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4. Cortando y arreglando

Pensé que esto de ir hasta la misma casa de los Madrigal para ayudar con la ceremonia era más cosa de la señora Guzmán y su maña de querer caerle lo mejor posible a los Madrigal, pero cuando llegamos me di cuenta de que, de hecho, había mucha gente entrando y saliendo de la casa.

Parece que de verdad todo el pueblo ayuda con las preparaciones, entonces no me pregunto qué tan grande es la fiesta como para que aún así los arreglos duren dos días.

Lo único bueno que veo en esto es que por fin la señora me dejó llevar a Camilo casi sin protestar, supongo que quiere hacer lo posible para que yo no lo cause problemas.

- ¡Señora Guzmán, Mariano! Sean bienvenidos... Ah, y este debe ser el hijo de Manuel

En esta ocasión, quién salió a recibirnos fue nada más y nada menos que la señora Alma Madrigal, la abuela y cabeza de la familia Madrigal.
No la había visto antes, pero parecía tener un semblante un poco gentil... Aunque aún así no pude evitar tener una mala sensación cuando se aproximó a saludar a la señora y a Mariano.

Ella intercambió un par de palabras con la abuela acerca de que "no era necesario que vinieramos a ayudar pero que igual nos lo agradecía" y todas esas cosas.
Supongo que la señora Guzmán no es la única que intenta desesperadamente quedar bien con la otra familia.

- ¿Con qué la podemos ayudar?

- Todo va muy bien, así que tampoco necesitan presionarse tanto. Mariano es un joven fuerte y lleno de vida, así que puede ir con el grupo de Luisa. Ellos están por la casa moviendo y desempolvando algunas cosas... Además, Isabela los está acompañando así que puedes ir a hablar con ella si gustas

¿Cómo por qué la flor delicada de la familia estaría acompañando al grupo encargado de hacer fuerza moviendo cosas?

- ... Y usted puede acompañarme a la cocina si gusta, señora Guzmán. Con mis hijas y otras madres del pueblo estamos viendo el tema de la comida... Ah, y claro, tú niño...

La señora volteó a verme con más atención con primera vez en el rato.
Antes solo me saludó de pasada, pero esta vez se me quedó viendo con algo más de atención... O bueno, puede que fuera mi imaginación pero no me veía precisamente a mí, parecía estar... ¿Viendo a Camilo?

- Tú... Creo que puedes... Ah, ¿Te lo llevas tú, Dolores?

Sentí una mano en el hombro de la nada y pegué un respingo.
Miré a mi lado, al parecer la hija mayor de una de las parejas Madrigal se me había acercado sin que me diera cuenta.
Es la misma a la que vi espiando la última vez que vine, ¿Para qué me quiere llevar?

La chica "Dolores" asintió enérgicamente, tal parece que aunque su don sea escuchar no suele hablar mucho porque a la señora abuela Madrigal no le pareció ni un poco raro que no le respondiera hablando.

- Perfecto. Entonces tú cuídalo bien, y yo acompañaré a la señora Guzmán. Casita, ¿Podrías indicarle el camino a Mariano? Ah, y haz que Mirabel deje lo que esté haciendo y venga conmigo, es algo... Importante

Me pregunto si debería sentirme mal por una casa. Quiero decir, en teoría no tiene sentimientos o algo así al ser una CASA, pero por lo sé parece tener bastante conciencia más que moverse simplemente por qué le dicen.
Y por lo que veo ahora, parece que tienen a la casa atareada con varias cosas al mismo tiempo también.
¿Una casa de podrá cansar?

Sentí un par de palmaditas en el hombro, tal parece que la chica quiere que nos apresuramos.
La seguí de cerca mientras evitabamos a toda la gente que se movía de aquí para allá con cosas en sus manos, o llamando a otras personas.

Terminamos subiendo al segundo piso, dónde pude ver que estaban lo que parecían ser las habitaciones de todos los miembros de la familia, ya que había puertas curiosamente brillantes con un patrón grabado en ellas.
Ahí se podía ver la imágen representativa de cada uno de los miembros de la familia, junto a patrones y dibujos que simbolizaban su don y su propio nombre en la parte más alta de la puerta.

Aún así, había algunas puertas completamente normales en este piso, y la chica terminó haciéndome entrar en una de estas habitaciones comunes.
Por supuesto, no me esperaba que me fuera a meter en una de las habitaciones de los Madrigal.

- Ah, ¡Por fin! La abuela da miedo...

Un momento, esa voz...
Voltee a ver a la chica, pero ya sabía que mi condena era definitiva sin necesidad de ver cómo ella se transformaba en un abrir y cerrar de ojos en ese chico de la última vez.
"Camilo" Madrigal...

Me voy.

- ¡O-oye espera! La pase mal para traerte, ¿A dónde vas?

No alcancé ni a llegar a la puerta cuando este chico ya se me había cruzado por enfrente.
No sabía ni qué decirle, así que me encogí de hombros. Sinceramente ni siquiera entendía lo qué acababa de suceder, ¿Por qué todo es tan confuso con este chico?

- De acuerdo, sé que esto puede parecer malo... Un poco, ¡Pero te juro por Dios que está bien! Mira, solo quería ayuda con esto y mi hermana me dijo que tú eras bueno cosiendo y esas cosas

Él señaló hacia la habitación, y después de pensarlo un momento me permití mirar con más detalle el lugar al que habíamos entrado.
La única iluminación del lugar era la luz natural que entraba por una ventana situada en el fondo de la habitación, sobre una cajonera.
Había un par de camas a los lados de esta última, sobre las cuales había varias cosas.
Parecían... Lonas, y tal vez uno que otro mantel, ¿Están rotos o quiere hacerles algún bordado?

- La última ceremonia del don fue hace bastante tiempo así que están en un estado no muy bueno. Es... Ah, mira seré honesto, en teoría esta es la tarea de Dolores pero... Ella me insistió en cambiar tareas porque no quería coser, ¡Así que sí, me vas a ayudar! Digo, si quieres

De acuerdo... Una tarea relajante con un chico bonito que me causa un poco de ansia, suena equilibrado, ¿No?

Suspiré y me acerqué a una de las camas para revisar una de las lonas, dejando cuidadosamente a mi Camilo sobre la almohada.
Esta... Está muy rota, ¿Dónde las tenían guardadas?
Al menos no tocará bordar el mensaje, ya está hecho, pero si hay que hacer algo con esto.

Voltee a ver al chico, aunque me tomé un momento en recordar lo que iba a hacer al ver qué me estaba mirando.
Claro que me está mirando, somos los únicos en el cuarto y ni siquiera le he dicho si voy a ayudar o no.

- E-eh... ¿Hilo...?

- ¡Ya lo traje! Está por...

Uno de los cajones del mueble en medio de las camas se abrió de golpe, sacándome un pequeño susto.
Me sentí avergonzado de reaccionar de esa forma, pero afortunadamente el chico no pareció notarlo o simplemente decidió ignorar eso.

- ... ahí. ¿Gracias, casita? Ahí mismo puse algunas agujas en un alfiletero así que ten cuidado

Revisé tímidamente el cajón. Tienen colores de hilo muy bonitos... Ah, ¡Hay botones! No encontré ninguno bonito en casa para cambiarle el ojo a mi Camilo... Pero ni siquiera debería emocionarme, estos no son míos.

Suspiré y dejé de ver los botones para mejor concentrarme en buscar el hilo que necesitaba.
Hay del color de la lona, pero no es suficiente.

Le mostré la lona al chico, él pareció bastante confundido hasta que le mostré también el carrete de hilo del color que necesitaba.

- Oh, ¿Necesitas más? Creo que solo nos quedaba ese, pero no importa. Podemos parcharlo de un color parecido

No, por supuesto que no. Se va a ver horrible, en lugar de eso... Creo que tengo una idea.
Me puse a rebuscar en el cajón, sacando más hilo de otros grosores y de otros colores que iba a necesitar, junto a un par de agujas y también...

- ¿Qué buscas?

Levanté la vista del cajón un momento para decirle, pero la voz se me quedó atorada en la garganta al ver que se había acercado de la nada.
Maldito sea, con razón ni lo escuché cuando se acercó como Dolores.
Sus ojos son bonitos... Del color de la selva... ¡Mierda!

- Eh... No metas la cabeza ahí o te vas a picar, mejor dime qué es lo que buscas o dile a la casita

Saqué la cabeza del cajón cuando ya sentí que podía existir sin explotar de la vergüenza, aunque aún así evité mirarlo directamente a los ojos.

- U-un... Uhm, ¿...de madera?

Tracé la forma de un círculo sobre el mueble con ayuda de mis dedos.
Tengo uno en casa... Aunque no es mío, es de la señora, pero como ella ya no lo usa yo lo tomo para practicar mi bordado con algunas cositas.

- ¿Un círculo de madera...? Ah, ¿Dos?

Bueno, técnicamente son dos.
Bajé los dedos de mi mano que había levantado para indicarle la cantidad, esperando una respuesta.
El chico parecía pensarlo un poco, hasta que la misma casita se cansó y sacó uno de los cajones, golpeándolo en el hombro.
No pude evitar reírme un poco. Solo un poquito.

- ¡Ay, casita...! ¿Eh?

El chico dejó de quejarse por el golpe para mirarme de una menea un poco... rara.
De inmediato me cubrí la boca con la mano y me dejé de reír, sintiendo la cara caliente de vergüenza.

- ... Lo siento

Mi risa es demasiado ruidosa, o eso creo.

- ¡N-no, no! ¡Está bastante bien! Es bueno ver qué sabes sonreír, perdona por mirar de esa forma. Ahora bien... ¡Mira, aquí hay varios círculos de madera! Ni siquiera sabía que los teníamos...

Me descubrí la boca despacio, mirando al chico sacar los círculos del cajón con una emoción infantil, ¿Qué nunca vio alguno?
Bufé, divertido. De acuerdo, entonces si está bien... Sonreí suavemente, solo un poco, y le quité un par de aros de las manos.

Creo que estos me sirven.

.......

No diré que hablamos mientras hacíamos el trabajo, porque principalmente fue este chico el que se la pasó hablando mientras yo me limitaba a asentir o decir una palabra de vez en cuando.

Sinceramente... Dejó de ser tan molesto o incómodo después de los primeros quince minutos.
No me gusta el silencio, y he de decir que tiene una voz bonita cuando te acostumbras. Era un buen ruido de fondo mientras trabajaba, decidí que primero arreglaríamos todo lo que fuera rápido para después poder dedicarme más tranquilamente al bordado que tenía pensado para cubrir esa costura de color diferente en la lona.
Sirve que también puedo pensar mejor en lo que voy a hacer... Ah, y volviendo con este Camilo, no sabía cómo sentirme con el hecho de que ya supiera cosas sobre mí.

Para empezar, cómo me llamo y el hecho de que me gusta coser.
Supongo que lo primero se lo pido haber escuchado fácil de alguno de sus parientes o de la gente del pueblo, pero lo de coser... Aún después de que me explicó que su hermana me escuchó quejándome de tela, botones y pinchazos de aguja eso no lo hizo menos inquietante.

No hay privacidad en este pueblo.

- ... aunque me preocupó cuando la abuela dijo que necesitaba hablar con Mirabel. Espero que no se haya dado cuenta de que cambié el puesto con Dolores...

- Uhm... E-eso... ¿No se puede...?

- No, a la abuela le gusta que esté todo justo como ella dice. Le está costando educar a Mirabel en eso porque ella es mucho más flexible, pero bue', la casita ya dijo que ella será la siguiente encargada de cuidar la vela así que no hay vuelta atrás. Igual es bueno en este caso que a Dolores siempre le toquen las tareas más en el fondo, la abuela ni siquiera se preocupa de revisar cómo va con sus tareas así que no debería molestarnos. Igual con la guardería, casi no se pasa por ahí así que no hay problema...

De acuerdo, algo malo de que parece que le gusta hablar es que cuando algo me interesa es difícil pensar en cómo preguntarle porque para cuando tengo las palabras en la boca ya cambió de tema tres veces.
¿Cómo que una vela? Y eso de que Dolores tenga las tareas de fondo... Suena un poco cruel, ¿Por qué haría eso?

- ¡Ajá, terminé con este!

El chico levantó el mantel que supuestamente había terminado de arreglar con expresión triunfante. Ya ni siquiera me molesté en revisarlo bien, simplemente suspiré y se lo recibí.
En todo el rato que llevamos aquí (que ni siquiera sé cuánto sea ya) yo he terminado de arreglar un par de servilletas de tela pequeñas y una rotura en un mantel. Probablemente habría arreglado más... Si no me tocara tener que arreglar los que este chico ya "arregló".

De acuerdo, se nota que no sabe mucho de esto, pero igual su manera de coser no está tan mal... Lo que si está para llorar es su manera de cerrar la costura, es fea y muy visible y ni siquiera está bien cerrada, así que me toca deshacer varios puntos, cerrar adecuadamente esa costura, y terminar de coser y cerrar en donde haya tenido que quitar el hilo.

Sé hacerlo bien, ya que mientras aprendía tuve que rehacer muchas veces varios puntos y nudos, pero aún así me toma una buena parte de tiempo.

Al menos aún así tenemos un buen ritmo, tal vez alcancemos a terminar con casi todas hoy y así puedo encargarme todo el día de mañana del bordado que tengo pensado para la lona.

- ¡Ay! ¡Mier...! Eh, ¿miér... coles? Lo siento, me pinché con la aguja

Voltee a ver al chico, si le dijera que la primera vez que me pinché solté todo el vocabulario del que me pude acordar...
A papá le dió mucha risa porque incluso usé palabras normales como "groserías".

Sonreí un poco al recordar eso, intento no pensar en él a menos que no pueda dormir... Pero el recuerdo vino solo.
No se siente tan mal.

- ... Con cuidado

No parece que haya sido profundo, así que no debería sangrar por mucho tiempo.
Busqué rápidamente en mi bolsillo antes de acercarme a él con algo de duda, sosteniendo su mano con cuidado. Se siente cálido...

- ¿Llevas banditas a todos lados?

Es más una costumbre adquirida, solía llevar siempre algunas cuando aún estaba aprendiendo porque me solía pinchar mucho.
Supongo que se me quedó la costumbre, aunque realmente ya no las uso aunque me lastime.

Listo, ya quedó.

Me alejé apenas le terminé de poner la bandita adhesiva en la herida, aunque aún así el chico se me quedó viendo. Parecían estar esperando algo...

- Eh, ¿Entonces si las llevas a todos lados...?

Ah, ¿Estaba esperando a qué le respondiera?
Eso... Ah, ¿Qué debería decirle?

- ... N-no... ¡Bueno...! Eh, bueno, S-sí... Pero es por costumbre. Antes... Antes m-me lastimaba mucho. Ya no... P-pero la costumbre...

Espero que me haya entendido, ni yo mismo sé que dije.
El chico me miró unos segundos antes de sonreír y asentir.

- Ya veo... Pues gracias, parce. Tienes linda voz, debería hablar más. Me cansé de escucharme yo solo todo el rato

- Eh, ¿Gracias...? Lo siento

- ¡No lo decía para que te disculparas, yo solo...! Ay mier-

El chico se cubrió la boca, y es que justo en ese momento se escucharon un par de toques a la puerta.
Claro, se supone que él no debería estar aquí... Y por lo que he visto supongo que no puede cambiar su voz como cambia su apariencia.

- ¿Dolores? La señora Madrigal dijo que deberían estar en alguno de estos cuartos. Se hizo tarde así que todos se están marchando ya, me llevaré a ______ y volveremos mañana a qué te siga ayudando con lo que faltó, ¿Está bien, querida?

¿Tarde...? Miré a mi alrededor. Al menos a través de la ventana se podía ver qué ya estaba atardeciendo. Ni siquiera me di cuenta de que pasó todo el día... Ah, este Camilo...

El chico me miró con susto, supongo que de verdad sería malo que supieran que cambiaron lugares con Dolores....

- ¿Dolores...?

Escuché el sonido del pomo de la puerta girando, y por primera vez en una buena cantidad de tiempo hablé sin pensar.

- ¡A-aquí estoy! La... La señorita Dolores fue a buscar más hilo, P-pero me quedé acomodando... los manteles, ¡N-no entres o los vas a... a p-pisar!

Se hicieron unos prolongados y angustiantes segundos de silencio, marcados por los fuertes latidos de mi corazón contra mi pecho.
¿Se lo creyó? ¿Y que si quiere entrar? ¿Debería pedirle a este Camilo que se esconda bajo una cama...?

- ... Entiendo, no te tardes mucho _______. Te estaremos esperando abajo

Aún con eso, no me relajé hasta que hube escuchado sus pasos alejándose hasta finalmente perderse por el pasillo.
Los dos suspiramos de alivio al unísono, Camilo finalmente descubriendose la boca y yo haciendo una pequeña mueca de dolor al darme cuenta que me había estado aferrando al dorso de mi propia mano con mucha fuerza.
Debería cortarme las uñas, me dolió.

- Me salvas la vida, te debo una muy grande... ¿Estás bien?

Asentí, intentando tranquilizarme un poco mientras me frotaba la mano adolorida.
Le grité... Le grité a la señora Guzmán, yo le... Le acabo de gritar...

- Ey... Estuviste genial, te escuchaste muy claro al hablar. No te debería felicitar por mentir, pero hiciste un gran esfuerzo

El chico se me acercó, sentándose a mi lado para pasarme un brazo por los hombros y frotarme el brazo en un gesto curiosamente tranquilizante.

- De acuerdo... Ten, supongo que te puede ayudar

El chico se incorporó rápidamente por un momento para ir por mi Camilo, y ofrecermelo.
Se lo recibí con un poco de vergüenza, pero eso no evitó que me sintiera algo más tranquilo.

- Eres muy bueno cosiendo, terminamos casi todos hoy incluso aunque tuviste que estar corrigiendo lo que yo hacía, sé que el tejido me queda muy paila

Miré al chico de reojo, él parecía estar bastante tranquilo mientras me seguía acariciando el brazo de una manera reconfortante.

Abracé un poco más a mí Camilo, pensando antes de hablar.

- ... Está... Está bastante bien, tus tejidos. Solo debes aprender a cerrarlos mejor, p-pero... Están bien...

- Bueno... Gracias por decirlo. Si te sientes bien para bajar deberías hacerlo, tú familia te está esperando abajo

Mi familia... No sé si los describiría de esa forma.

Asentí, y me puse de pie con un poco de esfuerzo. Sentía las piernas un poquito débiles, pero después de aguantarme de pie unos segundos creo que me acostumbré lo suficiente.

Me dirigí hacia la puerta, pero al notar que el chico se quedó en su sitio lo voltee a ver con confusión.

- Oh, lo siento por no acompañarte pero se supone que no estoy contigo para empezar. Y bueno, no se si esta vez la señora Guzmán me quiera preguntar por qué no le respondí como Dolores

Claro, tiene sentido. Qué idiota, por un momento me olvidé por completo.

- Nos vemos mañana, ¡"Bai"!

El chico me despidió alegremente con un gesto de la mano. Lo pensé un momento antes de regresarle el gesto tímidamente.

- Bye...

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