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" 40 "

"Celeste"

En cuanto las palabras murieron en el aire, esfumándose de la boca de Jungkook, la mente del mayor se proclamó por absorta. Habían pasado unas horas críticas, y pronto la noche llamó por la ventana. Azabache.

Los párpados de Taehyung cayeron rendidos en cuanto la luna subió, colgando del manto junto a las estrellas de estío. Y Jungkook, a su lado en la cama. Sus ojos abiertos de par en par decían a gritos que no era tiempo de dormitar. Así que cauteloso se retiró del colchón, apartando suavemente las sábanas y dándole una última mirada a la masculinidad en su cama; brazos abiertos descansando sobre su cabeza, con el último ojal de su camisa falto de botón, exhibiendo el subir y bajar de su bronceado pecho y su semblante, llano pero indudablemente agraciado, aluzado por el astro de la noche. No estaría dispuesto a decir todo ello en voz alta, sinvergonzón.

Con lamento de no poder apreciar mejor esa imagen frente a él, abrochó los cordones de sus zapatos y adelantó su paso a la puerta para salir como rayo de su casa. Corriendo con angustia y sin parar, llegó a una parada de bus vacía a causa del horario. En una banca se encontraba una silueta con capucha, distorsionando su apariencia. Jungkook dudó de quién fuese, sin embargo se dejó de dudas y se posicionó frente al sujeto, resguardando por los fríos vientos sus manos hechas puños en sus bolsillos.

—Hasta que decidiste venir, eh —habló el hombre descubriendo su rostro—. Estoy sereno y tengo paciencia. Siéntate.

Jungkook correspondió y ambos se observaron de pies a cabeza. Los puños comenzaban a doler por el aprieto que ejercía e intentó calmar su respiración.

—¿Necesitas algo en especial?

"¿Es que siempre necesito algo de ti?" "¿Tú qué crees?" "¿Me crees aprovechador?" "¿Piensas que no tengo otros motivos?" Ninguno de esos comentarios sarcásticos se escuchó como respuesta.

—Sí —se oyó, asombrando al castaño, quien se quedó estático en la banca—. En verdad, eres el único a quien puedo recurrir.

—¿Qué te hace pensar eso...?

—Eres el único empollón que conozco —respondió con simpleza.

—¿Y qué hay de Bogum? —inquirió.

—¿Tratas de contarme un chiste?

Ahí está. El lado sarcástico volvía a hacer su aparición.

—Está bien. ¿Y en qué te puedo ayudar? —el menor fue al grano.

—Oye. Sí que accedes rápido, eh. Escucha primero mi propuesta —se anticipó al castaño. Éste era todo oídos, y algo le decía que nada de lo que se acordara aquí terminaría bien, e inseguro se cruzó de brazos, prestándose a escuchar—. Hagamos un pacto de paz —Jungkook parpadeó varias veces y se acomodó mejor en el asiento. Enfocó sus ojos como platos y observó detenidamente al rubio. Éste quería soltar una risa ante la reacción del chico, pero quiso mantener el serio ambiente de la burbuja que habían formado en ese momento, y prosiguió—. Si me echas una mano en mis estudios... y de alguna manera llego a California por ello, te dejaré fuera de todo mal rollo que se produzca. ¿Aceptas? No suena del todo mal, debes admitirlo. Soy yo el que siempre te saca de casillas después de todo y ¡ah! Ni hablar de tu noviecito, él. En serio se toma todo muy a pecho, eh.

—No es mi novio.

—¿Importa? —levantó sus cejas— Ahora, ¿qué piensas?

Jungkook se tomó los minutos suficientes para pensarlo a profundidad.

¿Cuánto tiempo de tormento le había causado ese chico? ¿Cuánto tuvo que soportar por todo lo que sucedió en un abrir y cerrar de ojos? ¿Qué hay de toda la tolerancia? ¿Fue todo por amor? ¿Capricho? Jungkook merecía algo mejor que solo un "pacto de paz" con Jae. Claro estaba; el trato no parecía una mala idea, pero regresaba atrás en el tiempo y veía todo lo acontecido entre ellos, y supo que algo le faltaba al pacto para llevarse completamente a cabo.

—¿Y bien? —consultó el rubio de pronto.

—Si me pides disculpas, habrá trato hecho.

Jae se congeló en su lugar, sin embargo no quitó la mirada del chico castaño.

Sabía a qué se refería, sabía lo que debía decir. Tragó con dificultad y se acercó al cuerpo junto al suyo, el cual dio un brinco.

—Escucha. Creo que sabes porqué mi ira hacia ese día se transfiere a ti al ver tu cara, pero se sintió como mil cuchillas en mi cuerpo siendo clavadas. Yo de verdad, por primera vez en mi vida me sentí... —miró al cielo negro y raso, lamiendo sus labios para luego exhalar despacio y pesado— enamorado. Estaba enamorado, Jungkook. Y el hecho de que fuera de un hombre, no provocaba nada negativo en mí. Pero sabes que los demás piensan mierda de estas cosas, y el estatus de una persona se desploma socialmente por asuntos como estos. Más en ese entonces; hablo del efecto en mi familia —su manera de observar el cielo se volvió, de alguna forma, suave, y cristalina. Jungkook no lo mencionaría jamás, pero sí lo plasmaría para siempre en su mente, el segundo en el que vio las lágrimas pidiendo a gritos escapar de sus azulejos. Jae se restregaba sus ojos al sentirse roto, justo como en ese momento. Volver atrás no era fácil—. Por eso es que ahora que siento que todo se va a perder, mis oportunidades se convierten en nada. Yo soy nada, y me siento vacío. Cuando Mark decidió irse y dejar esa carta, yo... No me lo tomé como debía, y enloquecí. Yo realmente lo quería de vuelta a mí, no sabes cuánto —sonó quejoso y esta vez se restregó toda su cara con sus manos—. En resumidas cuentas, nunca pensé necesitar algo de la persona a la que odio, pero aquí me tienes. Si me dices que es necesario ponerme a rogar de rodillas, lo hago. No estoy para bromas, lagartija. Estoy siendo honesto, y no se trata de satisfacer mis caprichos. Lo que siento es amor, Jungkook. Y mi amor acaba de tomar un avión a California, sin mí. ¿Entiendes a lo que me estoy enfrentando? Cómo te sentirías si el chico este... ¿Taehyung? ¿Hubiese tomado la decisión de dejarte ir para seguir adelante, sin ti? ¿A dónde queda el afecto? —Jungkook no emitió sonido, pero sus ojos cayeron al suelo por unos segundos— Necesito algo de ti. Es por ello y más que lo siento. Perdón, Jeon Jungkook.

El corazón de Jungkook se sintió estrujado y adolorido después de escuchar al chico de sus pesadillas decir todo aquello. Hasta llegó a pensar en perdonarle todo el huracán de infortunios que le creó, pero no quiso sobrepasarse a ese nivel tampoco. Un infierno es un infierno, y ahí no hay perdón ni retracción. Cuando se sintiese confiado de la credibilidad del lamento del rubio por todo lo hecho, sería el día en el que todo se aplacaría.

Tomó una gran bocanada de aire y se levantó de la banca, enfrentándose al rubio con las manos en sus bolsillos. Empezaba a sentir el frío estando de pie.

Por su mente pasaron miles de posibles cosas que sucederían si continuaba con esto en un microsegundo. Revolvió su cabello sosegado y suspiró, dirigiéndose a responderle apropiadamente al chico, con su mirada verosímil.

—Te acepto.

Ese día miércoles no era tan caluroso como los anteriores, Jungkook y Taehyung estaban en la casa del primero y habían faltado a clases. "Voy a cuidar de ti mañana, así que faltaremos a clase. Le avisaré a Dahyun y Jimin para que estén al tanto" le había dicho el castaño su mayor antes de que cayera dormido.

Eran las ocho con seis según el reloj de pared de la habitación, y Kim era el primero en despertar esa mañana. Bostezó estirando los músculos descansados de sus brazos y notó el cuerpo durmiente a su lado. No había nada que le incitara a abrir sus párpados, pero Taehyung creyó que así estaba mejor. Su semblante sereno le permitía percatarse de las ligeras ojeras que se pintaban bajo sus ojos, por lo que imaginó su cansancio de alguna manera.

Los minutos fueron transcurriendo, y en las condiciones en las que estaba no le quedaba de otra alternativa más que esperar a que el príncipe despertara de su sueño profundo. Y asimismo, también debía controlar sus deseos; su mano comenzaba a vacilar y merodear por las sábanas de la cama del chico. Así que, sin dudarlo más, su mano buscó el rostro de Jungkook. Ahuecó su mejilla, paseó las yemas de sus dedos por su frente y resbalaron juguetones por el puente de su nariz. Sus dedos bailaron por la enredada y crespa frondosidad del cabello del castaño, sintiendo cosquilleos desde la punta de sus falanges hasta su columna vertebral, viajando a raudales por sus entrañas. ¿Son estas mariposas? se preguntó soltando una risa, negando con la cabeza. Estudió y apreció al chico con sus ojos, empezando por su clavícula, subiendo por sus labios hasta encontrarse inesperadamente con sus pardos ojos.

—Buenos días... —comentó apenas el mayor.

Jungkook –aún en el trance entre el sueño y el despertar– se sintió derretirse en la cama al tener a Kim tan cerca, sin embargo no emitió ni el mínimo movimiento y esquivó su mirada, sin poder ocultar una inevitable sonrisa.

—Buenas...

Taehyung sonrió radiante para Jungkook.

—Aún puedo sentir unos dolores en mi cuerpo —comentó de repente—. Ese tipo sí que tiene un puño pesado. Espero que nunca vuelvas a verlo.

Jungkook no habló, pero su cabeza sí. Sabía que tendría que verlo otra vez, había hecho una promesa. Jeon nunca había roto una promesa, según lo que recuerda, por lo que ahora era el momento en el que pasaba por una encrucijada mental, donde habían dos alternativas que elegir: contarle lo sucedido ayer por la noche, o no mencionar palabra de ello. ¿Qué decidiría? No contarle lo ocurrido le dejaría con un pesar en sus hombros, y no estaba para nada bien con eso. Con antelación lo admitía.

Ya sabía qué hacer.

—Sí —pronunció—. Sobre eso...

—Iré a comprar leche y otras cosas. Ya vuelvo.

—Okay.

La puerta cerró con un portazo suave, avisando de la ida del castaño. Taehyung, quien estaba al frente de ella con sus muletas, le vio salir. Soltando un suspiro, no le quedó de otra más que esperar a que el muchacho volviera de sus compras mañaneras para el desayuno.

—Okay...

Luego de escuchar lo que el castaño le contó después de despertarle lo tenía intranquilo e, incesantemente, volvía a recordar para traer de vuelta a su memoria cada palabra mencionada. En un principio, no logró captar con claridad lo que ocurrió cuando dormía, pero por otra parte, también existía la posibilidad de no querer creer en la promesa que se concordó.

¿Acaso está loco?

Negando con su cabeza una y otra vez, se dirigió a la escalera. Escrutaba cada escalón con deseo de pisar sobre cada uno de ellos, así que con cautela y apoyo de sus muletas se las ingenió para llegar al segundo piso de la casa. En éste había un angosto pasillo que guiaba a dos habitaciones a la izquierda, y a su derecha, un baño y a lo que parecía ser una oficina. A cada paso, un crujido.

Se aventuró por la habitación del castaño, encontrando una que otra pegatina de bandas musicales en sus paredes y fotografías de, lo que él suponía, su hermana. Si mal no recordaba, se llamaba Sooyoung. En la primera fotografía podía describirla como una mujer alta y delgada, empeñada en su trabajo. Parecía trabajar en una oficina bastante ostentosa, pero humilde para la chica. En la segunda se encuentra con ropas rosadas, confortables y holgadas, comiendo algodón de azúcar en lo que Taehyung podía describir como un parque de diversiones. En la tercera era ella y Jungkook, con muchos años menos. ¿Doce, quizás? Ambos estaban sonrosados y alegres en un parque. Y por último, en la cuarta fotografía estaba Sooyoung abrazando la espalda y colocando su cabeza en el hombro de Jungkook mientras éste enfocaba a ambos. Atrás podía visualizar con facilidad la casa por la entrada. Asemejaba ser un intento de selfie.

Se paseó por el pasillo, descubriendo diversas fotografías en las pálidas paredes, enmarcadas con madera y colgadas a diferentes niveles. Unas más grandes que otras, otras más antiguas que recientes... Sin embargo, todas con el mismo imán. Taehyung realmente quería echarles un ojo. En la primera había una señora cocinando junto a un hombre, abrazándola por la espalda y ambos sonrientes. Taehyung creyó que debían ser sus padres. En la siguiente había dos pequeños niños jugando con cachivaches. Pensó que uno de ellos era Jungkook; del otro no tenía ni menor idea. En la tercera supo que era Sooyoung al ser la más alta del grupo de chicas, vestidas con prendas deportivas y raquetas de tenis en un estadio pequeño.
La que le seguía fue la cuarta y última que Taehyung se decidió en apreciar. La estudió más que admirarla, y esta fue la que más le causó curiosidad. En ella habían dos chicos agarrados de las manos. El castaño se encontraba con unos patines puestos, intentando mantener el equilibrio y apoyándose del apretón de las manos de un chico rubio, quien le sonreía grande con los ojos apretados. Su sonrisa mostraba parte de sus encías, su cabello estaba algo maltratado y revuelto, su figura era delgada y vestía con playera y simples shorts. Estaba descalzo. De seguro los patines eran suyos. Y, evidentemente, el chico castaño era Jungkook.

¿Entonces quién es el chico rubio?

Dejó de ofuscar y se dispuso a bajar con prevención la escalera, y al llegar al primer piso escuchó la puerta de entrada cerrarse.

—¿Taehyung? —el llamado se presentó ante el castaño, sujetándose de sus muletas y dibujando una sonrisa cálida y simpática al chico en la entrada, contagiando el gesto en su boca— Ya llegué.

El desayuno fue muy agradable, lleno de juegos bajo la mesa con sus pies, uno que otro chiste y anécdotas graciosas. Para la hora del almuerzo se complicaron un poco las cosas; estamos hablando de dos adultos (no tan adultos) inhábiles en la cocina. Por lo que recurrieron al internet para ver qué resultaba de dos tontos y una receta con pocos ingredientes. "Si utilizamos menos ingredientes, ¡la cagaremos menos!" comentó positivo el mayor. Y así, siguieron la corriente de la receta y de sus propias manos surgió un intento de estofado que, afortunadamente, no había terminado tan decepcionante.

Después de ver una película de acción llegó el atardecer y Taehyung estaba de buenas. Se sentía travieso con tanta conformidad en ese día, no creyó estar pasándola mejor que nunca hasta que algo se le ocurrió en su cabeza. Se aprovecharía un poco.

De la cocina se llevó una botella vacía a la mesita de café de la cocina y se sentó en una silla, llamó al castaño y al llegar a la habitación se extrañó.

—Siéntate, siéntate —le ofreció animado, y el otro aceptó con una sonrisa confusa.

—¿Qué pasa?

—Juguemos a con la botella, ¿sabes cómo? —el otro negó y Kim se sorprendió— ¿No...? Wow. Entonces, ¿qué te parece intentar conmigo?

—No le veo el mal —replicó con simpleza.

Algo en el mayor se sentía muy risueño, y parecía ser su corazón.

Con una corriente eléctrica en la punta de sus dedos tocó el objeto. —Funciona así: giro la botella y la boquilla de ésta indicará el turno de cada uno. Cuando eso pase, el compañero preguntará al elegido por "contar una verdad" o "hacer un reto". Luego de escoger una opción, haces lo que el otro propuso y así continúa el juego. ¿Divertido?

—Mucho —soltó una carcajada—. Entonces, si te reto a algo ¿debes cumplirlo?

—Sip.

—Y... Si pido que confieses algo ¿deberás hacerlo también?

—Exacto. Ya lo captas.

Taehyung fue el primero en girar la botella, y para su desgracia, el primer turno fue para él.

—¿Verdad o reto?

—Uh... ¿Verdad?

—Dime, ¿es ese tu color natural de cabello?

—¿Eh? —Taehyung quedó en un corto trance y luego respondió quejoso— No... P-Pero creo que me queda genial, ¿no piensas igual?

—No te lo niego —rió el muchacho—. ¿No has pensado en cambiarlo?

—¿Cambiarlo...? ¿De qué hablas?

—Vale —le dio el segundo giro a la botella y por arte de magia, el turno cayó en Taehyung otra vez—. ¿Verdad o reto?

—Te estás aprovechando.

—¿Qué? ¿Acaso dijiste verdad? —se mofó haciéndose el sordo.

—Y-Yo- ¡Reto!

—Tiñe tu cabello de rojo.

—Qué.

Jungkook empezó a reírse con ganas de la situación a la que puso a su mayor, y muy obviamente le encontraba mucha gracia. Se notaba que se la estaba pasando de maravilla.

—Te reto a teñir tu cabello de rojo. Rojo pasión.

—...Rojo p-pa- ¡Que te jodan! ¿Por qué? —entró en pánico, y le encantó el pensamiento de un castigo justo para Jungkook por lo que le inducía. Y con una juguetona mueca en su boca hizo girar la botella. Ésta señaló a Jungkook ahora—. ¿Verdad o reto, Jeon?

—Mm... Reto —conectó los ojos con los otros, lanzando cuchillas y suspicacia con los movimientos de sus cejas.

El mayor exhaló sonoro y complacido.

—Te reto a que me beses.

El menor pasó de un tono pálido a uno totalmente colorido en su cara. Taehyung no rompía la conexión de sus ojos.

—¿Bromeas?

—No lo hago.

Jungkook calló por un segundo.

—No pareciera.

Taehyung sonrió sinuoso y sin previo aviso, soportó su peso con sus manos en la mesa y se inclinó tan vigoroso como sutil a atacar la boca de Jungkook, provocándole un brinco en su lugar. Cerró sus ojos y se guió por su instinto. El castaño pudo admitir finalmente la sensación de estar derritiéndose, de sentir que un calor recorría su cuerpo y llegaba a su cara. Sintió una chispa en las caricias de sus labios, y siguió la corriente. Taehyung lo percibió y se separó súbitamente. Jungkook le miró con duda. Ambos jadeaban ligeramente.

—Cumple con el reto —le susurró aproximándose a sus belfos de nuevo— y bésame.

Luego de un vistazo a sus castaños orbes, se inclinó igual que Kim y mordió lento el labio inferior de éste, tomándolo completamente por sorpresa y asombrándolo.

Increíblemente, siguió adelante y tomó el mando.

Inclinó su cabeza y se percató de la mano del otro colándose por su cuello, originando cientos de efectos en su ser. Se deleitó con el baile de sus labios unidos, llevados por el deseo de estar juntos e involucró su toque en la unión también; su mano se perdió en las sedosas hebras de Kim y descendió hasta su suave cuello. El contrario se afanó en acariciar el oído del crespo, haciendo a Jeon suspirar entrecortado e inevitable durante el beso y a él mismo sonreír gustoso.

Taehyung no lo creía. Taehyung veía y sentía el celeste. Un color para representar lo celestial que se sentía el toque entre sus bocas, el palpar un pedacito de cielo, la emoción de estar en una nube al rosáceo atardecer convirtiéndose en noche. Y prometió mil cosas, entre ellas: hacer feliz a Jungkook, y entrar en su corazón. Tan profundo que solo pueda cegarse con su amor. Con ardor. Demostrar que todo valía la pena y nada era insuficiente.

Con cortos roces entre sus lenguas, mordidas y risitas terminó el deleitoso beso. Y le siguió finalmente uno pequeño de Taehyung, quien rompió en carcajadas con ese encantador tono grave y rasposo, arrebatador.

Un suspiro y unas miradas gritaban cosas inteligibles pero irreconocibles. Anheladas pero inseguras. Y es ahí cuando Taehyung se haya en una corazonada, y sin perder el acercamiento, pronuncia entre hálitos...

—Estoy enamorado de ti. Jungkook.

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