El silencio reinaba en el jardín real.

El viento hizo bailar el cabello del guardia personal del gran emperador claude.

Tragó saliva viendo confuso a la niña ante él.

Su rostro, su cuerpo, sus ojos. Todo había cambiado de alguna forma.

Algo había en ella que no era igual.

Sobre todo esa mirada, esa mirada que demostraba seguridad, crueldad y oscuridad.

Ya no había nada de esa mirada llena de soledad, tristeza y deseo de ser amada.

La rubia lo miro sin interés y agarró su libro a punto de irse.

-princes espere! -nuevamente la tomaron del brazo y ella frunció el ceño mirando con frialdad al ojo gris.

-no le di permiso de tocarme -se zafó de su agarre y lo miro con seriedad.

El pelirrojo tragó saliva e hizo una reverencia.

-lamento mi atrevimiento princesa, soy Felix Loebein guardia personal de su majestad.

Volvió a mirarla con una leve sonrisa aunque muy nervioso por esa potente mirada. Qué le había sucedido.

-...hn, sé quien eres, caballero sangre escarlata -sonrió de lado con burla haciendo sonrojar al mayor que quiso que la tierra lo tragase allí mismo.

Odiaba ese apodo.

-s-sí....princesa está bien?, hace rato.. -miro preocupado a la menor haciendo que ella cierre sus ojos pacifica.

-hace rato me encontré con dos personas que prefiero no volver a ver o sino...acabaré con sus patéticas vidas -ese brillo demoníaco volvió a sus ojos sorprendiendo al caballero.

-p-princesa, usted...

-Felix Loebein tu no viste nada hace unos momentos -se acercó a él sonriendo con falsedad para luego alejarse del caballero y sonreírle con suavidad -fue grato hablar con usted caballero sangre escarlata.

Sin más que decir siguió su camino dejando fluir con el viento su largo cabello dorado dejando a un caballero totalmente sorprendido.

Tragó saliva y suspiro con alivio, miro por donde se iba la pequeña princesa y apretó sus labios.

-qué le sucedió princesa?.

Si de algo estaba seguro era que esa pequeña niña jamás sería igual a como era antes. Nada quedaba de ella.

-será mejor que haga algo con esos dos -susurro pensativo y serio.

En verdad esos dos estaban perdidos, primero por la furia de la nueva princesa y ahora por la furia del caballero escarlata.

Miro con suavidad a su nana que la revisaba preocupada y atrás de ella estaban dos sirvientas mirando preocupadas a la rubia.

Por lo menos había algunas sirvientas que se preocupaban por la princesa además de lily.

-lily estoy bien, solo me quedé vagando por los jardines y cuando no me di cuenta me quedé dormida.

Posó su mano con suavidad en la mano de su nana y la mayor suspiro para luego sonreírle.

-bien, te traeré algo de comer mientras tanto ve a darte un baño.

La rubia le sonrió serena y las mujeres salieron de su cuarto. Cuando quedó sola cerró sus ojos mirando el libro en su cama. Por suerte no tenía ningún título y casi todo su contenido estaba en una lengua muerta, antigua al idioma oficial Arlánta.

-"aunque esto no es un idioma...más bien, es un código me parece conocido".

Tocó con cuidado algunas letras del libro y trató de recordar en dónde vio ese código.
Entendía a la perfección Arlánta, gracias a los recuerdos que tenía de Athanasia.

-....alfabeto templario?.

Entrecejo los ojos tratando de descifrar lo que decía, era irónico que ese libro de magia negra esté escrito en alfabeto templario. Los templarios simbolizan la justicia de Dios.

Y la mayoría que usaba magia negra no iba de la mano con la justicia.

Soltó una pequeña risa y guardo el libro en su mesa de luz.

Cuando estuvo en la bañera miro sus piernas blancas y luego miro su cuerpo. Peinó su flequillo hacia atrás y miro hacia el ventanal.

-...yo quería leer más el manhwa -lagrimas anime cayeron de sus ojos mientras un aura depresiva la rodeaba -me spolie casi todo el manhwa para luego por una estúpida idea leer la verdadera novela y puf.

Ella tenía la mala costumbre de hablar con ella misma. Desde pequeña tenía esa costumbre.

Luego de sus tantos lamentos decidió relajarse y dejar de pensar en todo lo que le sucedía.

Por suerte aprendió un poco de los templarios y entendía esos códigos. Así que le sería fácil leer los libros de magia negra. Miro sus manos blancas y delicadas y se concentró un poco.

Un brillo violeta casi negro salió de ellas, era pequeño pero suficiente para darle a entender que ella podría controlar la magia negra.

-hn, será divertido controlar esta magia...aunque de seguro si el rubio se entera se pondrá loco...después de todo la persona que más odia es poseedor de magia negra.

Una sonrisa divertida surgió en su rostro y soltó una pequeña risa.

Solo esperaba que el emperador no ponga sus ojos en ella y si en algún momento llamaba su atención ojalá que ya haya aprendido a usar su magia y se vaya de ese lugar.

Volvió a abrir sus ojos y se puso seria.

Pero no se iría sola, se llevaría a Lillian. La mujer que fue como su madre no la dejaría en ese lugar.

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