Capítulo 19: Reflexiones
Tarde por la noche, Tsunade se encontraba arreglando unos papeles en su oficina del hospital, jamás había creído que por cuenta propia podía tomar el trabajo en serio. Claro que siempre había tiempo para un poco de sake, pero ahora podía controlarse y no acabar dormida mientras babeaba encima de los papeles de su escritorio.
Ciertamente, aunque muchas personas podían pensar que era solamente una excusa para tomar sake, Tsunade podía relajarse con ello y pensar con claridad. Era raro para ella el pensar sobre la situación del chico que consideraba como a un hijo y de su alumna.
–Tsunade-sama, aquí traigo los documentos sobre el aporte financiero del sexto- decía Shizune cuando entraba por la puerta. -¿Tsunade-sama?– preguntó.
–Dejalos en el escritorio, Shizune– dijo Tsunade mientras miraba fijamente su botella de sake.
–Eh, ¿le sucede algo?– preguntaba Shizune.
–Supongo que ya sabes sobre el dilema de Naruto y Sakura. ¿Qué opinas de ello, Shizune?– preguntó la sannin.
Shizune había hablado sobre ello por la tarde con Sakura. Ciertamente le parecía que era un poco infantil por parte de ambos el hecho de que aún escondían sus sentimientos.
–Yo... bueno, sé por lo que Naruto ha pasado por Sakura, pero ahora parece que ella por fin se ha dado cuenta de eso– decía Shizune. –Pero, honestamente, no sabría opinar al respecto, nunca he estado en una situación como la de ellos dos... pero también debe saber que me alegraría mucho si ambos deciden por fin estar juntos– concluyó Shizune.
Tsunade tomó la botella de sake y le dió un pequeño sorbo. Por alguna razón, ese sorbo le supo mejor.
–¿Usted qué opina al respecto, Tsunade-sama?– preguntó Shizune.
La legendaria sannin suspiró.
–Como maestra de Sakura, me alegro mucho por la evolución que ha tenido. Desde sus habilidades como kunoichi hasta su desarrollo como médica y maestra. Pero siempre hubo una cosa que nunca me gustó de ella– dijo Tsunade.
–¿Puedo saber que era lo que no le gustaba de Sakura?– preguntó Shizune.
Tsunade comenzó a recordar el día en el que Sasuke desertó y en el grupo de genins que había mandado para traerlo de vuelta. Ese fue un día bastante movido y lleno de angustia, siempre se maldijo por tomar una decisión así, un grupo de niños que apenas comenzaban a explotar sus habilidades como ninjas habían salido a dar caza al último Uchiha y a un grupo de jounins del sonido.
Cuando recibió la noticia de que Neji Hyuga y Chōji Akimichi eran los más críticos, tanto ella como Shizune no dudaron en actuar.
No supo en verdad por qué había tomado la decisión de darle caza y traer de vuelta a un ninja renegado, muchos ninjas desertaban de sus aldeas de origen varias veces y solo se les borraba de sus filas y todos los datos relacionados al ninja en cuestión. Claro que siempre quedaban remanentes de sentimientos por algunas personas y todo eso, pero nunca pasaba de ahí, tampoco era como si las otras naciones desperdiciaran ninjas para buscar secretos de una aldea en un ninja renegado que podía tener o no información valiosa. Era una perdida de tiempo.
Aunque también sabía que el chico Uchiha buscaba poder, con Orochimaru podía encontrarlo... sabía también que el chico no era un estúpido, y cuando tuviera la mínima oportunidad de quitar del medio a su maestro, lo haría sin dudar.
Después de mucha reflexión (y botellas de sake también) Tsunade sabía que esa decisión la tomó en base a Naruto y Sakura. Lo veía como un paralelismo a su antiguo equipo, quitando del medio el hecho de que ella nunca estuvo enamorada de Orochimaru, mientras que Sakura sí lo estaba de Sasuke.
–Creo que fuí imparcial en lo último que dije. No me gustaba el hecho de que ambos siguieran con esa venda en los ojos respecto al Uchiha– decía Tsunade. –Mentiría si te dijera que no llegó un punto en el que Naruto comenzó a hartarme con ello de rescatar a Sasuke todo el tiempo– dijo la sannin.
–¿Por qué nunca le puso un alto a Naruto?– preguntó Shizune, bastante intrigada.
–Akatsuki estaba detrás de él. Naruto no se caracteriza por ser alguien que siga mucho las reglas, actuaba, al menos en ese entonces, a como sus impulsos le dictaban. Sabía que si trataba de pararlo, él iría por cuenta propia y eso hubiese traído varías consecuencias...– decía Tsunade mientras tomaba otro sorbo de sake, ese le supo un poco feo. –Nunca cuestioné a Sakura sobre ese deseo constante de Naruto por querer traer de vuelta a Sasuke... hasta que tiempo después me enteré sobre la "promesa" que el cabeza hueca de Naruto le hizo a Sakura– dijo Tsunade mientras suspiraba.
–Shizune, debo admitir que tampoco le puse un alto por el hecho de que me recordaba a Jiraiya y Orochimaru, solo que al final, Naruto si pudo traer a Sasuke de vuelta– concluyó Tsunade mientras tomaba un trago largo de sake.
–Tsunade-sama... sinceramente no sé a dónde quiere llegar con todo eso– dijo Shizune.
Tsunade dejó la botella de sake en su escritorio, suspiró y continúo.
–Me hubiese decepcionado mucho de Sakura si al final hubiese seguido, aún con todo lo que Sasuke hizo, "enamorada" de él– decía Tsunade mientras se reclinaba en la silla. –Eso aplicaba, de cierta forma, también para Naruto. Siempre quise creer que él había ampliado sus horizontes y estaba comenzando a ver más allá de Sakura, habría sido una decisión normal y sensata... aunque, al igual que tú, me alegra mucho saber que están en proceso de estar juntos– dijo la legendaria sannin mientras sonreía.
Shizune pensó en ello. Tsunade, al igual que ella, también pensaba que Naruto tenía todo el derecho a expandir sus horizontes más allá de Sakura. El rubio siempre fue un buen partido en todos los sentidos y el hecho de que, aún con todo eso y con el número de chicas que aumenta día con día, siguiera mirando a Sakura con lo que la misma pelirosa describió como: "A sus ojos, soy la más hermosa de todas" era, y en su expresión más sincera, amor.
Aunque a Shizune le surgió una duda con todo lo que Tsunade había mencionado.
–Tsunade-sama... usted tampoco le dijo a Naruto en aquel entonces que debería ver a otras chicas, porque le recordaba a usted y Jiraiya-sama, ¿no es así?– preguntó Shizune.
La quinta se sorprendió por la pregunta de Shizune, tanto, que incluso el efecto del sake que apenas estaba comenzando, se desvaneció por completo.
–E-eso fue diferente, Shizune– dijo Tsunade, tratando de arreglar su compostura.
–De acuerdo a las historias que escuchaba de Jiraiya-sama, la relación entre Naruto y Sakura no era muy diferente a la de ustedes dos, Tsunade-sama– decía Shizune, insistentemente.
Tsunade dió vuelta a su silla y se quedó mirando hacía la aldea. Jiraiya había sido un gran compañero y un gran amigo. Su perdida había sido demasiado difícil, tanto para ella como Naruto, había sido alguien que, sin duda, dejó una enorme marca en la vida de la quinta Hokage.
–Jiraiya y yo... ¿por dónde comienzo?– decía Tsunade. –Cuando decidí darle una oportunidad a Jiraiya, bueno, fue demasiado tarde. Después de perder a Nawaki, Dan y yo nos hicimos pareja, nunca supe cómo lo tomó Jiraiya... cuando perdí a Dan, no volví a involucrarme con nadie más de una forma sentimental, a pesar de que Jiraiya lo intentó, pero todo el mundo se cansa o a veces se rinde, y eso fue lo que pasó con él, y yo no le tomé atención a ello, en ese momento no me importaba– dijo Tsunade.
La rubia observaba la aldea, parecía que de ahí podía sacar fuerzas para continuar.
–Creo que cuando sientes el final o sientes que esa es, quizás, la última vez que verás a alguien... muchas sensaciones llegan a ti. Cuando Jiraiya partió hacía Amegakure, pensaba que cuando volviera, le daría una oportunidad– decía Tsunade. –Claro que él no regreso... después de la muerte de Dan, me hundí en el alcohol y también en las apuestas, siempre corría de mis problemas o de situaciones que requerían dedicación y compromiso. Ahora, casi a mis 60 años, cumplí con Konoha como la quinta Hokage y ahora estoy trabajando por iniciativa propia en este hospital. Quizás, y solo quizás, Jiraiya pudo haberme dado esa estabilidad emocional que perdí hace demasiados años cuando murió Dan... pero me di cuenta de eso muy tarde, porque él ya no está– dijo Tsunade, aún mirando por la ventana, mientras un par de lágrimas bajaban por sus mejillas.
–Es por eso que lo que hay entre Sakura y Naruto es diferente a Jiraiya y yo. Ellos tienen la posibilidad de estar juntos y encontrar esa estabilidad emocional que perdieron cuando dedicaron años para traer de regreso al Uchiha... es por eso que, como mi alumna y Naruto como el legado de Jiraiya, haré lo que este en mis manos para poder ayudarlos y guiarlos– concluyó Tsunade limpiándose las mejillas.
En algún lugar...
La pelirosa abrió los ojos, el techo de su habitación que conocía como a la palma de su mano, no era el mismo. Aunque, de alguna forma, sintió que estaba en casa.
Al sentarse sobre la cama, miró completamente a su alrededor y era una habitación ordenada, tranquila, frotó sus ojos y se estiró para después salir de la cama y abrir un poco las ventanas para que la luz natural del sol iluminara por completo la habitación.
Podía escuchar voces a lo largo del pasillo mientras abría la puerta de su habitación, solo para darse cuenta de que las voces provenían de otra habitación... al parecer eran voces infantiles que, sin duda, la hacían sentir bien y alegre al escucharlas.
Al entrar en el baño compartido del pasillo, podía darse cuenta de varias cosas. Estaba ordenado, su reflejo en el espejo se veía... mayor, con mayores curvas, fuera de todo ello, básicamente estaba todo normal.
Al salir del baño, mientras iba caminando por el pasillo pudo escuchar dos voces que parecían tener una riña.
–¡El cabello rosa se ve mejor en mamá que en ti!– se burlaba la voz de un pequeño.
–¿Ah sí?, ¡pues los ojos verdes se ven mejor en mamá que en ti!– respondió burlonamente la voz de una pequeña.
–Entonces... ¡Los ojos azules se ven mejor en papá que en ti!– volvió a burlarse la voz del pequeño.
–¡Para nada!, ¡el cabello rubio se ve mejor en papá que en ti!– respondió la voz de la pequeña.
Y así siguieron, Sakura solamente sonrió mientras negaba con la cabeza y se dirigía a la planta baja de la casa.
Podía oler un aroma bastante bueno, parecía que una persona se estaba esmerando al preparar un desayuno y al llegar a la cocina... lo vió y él a ella.
–Oh, buenos días Sakura-chan, pensaba que hoy dormirías un poco más, como es tu día de descanso no quise despertarte– dijo el rubio mientras le sonreía.
–Unos gritos peculiares me despertaron, después olí lo que estás preparando y decidí hacerte compañía... y buenos días para ti también, cariño– dijo Sakura mientras se sentaba en la mesa.
–Si hoy ves a Ino, ¿puedes decirle que si tomaremos esas lecciones de botánica que nos ofreció?, llevaré a mi pequeño duende rosado, me dijo que le gustaría aprender sobre eso "al igual que la tía Ino"– dijo el rubio mientras se sentaba a su lado.
–Eres el Hokage, ¿tienes tiempo para lecciones de botánica?– preguntaba sarcásticamente la pelirosa.
–Cuando se trata de ustedes, siempre tengo tiempo, Sakura-chan. Además, mis clones pueden encargarse por unos cuantos días... claro que la carga mental que sufro después de hacerlos desaparecer hace que casi me desmaye, pero no importa– dijo el rubio mientras sostenía la mano de la pelirosa.
–No deberías esforzarte tanto. Sé que el ser Hokage requiere mucha dedicación, pero toma descansos más seguido...– decía la pelirosa mientras también sostenía la mano del rubio y ponía su cabeza en el hombro de él. –Naruto– dijo, llamando la atención del rubio.
–¿Dime?– respondió.
–Huele a quemado– mencionó la pelirosa.
El rubio olió y, efectivamente, el desayuno se estaba comenzando a quemar, así que salió disparado a toda velocidad.
–Bueno, al menos no se quemó– decía Naruto mientras rascaba su nuca.
–Nunca cambia... y espero que nunca lo haga– pensó la pelirosa mientras le sonreía al rubio.
–¡Niños, bajen a desayunar!– gritó Naruto mientras llevaba el desayuno a la mesa.
Las pisadas de los pequeños se escuchaban bajando las escaleras, la pelirosa se mantuvo, casi hipnotizada, por el como se veía su esposo. Casi cerca del instante en que el par de niños iban a aparecer en la cocina... una voz llamaba a la pelirosa.
–¡Sakura!–
–¡Sakura despierta!–
–¡SAKURA!–
La pelirosa abrió lentamente sus ojos para encontrarse con un rayo de sol que atravesaba la ventana, y con el techo de su habitación. Ese mismo techo que conocía como la palma de su mano. La voz que llamaba a la pelirosa era la de su madre en la planta baja de su casa.
–¡SAKURA!–
–¡Ya escuché, bajo en un minuto!– anunció la pelirosa. –Así que un sueño...– dijo en voz baja.
–Uzumaki Sakura... me gusta como suena– pensaba la pelirosa con una sonrisa mientras todavía miraba al techo de su habitación.
Había sido un buen sueño.
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