Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPITULO 11

Después de seis duros meses entre visitas a psicólogos, algunos interrogatorios policiales y los extenuantes preparativos del matrimonio entre Alexandre y Elizabeth. La familia Garnett estaba nuevamente reunida, pero esta vez en Trancoso, una pequeña localidad en las costas del sur bahiano, donde predominaban los acantilados y playas de aguas cristalinas, que besaban la arena blanca.

Renato, Liam, Oscar y Matt, estaban en una habitación de la posada que habían alquilado, preparándose para la boda, todos llevaban trajes color aguamarina y camisas blancas.

Era un evento muy importante para la familia, casi un milagro si se consideraba por todo lo que habían pasado en los últimos meses.

Desde entonces para Renato había habido días buenos, malos y terribles, días en los que podía estar muy enérgico y veía el panorama realmente positivo, pero otros, sobre todo los fines de semana cuando no tenía la carga laboral, en los que solía quedarse en cama, con ánimos de hacer absolutamente nada, solo se quedaba entre las sábanas llorando, sintiéndose aturdido, perdido o simplemente como si estuviese suspendido en el tiempo.

En esos días en los que se sentía tocar fondo, el cansancio emocional y físico de no hacer nada lo torturaba; no sabía si era cada vez que recordaba a Samira que la nostalgia lo embargaba o solo se trataba de él y su caótica naturaleza.

No obstante, esos episodios se estaban haciendo cada vez más esporádicos, ponía todo su empeño para seguir las recomendaciones de Danilo, incluso había vuelto a ir al gimnasio de lunes a lunes para evitar tener tiempo libre y así no dejar a su mente hacer elucubraciones que lo llevaran a sufrir.

Aceptaba las invitaciones de Bruno o su hermano siempre y cuando fuese a un ambiente que él pudiera controlar. Quería salir del foso de sus emociones, por eso estaba haciendo un último intento.

Reían al ver a Matt descontento con su traje, no le agradaba el color porque decía que lo hacía lucir muy pálido, siempre se opuso, pero la mayoría aceptó la opción cuando Rachell la ofreció. En realidad, ellos no le daban importancia a eso, les daba igual si fuese aguamarina, celeste o negro... confiaban en el criterio de la diseñadora de modas de la familia.

Reinhard entró en la habitación, tras haber pasado por la de Alexandre, en la que estaba con su padre preparándose para uno de los días más importantes de su vida, luego se tomó unos minutos para conversar con Samuel, quien estaba en otra habitación en compañía de Ian, Thor, Diogo y Thiago.

Fue mala idea que Sophia lo ayudara a vestir tan temprano ahora se encontraba ocioso, porque no quería estar sentando en la habitación viendo televisión a la espera de que empezara la ceremonia.

—¿Ya están listos? —preguntó, admirando a sus nietos con una gran sonrisa.

—Sí, aunque Matt no está muy contento con cómo se le ve el traje —se burló Oscar.

—Abuelo, verdad que me veo más pálido... —masculló Matt frente al espejo.

—Te ves muy bien, como todo un Garnett. —Reinhard se acercó y le palmeó la espalda, mientras veía el reflejo de su nieto, que era la viva estampa de Thor, solo que con menos masa muscular.

—Es horrible. —Se negaba a los elogios de los demás, entre más se miraba menos convencido se sentía.

—Se te ve bien, solo te parece extraño porque estás acostumbrado a vestir colores oscuros —argumentó Renato.

—Aunque no te guste, tienes que llevarlo... No tienes opción, así que deja de quejarte. —intervino Liam.

—¿Por qué no van a ver si ya los demás están listos? Oscar, podrías acompañar a Alexandre... —sugirió Reinhard.

—Está bien, sí, vamos —dijo el chico de cabellos rizados que ese día se lo había peinado hacia atrás, lo que lo hacía lucir de manera inusual.

—Salgamos de aquí, no quiero verme ni un segundo más o terminaré presentándome desnudo en la ceremonia —refunfuñó Matthew alejándose del espejo.

—Sáquenlo de aquí —pidió Reinhard señalando hacia la puerta, porque bien sabía que Matt era perfectamente capaz de hacer eso.

—Vamos, vamos, afuera. —Liam lo sacó a empujones, mientras los demás lo seguían.

—Eh, eh... Tú no. —Reinhard levantó el bastón y lo puso a la altura del pecho de Renato, evitando que se marchara—. Necesito hablar contigo.

—Está bien, pero abuelo... No tarda en empezar la ceremonia —sonrió con algo de nervios.

—Lo sé, no nos llevará mucho tiempo.

—¿Qué hiciste Renatinho? —Oscar lo miró por encima del hombro, mientras salía de la habitación.

El aludido solo se alzó de hombros porque no tenía la menor idea de lo que su abuelo quería conversar.

Una vez solos, Reinhard le pidió que se sentara, señalándole una de las camas. Ya que esta habitación tenía un par, justo estaban en la que Liam compartía con Matthew.

Renato obedeció a su abuelo que a su vez levantó una silla para acercarla y sentarse en frente. Respiró profundo, empezaba a hacerse una idea de lo que el patriarca deseaba hablar con él, exhaló con suavidad, tratando de controlar su respiración para no sucumbir ante los nervios que le provocaba sentirse acorralado.

—Renatinho, hijo...

—¿Qué abuelo? —preguntó poniéndose a la defensiva, como lo había estado haciendo todas las veces que Reinhard había intentado hablar con él.

—¿Podemos hablar? —preguntó condescendiente.

—Lo estamos haciendo.

—No, no lo estamos haciendo, sigues con la misma actitud hostil desde hace ya varios meses, muchos para ser más enfático... La única vez que decidiste abrirte conmigo, confesaste que no estabas pasando por un buen momento y sé que has tenido meses muy difíciles pero no puedo ayudarte si tú no me lo permites.

—Danilo me está ayudando, ya estoy bien. De verdad lo estoy abuelo —confesó y se atrevió a mirar los ojos azules ya opacos por los años.

—Sé, sé que estás mejor, puedo notarlo. —Le sonrió para darle seguridad—. Danilo es tu guía, sin duda... Me alegra saber que cuentas con él, pero me gustaría que también contarás conmigo, sé que no quieres preocuparme o que piensas que tus problemas no son tan importantes como para decírmelos, pero me gustaría ayudarte, de alguna manera, aunque sea solo escuchándote.

—Abuelo, pero no es el mejor día, en unos minutos empieza la ceremonia del matrimonio de Elizabeth, es su día, no el mío... —Esquivó la mirada, esperaba que esa respuesta fuese suficiente para evitar escarbar en emociones que le había costado mucho enterrar.

—Deja de minimizar tu vida, de relegarte, todos tus días son tan importantes como los de todos los demás... ¿Has sabido algo de tu amiga?

—Samira, no... no he sabido nada, ya no es mi amiga, ya no es nada. —Bajó la cabeza, sintiendo cómo su pecho dolía por tener que decir su nombre en voz alta.

—Entonces no sabes a dónde se fue... —intervino Reinhard, notando cómo la tristeza se cernía como un velo sobre Renato.

—No sé a dónde y no sé el por qué... pero abuelo, de verdad, eso no importa.

—Renato, sabes que puedo ayudarte a encontrarla, puedo averiguar dónde está, si necesitas hablar con ella, enfrentarla, buscar algún tipo de explicación...

La oferta le resultaba demasiado tentadora, incluso sintió como un chisporroteo en medio del pecho, quizá se trataba de la llama de la esperanza, pero el miedo a ser una vez más rechazado a asegurarse de que no era suficiente para ella, le hizo que asesinara cualquier anhelo.

—Lo que me ofreces es muy razonable, lo más probable es que hace algún tiempo hubiese aceptado tu oferta, abuelo... Porque sé que usted me conoce mejor que nadie, por lo que no conseguiré nada tratando de ocultarle el hecho de que tengo ese impulso que quiere llevarme hacia ella, esas ansias en mí que quieren buscarla y suplicarle por una oportunidad, pero tengo que resistir... tengo que hacerlo —hablaba mientras se tronaba los dedos—. Por mi bien, ¿sí me entiende? —preguntó levantando la mirada una vez más, mostrándole a su abuelo la lucha interna que estaba librando en ese momento.

—Solo quiero ayudarte, hijo mío... A veces, aunque duela es mejor buscar una explicación... Es bueno enfrentar los problemas...

Renato empezó a negar con la cabeza casi con desesperación y las lágrimas al filo de los párpados.

—No abuelo, no es bueno para mí, me tomó mucho llegar a donde estoy ahora y no, no quiero regresar a ese maldito tormento en el que prácticamente estaba en piloto automático... Pensé que literalmente me volvería loco. Hubo varios momentos en lo que pensé que no quería seguir con vida...

—Renato. —El nombre de su nieto salió de su boca como un lamento. Al enterarse de lo mal que estuvo y no hizo nada por ayudarlo.

—Siento tener que decirte esto, pero es verdad, es verdad... Y te lo digo porque quiero que comprendas la situación en la que estuve y por qué no me gustaría tener que volver al mismo punto, porque sin duda, ahí regresaría si Samira me rechaza una vez más... —confesó. Pudo ver la mirada de su abuelo cargada de tristeza y su cuerpo estaba en tensión, por lo que le tomó las manos y se las frotó.

—Perdón, perdón no haberme dado cuenta, por no haberlo notado. —Reinhard no pudo seguir ocultando cuanto le afectaba eso y se le derramaron varias lágrimas, entonces Renato lo sorprendió al abalanzarse sobre él y abrazarlo fuertemente.

—Está bien, abuelo, no te sientas culpable, me esforcé mucho para que no se notara. Pero lo he superado, de verdad que sí... No fue fácil porque al principio la pensaba cada segundo, en todo momento me torturaba, pero gracias a los ejercicios que me ha puesto Danilo... y con todo mi empeño empecé a no pensarla cada minuto, luego solo aparecía en mis pensamientos en algunas unas horas, después podía pasar medio día sin pensarla y ahora, hay días en que no la pienso y eso está bien... así que no hay forma de que quiera saber dónde está ni por qué se fue... No quiero, no quiero que cuando la vea me rechace, me diga que no me quiere, porque eso me devolvería de vuelta al fondo, y no, no quiero volver ahí. No lo haré. No he estado más seguro de algo en toda mi vida —le dijo mientras le acariciaba la espalda. Aunque tenía muy presente que en cinco días Samira cumpliría diecinueve años y con eso se desataría una lluvia de recuerdos de todo lo que vivieron en el desierto de Atacama.

—Lo importante que estés bien, por favor, Renatinho... No te guardes nada, por favor, dime cuando no te sientas bien, estoy aquí para ti... Tú eres muy valioso, no solo para mí, sino para toda la familia, todos te queremos, ¿lo sabes verdad?

—Lo sé abuelo, lo sé, por ustedes no dejé que mis demonios me vencieran y ahora mismo los tengo controlados... —Se apartó y le dio un beso en la mejilla—. Te lo prometo.

Reinhard se apartó y le palmeó la mejilla.

—Me tranquiliza saberlo —dijo mirándolo a los ojos y descubriendo que Renato no le ocultaba nada más.

—Ahora tenemos que ir a la ceremonia que la única que tiene permitido llegar tarde es la novia. —Renato le sonrió y le limpió con los pulgares las mejillas, tener que consolar a su abuelo hizo que cualquier sentimiento de victimización en él se replegara.

Por extraño que pudiera parecerle, se sentía tranquilo, en paz. Solo esperaba que esa sensación durara por mucho tiempo.

—Tienes razón. —Reinhard sonrió y se levantó.

Renato también sepuso de pie y juntos salieron de la habitación, en el pasillo se encontraron,con Alexandre siendo escoltado por casi todos los hombres de la familia,excepto Samuel que había ido a buscar a Elizabeth parallevarla al altar. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro