Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 3


Desde que conocía a Aline, era segunda vez que aceptaba una invitación a su casa, tanto ella como su marido eran de las pocas personas que le generaban confianza y que lo hacían sentir cómodo. Por lo que no se negó cuándo le propuso tratar el tema durante la cena.

Renato no quiso comentarle sobre su plan hasta que la cena fue servida. Sabía que a la mujer se le haría imposible ocultar la sorpresa ante semejante petición.

—Pero tu familia cuenta con una de las mejores decoradoras de interiores —comentó. No se estaba negando, solo que no comprendía del todo lo que Renato le solicitaba.

—Sí, solo que es demasiado amiga de la abuela... y la verdad, me gustaría hacer los cambios sin que ella se entere, por eso preferí pedir tu ayuda, sé que puedes hacerlo muy bien, conoces mis gustos —hablaba mientras picaba un trozo de salmón.

—Sí, claro que puedo hacerlo... ¿Para cuándo deseas empezar? —preguntó sin poder negarse a la solicitud del joven.

—Lo más pronto posible, quiero cambiarlo todo, muebles, cuadros, esculturas, colores de las paredes, lámparas... quiero que parezca otro lugar.

—Es un gran cambio, ¿tienes pensado algún estilo? ¿Alguna paleta de colores? —curioseaba y le dedicó una mirada a su marido que a su vez también parecía bastante desconcertado.

—No, dejo todo a tu criterio, lo único que quiero es que sea completamente distinto.

—Bien... ¿Y qué piensas hacer con todos los muebles? —Era consciente de que ese apartamento no tenía ni dos años de haber sido amoblado y que todos pertenecían a exclusivos diseñadores—. Podemos poner algunos en venta.

—No es necesario, puedes donarlos.

A Aline le tomó algunos segundos asimilar todo eso, era primera vez que veía a Renato tan decidido en algo, parpadeó varias veces en busca de las palabras adecuadas, mientras ganaba tiempo al pinchar un trozo de zanahoria. Su marido seguía en silencio, pero bien sabía que estaba tan impresionado como ella.

—Bien, si esa es tu decisión, lo haremos. Voy a reunirme con mi equipo y el viernes te enviaré un par de renders con propuestas. ¿Te parece?

—Sé que lo harás bien, muchas gracias Aline...

Luego, Renato dirigió la conversación hacia un tema más personal, le preguntó por su hija y cómo le estaba yendo en París.

Tanto Aline como Roberto se mostraron animados al hablar de su hija, le contaron más de una anécdota de la chica a la que Renato había tenido el placer de conocer, la cual había heredado de sus padres el encanto y la seguridad.

Como socializar no era su fuerte, no se quedó más de lo estrictamente necesario, por lo que en cuanto terminó la cena, se despidió y partió rumbo a su apartamento, al que esperaba darle una nueva cara en poco tiempo.

Ya en la cama, esperando a que el antidepresivo le hiciera efecto, entró de forma anónima para ver a Lara, no con la intención de algún consuelo sexual, sino para ver si estaba bien, ya que lo había bloqueado de todos lados, incluso a su usuario en la web de entretenimiento para adultos. Después de casi dos meses, volvía a verla, lucía tan hermosa y perfecta como siempre, se veía saludable y más sensual que nunca, pero no se quedó ni un minuto. Estaba bien, era lo único que importaba.

En medio de un lánguido suspiro y con los párpados ya pesados, se paseó entre las pocas fotografías que tenía con Samira, lamentaba no haber tomado la iniciativa de tomar más fotografías con su teléfono, casi siempre fueron desde el móvil de Samira y tan solo tenía las que ella le había pasado. A pesar de que eran muchas, no eran las suficientes para llenar sus días de ausencia. Cuando llegó en el carrete a aquel video que le mandó por su cumpleaños, le fue imposible no sonreír a pesar de que los ojos se le llenaron de lágrimas.

Por más que Samira estaba en otro país, viviendo en un lugar que no era solo para ella, no perdía la costumbre. Aprovechaba que llegaba al apartamento un par de horas antes que Romina y Víctor para limpiar y organizar el lugar, ya cuando ellos llegaban, los recibía con todo limpio, café y galletas.

Mientras compartían los aperitivos, conversaban sobre cómo les había ido en el día, luego ella se iba a su habitación a las clases de inglés, la cuales todavía podía mantener, porque fue lo suficientemente responsable como para pagar por adelantado un año del curso.

Si algo le gustaba de esa habitación era que estaba acondicionada para un estudiante, Romina dijo que la habían decorado con ese propósito, ya que en poco más de un año su hermana se vendría a Madrid para estudiar en la universidad Autónoma.

Así que tenía un mueble blanco a la medida de una de las paredes laterales que contaba con escritorio y libreros, una cama juvenil, su baño propio y una gran ventana que le daba una luz natural que irradiaba paz.

Se sentó en el escritorio y levantó la tapa de la portátil, en medio de un suspiro la encendió y esperó para poder entrar al portal del curso, irremediablemente, volvía a golpearla la nostalgia creada por la costumbre de escribirle un mensaje a Renato, solo para saludarlo, se moría por saber de él, pero también le quemaba la necesidad de contarle sobre sus cosas, decirle cómo era Madrid, preguntarle si él conocía la ciudad, aunque estaba segurísima de que sí. Hablar con él sobre su nueva estancia y de las personas que estaba conociendo. Bromear con él.

—Extraño tanto hacerlo reír —suspiró nostálgica y de inmediato las lágrimas acudieron a sus ojos, pero los cerró fuertemente y se los frotó con las yemas de los dedos. Deseaba poder hacer lo mismo con el vacío en su pecho, contenerlo de alguna manera y en un intento por un remedio rápido, tomó un gran sorbo de agua del filtro que siempre tenía en el escritorio.

Luego en medio de una bocanada con la que llenó sus pulmones, se sacudió la tristeza e impotencia y se concentró en sus clases, en las que puso todo su empeño.

Justo la profesora se despedía de la clase cuando Samira recibió una notificación. Le fue imposible no desviar la mirada de la pantalla de la Macbook para ver el móvil, era un mensaje de Adonay. No lo revisó enseguida, sino que esperó a que por lo menos la profesora se desconectara, lo que no le tomó ni un minuto, cerró el portal web y se hizo del teléfono.

«Hola, grillo. ¿Cómo estás? ¿Llegaste a casa? Necesito mostrarte algo»

Samira leyó el mensaje y empezó a responderle que sí, que recién terminaba las clases de inglés.

Tanto a él como a su abuela les había dicho la misma mentira, que su contrato en el restaurante no se lo renovaron, por lo que aceptó la oferta de Romina y Víctor de venirse con ellos a España para trabajar.

Adonay se lo creyó y estuvo de acuerdo con que en Madrid tendría mejores oportunidades, si decidía ahorrar y luego volver a Río con euros para empezar a estudiar.

Ella no quiso decirle que en sus planes no estaba volver, no por el momento, no mientras no sanara la herida que su relación con Renato le había dejado, estaba segura de que estando en Río, probablemente perdería la batalla contra la debilidad y terminaría buscándolo.

Por su parte, Vadoma, no se comía el cuento. Ella aseguraba que algo le había pasado y le recordó el sueño que tuvo en el que estaban involucrados unos ojos azules. Sin embargo, Samira le repetía una y otra vez que no le habían renovado el contrato, no dejaría de decírselo hasta que se lo creyera, aunque muy en el fondo se moría por decirle que tenía toda la razón y confesarle que había metido la pata. Deseaba con todas sus ganas que su abuela pudiera aconsejarla sabiamente, pero era más fuerte su miedo a ser juzgada. Ante los ojos de su abuela ella era perfecta y quería seguir siendo así, siempre así. Llevaba sobre sus hombros el peso de no cometer ninguna equivocación que terminara decepcionando a la persona que más había creído en ella; a expensas de haberse ganado resentimiento de su propio hijo.

En cuanto Adonay recibió el mensaje, le respondió con una videollamada, Samira no podía negar que le hacía bien hablar con él, le ocupaba la mente en otra cosa que no fuera su mal de amor, aunque no pudiera contárselo.

—Hola —saludó agitando la mano. Adonay tenía una camisa blanca y llevaba puesto el casco verde con las iniciales EMX en amarillo, que le hacía sombra al incandescente reflector y tenía detrás varios contenedores—. ¿Todavía estás en el trabajo? —Era una pregunta tonta, porque era más que evidente.

—Sí, hoy toca hasta medianoche porque están instalando una planta de hidrogeno que debe estar lista en una semana, también siguen los trabajos en el parque eólico marino... Pero no quería llamarte para hablarte de trabajo —hablaba mientras caminaba quien sabe a dónde.

—¿No tendrás problemas porque estés hablando conmigo?

—No, no por el momento. —Le guiñó un ojo en un gesto pícaro que acompañó con una sonrisa coqueta. Abrió la puerta del contenedor que habían acondicionado como una oficina y le fue imposible no gemir aliviado cuando el golpe de frío del aire acondicionado le refrescó la cara.

—En ese caso, ¿qué era lo que querías mostrarme? —También sonrió, apoyó el codo en el escritorio y dejó descansar el mentón en su mano mientras en la otra sostenía el móvil.

—Esto que compré hoy. —Se hizo de la caja rectangular que estaba en el escritorio y se la mostró—. Es el regalo de cumpleaños de paruñí, ¿crees que le guste? —preguntó, ya que el domingo era el cumpleaños sesenta y tres de Vadoma.

—Es un gran regalo Adonay. Estoy segura de que sí —dijo emocionada ante lo que evidentemente era un teléfono móvil—. Ella no es fanática de la tecnología, pero sé que necesita eso... ¿Se lo mandarás o piensas viajar a Rio? —preguntó, sintiendo que un nudo de lágrimas se le atoraba en la garganta porque era el primer cumpleaños de su abuela que no podrían celebrar juntas. El anterior a pesar de que ya estaba planeando su huida, no asimilaba del todo la situación.

—Iré a Rio, mi padre ha hecho a un lado el orgullo y también irá para celebrar a paruñí, aunque no vaya a dirigirle la palabra a tío Jan.

—Todo por mi culpa —musitó Samira, bien sabía que ella había sido la causante de la enemistad entre los hermanos.

—No te preocupes por eso, sabes que papá es demasiado intransigente, lleva las costumbres marcadas a fuego en su esencia.

—Ambos, en realidad.

—Estoy de acuerdo en eso —sonrió Adonay.

A pesar de que Adonay estaba en el trabajo, no se requería mucho de sus labores, por lo que pudo tomarse un buen tiempo para hablar con Samira. Se quitó el casco y luego se agitó los rizos con la mano, desordenándolos todavía más, en consecuencia ella sonrió y ese gesto hizo que el corazón le diera un vuelco.

Tras casi cuarenta minuto de una conversación que le sirvió a Samira como una momentánea fuga a sus pensamientos que la llevaban una y otra a vez a Renato, tuvo que despedirse de su primo.

Romina y Víctor no tardarían en llegar y le gustaba estar desocupada para recibirlos.

Ella quiso sorprenderlos con un menú que pensó para la cena, pero fueron ellos quienes la dejaron boquiabierta cuando le mostraron la reserva para ir al Tablao Flamenco Torres Bermejas. Su felicidad fue magnánima, eso era algo que verdaderamente la animaba y sentía que la sangre se le calentaba y le teñía las mejillas de pura emoción.

Sin perder tiempo corrió a su habitación para arreglarse, quería hacerse un peinado bonito y maquillarse como tanto le gustaba y que en los últimos dos meses no tuvo ganas de hacerlo. Había descuidado su apariencia y sus metas, era consciente de ello, pero por más que se instaba a superar su ruptura con Renato y reencontrarse consigo misma, había fallado en cada intento y todo lo que había hecho desde hacía un par meses no fue más que el resultado de la inercia.

En otrora se hubiese vuelto loca de felicidad cuando encontró un trabajo tan rápido o se hubiese maravillado con el paisaje madrileño, pero lo cierto era que hasta el momento había visto el vaso medio vacío.

Apenas podía creer que estaba en pleno Centro de Madrid, en un establecimiento que le erizaba la piel y le aceleraba el corazón.

Romina le decía que cada detalle en ese lugar reproducía perfectamente las Torres Bermejas de la Alhambra, en Granada. Mientras Samira casi con la boca abierta se maravillaba con los muros decorados con arabescos, los mosaicos pintados y los techos de madera tallados.

Se ubicaron en una mesa cerca del escenario en el que se presentaría el grupo conformado por los mejores cantaores, guitarristas, palmas y bailaores de la tradición flamenca. Primero disfrutaron de la cena tradicional española que incluía el boleto de la reserva y media hora después pudieron ser testigos de un espectáculo inigualable.

Samira no perdió la oportunidad para hacer algunos vídeos y fotografías, mientras intentaba atrapar con su mirada cada detalle, su corazón no ralentizaba sus latidos y la sonrisa en sus labios teñidos de rojo intenso era perenne.

A pesar de que vestía con las ropas que Renato y su prima le obsequiaron, porque lamentablemente no tenía más y no podía permitirse el lujo de gastar sus escasos ahorros en comprar nuevas prendas, había vuelto a su esencia gitana, se maquilló de la forma en que le gustaba, con sus argollas extravagantes y varios anillos en sus dedos. Sentía la necesidad de que cada vez que se mirara al espejo pudiera recordar quién era y de dónde provenía, porque haber jugado a ser una paya le dio muy malos resultados. Así no volvería a desviarse del camino, era una gitana que debía luchar fervientemente por sus sueños y no una princesa de sangre azul con un príncipe que acudiera en su ayuda cada vez que no pudiera resolver sus problemas.

Cuando el espectáculo terminó salió de allí pletórica, hablaba sin parar mientras que Romina y Víctor, la miraban sonriente y hacían algún comentario al respecto de lo que Samira decía, les alegraba mucho verla tan entusiasmada, era lo más cercano a esa radiante chiquilla que conocieron en Rio de Janeiro y luego se reencontraron en Chile.

Ya en su cama, con su pijama puesto y con el rostro iluminado apenas por la pantalla del móvil, Samira seguía sonriendo, mientras veía fascinada los videos y fotos que había tomado, sentía que un agradable calorcito se le esparcía por el pecho.

Fue en ese momento que tomó la decisión de crearse un perfil en una red social, uno que podría administrar desde el anonimato. Ni siquiera tuvo que pensarse ni un segundo el nombre, porque el retumbar alegre de su corazón se lo dijo a gritos. «Alma Gitana»

Estuvo segura de que no subiría una foto que expusiera su identidad, así que lo estrenó con un primer plano del vuelo rojo y negro de la cola del vestido de una de las bailaoras. Quería acompañar la imagen con bonitas palabras. « Soy alma gitana, libre y soberana.»

Tras publicarla, sonrió satisfecha de conseguir algo que la animara. En medio de un profundo suspiro decidió subir otra, esta vez eligió una fotografía de su mano derecha, la que tenía adornada en sus dedos índice, anular y medio con varios anillos dorados entre dos y tres en cada dedo. Uno tenía una estrella, otro media luna y otro un sol, los demás eran coronados por brillantes, los que hacía resaltar sus uñas cortas pintadas de azul con brillos plateados, porque quiso que parecieran un cielo estrellado.

Le aplicó un filtro que intensificara los colores y la acompañó con otra frase que escribió en portugués, pero al considerarlo, decidió que mejor era mantener ese perfil en español: «Soy un alma gitana que cuando llueve levanta su cara hacia el cielo y recibe las gotas de una lluvia de esperanza para alzar su vuelo.»

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro