos.
Recordaban su primer entrenamiento de supervivencia como equipo, recordaban cuando dejaron a Naruto atado a un tronco, algo que le provocó mucha gracia a la pelirosa recordarlo (y mucha vergüenza al Uzumaki).
Recordaban cuando vencieron a Kakashi en su segunda prueba de los cascabeles. ¿Quién hubiera pensado que los spoilers ayudarían alguna vez?
Ambos se estaban alistando para su entrenamiento, Sakura por su parte se estaba acomodando sus guantes, mientras que Naruto se acomodaba sus vendas.
El rubio sabía que la fuerza de Sakura era muy enorme, tanto que si recibía un golpe de lleno, podía fracturarle muchos huesos o incluso dañarle algún órgano, algo que lo dejó un poco aterrado, así que le hizo una propuesta.
-Sakura-chan, sé que tu fuerza es algo que nadie aguantaría, ningún humano podría resistir un golpe tuyo sin salir con varios huesos y orgaños dañados, o salir noqueado al instante- decía el rubio, mientras que la pelirosa se sorprendió por esas palabras, nunca lo había oído decir eso.
-Así que usaré mi modo ermitaño. Seguro que me permitirá aguantar tus golpes sin salir con algún hueso roto... o muerto- dijo el rubio, riendo un poco.
-Bien, ahora estoy más seguro que no se va a contener por nada del mundo-
Sakura lo pensó, sabía que su fuerza era algo de cuidado en combate, así que accedió. Eso le dió absoluta libertad de no contener todo lo que había desarrollado en tantos años, puesto que sabía bien como funcionaba el modo ermitaño de Naruto, ya que él se lo explicó tiempo atrás.
-Bien, puedes usarlo, entonces no me contendré para nada- le dijo Sakura, con una mirada que emocionó al rubio, puesto que ya la había visto en ella, y sabía que hablaba en serio.
-Bien, irá en serio, aunque no puedo dejar que me golpeé demasiado, aún usando el modo ermitaño estoy seguro de que sus golpes dolerán. De igual forma no usaré la kata de los sapos, ella aceptó una condición que me da ventaja, así que no me aprovecharé de eso- pensaba el rubio mientras se concentraba en recibir energía natural.
-Me explicó bien como funciona su modo ermitaño, creo que podría dar un buen combate si analizo bien como contrarrestar sus ataques y presionarlo en todo momento, ese estado potencia todas sus habilidades, así que no debo dejarlo respirar en ningún segundo, sino estaré en problemas- pensaba Sakura mientras veía al rubio ponerse de pie, con la característica iris y pupila de los sapos.
-¡Bien, Sakura-chan! ¿Lista?- preguntaba Naruto mientras tomaba una posición de defensa.
-¡Claro, estoy lista!- respondió Sakura mientras adoptaba una posición tanto defensiva como ofensiva.
Ambos se miraban mutuamente esperando el primer movimiento, no se quitaban la mirada de encima. Hasta que la pelirosa decidió moverse primero.
Comenzó a correr hacía Naruto, era bastante rápida, pero aún así no era una velocidad que representaba problema alguno para el rubio, podría esquivar sus ataques sin tanta dificultad.
-Bien, solamente debo esquivar, no es gran problema- se decía el Uzumaki a sí mismo.
Aunque... algo con lo que no contaba el rubio era el hecho de que Sakura iba a hacer el mismo movimiento que utilizo contra Ino durante los exámenes chunin, que consistía en acumular chakra en sus piernas para moverse aún más rápido, donde, por confiado y por subestimar a la pelirosa, casi recibía de lleno el golpe que iba hacía el estómago.
-Diablos... de no ser por el modo ermitaño, ahora mismo me estaría haciendo amigo del árbol que hay detrás- se decía Naruto a sí mismo mientras retrocedía después de esquivar el golpe. -Que sorprendente eres, Sakura-chan- pensaba el rubio con una sonrisa en su rostro.
...
Habían transcurrido ya unos varios minutos desde que comenzó el entrenamiento, ninguno daba su brazo a torcer, a pesar de no estar usando la kata de los sapos, el taijutsu de Naruto había mejorado bastante, eso fue algo que Sakura notó.
Sakura por su parte había centrado buena parte su entrenamiento con Tsunade al taijutsu, algo en lo que se podía decir que era muy buena, además de que contaba con un control de chakra super preciso, lo que daba casi la misma resistencia que otorga el senjutsu.
Al momento de recibir golpes, cubría la parte que iba a ser impactada con chakra, así amortiguaba el golpe y podía redirigirlo rápidamente para hacer un contraataque muy veloz. Algo que dejaba muy sorprendido al rubio, ya que el modo ermitaño le otorgaba la facilidad para analizar el campo de batalla y lo notó casi al instante.
Por la parte de Naruto, no podía descansar en ningún segundo, puesto que la presión de Sakura era tal, que no se lo permitía. Una desventaja que no recordó el rubio por estar admirando la forma de combate de la pelirosa, era que el modo ermitaño tenía un límite de tiempo, y si se acaba, tenía que quedarse inmóvil para poder entrar de nuevo en ese estado, algo que le desfavorecia en combate.
Sakura aprovecho esa desventaja, aguantando, esquivando y contraatacando todo lo que podía, puesto que no era fácil hacerle frente a un usuario que dominaba el senjutsu.
-¡Shannaro!- gritó Sakura cuando se dió cuenta que el modo ermitaño de Naruto se había terminado.
El rubio por su parte solo pudo cubrirse con sus brazos, que los había cubierto con una porción del chakra de Kurama, así para amortiguar el golpe.
La pelirosa detuvo su golpe justo antes de impactarlo, el combate había terminado desde que el Uzumaki utilizó el chakra del noveno biju, puesto que antes utilizó el modo ermitaño como ventaja.
Aunque no lo mencionó, Sakura se había molestado un poco, ya que había notado que el rubio no fue en serio contra ella. Esquivaba, sí, pero no golpeaba con toda la fuerza que el senjutsu le brindaba a Naruto. Aunque el entrenamiento fue bastante bueno y muy divertido.
-Eres realmente increíble, Sakura-chan- decía Naruto, mientras recuperaba el aliento.
-Creo que eso me vino bien, me siento realmente mejor- dijo Sakura, mientras recuperaba también el aliento, puesto que no paró la presión sobre Naruto en ningún momento.
Ambos se quedaron sentados debajo de un árbol, mientras el sol comenzaba a irse del cielo despejado y mientras la suave brisa los acariciaba a ambos.
Hablaban sobre lo mucho que Sakura había progresado desde que era una niña, ya que cuando Naruto volvió de su viaje con Jiraiya, ella junto a la abuela Chiyo pudieron hacerle frente a Sasori, quien pudo derrotar a un país entero con sus marionetas o el hecho de que actualmente era una ninja médico reconocida a nivel mundial.
-Tú no te quedas atrás, Naruto. A decir verdad, a todos nos sorprende lo lejos que has llegado. Sin ti, muchas veces estuvimos a punto de morir en la guerra- comentaba la pelirosa.
-No digas eso, Sakura-chan. Tú fuiste la que dió el golpe final cuando sellamos a Kaguya, gracias a ti pudimos hacerlo- dijo el rubio mientras le sonreía. -Además de que me enteré por parte de Gaara, que me mantuviste con vida hasta que me pudieron dar la otra mitad de Kurama, y eso es algo de lo que te estaré agradecido por la eternidad- dijo Naruto.
La pelirosa comenzó a recordar el sentimiento de desesperación por no saber qué hacer, ver a ese tonto al borde de la muerte la hacía sufrir como nunca. Recordó esa promesa que le hizo a él y a ella misma.
-Juré protegerte, sin importar qué, ¡No te dejaré morir, no te lo permitiré!-
-Tú has puesto tu vida por delante de la mía en muchas ocasiones, ese fue mi momento para protegerte, además, ¿cómo iba poder ver a la cara a tu padre, si no cumplía lo que me pidió?- decía la pelirosa, mientras cerraba sus ojos y le sonreía.
Con eso último, el Uzumaki se sonrojó un poco, sabía a lo que se refería y recordaba todo lo que había pasado cuando su padre salvó a la alianza en aquella ocasión.
Y así un par de horas habían pasado, se sentían tan bien juntos, que no habían notado el curso de las horas.
Con la noche casi encima de ellos, ambos se encontraban caminando a casa, acompañado el uno del otro, ambos reían y sonreían mucho. El rubio la dejó en la puerta de su casa, puesto que quedaba de camino, y así él siguió su rumbo, mientras que la pelirosa lo miraba alejarse, mirando su espalda, y mirándolo con ternura. Después de verlo desaparecer al girar en una esquina, decidió entrar a casa.
Ya en sus respectivos hogares, ambos solo pudieron pensar en que había sido un gran día, mientras miraban a las estrellas, que en ese preciso momento eran las únicas que los acompañaban junto a sus pensamientos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro