Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

26. Reflejos

En multimedia les dejo un dibujito bien bonis del rayis y su Camilito, hecho por M3gkae_Ackerman. Me encantó cómo se ve el nene con el cabello azúl y púrpura, así que en el siguiente capítulo les dejaré otro art que hizo.

Por cierto, para quienes no sé enteraron tuve muchos problemas con mi celular últimamente, así que si me hiciste llegar un fanart y aún no lo he subido en ningún capítulo de preferencia envíame un mensaje o házmelo llegar de nuevo por favor ya que perdí muchos de los que ya me habían enviado antes.

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~

Estuvimos fuera otro poco, hablando o bromeando a ratos.
Me seguía sintiendo cansado, y tenía tan pocas ganas de ver a ambas familias como antes, pero Camilo logró levantarme el ánimo lo suficiente como para convencerme de volver aunque sea para la despedida, ya que según él no debería quedarle mucho tiempo a la cena.

Me prometió que me daría algo especial antes de que me marchara, así que supongo que eso también me ayudó un poco a animarme a volver.

Isabela y Mariano ahora estaban sentados juntos, y había un viejo piano junto a la mesa en la que todos estaban sentados que juraría que antes no estaba ahí.
Me fui a sentar en mi sitio junto a Mirabel sin hacer mayor escándalo, escuchando a medias la animada conversación que mantenían las dos matriarcas mientras el resto de los integrantes de ambas familias parecía estar en lo suyo.

Me distraje un poco cuando Mirabel y sus padres me preguntaron cómo me encontraba, Mariano también se acercó a verme un poco pero no tardó en tener que volver a su lugar cuando la abuela lo llamó.
En eso terminé perdiendo de vista a Camilo, que parecía haberse desparecido después de entrar a la cocina.
No lo volví a ver hasta varios minutos más tarde, cuando parecía que finalmente la cena había llegado a su fin.

- Fue todo un placer que pudieran asistir a cena y que todo haya sido tan maravilloso. Nos veremos pronto para decidir los detalles de la boda...

La señora Madrigal y la señora Guzmán encabezaron la salida, mientras que Mariano e Isabela iban justo detrás de ellas.
Yo por supuesto que iba bastante detrás de todos ellos, pero eso terminó sirviendo para que Camilo se me acercara por detrás, cubriéndome los ojos un momento mientras fingía de una manera bastante mala una voz más grave.
Parece que su habilidad con las voces no es tan buena como su capacidad de cambiar su apariencia.

- ¿Quién soy?

No pude evitar sonreír, y llevé mis propias manos a las suyas mientras aguantaba un poco la risa.

- N-no tengo idea, ¿Una pista?

- Veamos... Soy muy suavecito y te hago sentir mejor, tengo unos ojos de botones coloridos y creo que me extrañaste bastante...

- Ah, ¡¿Camilo...?!

Solté las manos de mi amigo y de inmediato me giré hacia él, estaba tan emocionado por pensar que de alguna forma había conseguido ya a Camilito que ni siquiera presté mucha atención a lo cerca que estaba del otro Camilo hasta que él retrocedió un poquito mientras miraba hacia otra parte por un momento.

- Eh... S-si, ¡Aquí está! Sano y salvo

Camilo se recuperó y me volteó a ver con una sonrisa mientras señalaba su propio pecho. Llevaba a mi Camilo bajo su ruana, asomando su cabecita por el espacio de esta.

- ¡¿Lo conseguiste?!

- Por supuesto que sí, principito. Te lo prometí

Esperé ansiosamente a qué mi amigo sacara a mi Camilo de su ruana, para finalmente recibirlo con un tremendo alivio y felicidad.
Estrujé el peluche entre mis brazos con un poco de fuerza, antes de mirar a Camilo de nuevo sin poder evitar sonreír.

- ¡Muchas gracias, Camilo!

El chico me miró atentamente por unos segundos, antes de reaccionar y desviar la mirada mientras se toqueteaba un poco el cabello.

- S-si, no fue nada. Ya te había dicho que fue algo de mi culpa el que lo perdieras, así que no necesitas agradecer...

- Hermanito, ya es momento de irnos

Solté un pequeño respingo al sentir la mano de Mariano sobre mi cabeza, escuchando su voz apenas un momento después.
Asentí, aún un poco nervioso por el pequeño susto que me había llevado.

- Bien, despídete. Nos vemos, Camilo, gracias por ayudar a ______

- Es un gusto

Mariano y Camilo se despidieron con un breve gesto de la mano, después de lo cual mi amigo se acercó a acomodarme un par de mechones de cabello que seguramente Mariano me había alborotado.
Me quedé completamente quieto mientras él estaba en eso, mirando lo más disimuladamente que pude su bonito rostro.

- ... Y listo. Parece que ya te esperan, así que supongo que nos veremos después. Puedo ir a buscarte a tu casa cuando termine con mis tareas, ¡S-si quieres claro!

- S-sí, sería lindo... ¡Digo lindo como a-agradable! Porque es agradable estar... Estar c-contigo

- Je, lo mismo digo. Descansa, principito

Camilo me sonrió dulcemente, antes de acariciarme la cabeza a modo de despedida (y probablemente echando a perder su trabajo de acomodarme el cabello hace un momento).

Me despedí de él con un pequeño gesto de la mano, mientras sostenía firmemente a mi Camilito contra mi pecho usando mi brazo libre.
Podía sentir mi corazón golpeando un poco fuerte dentro de mi pecho, pero no podría estar seguro de si eran aún nervios por la desastrosa cena, emoción por tener a mi Camilo de regreso... O sí se estaba esforzando para ser escuchado por el otro Camilo.

Camilo

La culpa que había estado sintiendo porque ______ estuviera sin su Camilito tan solo la podría comparar con lo feliz que me puso verlo con él de nuevo. Se veía tan... pues, feliz también.

En verdad espero que eso lo haya animado aunque sea un poco, la cena no fue muy agradable para él precisamente.
Estoy hasta algo molesto con mi abuela y la suya por insinuar algo así cuando ______ apenas se está intentando integrar al pueblo. Es más, ni aunque llevara años viviendo aquí me parece que sea algo fácil de decir.

Nunca había pensado demasiado en eso con Isabela y Mariano estando comprometidos desde hace tanto, pero después de verlo hoy... Yo no estaba presente cuando hicieron el arreglo de matrimonio de mi prima, me pregunto si fue como el de hoy.
Me pregunto... Si alguno de ellos la pasó tan mal como _______, aunque seguramente no lo demostrara.

Tal vez la sigan pasando mal, después de todo...

- ... Isa no se veía feliz

- ¡'Milo!

- ¡¿Eu?!

Dejé de lavar los trastes al escuchar la voz de Mirabel. Casita se encargó de acomodar los que yo había terminado mientras me secaba las manos, acomodandome las mangas de mi camisa para cuando finalmente mi prima se asomó por el umbral.

- La abuela y mi tía Pepa te están buscando

- A la m... Bueno, ya voy

Suspiré, sintiendo un vuelco desagradable en el estómago pero esforzándome en ignorarlo mientras me giraba para recoger mi ruana.
Siempre me la quitaba al lavar para evitar que se fuera a mojar, aproveché para esconder un par de arepas que habían quedado de la comida.
Si esto va como pienso que irá... Voy a necesitarlas en un rato.

- ¿Hmm?

Algo se cayó cuando estiré mi ruana para ponermela, al agacharme me di cuenta de que era el viejo ojo de mi tocayito, ese botón verde que _______ me regaló el día de la ceremonia del don de Antonio.
No pude evitar sonreír ligeramente mientras miraba el pequeño objeto de plástico, aunque aún así no pude evitar extrañarme un poco.
Supongo que lo guardé sin darme cuenta, pensé que lo había dejado en mi habitación...

Me encogí de hombros y lo guardé en mi bolsillo, por lo menos no lo perdí.

- ¿Puedes terminar de lavar por mí? Ya no quedó mucho pero no dejes que casita te ayude porque siempre termina rompiendo...

- Camilo, creo que... La abuela está molesta

Intenté pasar de Mirabel rápidamente con una sonrisa, pero ella me detuvo con expresión preocupada cuando estaba por dejar la habitación.
La miré unos segundos, sentí mi ánimo decaer lentamente igual que mi sonrisa pero de inmediato me esforcé en mantener una expresión alegre para ella.

- Lo sé... Pero no es la primera vez, ni será la última. Así que tú tranqui, Mira

No esperé a que ella me respondiera, y simplemente me apresuré a salir hacia el patio, dónde suponía que estaban la abuela y mamá.
Mis primas y mis tíos estaban ocupados terminando de recoger con casita, y papá estaba en el comedor con Antonio.
Ni siquiera me esforcé en voltear a verlos, no estoy seguro de qué tan grave puede ser lo que haya hecho molestar a la abuela pero no quiero que la mirada de mi papá sea la que me lo diga.

Y, además, no quiero que Antonio se llegue a preocupar si me nota raro.

- ¡Hey...! Abuela, mami, ¡Aquí estoy! ¿Qué sucede?

Intenté llegar lo más despreocupado que pude con mi mamá y la abuela, que estaban junto a la puerta de entrada, ya cerrada.
Parecía que estaban hablando antes de que yo llegara, y no debe ser de algo precisamente bueno. Mamá luce un poco preocupada, y unos pequeños hilos de nubes grises se están arremolinando sobre su cabeza.

- Camilo, pensé que ya había hablado contigo antes sobre estas cosas

De acuerdo, vamos directo al punto.
La abuela en verdad debe estar molesta.
Ella se acercó a mí, me quedé quieto en mi lugar aún cuando ella acercó su mano a mi rostro.
Cerré los ojos, sintiendo como el tacto brusco de su dedo pasaba por mi párpado sin nada de delicadeza. Incluso me lastimó un poco con su uña.

Aún así, no me quejé. Tan solo solté un suspiro al entender a qué iba todo esto.

- ¿Otra vez con esto? ¿Qué hablamos sobre que tú te... maquillaras o lo que sea?

- ... Ni siquiera se notan

Me froté un poco el párpado que me había tocado la abuela, hablando en voz un poco baja. Elegí una sombra marrón muy sutil, y con la poca iluminación de la hora seguramente se notó aún menos.

- Esta era una tarde muy importante para tu prima Isabela, ¿Qué habrían pensado los Guzmán si te hubieran visto?

Bueno, sé que a _______ no le importaría.
Que yo sepa él aún no lo nota, pero él es tan lindo y amable... Estoy seguro de que él sí entendería.

- ¡Pero no me vieron!

- ¡No me levantes la voz!

- Camilo, bebito...

Mamá intervino cuando la situación se empezó a poner aún más tensa, acercándose a mi lado para acariciarme suavemente una mejilla, haciéndome mirarla a los ojos.

- Ya habíamos hablado de esto, podías conservar tus pinturas mientras solo las usaras cuando estuvieras con la familia. Y bueno, los Guzmán prácticamente son parte de nuestra familia pero...

- Pero hasta que el matrimonio de Isabela sea oficial, nada es totalmente seguro. Está tenía que ser una cena perfecta, ¡Y no debías ir luciendo así!

Me tuve que morder la lengua para no responder a la abuela.
Mamá luce tan... triste, ¿Decepcionada? No sé interpretar esa mirada.
¿Piensa lo mismo que la abuela? Incluso cuando ella... Mamá había dicho que se me veía bien, siempre lo dijo...

- ... Lo siento, no volverá a pasar

Agaché la vista, alejándome un poco del tacto de mamá.
Las nubes sobre su cabeza se agruparon más rápidamente, pero ella simplemente retrocedió un poco.

- Por supuesto que no. Hablé con tu madre, Camilo. Le vas a entregar todas tus pinturas o lo que sean mañana mismo...

- ¿Qué? Pero...

Esas son mías. Yo las compré para no tener que pedirle a  Dolores o a Isa, luego mi prima me regaló algunas pero... ¡Esas son mías! ¡Ahorré mucho para poder conseguirlas!

- Y vas a ayudar con sus tareas a Isabela mañana, por haberle faltado el respeto a un momento tan especial para ella...

- ¡Pero eso no es...!

- ¡Y si te vuelvo a ver con pintura en la cara...! Tendremos que pensar en otro castigo, así será hasta que entiendas

Eso no es justo, no es nada justo. ¿Por qué...? ¡No es justo!
Miré a mi mamá, buscando alguna clase de ayuda o apoyo, pero ella simplemente agachó la vista hacia otra parte.
¿Está de acuerdo con esto? Es ridículo.

Me resigné, dándome cuenta de que estaba solo en esto, así que voltee a ver la abuela para enfrentarla.

- ¿Hasta que entienda qué?

- Que no puedes estar pintandote ni haciendo nada de esas cosas

- ¿Y por qué no?

La abuela me miró directamente a los ojos, claramente harta de esta conversación.

- ¡Porque no eres una niña, Camilo! No eres una chica, así que no hagas cosas afeminadas que hagan quedar mal a nuestra familia

- ¡Mamá...!

Finalmente mi mamá habló, pero realmente no dijo nada. Tan solo pareció escandalizarse un momento, pero realmente no pudo hacer nada más que mirar a la abuela con sorpresa y preocupación.

Y yo... Me quedé pensando en las palabras de la abuela. No deberían molestarme... No tanto, no deberían hacerme sentir tan mal.
Y aún así...

- Bebito...

- Entonces creo que tampoco soy un chico. Ni tu familia

Ni siquiera me molesté en mirar a la abuela, no me interesaba ver qué clase de expresión había puesto.
Mamá extendió su mano hacía mí pero me alejé bruscamente antes de que me pudiera agarrar.

- ¡Camilo!

- ¡Vuelve aquí!

Me alejé corriendo, subiendo de dos en dos las escaleras lo más rápido que pude.
¿Por qué dije eso? ¿Soy idiota?
La abuela me hizo enojar tanto... Ni siquiera sé bien lo que dije. Por supuesto que soy un chico, ¡Ella no tenía por qué poner en duda eso!
Si no... ¡Yo no le hubiera dicho nada!
¿Verdad?

¿Verdad...?

Ni la abuela ni mamá fueron tras de mí, pero aún así no me detuve hasta llegar a mi habitación.
Cerré la puerta detrás de mí apenas entré, apoyando mi espalda contra esta y dejandome caer hasta el suelo, justo con tiempo de notar cómo se me acumulaban las lágrimas en los ojos.

Recogí mis rodillas contra mi pecho, abrazándome fuertemente a ellas mientras agachaba el rostro, temblando por el llanto de enojo reprimido.

Esto es tan... Ridículo, e injusto. Que la abuela me prohíba algo así de esa forma, diciendo esas cosas... Y que me sienta tan mal por eso.
No tiene sentido, no tiene ningún sentido...

- ¡Mierda! Mierda, m-mierda...

¿Por qué...? ¿Por qué dije eso? La abuela se pondrá todavía más furiosa, ¿Por qué dije una tontería así?
Estoy tan confundido... No me gusta, de nuevo...

Me quedé lagrimeando en silencio por un rato, simplemente echo una bolita molesta y confundida al pie de la puerta de mi propia habitación, mientras le daba vueltas una y otra vez a los mismos temas y preguntas sin poder encontrar una respuesta que me sirviera.

Nadie fue a buscarme, nadie llamó a la puerta de mi habitación. O sí lo hicieron, no los escuché.
Sea como sea, casi lo prefería así. En este momento ni siquiera sabía si quería ver a alguien ahora mismo.

Ni siquiera sé cuánto pasó hasta que finalmente me comencé a tranquilizar un poco, lo suficiente como para lentamente ir extendiendo mis piernas entumecidas sobre el suelo.
Levanté la vista con cansancio, nunca fui mucho de llorar, ni siquiera de pequeño, y menos a tal punto, así que sentía los ojos un poco inchados.
No era agradable.

Tan solo quería irme a dormir, descansar y esperar que mañana por la mañana me diera cuenta de que todo había sido un sueño o una solución apareciera mágicamente.
Diría que también podría esperar a que la abuela estuviera menos molesta mañana, pero después de haber dicho eso... Lo dudo mucho.

Sin embargo, apenas eché un mínimo vistazo a mí habitación me di cuenta de que mi descanso estaba muy lejos todavía.
Cuando entré a mí cuarto lo hice a toda prisa y me agaché de inmediato a llorar, así que no lo había notado hasta ahora, pero mi habitación estaba muy lejos de verse con normalidad.

De hecho... Ni siquiera la veía.
No había ninguna clase de iluminación, ni el enorme par de ventanas por las que solía ver a la gente del pueblo en ocasiones.

Incluso dude por un instante de si en verdad había abierto los ojos.
Nunca fui de temerle a la oscuridad, pero en ese momento... No pude evitar sentir un escalofrío.
Y por más ilógico que parezca, el mal presentimiento que tenía solo se acentuó y confirmó cuando finalmente apareció un pequeño haz luz en el extremo opuesto de la habitación, justo frente a mí.

- Esto... No, no puede...

Mi propia voz me sonó extraña, ahogada.
Me puse de pie lentamente, caminando con preocupación hacia la zona iluminada por la luz.
Esta parecía señalar una mesita de noche, y al acercarme a ella noté que había algo sobre ella.

Al reconocer el objeto de inmediato me detuve.
Me hubiera gustado retroceder, pero ni siquiera eso pude hacer.
Me quedé clavado en mi lugar, con la mirada fija en el pequeño y aparentemente inofensivo espejo de mano que descansaba sobre el tocador.
O bueno, mejor dicho lo que alguna vez había sido un espejo de mano.
Ahora sólo quedaba el esqueleto de madera que antes solía sostener el espejo, conservando tan solo un fragmento roto y opaco de la superficie reflejante.

- No... N-no por favor...

Ese maldito espejo... Yo me deshice de él la última vez, ¿Entonces por qué...?

Escuché un leve chirrido de madera en mi habitación. Fue un sonido muy suave, pero en medio del silencio me inundó totalmente los oídos.
Y me sirvió para reaccionar.

Retrocedí un paso torpemente, luego otro... Y dos, y tres. Y corrí hacia la puerta de mi habitación, pero no la pude encontrar.
Me choqué de lleno contra la pared fría, aún cuando yo juraba que para esa dirección estaba la salida.
Voltee a ver la luz con la esperanza de ubicarme, pero esta se apagó en un instante.

Cuando la luz volvió ya no se limitaba a iluminar únicamente la mesita, si no que ahora eran varias luces que marcaban el borde mi habitación, mostrándome que esta ahora tenía una forma circular... Y que estaba tapizada de espejos.
Grandes espejos de cuerpo completo con marcos vistosos y tallados a detalle, espejos de baño con sencillos marcos de madera. Espejos redondos y pequeños, cuadrados u ovalados. Sin marco y hasta un par un poco agrietados.

Todas las paredes de mi había estaban llenos de ellos, incluso retrocedí con susto (cayendo al suelo al tropezar con mis propios pies) al darme cuenta de que la "pared fría" contra la que había chocado no era más que un enorme espejo que ocupaba casi todo el espacio entre el suelo y el techo.

- Esto... Esto no es real, no es real... No es real, no es real

Agaché la vista, cerrando los ojos con fuerza y sujetándome la cabeza.
Solo es una pesadilla, igual que esa vez solo fue otra pesadilla.
Solo es un mal sueño, el mismo mal sueño.
No es real... No es real...

- ... lo... milo...

No es real, no es real... No pasa nada, no pasa nada...

- ... milo... Camilo...

- Por favor, solo déjame salir

Levanté la vista, resignado.
El enorme espejo frente a mí me devolvió la mirada.
Me estaba reflejando a mí mismo, en mi posición arrodillada sobre el suelo.
Pero aún así, no era un reflejo perfecto.

Sí, la superficie imitaba mis movimientos y gestos, pero quién se mostraba ahí no era yo. O no tan exactamente.
Me quedé mirando atentamente a una versión más pequeña de mi mismo.
Con mi cabello rizado más corto y alborotado, y la boca y ojos embarrados descuidadamente de labial y sombra.
Cuando me puse lentamente de pie, la falda que llevaba mí versión pequeña en el espejo se estiró, cayendo y agrupandose la tela sobrante por el suelo.

Era de una talla más grande que la mía en ese momento, así que le quedaba grande a mi yo de aquel entonces.

Me quedé mirandolo por un momento, mientras el pequeño yo parecían devolverme la mirada.
Y fue el único momento de paz que tuve antes de que el resto de espejos también comenzaran a reflejarme.

Me reflejaban, pero me reflejaban diferente. Ninguno era igual, y aún sin verlos... Podría jurar que conocía de memoria como lucía en cada uno de ellos.

No quería mirarlos, no quería ver ninguno de los malditos espejos.
Tan solo quería irme de ahí.

- ¡Déjame salir! ¡Déjame salir! Por favor... Por favor...

Me acerqué al gran espejo frente a mí, golpeando su supeficie con desesperación como si se tratara de una puerta. Sin embargo, al cometer el error de ver mi reflejo imitando mis acciones me detuve de inmediato.
Retrocedí de nuevo, intentando con todas mis fuerzas borrar de mi mente la imagen de esa versión mía con una expresión desesperada, llorando mientras su mano golpeaba contra la mía en el reflejo.

Mi vagar torpe y asustado solo me hizo quedar frente a otro espejo.
En él, una versión de hace apenas algunos años me regresó la mirada, pero esta tenía el cabello mucho más largo, cerca de la cintura.
Y sostenía un estuche de maquillaje en una de sus manos.

Me alejé de nuevo, pero terminé cerca de otro espejo. Y ocurrió lo mismo. No tenía a dónde ir, a dónde esconderme. Estaba rodeado, atrapado con todos esos malditos espejos.

- ¿Cuál es? ¡¿Cuál de todos es?!

- ... milo...

Aún cuando no había más ruido además del que yo hacía con mis gritos, me costaría bastante concentrarme cuando me pareció escuchar algo.
Un suave susurro, que poco a poco se hizo más claro cuando lo logré identificar.

- ... Camilo... Camilo...

Seguí el sonido lo mejor que pude, hasta que llegué frente a un espejo alargado de marco dorado.
Apenas si me molesté en mirar a mi reflejo, que me regresó la vista directamente, mirándome con los párpados pintados de sombras rosas y púrpuras.

Viene de aquí, estoy seguro.
Golpee el espejo de nuevo, tal y como hice con el primero, pero esta vez con más fuerza y desesperación.
No funcionaba, no funcionaba por más que lo intentara, y cuando sentía que podía ponerme a llorar de la desesperación escuché un pequeño ruido a mis pies.

- ¡El botón...!

Era estúpido, totalmente estúpido, pero tomé el botón verde que le había regalado _______ y comencé a golpear el espejo con él.
No sé qué esperaba, ni siquiera sé si el botón ayudó en algo o simplemente mi fuerza terminó por ganar, pero al cabo de unos segundos el espejo finalmente comenzó a ceder y agrietarse.

Continúe golpeando, ya fuera con mi mano desnuda o continuar insistiendo con el botón. Tan solo quería salir de ahí, era tan asfixiante todo esto que sentía que podría desmayarme.

Y, finalmente, después de unos eternos segundos mi mano pasó a través del espejo, rompiendolo y abriendo un agujero a través de él, hacia el espacio vacío detrás.
No perdí más tiempo, y sin importarme los border irregulares del vidrio me abrió paso a través de él, corriendo ciegas una vez que hube pasado hasta que finalmente choqué directamente con la puerta.

Las manos me temblaban tanto que tardé varios eternos y horribles segundos en finalmente lograr abrir la puerta.
Salí al pasillo jadeando, como si acabara de correr por todo el pueblo.
Cerré de inmediato la puerta detrás de mí sin ni un poco de cuidado, y me apoyé contra ella, temblando.

- ¿Camilo?

Levanté la vista al escuchar la voz de mi hermana, ella parecía estar a punto de entrar a su habitación mientras me miraba con sorpresa.

- Te estuve llamando. Escuché lo de la abuela, no era mi intención pero ya sabes, quería saber sí tú... ¿Camilo...?

Sentí humedad bajar por mis mejillas mientras miraba a Dolores, ella se llevó ambas manos a la boca y se acercó cuidadosamente a mí.

- Camilo, estás sangrando... ¿Qué...?

- ¿Puedo.... Puedo dormir en tu habitación hoy?

Mi hermana me miró atentamente, analizandome a detalle. Rogué con todas mis fuerzas por que no preguntara nada, haciendo un gran esfuerzo para contenerme.

- ... Claro que sí. 'Milo, ¿Debería avisarle a mamá o a la tía...?

- ¡No!

Acorté la distancia que me separaba de mi hermana en dos pasos, abrazándome a ella con fuerza.

- Por favor... No le digas...

Dolores se quedó en silencio por un momento, pero no tardé en sentir unas suaves caricias suyas recorrer mi cabello repentinamente corto.

- ... De acuerdo. Vamos a dormir, ¿Si? Pero primero hay que curarte esos cortes

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro