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2. El camaleón dorado

Escuché claramente al chico hablarme, y aún así me tomé un buen rato en poder responderle.
Normalmente no tengo tanto problema intentando hablar con personas de mi edad o menores que con los adultos, pero si son... Así, es más difícil.

Me da vergüenza hablar con chicos bonitos, y encima la señora Guzmán me hizo apartarme el cabello de esta forma. Maldita sea.

Me giré rápidamente hacia la pared y me apresuré a desacomodarme un poco el cabello, para que cubriera esa marca en mi piel y mi ojo raro.

- Eh, ¿Me escuchaste? Si vienes a recoger a alguno de los niños tendrás que hablar con la abuela primero porque te juro que no te conozco...

De acuerdo, respira. Es fácil, solo le dices que estás buscando a la señora Julieta y te vas. Es todo, no tiene por qué pensar que quieres venir a secuestrar niños o algo así.
Debe ser otro de los hijos Madrigal, aunque no recuerdo su nombre... Sé que tienen dos hijos, pero como son a las hijas a las que se les ve más por el pueblo no estoy familiarizado con ninguno de los dos.

Sostuve a Camilo entre mis brazos, sujetando su patita con mi mano, y me giré para ver a este chico, dispuesto a tranquilizarme y explicarle por qué estaba aquí.

Aunque claro que mi motivación se esfumó de golpe cuando me giré y me encontré de frente conmigo mismo.
Literalmente, estaba viéndome... ¿A mí mismo? en donde justo hace unos instantes estaba ese chico.

Por supuesto que me asusté, y más porque esa versión de mí tenía el cabello arreglado y se podía ver ese estúpida marca roja sobre mi ojo raro.
Terminé soltando un respingo bastante audible y retrocediendo de la impresión, aunque de inmediato sentí algo en mis pies que me hizo tropezar hacia atrás.

- Sí, definitivamente no te recuerdo de ningún... ¡Cuidado!

Ese doble mío reaccionó con una rapidez sorprendente, sosteniéndome del brazo para que no me cayera y jalandome hacia él para que recobrara el equilibrio.
El impulso me hizo caer de lleno contra su (¿O debería decir "mi"?) pecho, aunque me apresuré a alejarme torpemente.
No me caigo tan bien como para apoyarme contra el pecho de un clon mío.

- Eres raro parce... Oh, tienes bonitas manos

Yo todavía me estaba recuperando de la impresión de que un doble mío me acabara de ayudar a no caerme cuando tuve que ver cómo ese mismo doble se "convertía" en el mismo chico de antes, aunque sus manos me parece que seguían siendo las mías ya que las miraba con bastante atención. Y además, aún se me veía un poco rojo el dedo en el que me pinché en la mañana.

Entonces este chico... Ah, definitivamente es uno de los Madrigal. No sabía que uno podía cambiar de forma, pero que don tan... Okey, es práctico pero también da miedo y es confuso si no sabes que este chico lo tiene.

- En fin, me parece que traías esto y... Casita, ¿Por qué hiciste eso?

Las manos del chico (que aún lucían como mis manos) parecieron hacer un movimiento raro que apenas duró un instante, antes de volver a su forma natural (o eso creo). El chico se agachó a recoger algo mientras le reprochaba a la casa, ¿Fue la casa la que me puso zancadilla?
En verdad no me quiere aquí, no sé por qué sigo aquí.

Unas ventanas cercanas chirriaron, llamando la atención de los niños (que de inmediato fueron a ver con una sonrisa divertida), supongo que como una respuesta a la pregunta de este chico.
Él simplemente se limitó a negar con la cabeza, antes de mirarme de nuevo.
Sus ojos son bonitos, parecen verdes pero un poco más oscuro.

- Eso fue grosero, menos mal que no te caíste. ¿Estás bien?

Por fin presté atención a lo que el chico me ofrecía, y de inmediato se lo recibí, sintiendo las orejas un poco calientes de la vergüenza.
Era Camilo, ni siquiera me di cuenta de cuándo lo solté.
Asentí con la cabeza mientras lo revisaba, no pude evitar sentirme aliviado al ver que la patita seguía colgando de su sitio. Me daba miedo que se hubiera terminado de caer, debería arreglarla en cuánto pueda.

- Entonces, ya qué estás bien... Siguiendo con lo de antes, ¿Vienes a recoger a alguno de los niños? ¿Y quién eres? No te había visto nunca

Supongo que el susto ayudó a que se le perdiera un poco el encanto de chico bonito, ya no me siento tan nervioso.
Y además... No dijo nada acerca de Camilo. No sé si pensará erróneamente que es para alguno de los niño pequeño, pero sea como sea me alegra que se lo haya tomado con tranquilidad.
Es un alivio.

- N... No, busco a... ¿Julieta?

- Ahh, ¿Buscas a tía Julieta? Ella no tarda, de hecho ya debería haber vuelto. ¿Estás herido? Tal vez por eso tropezaste tan fácil

¿Soy yo o este chico se acerca mientras habla? Es un poco intimidante de cierta forma.
Aparté un poco la vista, pero de inmediato volví a ver al chico cuando escuché un ruido curioso y rápido, como de tela rozándose.

- Además te sientes delgado, deberías comer más

Y como me imaginaba, había vuelto a adoptar mi apariencia mientras se miraba las manos y los brazos.
Mis manos y brazos.

- De... Deja eso...

- Oh, lo siento. ¿Cosas privadas? Entiendo, pero también deberías dejar arreglar tu cabello. Es bonito pero está todo enredado, y no sé cómo es que puedes ver con...

- ¡N-no! ¡Eso no!

El chico justo estaba levantando el cabello que me cubría el ojo para acomodarlo, y lo soltó de golpe cuando alcé la voz sin querer.
Me di cuenta de lo que hice hasta que noté que incluso los niños voltearon a vernos, y de inmediato me cubrí la boca.
No debí gritarle, se me escapó. Espero que no se moleste...

- Tú... ¡Entonces si puedes hablar alto! Dios, me estaba preocupando. No podía escucharte hablar de lo bajito que lo haces

¿Qué?
El chico se me acercó rápidamente mientras cambiaba a la que supongo es su apariencia real, y me tomó de la mano, lo que me hizo sentir un escalofrío involuntario.

- Lo siento por eso, es difícil conocer mis límites cuando recién conozco a alguien. Debes ser nuevo en el pueblo, todos los demás ya están acostumbrados. Vamos, te llevo con mi tía, ¡Casita, te encargo a los niños un momento! Niños, pórtense bien con la casita

El chico me guío rápidamente fuera de la habitación, mientras yo aún estaba intentando encontrarle sentido a su reacción.
El piso se levantó solo apenas nos alejamos de la entrada de la habitación, armando rápidamente lo que parecía ser una pequeña valla de seguridad para los niños, que llamaron al chico desde la habitación diciéndole que se diera prisa para que jugara con ellos.

O al menos creo que llaman al chico, pero el nombre que dicen... ¿Es una broma?

- Ah, por cierto, ¡Me llamo Camilo Madrigal! ¡Bienvenido!

No sabía qué cosa me llamó más la atención, si la estúpida coincidencia de que este chico-camaleón se llamara igual que mi camaleón de peluche, o el que era la primera vez que alguien me daba la bienvenida a este lugar, incluso cuando ya hacía más de una semana desde que había llegado al pueblo.

.......

A pesar de que, supuestamente, el señor Agustín le había dicho a la casa que nos avisara cuando regresara la señora Julieta, ella ya estaba en la cocina para cuando yo llegué junto a este chico supuestamente llamado Camilo.

No sé si esa zancadilla haya sido la manera de la casa de avisar, pero dejando eso de lado... ¿Por qué "Camilo"? ¿Por qué de todos los nombres se tenía que llamar como mi Camilo?
Encima en ese poncho amarillo que lleva... Recién noté que tiene dibujos camaleones en él.

Da igual, supongo que no hay nada que hacerle. Además, no es como si tuviera planeado convivir mucho con este chico como para tener que diferenciarlo de mi Camilo.

- Entonces, ¿La señora Guzmán te mandó por qué piensa que podrías estar enfermo?

Asentí. La señora Julieta era sorprendentemente amable, quiero decir, si parecía ser así de las veces que la vi de lejos en el pueblo. Comienzo a pensar que esto de los dones tiene relación con su personalidad, porque realmente ella es tan cálida y amable que fácilmente me hace sentir mejor incluso aunque aún no haya comido nada de su comida.
Es muy cómodo estar cerca de ella, qué raro. Ni siquiera me costó tanto decirle por qué vine.

- Bueno, sí te ves un poco enfermo

- Camilo, no sea grosero y mejor ve por tu tío Agustín. Vi a Isabella arreglando flores atrás y seguramente las abejas ya lo dejaron todo inchado

- Como diga tía, ¡Supongo que te veré luego, tú!

El chico me dedicó un rápido gesto con la mano como despedida, transformándose en el señor Agustín antes de salir de la cocina.

Por más que me pareciera raro ese chico "Camilo", debo admitir que el que hubiera tres personas en la habitación me hacía sentir menos presionado a hablar. Y ahora que éramos dos, podía sentir la presión colocándose de a poco sobre mí, incluso con la gentil aura de la señora Julieta.

- Entonces, ¿Estás de visita con los Guzmán? Nunca te había visto en el pueblo... Ah, discúlpame, olvidé tu nombre

Por Dios, ¿Cuántas veces me dijeron eso tan solo hoy? Parece que todos aquí se conocen muy bien aunque sea de vista, comenzaré a salir más solo para no tener que lidiar con esto la siguiente vez que la señora me saque a la fuerza de casa.

- Me... Eh, m-me llamo ______. La... La señora es m-mi abuela... Vine a vivir con ella

- Es un lindo nombre, _______. ¿Entonces ella es tú abuela...? Oh, no me digas que eres hijo de Manuel, supongo que Mariano no tendría un hijo de tu edad. Debes ser de la misma edad que mi Mirabel

- Eh sí, y... Bu-bueno tengo 15 años...

La mujer había estado preparando algo de espaldas a mí, pero finalmente volteó a verme con un plato en la mano.
Parece que lleva una arepa en él, no pensé que fuera tan literal lo que dijo la abuela.

- Lamento lo de tu padre, la señora Guzmán nos lo contó. Claro que no habíamos tenido oportunidad de conocerte, deberías pasearte más por aquí. A Mirabel y a Camilo probablemente les gustaría convivir con más chicos de su edad

La señora Julieta me sonrió amablemente mientras me extendía el plato con la arepa.
Murmuré un suave "gracias" antes de darle un pequeño bocado. Por lo que me dijeron apenas si necesitaba un mordisco de su comida para que hiciera su efecto mágico de curación, pero sabía tan bien que terminé por comérmela toda casi sin darme cuenta.

Era una sencilla arepa de queso, pero era muy deliciosa aunque realmente no sentí ninguna clase de efecto adicional. Supongo que en verdad no estoy enfermo ni herido más que por la punzada de la mañana, de la cuál por cierto desapareció cualquier rastro en la piel de mi dedo desde el primer bocado.

- ¡Julieta, volviste!

- Ay Agustín, ya sabes que debes tener cuidado cuando Isabella hace florecer flores perfumadas. Ven aquí, siéntate mientras termino con otra arepita

El señor Agustín llegó a la cocina, yendo directo a los brazos de su esposa. La señora Julieta lo abrazó con una sonrisa, antes de besarle la inchada mejilla.
Decidí que si había algo que podía ser más pesado que estar solo con alguien era estar solo con dos personas muy cercanas entre sí, así que comencé a pensar en alguna excusa que pudiera usar para marcharme.

Afortunadamente, la señora Julieta pareció percibir mi incomodidad.

- ______, puedes quedarte o ir a explorar con confianza, estás en tu casa

- Eh s-si, gracias...

Decidí esperar un poco para no hacer sentir mal a la señora Julieta, antes de finalmente tomar a Camilo y retirarme de la cocina.
Tenía curiosidad de ver más de la casa, pero creo que no sería adecuado ir vagando por ahí.

Ya terminé el motivo por el que vine así que creo que lo mejor sería marcharme a casa a arreglar a Camilo, y a intentar olvidarme del otro Camilo.

......

Camilo

- ¿Eh? ¿Segura que ya se fue? ¿Este chico?

Hice un cambio rápido de apariencia por la de aquel chico tan peculiar, pero aún así la respuesta de tía Julieta y de Agustín siguió siendo la misma.
Maldición, y yo que pensaba hablarle más... Ah, ¡Ni siquiera le pregunté su nombre!

Bueno, si se lo pregunté pero no me respondió.

- ¡Ahhg! No puede ser, solo me quedé con los niños un momento...

- Ya, no hagas corajes o se te pondrá la cara chueca

Mi tía me acarició brevemente la cabeza y me picó la nariz. De inmediato acomodé lo que se me hubiera podido mover de lugar en la cara, qué problema, normalmente puedo controlar esto bien.

- No te preocupes, según me dijo va a estar viviendo con los Guzmán a partir de hoy así que tendrás tiempo de estudiarlo bien

Me contuve las ganas de responder a mi tía y me limité a asentir. Es verdad que me gusta estudiar a la gente para mejorar mis actuaciones de ellos... Pero hay algo curioso con él, me llama bastante la atención.
Igual puede que sea porque no hay muchos chicos de mi edad en el pueblo... O al menos no con una apariencia tan... particular, y que lleven un peluche de camaleón cargando con ellos.
Estoy curioso, le preguntaré a Dolores si sabe algo.

Pero ya que estoy en la cocina... Supongo que bien puedo intentar tomar algunas arepas.

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