1. Por una arepa
No me peguen me sigo intentando acostumbrar al uso de palabras y modismos así que si lo hago mal pls díganme para morir de vergüenza en silencio.
~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~
Creo que debería conseguir un botón de otro color. Pensé que este verde quedaría bien, pero creo que se confunde un poco con el resto del cuerpo de "Camilo". Igual podría ponerle más parches de colores, es un camaleón así que no importa si es de colores.
No importa...
- ¡_______! ¡Hermanito despierta y ven a desayunar o mamá se enojará!
La voz de Mariano me tomó por sorpresa y solté la aguja de golpe al sentir un pinchazo en el dedo.
Me llevé la punta del dedo a la boca, sintiendo un poco del sabor metálico de la sangre en mi lengua.
No me gusta que me diga "hermano", no tenemos tanta confianza. Mariano no me agrada, o eso creo.
Me quedé en silencio, mirando la puerta de mi habitación desde la cama mientras mantenía mi herida en mi boca.
¿Debería responder? No creo, ¿Debería hablar?
Él debería solo venir a avisar y marcharse, ¿No es así?
Un par de segundos de silencio, y escuché un par de toques leves en la puerta, junto a la voz de Mariano de nuevo.
- Solo baja pronto
Si seguía ahí. Al menos sé que esta vez sí se fue, escuché sus pasos alejarse.
Suspiré con cansancio y saqué mi dedo de mi boca.
No fue un pinchazo profundo, pero vaya que dolió. Ya no sangra.
Me tomó un momento encontrar la aguja entre las mantas de mi cama, pero finalmente la recogí y terminé de hacer un pequeño nudo para mantener el nuevo ojo de Camilo en su lugar.
Me tomé un momento para mirar a mi camaleón a sus disparejos ojos de botones.
Tal vez... Creo que debí haber respondido, si él esperó un poco probablemente esperaba una respuesta. Como sea, tal vez ya no lo espere la próxima vez.
- ... Creo que no me gusta este color de hilo
El amarillo... No sé por qué no me gusta mucho ese color.
........
Volvemos brevemente a los separadores de puntitos en lo que me pongo a hacer separadores para la historia
.........
- Buenos días _______, no deberías despertar tan tarde o no podrás aprovechar el día. Anda, siéntate a comer
Obedecí a la señora Guzmán casi sin mirarla, sentándome en la silla que ya sabía que guardaban para mí siempre.
- Un buen tinto para mí Mariano, y para ti... Un pintadito
La abuela le acarició cariñosamente la cabeza a Mariano al ir y dejarle su bebida caliente frente a él, antes de pasar conmigo y apoyar su mano en mi hombro mientras me dejaba la tasa en frente.
Debería darle las gracias... Pero solo atiné a poder asentir suavemente con la cabeza mientras tomaba la taza entre mis manos.
La señora suspiró y tomó asiento en su propia silla, pasando a beber y comer su propio desayuno.
Pensaba comer rápido y subir a mi habitación a terminar con Camilo, pero tal parece que no tendría esa oportunidad hoy ya que apenas intenté levantarme de la mesa la abuela me llamó.
- ¿_______? ¿A dónde con tanta prisa?
Señalé escaleras arriba, la abuela negó con la cabeza. Parece cansada.
Mariano se puso de pie y comenzó a recoger los platos y tazas de la mesa, me maldije a mi mismo por no haber hecho eso con mis platos.
- No te puedes seguir escabuyendo así. Sé que debe ser difícil para tí, pero ni siquiera has intentando echar un vistazo alrededor desde que llegaste. Podrías intentar hacer amigos... Y para empezar podrías intentar hablar, apenas te he escuchado decir nada desde que llegaste
Lo siento.
Quiero ir por Camilo, debí haberlo bajado conmigo al desayuno. Pensé que sería rápido como siempre.
No sabía qué decirle a la abuela, así que simplemente me encogí de hombros, lo que me hizo ganarme otro suspiro cansado de su parte.
Suspira mucho, o tal vez yo la hago suspirar mucho.
- Tranquila mamá, dale tiempo para acostumbrarse...
- Ya ha pasado más de una semana, le di su tiempo pero incluso se negó a ir a presentarse con los Madrigal
- Tal vez esté enfermo, ¿Te sientes mal, hermanito? ¿Tú garganta duele cuando hablas?
Bufé y negué con la cabeza. No me gusta que me diga así, y menos que me vea mientras lo dice. Me ve de una manera... Me recuerda un poco a papá, y no me gusta la sensación que me da eso.
Me pesa.
Y acerca de esos Madrigal... Sé que son como la cabeza de la comunidad o algo así, con sus dones mágicos y eso, pero no sé... Me parecen un poco intimidantes de alguna forma.
Sobretodo esa mujer que a veces se pasea por el pueblo con una nube tormentosa sobre su cabeza, la he visto un par de veces por la ventana de mi habitación.
Da algo de miedo.
Probablemente la abuela solo quiera quedar bien con ellos porque Mariano se va a casar con una de las hijas. Era... Ah, no recuerdo su nombre.
- Quizá sería bueno llevarlo a comer una de las arepas de Julieta, solo por si algo estuviera mal con... Ah, ¡Por supuesto! Mariano, puedes llevar a ______ a casa de los Madrigal para que lo vea Julieta y de paso aprovechas para visitar a Isabella, no deberíamos descuidar la relación con los Madrigal aún con el compromiso tan cerca. Igual es una buena oportunidad para que _____ se presente con ellos
Claro, Isabella. Sé que ella hace flores, pero no recuerdo bien quién es físicamente... Probablemente sea la que siempre lleva ese vestido rosa con holanes, tiene más pinta de llamarse "Isabella".
Sea cómo sea, no quiero ir, pero me queda claro que no me van a hacer caso aunque me decida a hablar porque la señora ya pensó en usar esto para ayudar con ese compromiso de Mariano e Isabella.
La abuela me hizo subir a "arreglarme" para salir, aunque lo único que hice fue vestirme como siempre y ponerme mi poncho favorito.
Agarré a Camilo antes de salir de mi habitación, supongo que puedo cambiar su ojo después por otro color más lindo.
- Por lo menos te hubieras arreglado el cabello, mira nomás m'ijo
Tuve que evitar las manos de la señora cuando intentó acomodarme el cabello en la entrada de la casa. Estuve un rato lidiando con ella hasta que finalmente me ganó y terminó por acomodar mi cabello detrás de mi oreja.
Sentí la cara caliente de vergüenza, y me llevé una mano a la sien para intentar cubrir esa mancha y mi ojo de una manera muy torpemente disimulada, aunque dejé eso cuando la señora aprovechó para arrebatarme a Camilo de las manos.
- ¡Ah! N... No...
- Ya eres un chico bastante grande como para ir cargando peluches a todas partes. Lo dejaré en tu habitación, estará ahí cuando regreses
Negué fuertemente con la cabeza y sostuve la pata de Camilo cuando la abuela hizo amago de querer alejarse con él.
Si me va a hacer ir a ver a esos Madrigal, por lo menos debería dejarme llevar a Camilo. Nunca le importa, ¿Por qué ahora sí?
- Vamos hermanito, lo verás cuándo regreses
Mariano me intentó tomar por el hombro para llevarme fuera de la casa pero yo me negué fuertemente, zafandome de su agarre y al mismo tiempo haciendo un poco de fuerza para arrebatar a Camilo de las manos de la señora.
Escuché un pequeño crujido, y la señora finalmente me dejó tener a Camilo en mis manos... Pero no me tardé mucho en darme cuenta de que uno de sus patitas se había separado.
No completamente, pero la costura se había abierto lo suficiente como para dejar salir un poco de relleno que se había caído al suelo.
Acaricié un momento su patita rota, observando con atención los puntos de costura que se habían roto y los que quedaban por romperse.
No es la primera vez que se rompe, pero nunca se le había roto una patita.
Perdón, tuve que haber tenido más cuidado.
Se había hecho un silencio bastante tenso, que finalmente se rompió cuando me agaché a recoger el poco relleno que había caído al suelo.
- Ah, _____... Lo siento mucho, no era mi intención. Si me lo dejas puedo arreglarlo mientras tú...
- N... No. No
Abracé a Camilo firmemente cuando la señora extendió su mano hacia él, ocultando el relleno en mi mano.
Ya sé que es vergonzoso para alguien de mi edad llevar a Camilo a todos lados, ya lo sé.
Pero me gusta estar con él, ¿Puedes dejarlo tranquilo?
Miré de reojo a la señora, ella me devolvió la mirada por unos segundos antes de apartar la vista y negar con la cabeza.
- Ay Manuel... De acuerdo. Llévatelo esta vez, te lo encargo Mariano
- Yo me encargo mamá. Vamos, hermano
Mariano me dió un par de palmaditas en el hombro antes de ir a abrir la puerta. Miré un momento más a la señora antes de marcharme junto a Mariano.
Me pregunto si a la abuela le molesta tanto como a mí madre que yo haya nacido.
La manera en que dijo el nombre de papá... Parecía estarle reprochando.
Aunque él ya no podría escucharla quejarse de ninguna forma.
Sujeté a Camilo con un poco más de firmeza mientras me guardaba el relleno suelto en un bolsillo, dejando que Mariano me guiara a través de las calles del pueblo.
No es un pueblito muy grande, y realmente no creo que la disposición de las calles sea muy confusa. De todas formas, no me he tomado el tiempo de salir a explorar el lugar así que si fueramos a cualquier otra parte probablemente me tomaría un buen rato en llegar.
Aunque ciertamente no es como si fuera muy necesaria la guía de Mariano en esta ocasión, la casa de los Madrigal es tan diferente de las demás que incluso si no estuviera en una pequeña lomita un poco elevada y apartada del pueblo sería fácil de distinguir.
Con esa figura elevada y peculiar, siempre colorida y cubierta de flores (esto último claramente cortesía de la propia flor de la familia, la brillante Isabella que se iba a casar con Mariano), sería imposible no distinguirla, y más cuando esa mujer que me da miedo está de buen o de mal humor.
Una casa con un par de brillantes arcoiris encima llama igual la atención que una con una tormenta dentro de sus paredes.
- ¡Mariano!
- ¿Quiubo Mariano? ¿Vas a ver a Isabella?
- ¡Voy contigo, veci'!
Ah sí, parece que la gente aquí es muy amigable. Demasiado, o tal vez mi hermano les agrada mucho.
Sea como sea, durante todo el camino a la casa de los Madrigal varias personas saludaron a Mariano y unas tantas se nos unieron en el camino.
Me abracé a Camilo mientras intentaba no sentirme tan incómodo con esto, ¿Cuándo una supuesta visita discreta se convirtió en esto?
Me parece que la señora Guzmán debió imaginar que algo así pasaría, si lleva tanto viviendo aquí no debe ser sorpresa. Nos (Me) tendió una trampa.
- Oh, ¿Y quién es este chino? No lo recuerdo
Qué ganas de ser un camaleón para intentar hacerme menos visible aquí. Mi táctica de estar en silencio me terminó fallando al final cuando una mujer que se nos había unido y que llevaba de la mano a un niño pequeño finalmente notó mi presencia.
- Anda, saluda
Mariano me ánimo a saludar, la señora se veía un poco amable así que solo por eso intenté saludarla con la mano.
A ella pareció hacerle gracia ya que se rió mientras le decía a Mariano que yo era lindo.
- Se parece un poco a ti, ¡No me digas que es tuyo!
- Claro que no, es de mi hermano
- Oh, escuché de tu mamá que falleció hace unas semanas. Lo siento mucho
- Está bien, llevaba mucho sin verlo pero hubiera sido bueno saber de él de otra forma...
La señora se distrajo hablando con Mariano de mi papá, y no sé si prefería escuchar esa conversación o que me volvieran a hacer caso.
Para mí mala y buena suerte, no nos faltaba mucho para llegar a casa de los Madrigal.
Las puertas ya estaban abiertas, y para recibirnos estaba uno de los Madrigal, Agustín. Él se había casado con una de las hijas de la señora que era la cabeza de la familia, así que él no tenía ningún don.
Aún así, se ve como alguien amable... Aunque no recordaba que tuviera la cara y manos tan inchadas.
- ¡Mariano! Es bueno verte, vienes a ver a Isabella supongo
- De ser posible sí, pero principalmente veníamos a ver a su esposa
- ¿Hay alguien herido?
Me había estado escondiendo cómo podía detrás de Mariano, pero él me sacó al frente con una facilidad bastante insultante.
- No sabemos. Él es mi sobrino, llegó hace algo más de una semana pero no ha dicho mucho desde entonces, nos preocupaba que pudiera estar enfermo o lastimado de alguna forma
- Ya entiendo, un gusto conocerte... ¿Cómo te llamas? ¿Puedes decirme eso?
El señor me miró atentamente con un lado de su cara un poco inchado, no he pasado ni de la puerta y esto ya se siente más incómodo de lo que imaginé.
Al ver que no respondí, Mariano lo hizo por mí con voz apenada.
- Se llama ________
- De acuerdo ______, Mariano. Cómo podrán ver mi esposa no está en casa, por algo las picaduras de abeja me están matando con la alergia. Pero por eso mismo te puedo decir que Isabella está en el patio arreglando flores así que puedes pasar a verla, Mariano. Y mientras tanto, ______, podemos esperar a que llegue Julieta. No debería de tardar, fue con Luisa a ayudar en un accidente
- ¿Un accidente? No me enteré, ¿Todo bien?
El señor se puso a explicar que no era nada grave, solo una falla con una casa que se inclinó mucho.
Al parecer debían arreglar eso desde hace días pero por algún motivo a la persona de la familia encargada de eso se le olvidó...
En fin, dejé de escuchar la conversación al notar a alguien detrás del señor Agustín.
Era una chica de cabello rizado recogido sobre la cabeza, tenía facciones finas y bonitas, con unos ojos grandes y brillantes.
Parecía estar asomándose hacia acá desde una de las esquinas, pero al notar que la estaba viendo se escabulló de inmediato.
Qué raro, esa chica... Creo que se llama Dolores, ¿Por qué estaba...?
- ¡Pero bueno! Me dejo de charla y los dejo pasar, además necesito ir a sentarme. Supongo que ustedes han venido por la guardería, ¿No es así? Eh, ¿Casa? Si me ayudas con eso
Pensé que el veneno de las abejas se le había subido al señor a la cabeza ya que parecía estarle comenzando a hablar a la casa, pero apenas lo dijo una hilera de placas en el suelo se movieron por si solas, volteandose y mostrando un vivo color amarillo para formar una especie de camino que se perdía en un doblez del patio principal de la casa.
¿Vi bien? No recuerdo que un Madrigal tuviera el don de controlar la casa, ¿Será la abuela?
- ¿Ves lo que te pierdes por estar en tu habitación? Pásala bien, hermanito
Mariano me revolvió cariñosamente el cabello, sacándome de mi pequeño shock al ver un maldito piso moverse solo, antes de pasar al interior de la casa, supongo que yendo al sitio en donde el señor mencionó que estaba Isabella.
El resto de personas que nos acompañaban siguieron el camino marcado por... ¿Por la casa?, Y sólo entonces noté que todas llevaban niños pequeños con ellos.
El señor Agustín mencionó algo de una guardería, la familia Madrigal hace todo tipo de cosas en la comunidad así que ni debería sorprenderme de eso.
Aunque sí me voy a permitir sorprenderme de que tengan una casa que se mueve SOLA.
- Y parece que quedamos tú y yo... ¡Yo me quedé igual cuando vi la casa moverse por primera vez! A mi Julieta siempre le da risa recordar ese día... Como sea, ¿Por qué no vamos a la cocina? Podemos esperar ahí a mi esposa
Asentí, aún echando uno que otro vistazo al camino marcado en el piso.
Entonces, ¿Incluso la casa de estas personas es mágica? Es una locura, aunque debo admitir que estoy curioso.
- ¡¿Ah?!
- ¡Tranquilo! La casa es inofensiva. Casi siempre, ¡Pero en general es inofensiva!
Retrocedí un par de pasos cuando una hilera de azulejos en mi dirección se movieron, "avanzando" en mi dirección.
Pensé que quería que me marchara así que me di media vuelta más que dispuesto a irme. Si la casa no quería que yo estuviera ahí, ¿Quién soy yo para negarme?
Pero en ese momento las puertas se cerraron y las placas del suelo de nuevo me hicieron dar la vuelta.
Yo ya estaba empezando a ponerme ansioso mientras que al señor Agustín solo parecía hacerle gracia, me pregunto si algo así le pasó a él.
- Parece que la casa quiere jugar contigo... ¿Las casas juegan...? Le preguntaré a Mirabel, mientras tanto supongo que es más entretenido que solo esperar sentado en la cocina. Casa, avisanos cuando regrese Julieta, ¿Si?
La respuesta que recibió el señor Agustín fue un rechinido casi alegre de una de las ventanas de la casa, tras lo cuál se sintió en libertad de dejarme solo con una casa embrujada y acosadora.
- ¿Qué es lo que quieres?
Unas cuantas placas se movieron, empezando desde donde yo estaba de pie hasta alejarse y detenerse un poco más allá.
El movimiento se repitió un par de veces, casi parece...
- Uhm, ¿Quieres... qué me mueva?
¿Le estorbo a una casa? Nuevo nivel de inutilidad desbloqueado.
La ventana de la casa rechinó como había hecho hace un momento, así que lo tomé como una señal afirmativa.
Genial, ahora hablo con casas... Nada raro teniendo en cuenta a la familia que vive en la casa.
Terminé obedeciendo a la casa y me moví hacia allá, pero al parecer no era suficiente ya que de inmediato otro movimiento similar en las placas del suelo me indicó que me moviera más allá.
Y cuando llegué, me señaló más allá. Y otra vez, y otra vez...
Terminé siguiendo a la casa fuera del patio, doblando por uno de los pasillos.
¿A dónde estoy yendo? Ni siquiera sé si está bien que esté explorando así una casa ajena.
Avancé un poco por el lugar, y comencé a considerar seriamente que sería mejor dejar de hacerle caso a una casa y mejor irme de ahí, hasta que comencé a escuchar voces.
Parecían risas infantiles... Y una voz algo diferente. Juvenil.
Unos pocos pasos después, encontré la habitación de dónde parecían venir esos sonidos.
Era una habitación abierta, no tenía puertas. Y parece que era la dichosa guardería ya que estaba llena de niños pequeños, a excepción de una persona.
Creo que... Ella era Julieta, ¿No? Tal vez volvió antes de lo pensado, debería llamarla. Solo espero que no se moleste porque haya venido aquí por estar siguiendo a la casa...
- ¡Ahora Mirabel!
- U-uhm... Se... s-señora...
- ¡No, a Dolores!
Maldición, no puedo alzar la voz.
Con tantas risas y griterío de niños no puedo....
- ¡Un camaleón!
¿Eh? Miré hacia abajo, uno de los niños se me había acercado sin que me diera cuenta. Tenía el cabello oscuro y muy rizado. Parece que Camilo le llamó la atención, espero que no me lo pida.
- ¡Mira, yo tengo un jaguar!
El niño levantó un pequeño peluche de Jaguar, mostrándomelo.
Es lindo.
- E-es... Es muy bonito, niño. ¿Podrías hablarle a...?
- Antonio, ven aquí
Levanté la vista, Julieta había llamado al niño que se había acercado a mí... Pero la voz con la que lo había hecho, esa no... No parecía la voz de una mujer mayor.
- ¡Tiene un peluche de camaleón, es muy bonito!
- Por supuesto que lo es, los camaleones son geniales
El tal Antonio fue directo hacia la mujer, ella lo cargó en brazos y volteó a verme.
Y justo en ese momento, tan solo un parpadeo después, la mujer ya no estaba.
En su lugar, era un chico joven quien sostenía al niño.
Un chico vestido con una ruana amarilla, y con el rizado cabello suelto sobre los hombros.
Él me sonrió amablemente, pasando a cargar al niño en un brazo para poder saludarme con una mano.
- ¡Hola! Me parece que no te conozco, ¿Necesitas algo?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro