" 7 "
"Corinto"
—
El sol se sentía cálido sobre las verdes hojas del gran árbol que ocultaba a un pequeño cuerpo tendido plácidamente en el césped. Diminutos rayos hacían radiante el rostro del chico, éste con los brazos cruzados tras su nuca, extendiendo sus delgadas piernas y rindiéndose al caliente verano. Una suave brisa atravesó su playera, haciéndole temblar y suspirar pesado. A cuestas ladeó su cuerpo a la derecha, intentando encontrar un espacio más cómodo en la hierba fresca. Sin embargo, volvió a su posición inicial al oír pisadas acercándose.
Unas maltratadas zapatillas familiares estaban precipitándose a él. Sus ojos siguieron su radar, y comenzaron a ascender, delineando las curvas de la delgaducha figura del rubio chico. Sus rodillas se flectaron y con sus ojos conectó su mirar con el castaño del césped. Éste, aún tendido en el suelo, sobresaltó al mirarle más fijo, escéptico de su mirar.
Ya no descubrió el aurífero brillo en los orbes cafés del rubio. Ahora su piel estaba acerbamente lastimada, repleta de ligeros golpes que con el tiempo se volverían notorios en sus brazos, y su rostro pálido como hoja de papel.
Incrédulo de lo que sus ojos le señalaban, se sentó atemorizado inclinándose al chico, quedando cara a cara. De sus labios no salía malditamente nada, y se maldecía por ello. Quería decir tanto pero su conmoción parecía ganarle por completo, por lo que su boca se mantuvo en una encrucijada de inseguridades y tartamudeos. Al verle de nuevo, sintió sus párpados mojados y angustiado comenzó a morder su labio inferior. Sus manos intentando tocarle sólo quedaron en el aire, con miedo a quebrar al rubio chico con su simple toque.
Su joven corazón dio un vuelco y se zambulló en un mar lleno de pena cuando el chico frente a él le regaló una sonrisa con una dulzura sutil y acogedora.
No le había gustado para nada, su solemnidad y sufrimiento se notaba en demasía, y lo lúgubre detrás de ella solo causaba una incesante melancolía que recorría sus venas.
Quiso que todo eso fuera una pesadilla, deseó que ese recuerdo fuera enterrado bajo tierra para detener aquella melancolía que le atacaba cada año. Siempre, siempre, siempre; lo veía una y otra vez, recordándole su existir en su memoria. Quería llorar.
Sus inquietas manos se atrevieron a tocarle, pero el mínimo roce de sus temblorosos dedos en la piel del rubio fue una injusta ilusión. Como siempre. Y no pudo hacer nada para volver a ese recuerdo. Su tacto se eliminó al ver todo oscuro, y despertó.
Se repuso en el sofá de su sala de estar y tomó su cabeza en sus manos, sintiendo las gotas de sudor resbalar por sus sienes. Sus pies estaban fríos como hielo al igual que sus manos, y sus piernas no parecían querer dejar de moverse. Trató de tranquilizar su cuerpo entero y exhaló lento por la boca.
—Yoongi...
Quitó sus manos de su cabeza y levantó su cabeza. Sus ojos quedaron hipnotizados en la nada de la pared y unos tacones se escucharon cercanos.
Giró leve su cabeza y revolvió sus cabellos.
—¿Otro sueño más? —Jungkook asintió y se mantuvo cabizbajo. —Debes parar, no es bueno para ti —se preocupó la castaña dejando unas bolsas de compra en la pequeña mesa de centro y se acercó al chico, agachándose para tomar cariñosamente entre sus manos los enrulados cabellos y depositando un delicado beso sobre éstos. —Hey —le llamó, haciendo que el menor levantará su angustiada mirada—, ya llegué —anunció con amor.
—Ya llegaste —musitó dedicándole una pequeña sonrisa—. Bienvenida, Sooyoung.
—Ya era hora —rió contagiado al menor. Tomó con aprecio sus manos esperando a acariciarlas, mas se llevó una sorpresa al descubrirlas frías como nieve. Su boca formó una "O" de puro asombro y sus ojos se dirigieron furiosos y descarados a sus pies, encontrándolos descalzos.
—Noona- —articuló apenas.
—¡No! —exclamó ofendida poniéndose de pie. —Jeon Jungkook, ¡te he dicho que no te quería encontrar congelado como frigorífico cuando no estuviera en casa! ¡Pescarás un resfriado! —reclamó atravesando el umbral de la sala de estar— Quédate allí.
El castaño solo sonrió divertido ante la preocupación de su hermana mayor por él. Se estiró dando un bostezo y en cuestión de segundos, Sooyoung trajo consigo dos cobijas; una para el castaño y otra para ella. Acurrucó a su hermano con la suave manta para luego lanzar sus tacones al vacío y unirse a Jungkook en el sofá. Cubrió su cuerpo en la manta sobrante, abrazando sus rodillas y colocando una almohada a su costado para que su hermano pudiera descansar su cabeza en ella y mantener sus piernas estiradas. Sooyoung dejó salir un bostezo de sus labios y acarició los cabellos del menor, dedicándole una mirada abrasadora. Éste la devolvió.
—Te extrañé.
Jungkook sonrió.
—Yo también te extrañé —admitió con contento—. Hacías falta en esta casa —bromeó.
—No exageres —rió la castaña prendiendo la televisión frente a ellos—, sólo me fui los días que debí cumplir; es trabajo después de todo.
Ambos ojos se enfocaron en el programa de cocina que se transmitía en esos momentos.
—¿Todo bien? —preguntó con normalidad— Me refiero al trabajo.
—Genial —replicó jugueteando con su collar—. Sunny y Tiffany se la pasaron cocinando una tarde y les sobró una tonelada de comida. ¿Puedes creerlo? Esas chicas sí que no saben medirse —rió provocando una carcajada en su hermano. —Lo bueno de ese resultado, es que ahora tenemos más comida en la nevera.
Los ojos del más joven se encontraron con las bolsas encima de la mesa de centro. —¿Esas son las bolsas con comida?
—Sí... —respondió inquisitiva, dedicando ahora su mirada al castaño— ¿Cómo lo supiste? —el interrogado le miró y arrugó su nariz, haciendo gesto de olfatear algo. La hermana carcajeó fuerte y atrapó entre sus dedos la nariz de Jungkook, sacudiéndola juguetona de un lado a otro. —Lindo.
Ambos se detuvieron y volvieron su mirada a la televisión para seguir con la transmisión. Las caricias de Sooyoung seguían, pero la chica se distrajo. Se encontraba silenciosa y en plena meditación cuando de pronto abrió la boca.
—Así que... ¿Has estado pasando el tiempo con alguien? —el cuerpo de Jungkook pareció inmovilizarse por completo al escucharle. ¿Oyó bien? La mayor le miró y soltó un gracioso suspiro— Vamos, no soy tonta. Sé que has interactuado con alguien este último tiempo; te veo en las nubes —exageró ignorando completamente el programa de televisión—. ¿No quieres hablar de ello? —preguntó con entusiasmo, ladeando su cabeza para apoyarla en su palma.
—Ah... No sé por dónde empezar... —admitió tímido, reincorporando su cuerpo en el sofá— Él es realmente una buena persona.
—Él es realmente una buena persona —repitió sus palabras.
—Es... amable y me parece... —se detuvo a pensar en alguna palabra que pudiera definir sus pensamientos— especial.
—¿Especial en qué sentido? —dudó interesada.
En todos los sentidos posibles pensó perdiéndose en la inmensidad de efímeros pero preciados momentos que compartió con el chico, y la comisura de sus labios se curvaron dulcemente.
—¡Vamos! ¡Por lo menos dime su nombre! —lloriqueó con impaciencia la castaña, con brillo en sus ojos.
—Kim Taehyung —respondió rendido a su interrogatorio.
Sooyoung le miró fijamente, con una mirada imperturbable y una sonrisa traviesa en su boca. Jungkook se sintió confuso e intimidado.
—¿Es guapo?
—¡Noona! —se quejó lanzándole una almohada, como si con ella pudiera evitar los dardos que lanzaba de sus ojos.
—¿Te gusta? —continuó comenzando a repartir cosquillas por todas partes del castaño— ¿Por lo menos un poquito...? —preguntó chillona.
—¡Ya! ¡Basta! —se quejó logrando detener las escurridizas manos de su hermana— ¡Sí! Es guapo. Y ¡sí! Me gusta su manera de ser —la chica se mantuvo quieta siendo toda oídos—. Desde que nos conocimos fue bueno conmigo; desde el principio fue así. Me parece un muy buen amigo.
—Amigo —repitió sus palabras. —Es tu amigo —reafirmó.
—Lo es.
La mayor dejó caer su peso en el sofá y tiró de sus cabellos intentado analizar todo lo descrito. ¿Cuánto tiempo había sido desde que su hermanito había hecho amistad con alguien? ¿Cuándo fue la última vez que le vio salir con emoción de casa por esa persona especial?
Oh, ya lo había recordado.
Siempre había sido por él.
Sin embargo, él ya no se encontraba, y nunca jamás volvió a existir un atisbo del chico de rubios mechones, como si de un fugitivo se tratase. Aún recuerda aquellos días en los que su hermano llevaba consigo una sonrisa decorada en su rostro con simplemente verle esperar por él fuera de casa a escondidas, porque Sooyoung sabía que así era.
¿Cuánto era el deseo de su hermano por estar junto a alguien? ¿Podía ser eso verdaderamente medido?
Soltando un suspiro y teniendo en cuenta la paciente mirada del menor en ella, sacó de una bolsa un recipiente lleno de galletas.
—Ve con él.
El entrecejo de Jungkook se torció en duda e inseguridad.
—¿Qué dices? ¿Ir con él? —inquirió llevando una galleta a su boca— ¿A qué te refieres?
—Opino que desde hace mucho no has pasado el tiempo suficiente con alguien que te haga feliz —habló tragando una galleta—. Por lo tanto, ¿por qué no ir a verle? —la castaña notó el deseo de su hermano en imponerse— No te preocupes por mi; estaré bien —le miró sonriendo comprensiva—. Ve.
—Noona, van a ser las diez de la noche...
—¿Y eso qué? —agregó más galletas a su boca, ahora repleta— ¡Pijamada! —bromeó animando con su puño.
—
—¿Jungkook?
Una sonrisa fue reflejada en los ojos del mayor, quien sentía una gran intriga al oír el golpear de su puerta hace unos segundos. Pero grata fue su sorpresa al encontrarse con el dulce castaño en la puerta de su hogar al abrirla.
—Traje tarta —anunció contento, mostrando la bolsa entre sus dedos.
El apartamento de Kim Taehyung se hallaba cálido. Como siempre. Y un calor en particular hacía a su temperatura corporal deleitarse con las sensaciones. Se deshizo de sus zapatos y su mochila, y al pasar su amigo por su lado puso la tarta en su regazo.
—Eso es para ti.
El mayor mostró una boba sonrisa y negó con la cabeza, comenzando a trasladarse al comedor.
—Es para los dos —corrigió abandonando la tarta encima de la mesa. El menor sólo se dedicó a reír. —¿Qué te trajo aquí, Jeon Jungkook? No es que no me guste tu presencia, me agrada mucho —recalcó mirándole—. Es sólo que... Has venido de ¿improviso?
Un pequeño silencio se apoderó del castaño. —¿Pijamada...?
Taehyung rió sonoramente.
—¿Quieres que tengamos una pijamada? —se encantó con el ligero rubor en las orejas de Jungkook— Tienes suerte de que sea un largo fin de semana.
—¿Ya estabas por irte a dormir?
Taehyung se observó instintivamente y comprendió el porqué de su pregunta.
—Estaba —enfatizó—, hasta que llegaste tú —sonrió antes de dirigirse al pasillo. —Ve al baño a cambiarte y a ponerte cómodo; ¡tendremos una pijamada! —anunció burlesco, entrando a su habitación.
Jungkook dio un suspiro y tomó su mochila para tomar rumbo al baño —el cual estaba frente a la habitación de su amigo— y prepararse mentalmente para aquella noche. Al entrar, miró a su alrededor y encontró todo ordenado y perfectamente blanco. Un lugar tan resplandeciente como su dueño, centelleante.
Comenzó a desvestirse rápido para luego colocar en su cuerpo un amigable y suave pijama amarillo. Acomodó sus calcetas y guardó la ropa sobrante en la mochila. Tomó entre sus dedos el picaporte de la puerta listo para salir, sin embargo se encontró con un espejo. Y sin dudarlo mucho, resistió su peso en el lavamanos y, balanceándose hacia atrás y adelante, miró su rostro.
—¿Listo para una pijamada? —se preguntó sonriendo con ansias— Como en los viejos tiempos, Jungkook. Supongo que nada malo resultará de esto —palmeó sus mejillas y finalmente salió con su mochila fuera del baño. La puerta caoba a la habitación de Taehyung estaba frente a él y antes de hacer algún movimiento, pensó demasiado. ¿Debería de golpear? Y así lo hizo. Luego de unos golpecitos, escuchó un "Pasa ya, Jungkook", y abochornado abrió la puerta rascando su nuca.
Quedó en blanco al ver al mismísimo Kim Taehyung en el suelo, apoyado a un costado de la cama con las piernas extendidas y los brazos cruzados tras su cabeza, relajado y plácido en su no-tan-cómoda posición.
—Deja tu mochila en el suelo y observa a tu gato —éste se encontraba en un profundo y agradable sueño a la vista, y Jungkook no pudo evitar sentarse en el suelo y regalarle una caricia sin intenciones de hacer abrir sus ojos. —¿Has pensado en un nombre para él?
—No realmente... —admitió algo avergonzado.
—Entiendo que tu hermana sea alérgica a los gatos, así que puedo cuidarlo cuando ella esté en casa —Jungkook abrió grande sus párpados— pero, a cambio... Deberás venir a visitarme más seguido. ¡Siempre soy yo el que te invita! Esta es la primera vez que vienes por tu cuenta y... deberías saber que puedes venir cuando quieras... —el castaño sonrió arrugando sus ojos y el mayor bajó sus brazos, comenzando a jugar con sus dedos en su regazo.
—Suena bien.
Taehyung quitó la mirada del suelo para levantar una ceja y contemplarle. Los atenuados rayos de luz que la luna dedicaba a la habitación apenas atravesaban las cortinas, y mientras los segundos pasaban la luz se tornaba escasa.
—Suena bien, dices... —repitió con un deje de atisbo— Entonces, ¿es un sí?
Jungkook giró hacia él, alejándose del minino y le sonrió.
—¿Por qué no?
Su respuesta le provocó una ladina sonrisa mientras veía al chico admirar lo que se encontraba más allá de la ventana; las noches en Seoul eran realmente gélidas.
Los cafés orbes de Kim Taehyung se posaban en la humanidad del chico en sus habitación, distraído en su propio mundo probablemente. Se tomó la oportunidad de grabar cada ángulo de su rostro y cuerpo, detallando desde sus pequeños lunares hasta sus oscuras pestañas, y luego echó un suspiro al aire, provocando que el otro se distrajera. Éste, repentinamente, escapó de su lugar y gateó por el suelo de la habitación hasta llegar a la plantilla de los calcetines del mayor.
Taehyung bufó; lo tenía justo frente a él.
Jungkook miró sus pies y los acarició sobre los calcetines.
—¿Cómo vas con tus ejercicios de rehabilitación?
Increíblemente, uno de los pies que estaba siendo acariciado ascendió lento y dificultoso hasta llegar al hombro del menor, reposándolo en él.
La boca de Jungkook se abrió tan grande que juró poder rozar el suelo. ¿De verdad ese chico acababa de levantar su pierna? ¿Cómo?
—Debo admitir que me cuesta un poco, pero si me lo propongo puedo lograrlo —comentó encogiéndose de hombros.
—¿¡"Un poco"!?
Kim rió negando con su cabeza, inclinándose para revolotear los castaños cabellos del chico.
—Bueno, me cuesta más que sólo "un poco" —corrigió suspirando, regalándole una sonrisa al chico delante él.
Alejó sus falanges de los mechones cafés y Jungkook enfocó su ojos en él, como si estuviera esperando por algo.
Taehyung le miraba con curiosidad y alzó una ceja.
—Levanta la otra pierna —soltó.
Taehyung rió de manera casi mordaz, levantando su quijada y cruzando sus brazos en su pecho, fulminando al menor desafiante y dispuesto. Poco a poco, los músculos de Taehyung comenzaron a reaccionar y a trabajar en las órdenes que mandaba su cerebro, pero mientras más pasaban los segundos sus músculos sólo querían desplomarse en el piso. Y así lo hicieron; la pierna de Taehyung se debilitó, y aquello sólo provocó al mayor a dar un suspiro decepcionado.
Jungkook le miró fijo.
—Casi —bromeó encogiéndose.
Jungkook solamente sonrió travieso. ¿A qué venía esa expresión en sus labios?
—Casi —repitió divertido.
Taehyung rió avergonzado, y más aún cuando Jungkook simplemente tiró de él hasta quedar tendido en la suave moqueta de su cuarto, arrastrándolo. La risa se volvió ligeramente histérica al sentir como separaba sus piernas y las estiraba hacia arriba. El castaño escondió su rostro en las pantorrillas de éste y divertido las apartaba, como si de una ventana se tratase.
—Kim Taehyung~ —llamó graciosamente. El chico no podía describir cuánto dolor sentía en su estómago a causa de las risas, pero le agradaba.
Taehyung pensó, sin dudar, que un color que definiera al risueño y contento Jungkook, sería el Corinto. Tan dulce como su mirada, tan empalagoso como su sonrisa. Aquella con la que juraba escuchar gloriosas campanillas.
Sí, verdaderamente.
El castaño llevó sus escurridizos dedos a las plantillas de los pies de Taehyung, intentando hacerle cosquillas, sin embargo el mayor le apartó y cogiéndole de una mano lo arrastró hasta su regazo.
—¡Ya! ¿Estás gracioso? —enfrentó mientras sus piernas reposaron en el suelo y su columna se enderezó para encarar al chico acomodado encima de él— ¿Siempre eres así de risueño por las noches o esta es la excepción? —Jungkook rió embarazoso, bajando su mirada encontrándose con la interesante postura en la que se encontraban y una mueca de aflicción y ansia se plasmó en su semblante, quedando en blanco por un segundo. La luz parecía delimitada y la habitación sucumbía a la oscuridad de la noche a las afueras de las ventanas. Jungkook dió un brinco al sentir el tacto de Taehyung en su barbilla, llamando su atención. —¿Todo bien? —preguntó ladeando su cabeza para mirarle intrigado; la atmósfera había cambiado muy bruscamente.
Jungkook le miró y volvió a bajar su mirar, deteniendo su juego de dedos ante el mirar de Taehyung.
—¿Es normal? —replicó, recibiendo la mirada dudosa de Taehyung en él— ¿Es esto normal? Siendo... amigos —recalcó rascando su oído, desviando su vista a la ventana. —Nunca tuve un amigo como tú, seré sincero; eres... único, y eso realmente me hace feliz —inició. Taehyung sonrió discreto, sin dejar de mirarle—. Sin embargo, sentirte así de cerca... ¡No es que no te tenga plena confianza! Es sólo que... —afligido le dirigió la vista, y éste le dedicó una mirada comprensiva, incitándole a abrirse a él libremente. Jungkook agradeció aquello internamente— Hace mucho tuve un amigo, y él era tan cariñoso como tú. Me gustaba mucho su manera de ser, pero siento que al combinarnos en nuestro propio mundo, las amistades ajenas se mostraban distintas a la nuestra —Taehyung enarcó sus cejas en interrogación— ¿Es normal? Las caricias y roces... ¿Son normales en una amistad?
—Jungkook... —le llamó— Todo lo que creas correcto y agradable es permitido en una amistad —entornó su rostro en sus palmas— Todo aquello que te guste de la amistad que mantienes con alguien es permitido si a tu corazón le hace alegre —sinceró admirando el brillo en los atentos ojos de Jeon Jungkook—. ¿Tu corazón está alegre ahora? —le preguntó extremadamente dulce y cerca. Jungkook sonrió y asintió —Entonces no debes porqué preocuparte. Todo está bien —admitió sintiendo un profundo pero inexplicable alivio en su interior.
—¡Pero! —interrumpió— Ese chico... era distinto. Era... —sus miradas se conectaron y Jungkook calló, viendo hacia dónde estaba llevando aquella conversación. No, no, no. Sus palabras se quedaron en el aire, flotando sin rumbo al darse cuenta de todo. Ese chico, el Chico de sus sueños, aquel rubio que merodeaba por sus recuerdos y que por más que intentara evitarle, siempre aparecía. Fue su primera amistad, y siendo así, también fue sus primeras experiencias. En ese entonces, Jungkook no sabía diferenciar entre una 'amistad' y un inocente 'flechazo'. Todo parecía ser tan puro en esos días. Pero si hubiera sabido que todo cambiaría de un día para otro, tornándose salvaje y descontrolado, le hubiera gustado advertirle a su yo de 16 años lo doloroso que se convertiría todo de la noche a la mañana.
Jungkook creyó estar confundido en ese entonces.
Taehyung llamó su atención palpando sus muslos, consiguiéndola —Kookie —llamó. Algo en Jungkook despertó al oír ese apodo, algo en Jungkook le decía que no escuchara, que hiciera de oídos sordos. Algo en Jungkook quería llorar al recordar otra vez. Taehyung tomó sus manos, buscando transmitir paz al corazón en encrucijada de su amigo, y le fulminó—. Duerme conmigo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro