
" 42 "
"Lila Francés"
—
—¿Estás seguro?
Su mirada se mostraba perdida, intentando encontrar completa sinceridad en lo dicho. Sus ojos se mostraban asombrados y no pestañeaba ni por si acaso.
—Te lo puedo asegurar —le respondió sin pelos en la lengua—. Te lo juro.
Los orbes de Taehyung gritaban su amor más de lo que su boca permitía. ¿Cómo ese chico podía dudar de sus declaraciones?
¿Cómo es que Kim Taehyung terminó amando tanto a Jeon Jungkook?
—Quiero demostrarte, tanto… —aclaraba resguardando las manos del otro en las suyas— Tanto…
—
—Aquí terminamos por hoy.
Jaehyung cierra su libreta y suelta un largo bostezo. Jungkook se limita a rodar sus ojos y empacar sus cosas en el bolso.
—Juro que algún día se terminarán estas lecciones. En serio aprecio tu buena voluntad, querida lagartija.
—Deberías.
Se levanta del asiento y con un suspiro se despide del rubio, quien le abre la puerta de su casa para salir y agradeció los logros del día.
—No hay de qué, sabes que para eso estamos…
—Claro —responde Jae—. Por su puesto… Nos vemos a la próxima. Cuidado en tu vuelta a casa.
—Gracias…
Aún había un ambiente de tensión entre los dos. Jungkook sabía que con el tiempo todo se relajaría y sería como tratar de enhebrar una aguja; con algo de afinidad y paciencia saldría de maravilla. Y lo cierto es que el castaño no le gustaba evocar sucesos pasados, pero al recordar inevitablemente la amistad que disfrutó en un punto de su vida con Park Jaehyung le ponía en un dilema.
Con la punta de sus zapatos bien lustrados y muy fuera de moda, pateaba una diminuta piedra que sus ojos enfocan. Una, dos y tres patadas hasta que dejó de llegar a la punta de sus zapatos y debió resignarse a despegar la vista del suelo.
Oh. Era él.
—¿Tae…?
Lo descubre con sus muletas, acercándose a él y moviendo su mano efusivamente en un saludo simpático.
—¡Hey, Kook! —se le forma una radiante sonrisa al conectarse sus miradas— No creerás cómo supe llegar aquí. La verdad es que me encontré con Bogum de improviso y me dijo que estabas aquí. Increíble, ¿no?
—¿Qué haces aquí? Digo, ¿por qué…? ¿para qué…? —no puede articular bien sus dudas, está algo sorprendido de salir de la casa de Jaehyung y luego descubrir a Kim Taehyung fuera de ésta. Sin embargo, admite estar un poquito conmovido…
—Vamos… Es evidente —comienza a rascar su nuca con una sonrisa boba en sus labios—. Tengo un objetivo.
—Cuál —exige cruzando sus brazos, expectante y divertido.
El mayor se ríe y agarra el brazo de Jungkook para que caminen ya. Antes de que Jeon abra su boca para preguntar a dónde se lo lleva aquel curioso hombre, éste se encarga de aclararlo antes.
—A medida que sigamos este camino te enterarás —detiene su paso y por consiguiente el castaño igual. Taehyung ve y saca del bolso de Jungkook la bufanda a cuadros que recuerda haberle regalado y se la enrolla en el cuello—. Sé lo que necesitas, y tú sabes exactamente lo que necesito —acerca su rostro y sus narices chocan con suavidad. Sus respiraciones parecen mezclarse—, y todo lo que quiero eres tú.
Jungkook queda sin palabras en la lengua, solo asiente con la cabeza irremediablemente hipnotizado por el chico. Taehyung sonríe malicioso y satisfecho a la vez, y consiguen poner en marcha otra vez su camino.
Cuando a mitad de camino doblaron por una esquina, Jungkook se dio cuenta del lugar.
Entraron y tomaron asiento. Taehyung seguía conservando su brillante sonrisa y llamó a la mesera, quien llegó de inmediato.
—Buenas tardes. ¿Desean pedir algo?
—Sí, sí. Dos tazas de té y un surtido de sus mejores galletas.
Jungkook estaba innegablemente conmovido, y se avergonzó de sentir el calor subiendo por sus mejillas. Negó con la cabeza y miró a través del ventanal a su izquierda.
—Muy bien, llegarán enseguida.
Y así fue; mientras Jungkook se negó a devolver la mirada al chico y éste se reía chiflado el pedido aterrizó en la mesa.
—Que disfruten.
—Muchas gracias —dicen al unísono.
Observan las galletas de vainilla y chocolate en el platillo y aspiran su aroma.
—Mmm… —expresa el mayor— ¡Bon appétit!
—Bon… —intenta pronunciar— Eso.
Cada uno hinca el diente en una galleta crujiente y dan la gracias en su mente a quien fuera el creador de la galleta.
—Entonces ¿solo querías llevarme al café?
—Sí y no. Es mucho más que eso —sonríe con las mejillas rellenas de galleta.
—A veces eres jodidamente misterioso.
—Mira quien habla.
Jungkook ríe sonoro. —Entonces ¿me explicarás de qué va todo esto?
Taehyung deja la taza de hirviente té y coloca su índice en los labios del chico. —Todo a su tiempo, guapo.
Todo a su tiempo, todo a su tiempo… ¿Que no sabe que el tiempo es oro? ¡Es un ser vivo! Jungkook no es muy paciente que digamos.
—¿Hay alguna razón por la que haces todo esto?
Taehyung no para de mirarlo, como si se estuviera nutriendo de él con sus profundos ojos. Frota sus manos y su rostro toma color.
—Principalmente, tú.
—
Lo ha pensado mucho, y cree que van caminando sin rumbo por las calles hasta que llegan a un parque. Lo conoce bien pero no dice ni pío al percatarse.
—Taehyung…
—Espera, quiero… Debo…
Busca sus palabras en su vocabulario con el ceño fruncido y frota sus cabellos. Es inusual que maldiga, pero lo hace.
—Carajo.
—¿Qué pasa?
—Pues…
—¡Vaya! ¡Junta de clase! ¿No es excelente? —escuchan a sus espaldas— Mira Vernon, los encontré.
—Ni siquiera los estábamos buscando.
—Eso pasa —indica el mayor a Jungkook.
—Qué agradable coincidencia, Kim. Buenas tardes. Y a ti también, camaleón empedernido.
—No le hagan caso, Vernon recibió una mala pasada con el profesor y se ha irritado. Ignorenlo —pide el amigo con aires de travesura y perversión en sus palabras.
—Kunpimook, Hansol. Estamos en medio de algo y acaban de interrumpir, ¿necesitan algo?
—¡Eh! Que me llames Bam Bam, ¡te lo he dicho cuántas veces! —se enfada el chiquillo— Y ¿por qué todos se han estado encabronando con nosotros? Qué injusto —expresa con un puchero y el otro muchacho sigue de brazos cruzados.
—No lo dijo de mala manera, Bam. Vamos —calmó la extraña situación el castaño, quien estaba entremedio del curioso hombre y el dúo. —Esto…
Taehyung alza su cabeza para escrutar el cielo y suelta un suspiro.
—Bueno, pasado pisado. Que tengan buena tarde chicos, debemos irnos. Se nos hace tarde —apresura el asunto tomando control de la mano de Jungkook y alejándose de los otros—. ¡Nos vemos chicos!
—¡Jódanse! —escuchan al obstinado Vernon gritarles.
Sus pasos se vuelven apresurados ahora, Taehyung le pide que espere en una banca y desaparece en cosa de segundos. Si mal no recuerda, el castaño siente haberse sentado en aquella banca anteriormente, porque al mirar al frente te enamorabas de ese lago cristalino, y al mirar al cielo te obsesionabas con la lona entre el naranjo y el rosado, decorada con esponjosas nubes. Uno realmente está a gusto cuando se encuentra el punto de complacencia…
—Hey.
Taehyung había regresado con dos algodones de azúcar. Jungkook se ahogó en gozo.
—Increíble —alucinó—. Digo, tú eres increíble.
Tae toma asiento a su lado y le entrega un algodón a Jungkook. Aclara su garganta y clava la vista en sus zapatos.
—Quiero que sepas que recuerdo cada momento que pasamos juntos, Jungkook —suelta de repente. El nombrado deja de comer y le mira absorto. Taehyung traga duro y continúa—. Y no puedo estar más agradecido por ello. Me has cambiado para mejor y admito que eres una de las personas por las cuales daría mi vida. De verdad me gustas, y te lo estoy demostrando en este mismo instante —toma una bocanada de aire y con más confianza que antes, besa los nudillos de la mano de Jungkook y recorre con su nariz sus delgados dedos. —Te quiero —susurra—, te adoro, te admiro, ¡te…! —al levantar su voz lo hace también su cabeza y sus rostros quedan acotados por unos insignificantes centímetros—. Te amo.
Es allí cuando Taehyung pilla el lila francés reflejado en un rubor, en los ojos de Jungkook y en sus apetitosos belfos. ¿O quizá en el algodón de azúcar? ¿Qué hay del cielo?
—Jungkook —llama su nombre.
Y no hubo mejor contestación que un beso robado; Jungkook le calla con sus labios.
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