" 5 "
"Bígaro"
—
Otro quejido había salido de la boca de Jungkook. Se sentía tan incómodo en ese momento, como un niño siendo curado por su madre mientras regaños como "te lo dije" salían por sus labios. En vez de ello, la madre sería Taehyung y el niño sermoneado era Jungkook. Y esta vez no hubo un "te lo dije", sino que hubieron lamentaciones.
—Jungkook... —suspiró mirándole a los ojos. El mayor se encontraba desinfectando heridas en los nudillos del castaño y no dejaba su semblante de tristeza— ¿Por qué?
Jungkook sólo se mantenía gacho sin articular una sola palabra.
—Taehyung, ya déjalo tranquilo; te dijo que no quería hablar de aquello.
—No, Jimin —se dirigió al pelinegro con su silla, y mirándole desde abajo mantuvo su quijada alzada, con una mirada seria—. Jungkook no está bien y necesito saber si es la primera vez que ésto pasa o no. Y si esto vuelve a suceder, definitivamente hay que detenerlos —afirmó intranquilo. —No quiero que nadie salga lastimado...
Jimin, ya sintiéndose "mejor físicamente" según sí mismo, se arrodilló ante él y tomó sus manos en las suyas para luego entrelazarlas.
—Oye, oye —le llamó buscando su rostro repentinamente cabizbajo—. Mírame —las hebras acarameladas se apartaron y dejaron mostrar la castaña mirada. —Vamos a luchar todos juntos, lo sabes —Kim asintió. —Todo estará bien desde ese entonces. Pero, por ahora, hay que dejar a Jungkook descansar—. Taehyung volvió a su mirada seria, pero al intentar comprender a su amigo, se pacificó. —Estoy seguro que necesita su tiempo para meditar bien las cosas...
En una exhalación, Taehyung se alejó de Jimin y se dirigió a su lugar anterior.
—Jungkook, te quedarás aquí esta noche.
Esa orden tomó por sorpresa al castaño y un escalofrío corrió por su espina dorsal.
—¡Hyung! ¡No!
Los aturdidos ojos de sus mayores se ampliaron de gran manera al verle subir el volumen de su voz.
Por otra parte, Jungkook se cohibió y sus labios temblaron.
—N-No me hagan esto... Debo irme...
—Jungkook, no. Tú necesitas quedarte aquí y dejar que cuide de tus heridas, no queremos que nadie te encuentre así como estás... —explicó Taehyung, acercándose más a él para intentar tomar de sus inquietas manos— No tengas miedo de nada, estarás bien aquí. Podemos decirle a tu hermana que te quedaste en mi casa y...
—Sooyoung no creería eso ni en sueños —admitió con una peligrosa lágrima queriendo escapar de su ojo—. Nunca he tenido a alguien de confianza como para quedarme en su casa...
Taehyung no sintió su propia respiración y juró sentir a su corazón doler al oír a Jungkook.
Jimin se acercó y le habló a Taehyung mientras se colocaba un abrigo.
—Yo ya me voy —avisó apretando suavemente el hombro de su amigo. —Jungkook, no hables así cuando ya tienes a personas que te quieren. Somos tus amigos —afirmó y vio dolorosamente los ojos cristalizados—. Yo soy tu amigo, Jungkook.
Los labios de Jungkook formaron exclamación y Jimin se alejó del grupo, con una presión en su corazón al dejar un asunto como ese sin resolver.
Mientras abrochaba los botones del gran y abrigado chaleco, el corazón de Jungkook se estremeció en una emoción que hacía su sangre enloquecer de una profunda alegría y su cuerpo saltó del sofá en el que se encontraba sentado, comenzando a correr detrás de las pisadas que Jimin había dejado a atrás.
Taehyung, quien quedó solo en su salón, siguió curioso al menor. Y Jungkook, quien tenía sus emociones revolucionadas, encontró a Jimin en la puerta de la casa de Kim Taehyung. Aceleró sus pies con una sonrisa gigante en sus labios y sus brazos atraparon fuertemente a Park Jimin.
—Jung-Jungkook...
—Gracias. Gracias... —pronunció— Hyung, gracias... por ser mi amigo. Yo... tengo otro amigo ahora... —suspiró con la respiración acelerada— Te quiero, Jimin... Gracias...
—Ya basta de agradecer, Jungkook —rió, contagiando su risa al menor— Yo también te quiero.
El abrazo se deshizo. Jimin sintió cualquier preocupación desaparecer al encontrarse con los repentinos alegres ojos de Jungkook. Tomó entre sus manos su rostro y revolvió divertido sus cabellos castaños.
Jungkook carcajeó bajito.
—Hora de irse, niño bonito.
Un suspiro se escuchó de Jungkook y otra sonrisa escapó por parte de Jimin, quien se fue raramente satisfecho. Pues, algo en él se sentía lleno de gozo.
En el pensar del castaño, hubo un alivio. Uno grande.
Jimin no estaba en desacuerdo con él al medio de su amistad con Taehyung. No lo era y, al parecer, nunca lo fue, y eso fue lo que provocó su dulce sonrisa. Todas aquellas veces en las que quiso alejarse de ellos y dejarlos ser por sentirse un estorbo se acabaron. Jeon Jungkook no era ningún estorbo, no lo era.
Su mano sintió el suave tacto de otra, y la presencia de alguien se sentía a sus espaldas.
Ya lo sabía, pero aún así, no rompió el toque de las manos. Sus dedos entrelazaron con los otros y sus mejillas se sintieron cálidas de repente.
—Vuelve conmigo, Jungkook —habló Taehyung, acariciando con su pulgar el dorso de la mano de Jungkook. —Debemos volver a dentro.
¿Qué era ese toque? Jungkook llevó su mano sobrante para ocultar sus asombrados labios ligeramente abiertos. Tocó discretamente sus mejillas y se negó mentalmente a girar sobre sus talones.
Estaba pensando equivocadamente, eso debía de ser. Sino, no se sentiría tan incómodo en ese momento. Pero la verdad, era que el castaño nunca había sentido alguna muestra de afecto como la que estaba dando Taehyung. Era simplemente... indescriptible.
—Hyung.
—Deja de darme la espalda y mírame.
Se estremeció, y más aún al sentir de nuevo caricias en el dorso de su mano.
—Entra tú primero... —murmuró.
—¿Qué?
—Que entres tú prim-
—Sí te escuché —rió incrédulo de lo que acababa de oír. —Date vuelta, Jungkook~ —llamó juguetón, jalando de la mano.
Resignado, se volteó y escuchó las risas del mayor, exaltado en ternura.
—No puede ser, Jungkook. Estás sonrojado.
—¡Lo sé! Cá-Cállate...
El mayor sólo se echó a reír más y negar con la cabeza.
—¿Pero por qué te has sonrojado? ¿Qué hice ahora?
Jungkook alzó sus cejas. —Já. O sea que estás seguro que es por ti.
—¿Y por quién más sería sino? —sonrió pícaro.
Jungkook sin más dejó a Taehyung y entró a su casa, seguido del mayor. Manteniendo aquella pícara sonrisa, entretenido.
La puerta se cerró a sus espaldas y se dispusieron a pasar aquella noche juntos. Aquello recién comenzaba.
Eran las siete un cuarto en ese entonces.
—Muy bien, Jungkook. Ayúdame a sentarme en el sofá.
El mencionado le miró inquisitivo e intentó comprenderle.
—¿Qué?
—Quiero sentarme contigo en el sofá, vamos.
La mano de Taehyung tiró de Jungkook y lo atrajo hacia él. Y sin más, Jungkook se encontró ayudando a Taehyung a salir de su silla, pero se retractó.
—No puedo, de verdad. ¿Qué ocurre si caes?
—Jungkook.
—Hyung...
Taehyung suspiró pesadamente, y resignado se obligó a pedirle a Jungkook.
—Trae las muletas de mi habitación.
La órbita de Jungkook se perdió y sus ojos se ampliaron, gigantes de sorpresa. Pero, sin importar qué, con curiosidad y sin emitir palabra se fue a la habitación de Taehyung. Y tal como pensó, ahí se encontraban: un par de muletas.
Tomó las empuñaduras y las llevó a la sala de estar. Taehyung las tomó y se preparó para salir.
—¿Desde cuándo...?
—Desde hace unos meses atrás —respondió con firmeza sin que la pregunta fuese emitida totalmente. —He estado ejercitando los músculos de mis piernas.
Jungkook vio a Taehyung levantarse con sus manos afirmadas a las empuñaduras, dirigiéndose despacio al sofá finalmente.
Ya sentado satisfactoriamente, hizo a un lado las muletas y miró a Jungkook. Le sonrió.
—Es un gran esfuerzo —comentó desconcertado. —¿Por qué no me lo habías contado antes?
—No estaba seguro de lo que mi cuerpo podía demostrar —admitió sincero—. Quizás pueda saber cómo usar muletas, pero no estoy completamente convencido por las fuerzas de mi cuerpo.
—Entonces te estás esforzando demasiado; no es bueno.
Taehyung le miró suave y dio palmaditas a su lado para que Jungkook se sentará, y así lo hizo.
—Jungkook. Yo... Estoy cansado de ésto —habló mirando incesante la ventana—. Sentirte inhábil de hacer algo tan simple y normal para alguien como tú o Jimin. Sentirte inservible...
—Hyung, no-
—Quería mejorar lo más pronto posible —le interrumpió.
—No puedes subestimar demasiado a tu cuerpo. Eso... No es sano.
—Jungkook, yo lo entiendo pero —habló mirando sus ojos esta vez, entrando en inquietud—, estaba desesperado. Cuando-Cuando estabas siendo golpeado, yo-yo no pude hacer nada y... de verdad quería evitar que te lastimaran, igual que Jimin... Te juro que deseé con todas mis fuerzas protegerlos pero ¡estas malditas piernas no funcionan! ¡Sólo...!
Sus palabras acallaron con el ligero toque de las manos de Jungkook en las suyas. Un toque tímido.
—Lo siento...
—No lo sientas —pidió el castaño, con su corazón palpitando en pena.
El mayor sonrió conmovido por la comprensión que se admiraba en Jungkook. Era simplemente hermoso, no había otra palabra que describiera a Jungkook. Era hermoso.
Al mirarle pudo sentir todo lo que aquellas semanas significaron con Jungkook a su lado, y una de las cosas más significativas fue la confianza. Aquella sensación de confianza que comenzó a existir entre sus lazos sólo lo pudo colorear como bígaro. Un color tan sereno y precioso como ese, para Taehyung podía describir la confianza. Podía describir al hermoso Jungkook.
Taehyung apartó una escurridiza lágrima de su ojo y sonrió.
—Ya... Te traje aquí para que te quedaras así que, ¡hagamos algo divertido! —intentó animar el ambiente tomando el control remoto de la televisión, encendiéndola ante sus ojos y eligiendo una película cambiando los canales.
El castaño estaba inconforme. No le gustaba ver a su amigo de esa manera, y siendo así apretó el agarre de sus manos y sintió el estremecimiento de su hyung.
Giró a verle pero no recibió su mirada de vuelta; ésta estaba enfrascada en la televisión. Bajo su mirada a sus manos entrelazadas, y sintió cómo el cuerpo de Taehyung se acomodaba más al sofá. La mano del mayor comenzó a moverse y Jungkook pensó que le estaba incomodando ello.
Acabó con la conexión en sus manos pero rápidamente, Taehyung volvió a atrapar la suya, entrelazando y acariciándola otra vez.
Las mejillas de Jungkook se llenaron en rojo otra vez y no se resistió otro segundo más.
—Hyung —el llamado miró a su dirección y sus ojos mostraron duda al ver el semblante de Jungkook.
—¿Jungkook?
—¿Cómo terminaste en silla de ruedas?
Y en ese instante, Taehyung comprendió el porqué de su inseguridad en su rostro.
Jungkook tenía miedo de preguntar por él. Reconocía el dolor detrás de todo, y sabía muy bien la sensación de dolor, porque batalló con ello durante toda su vida. Sin embargo, tampoco revelaba algo de su pasado.
Jungkook era egoísta, pero todo tenía sus razones.
Taehyung bajó su mirada a sus manos entrelazadas y repitió más caricias por el dorso de la suave mano de Jungkook. Tersa como porcelana.
—Si no quieres decirme yo comprenderé, sólo...
—No, no —interrumpió su habla otra vez, tomando con ambas manos la tersa piel que acariciaba—. Está bien —sonrió suavemente para Jungkook.
El castaño suspiró despacio por su boca y dirigió su mirada a sus manos inevitablemente. No hasta que se percató de la mirada de Taehyung, y volvió a alzar su rostro.
—Te contaré.
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