¿Qué precio tiene el amor?
Delany
—¿En dónde trabajas? —inquirió el padre de Ethan, Sergio.
—Por el momento no tengo trabajo —confesé avergonzada: seguro pensaría que era una cazafortunas.
Mis amigos, Elaine y los hermanos habían ido a comprar algo para cenar a petición de Sergio y tanto su esposa como sus hijos seguían en sus habitaciones, así que eso nos dejó a nosotros, las enfermeras y algunos trabajadores que deambulaban de vez en cuando por la sala.
—¿Sabes?... Ethan está buscando a alguien con tu perfil —anunció el hombre con lentitud y sin aliento.
—Eso mismo le he dicho yo —exclamó Ethan, sobresaltándome.
—¿Y qué ha dicho? —cuestionó su padre.
—No hubo oportunidad de escuchar su respuesta —le explicó su hijo.
—Entonces, hagámoslo formal... ¿Quieres trabajar con nosotros, Delany?
Mi respiración se detuvo por un instante. «¿Trabajar con Ethan?», la idea no me desagradó, no obstante, era consciente de que no era bueno mezclar el trabajo con lo personal.
—Yo... No sé qué tan conveniente sea...
—Tranquila, si por alguna razón no te sientes cómoda o algo sale mal, puedes retirarte cuando lo desees —aseguró Ethan.
—De acuerdo, pero...
—No se diga más..., mañana que te lleve a la empresa y comience a explicarte cómo trabajamos... y a lo que nos dedicamos. Hijo, encárgate de arreglar el papeleo... y de todos los trámites pertinentes.
—Será un placer —dijo Ethan guiñándome un ojo.
Lorena, una amable mujer de cabello cobrizo, abrió la puerta por donde entraron nuestros amigos cargados de bolsas.
—¡La cena ha llegado! —anunció Santiago con la mejor sonrisa que logró fingir, mientras cargaba la funda de lo que parecía ser una guitarra.
—¿Qué pasa? —inquirió Ethan, extrañado por la situación.
—Tú padre ha solicitado una velada como cuando éramos jóvenes —explicó Elaine, acomodando las cajas de pizza sobre la mesita de centro.
—Ya veo —Ethan se dejó caer a mi lado.
—Delany... ¿Ethan ya te ha contado que en su juventud cantaba? —cuestionó su padre. Sentí el cuerpo de Ethan tensarse, mas se repuso de inmediato.
—No, no lo sabía.
—Ethan y Santiago eran un dueto insoportable, no paraban de molestarme: ensayaban en la puerta de mi habitación para hacerme cabrear —se quejó Emma, uniéndose al grupo. Se escucharon varias risas, incluso la mía se unió al coro.
—Entonces, ¿cuál canción quieren? —preguntó Santiago, listo para tocar.
—Ya conocen mi favorita —exclamó la señora Angélica justo en el momento en que se sentaba junto a su marido y tomaba su mano.
La respiración de Ethan se aceleró y un pinchazo en mi pecho me hizo darme una idea de lo que debía sentir al darse cuenta de que esa ocasión, sería una de las últimas en la que presenciaría a sus padres tomados de la mano.
Santiago comenzó a tocar y Ethan no tardó en iniciar a cantar. No conocí la canción, pero sin duda tenía una linda voz.
La velada transcurrió entre risas, canciones y miradas tiernas por parte de Sergio, miradas que parecieron ser de despedida y me pregunté si tendría miedo. Esa idea oprimió mi corazón porque si la respuesta era sí, sabía que no lo demostraría por su familia y ese era el acto de amor más grande que había visto.
La noche cayó y la hora de retirarnos llegó. Me disponía a irme a rentar a un hotel cercano, sin embargo, Ethan me lo impidió. Zoe y Samuel decidieron dormir en la casa de Elaine, con quien habían comenzado a entablar una amistad grandiosa. Nuestros amigos se fueron, Emma se despidió y sus padres la imitaron, retirándose a su alcoba junto con las enfermeras.
Ethan suspiró y se dirigió a la cocina, donde se sirvió un trago de whisky.
—¿Sabes?, he estado pensando en algo que me dijo Nicté, en su momento no lo comprendí, aunque ahora me parece que esa mujer sabía lo que se avecinaba —Dio un sorbo a su vaso—. Sé que se escucha como una locura, pero... todo esto ha pasado por una razón.
—¿A qué te refieres?
—Si mi padre no me hubiese dicho de su enfermedad, jamás te habría conocido y mi vida no hubiese cambiado y quizás no estaría aquí en este momento. Eres la luna azul en mi oscuro bosque, Del.
—Ethan, me estas asustando —confesé al acercarme a él para quitarle el trago.
—Estoy bien, preciosa. Solo ha sido un día largo.
Lo abracé. Lo estreché entre mis brazos para recordarle que no se encontraba solo y que lo admiraba por la fortaleza y el coraje con el que se enfrentaba a toda esa situación.
Esa noche dormimos abrazados en un intento de brindar consuelo a su alma.
El sonido de una puerta al abrirse me despertó.
—Buenos días —saludó un Ethan bañado en sudor. Era claro que venía de hacer ejercicio.
Contemplé cómo se deshizo de su playera, dejando al descubierto su sensual torso bien definido...
—Buenos días.
—Tengo hambre —murmuró Ethan de pronto—. ¿Te parece si almorzamos juntos antes de ir a la oficina?
Asentí en el instante en que alguien llamó a la puerta.
—Buenos días, joven Ethan, tiene visita —anunció Lorena.
—En seguida bajo —exclamó. Tomó una sudadera negra holgada que le sentaba de maravilla—. Te espero abajo —dijo antes de salir de la habitación.
No perdí tiempo. Me puse las sandalias y salí del cuarto con el pantalón de franela y la playera que Ethan me prestó para dormir.
Me encontraba en la cima de las escaleras cuando vislumbré a Ethan entrar a la cocina, seguido de una atractiva mujer alta y delgada entallada en un vestido negro.
Algo en mi interior me hizo sentir ansiosa, así que me apresuré a descender las escaleras y los seguí.
—No me importa Jazmín, no se llevará a cabo y punto —exclamó Ethan en voz baja, aunque firme.
«Así que ella es Jazmín».
—La decisión ya estaba tomada Ethan, tu padre...
—Yo te estoy diciendo que no.
—Ethan, mi padre no firmará una fusión si...
—Pondré las cosas bien claras, Jazmín: No habrá fusión alguna, los planes han cambiado. Dile a tu padre que mandaré a mi abogado cuanto antes para arreglar el papeleo.
—Estarías perdiendo la oportunidad de tu vida...
—Corrección: era la meta de mi padre, no la mía. No habrá boda, Jazmín —soltó tajante.
Mi corazón se detuvo y en ese preciso instante cayeron en la cuenta de mi presencia. Ethan vino en mi dirección.
—¿Quién es ella? —inquirió Jazmín—. ¿Otro de tus pasatiempos más?
—Jazmín, ella es Delany, mi pareja.
—Esto es una broma, ¿cierto? —la mujer clavó sus ojos en mí—. ¿De qué tianguis la sacaste? —se mofó—. ¿Tienes idea de todo lo que se ha invertido para esto?, ¿las citas que se han hecho?, ¿las reservaciones que se han realizado?, ¿las invitaciones que se han entregado?, ¿ahora que les voy a decir a los invitados? —insistió en un intento de hacerlo cambiar de opinión.
—Diles lo que quieras, me da igual. Manda la lista de gastos a mi asistente, te realizaré un cheque. Ahora, si me disculpas... necesito hablar con mi pareja —puntualizó Ethan, invitándola a salir de la cocina.
La mujer tomó su bolso y salió hecha una furia.
Solté la mano de Ethan y crucé la cocina con el fin de controlar mis sentimientos. ¡Estaba comprometido y no me lo dijo!
—¿Cuándo pensabas decírmelo?
—Delany, no hagamos esto más grande de lo que es, permíteme explicarte la situación y después responderé tus preguntas.
—Ethan, estoy a punto de agarrar mis cosas y largarme, dame una razón para escucharte.
—Te amo y dijiste que confiabas en mí, ¿no?
Tomé asiento en el banco más cercano, y aunque mis ojos se llenaron de lágrimas, por dentro me sentía traicionada, usada... y en cierta parte humillada por esa mujer que parecía engendrada por la mismísima Afrodita.
—Habla porque te juro que...
—Del —susurró y tomó mi rostro para obligarme a verlo—, te amo. Las cosas no son como tú crees, por favor no te hagas ideas erróneas —Suspiró—. Te he mencionado que mi abuelo era muy... tradicional o convenenciero, creo que un poco de ambas, así que arregló el matrimonio de mis padres. Mi padre tenía el mismo plan conmigo: te platiqué que nuestra empresa pasaría a ser de importancia nacional, e incluso algo más allá y eso iba a suceder al fusionarnos con otra, pero el acuerdo fue una boda para garantizar... En realidad, es solo una estupidez, era la imagen de una unión más sana ante la sociedad.
»Jazmín y yo acordamos casarnos, mas le hice saber mi inconformidad y establecimos que solo sería un trámite más: cada quien viviría en su casa y seguiría con su vida, no obstante, ante la sociedad seríamos una pareja feliz. Delany, no mi interesa una gran empresa si con ello te pierdo, además, sé que es apresurado, que no es el mejor momento y que sonaré ridículo, pero no firmaré ese papel al menos de que tú seas la que está a mi lado.
Esas últimas palabras hicieron que algo en mi pecho se volviera loco y aun así el sentimiento fue silenciado por el tumulto de emociones encontradas. Ethan no me había dado razones para desconfiar de él, en todo momento aclaró que debíamos hablar y ante su familia dejó muy claro sus sentimientos por mí, ¿por qué comenzar a dudar entonces?
—¿Hay algo más que deba saber?
—Que tengo miedo de perderte.
—Ethan, por favor...
—No estás obligada a quedarte a mi lado y tampoco quiero que te sientas presionada de hacerlo por toda esta situación —Suspiró y sopesó sus palabras unos segundos—. No te merezco, Delany, y eso es lo que más miedo me da porque si yo fuera tú —bromeó—, ya me habría ido; sin embargo, soy demasiado egoísta y no quiero que lo hagas.
»Delany, no soy romántico, y quizás tampoco lo que buscas en un hombre, mas te prometo que si me das la oportunidad, me esforzaré por ser el que mereces.
—Ethan, tenemos mucho de qué hablar y... conocernos en más ámbitos antes de continuar con esto...
Mis palabras fueron silenciadas con un tierno beso.
—Del, no hagamos esto tan complicado, no nos atormentemos sin sentido alguno, no tiene caso. Te amo, pero las vacaciones han terminado, la fantasía ha desaparecido y nosotros hemos vuelto a la realidad, así que me arriesgaré, solo debo saberlo... ¿soy correspondido?
Mi corazón se estrujó en mi pecho. Ese hombre frente a mí dándome acceso directo a sus sentimientos...
«Cállate y bésalo», gritó esa vocecilla emocionada en mi interior.
—¿En serio aún tienes dudas?
—No, solo quería escucharte decirlo.
—¿Qué te parece si te lo dicen mis besos? —Sus comisuras se elevaron.
—Me encantaría, no obstante, necesitamos ir a la oficina.
—Eso me recuerda que no tengo ropa formal para ir...
—No te preocupes, ya he pensado en eso: Francisco ha ido a recoger tu traje y por la tarde podremos ir al centro a comprarte algo de ropa —dijo metiéndose un pedazo de pollo a la boca de uno de los platos que reposaba sobre la mesa. No supe que decir. Ethan besó mis labios y pasó a mi lado—. ¿Quieres café? —Asentí.
—Buenos días, señorita, ¿qué puedo ofrecerle para desayunar? —preguntó Lorena al entrar en la cocina.
Después de algo de fruta y yogurt, Ethan subió a la habitación a darse un baño, entretanto yo terminaba mi café. Francisco llegó y me hizo entrega de una bolsa que contenía un traje gris, una camisa blanca y unos zapatos de tacón e incluso ropa interior.
«Ethan tiene buen gusto».
Justo cuando entré en la alcoba, Ethan terminaba de colocarse el saco del traje.
—Te daré espacio para que te cambies, mientras tanto acomodaré algunos papeles y haré algunas llamadas.
—De acuerdo.
Eso era una locura, me parecía todo tan irreal y todavía que me compraran ropa... No pensaba ser una mantenida, su dinero era eso, suyo. Le pagaría, solo tenía que ir a un banco para sacar efectivo.
Demonios, eso era una locura: el maldito baño de la habitación era del tamaño de la sala de mi departamento; incluso estaba segura de que solo la ropa y los accesorios dentro del vestidor, valían más que todo lo que yo poseía, eso me hizo sentir tan... pequeña.
«Vamos, Delany, no es momento para esto».
El traje me quedó a la perfección y... ¡vaya que me veía genial!
Bajé las escaleras donde me encontré a Emma lista para salir a correr. «Nota mental: debo retomar mis hábitos de ejercicio».
—¡Guau! Te ves espectacular, Delany.
—Muchas gracias.
—Ethan me ha comentado que te unirás a la empresa.
—Emma, no quiero que pienses que estoy con tu hermano...
—Tranquila, Delany —me cortó al instante—. No creemos nada. Mi hermano siempre ha sido muy cuidadoso al escoger a alguien para un puesto y... no se diga para dejarlo entrar en su vida. Eres especial para él, eso es indiscutible.
Sentí como me sonrojé y una sonrisa boba se me escapó.
—Gracias.
—¿Lista? —inquirió Ethan saliendo de la cocina con dos termos—. Te ves muy bien, Del —exclamó con la mandíbula apretada y casi pude sentir lo mismo que él.
—Bien, yo ya me voy —anunció Emma antes de salir de la casa.
—Lorena, iré a la oficina, por favor cualquier cosa me llamas.
—Como usted diga, joven.
—Francisco, por favor encárgate de mover a mi madre y hermana a donde deseen.
—Claro que sí.
—Vamos, Delany.
Salimos de la casa donde nos esperaba un Audi RS color negro, Ethan abrió la puerta del copiloto y me invitó a entrar. Dos minutos más tarde estábamos cruzando el gran portón de la residencia y nos internamos en las concurridas avenidas.
—Ethan, ¿qué es lo que haré?, aún no me explicas nada de la empresa.
—La empresa es Bioenergy, nosotros nos encargamos de la innovación de sistemas para la obtención de energías renovables, como lo son eléctrica, biogases y biocombustibles, entre otros.
—Ya.
—Créeme, tendrás mucho trabajo.
—Eso me parece genial.
—Sí, pero por ahora necesito que me ayudes a sentar las bases del proyecto que realizaremos con Itzae.
—¿Qué idea tienes?
—Primero que nada, te presentaré a uno de mis mejores arquitectos para que te ayude con el diseño y cotización de construcción.
—De acuerdo.
—Yo me pondré al día y arreglaré todos los trámites legales pendientes de tu contratación y algunos otros de mi padre.
—Bien.
A esa hora de la mañana todo era una locura: cientos de carros buscaban llegar a sus destinos y el tráfico... ¡Dios, era una locura!
Ethan bajó la velocidad y se detuvo en la caseta de seguridad.
—Buenos días, señor —dijo el vigilante concediéndonos el paso.
El edificio era grande y elegante. Ethan le hizo entrega de las llaves al valet parking y bajamos del auto.
Apenas entramos, nos encontramos con un enorme recibidor con hombres y mujeres que atendían llamadas y personas.
Para llegar al área de elevadores pasamos por un sistema de seguridad y registro.
Bajamos del ascensor en el piso diez, el cual solo contaba con tres oficinas y una pequeña recepción para cada una, sin embargo, nada más había una asistente. Beatriz.
—Buenos días señor. El licenciado Gutiérrez ha llamado, dijo que llegaría a las 12:00 en punto.
—Bien.
—Rodrigo también ha llamado, al parecer tiene un asunto a tratar con usted y su hija, la señorita Jazmín ha dejado esto—dijo la joven de piel bronceada al hacerle entrega de una pequeña cajita que identifiqué como la de un anillo, supuse que el de compromiso.
—Dile a Rodrigo que venga cuando guste y por favor Beatriz, manda a alguien, necesito otra asistente y al Arquitecto Gaytán.
—Entendido —la joven se sentó tras su mostrador y comenzó a hacer llamadas.
Entramos a la oficina de Ethan, era una estancia bastante acogedora, aunque algo desordenada: había carpetas por todos lados e incluso un traje limpio tendido sobre uno de los sofás y ciento de papeles esparcidos en el escritorio.
Las paredes que daban al pasillo eran de cristal esmerilado a excepción de la pared que conectaba con la otra oficina y del ventanal desde donde se contemplaba la cuidad
—Bienvenida al caos —exclamó sonriente.
El teléfono sonó y él activó el alta voz.
—Señor, tengo a Jason en la línea, dice que es urgente que hablen.
—Comunícalo.
—Ethan, lamento molestarte, pero hay unos documentos que requieren tu autorización, se trata de la verificación de....
—Jason, hazle llegar los documentos a Beatriz y los firmaré cuanto antes —lo cortó acomodando las carpetas sobre su escritorio.
—De acuerdo, gracias.
La llamada finalizó y Ethan se puso de pie.
—Te mostraré tu oficina.
Mi oficina resultó ser la que estaba a un lado, desde la cual podía ver la suya.
—¿Acaso planeaste esto?
—No, pero ha quedado a la perfección —contesto, uniendo nuestras frentes.
—Señor... Lo lamento.
—¿Qué pasa, Beatriz? —inquirió en un suspiro.
—Ya está aquí la otra asistente, Martha.
—Bien, hazla pasar.
Una joven de cabello rizado rojizo y unos hermosos ojos verdosos entró en la oficina.
—Martha, ella es Delany, serás su asistente.
—Entendido, señor.
—Bien, dejo que se conozcan y te instales, cualquier cosa estaré en mi oficina. Nos vamos a las 3:00 de la tarde, tú y yo tendremos una cita.
Ethan salió de la oficina y me guiñó un ojo. Observé como tomó asiento tras su escritorio y comenzó a organizar todo. Si un mes antes me hubiesen dicho que esto pasaría, me habría reído juzgado de locos.
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