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" 39 "

"Malva"

Al separar sus párpados se encontró a sí mismo en un lugar totalmente distinto a lo que antes solía percibir. Estaba en medio de un revoltijo de dudas y acostado en una cama ajena, deseando tomar compostura pero fallando a causa del dolor corporal. Su vista viajó por los rincones de la habitación, estudiando las cosas que se le presentaban, hasta que sus ojos se toparon con una bufanda a cuadros que, por supuesto, reconoció en un santiamén.

Si no estaba en lo correcto, juraba estar en su habitación.

—Ya despertaste —la voz que le sorprendió le hizo girar la cabeza a la puerta abierta—, temía que no lo hicieras. Me alivia verte —una sonrisa se le originó al escucharle.

—Jungkook... —se sentó con esfuerzo en la cama.

El castaño se precipitó a él, sentándose en el borde de la cama a su lado y compartiendo la sonrisa. —Hola.

—Hola... —una risa boba salió inevitablemente de su boca y sacudió su cabeza en negación— Siento la interrupción a tu casa.

—No te lamentes. Yo decidí traerte aquí.

—¿Tú qué...? —sus cejas se curvaron—¿Y... Los demás?

—Dahyun y Jimin se acaban de ir. Jimin dijo que sería mejor no llevarte a enfermería porque no parecías ir a mayor gravedad, pero yo insistí en sí llevarte... Así que te traje aquí...

—Está bien, está bien —le tranquilizó revolviendo sus rebeldes cabellos. Sin alejar su mano, sus ojos se devolvieron otra vez a la roja bufanda a cuadros, e inconscientemente sus dedos acariciaron la oreja de Jungkook. Éste se congeló y su mirar cayó a algún punto indescifrable del suelo, sin embargo no movió ni un músculo. —Entonces ¿estamos salo nosotros dos?

—¿Ah? —sus cinco sentidos volvieron a estar al tanto de su entorno y reaccionó— Ah, sí. Y Dorian —rió tontamente rascando su nuca. Sus dedos se entrelazaron en su regazo e intentó no jugar con ellos mientras dirigía sus orbes a los hipnotizantes y cálidos de Kim, los cuales se perdían en las pupilas del castaño. —¿Quieres algo? Ya es hora de la cena, y lo malo de ello es que no soy bueno en la cocina...

Taehyung rió. —¿Qué hay de unas galletas y té entonces? —dejó caer la mano que mantenía en su oreja.

—Me suena bien.

Luego de un segundo de silencio, Jungkook decidió retomar el habla.

—Creo que es mejor que te quedes aquí.

Taehyung se sintió poco confortable con la repentina opinión de Jungkook, pero no había tiempo para subestimar sus fuerzas y comprendía la preocupación por el menor acerca de su estado actual. Su cuerpo pesaba y dolía por cada movimiento que emitía debido a los golpes recibidos hace horas atrás. Pensándolo bien, estaba consciente de lo difícil que sería llegar a su casa sin el apoyo de su silla de ruedas en estos momentos cuando se es necesaria.
No tenía que pensar demasiado en su decisión.

—Okay.

—No debiste interponerte en mi discusión con Jae.

Taehyung bebió un poco de su té con sabor a canela para aclarar su garganta.

—Hice lo que tenía que hacer para frenar a ese sujeto. Por fin.

Un suspiro se escapó de los labios de Jungkook.

—¿Por qué lo hiciste si sabías de antemano que terminarías así? —apuntó a los resultados en su cuerpo.

Kim le fulminó alejando la taza de sus labios, dejando que la temperatura de ésta abrasara las palmas de sus manos. —¿Nunca has sentido un impulso inapelable?

—¿Qué?

Taehyung pasó su lengua por sus labios y enfocó su mirada en la contraria de nuevo. —Ese impulso que te recorre las venas antes de siquiera pensar en tus acciones. Como un reflejo —no recibió un asentimiento del castaño, pero su atención le bastó para poder continuar—. Pues, si bien es cierto, en ese momento no pude detenerme a pensar un segundo en la mejor elección a situaciones como esas. No suceden todos los días, después de todo. Y me preocupó que hubieras sido parte de esa riña. ¿Lo entiendes ahora? —le preguntó— ¿El porqué me arriesgué?

La verdad era que con la sola imagen siendo plasmada frente sus ojos, su desesperación tomó control de su cuerpo. Taehyung realmente quería proteger a Jungkook, a pesar de la incapacidad en sus tambaleantes piernas. Debido a sus sentimientos, a su corazón, quien le demandó innegablemente hacer lo que parecía correcto.

—Eso creo —respondió el chico, sacándole otro suspiro al mayor—. Pero, yo realmente te agradezco por todo.

—No hay de qué —finalmente sonrió campante.

En serio no lo comprende aún.

—Ya es tarde. ¿Quiéres algo más? —se levantó recogiendo las tazas para llevarlas al lavabo de la cocina.

—Ahora que lo mencionas, un baño estaría bien.

El castaño se detuvo a medio camino a su cocina, casi tropezando con su propio pie al escucharle y se giró a escrutarlo.

La expresión en el rostro de Jungkook era todo un dilema.

Increíblemente, estaba aconteciendo.

Taehyung mostraba moretones en varias zonas de su torso mojado, unos más notables que otros, y en su rostro habían cicatrices cerca de sus labios y pómulos. Con la esponja de baño se refregaba cuidadosamente el jabón líquido por sus extremidades y exhalaba a gusto.

—¿Podrías lavar mi pelo?

Jungkook, quien estaba a unos metros de la bañera, sostuvo con firmeza la toalla con la que después se secaría el mayor antes de que se le cayese al suelo. No podía creer que estaba viendo a Kim Taehyung en su bañera. No podía verle desnudo completamente, pero sabía a la perfección que lo estaba bajo las cálidas aguas.

No parecía reaccionar.

—Uhm. Sí —respondió en un susurro.

¿Era su idea o comenzaba a estar más caliente el ambiente?

Con un banco pequeño se hincó para sentarse en él enfrentándose a la parte posterior de la bañera, obteniendo la cabeza y espalda húmeda de Taehyung. Tomó entre sus manos el envase de champú y puso en su palma una cantidad generosa para frotar los cabellos empapados. Eran largos, y con el efecto del champú en ellos se sentían suaves. Masajeaba en formas circulares y lentas, provocando gruñidos y suspiros de contento al mayor, echando ineludible la cabeza hacia atrás.

—Se siente asombroso —comentó extasiado—. Como cuando mamá me bañaba cuando niño.

—¿Tan así?

—Tú solo sigue —ambos rieron. —De veras me duele el cuerpo.

—Ni lo digas.

El silencio en ese baño los encontró entumecidos y absortos en su propia burbuja. Taehyung no lo diría en voz alta, pero aseguró estar en un elíseo. Mientras el menor enjuagaba sus hebras y se desprendía el placentero aroma a frutos rojos, se volvía una máquina de suspiros. Todo le parecía maravillosamente deleitoso. Sus ojos desafortunadamente solo podían fijarse en el techo sobre sus cabezas, y en una de aquellas miradas empezó a merodear entre las complejidades de su cabeza, creando estragos y preguntas.

—Jungkook —de pronto pronunció.

—¿Hm?

Taehyung rotó su cuerpo repentinamente hacia el castaño, tomándolo por desprevenido.
Se le acercó serio.

—Me gustaría escuchar eso que tanto me escondes —el muchacho abrió sus ojos de par en par hasta llegar a comprender. Su corazón cambió el pulso y sus manos apretaron el borde de la bañera, goteando—. No es fácil para ti decirlo, y no es fácil para mí tener que sobrellevar esta emoción de angustia. Aún es ese "algo" que lo es todo para ti en tu vida, y yo no tengo idea de ello. Significa que no te conozco definitivamente, ¿lo entiendes? Y si nunca me lo dices... —calló unos segundos y sus dedos se restregaron por su rostro, mojándolo y haciéndolo parpadear varias veces. —Volveré a repetirlo cuantas veces sean necesarias, Kook. Déjame conocerte, confía y ábrete para mi. Te juro que no causarás que me distancie, eso no podría ser posible. Lo prometo —tomó entre sus manos los dedos empuñados del chico, mirándolo con afabilidad—. Quiero ser parte de tu dolor.

Jungkook sudó frío y bajó su frente, apretando más el agarre de sus manos.

Tiene razón pensó indudablemente.

Suspiró más de una vez en ese trance que lo carcomía lentamente, y volvió atrás en sus recuerdos, en su vida. Todos aquellos episodios, sentimientos y ardores que perpetúan en su alma, permanentes como tatuajes.

Mordió de nuevo su labio, y por fin sus ojos oscilaron hasta dar con los del chico en su bañera. La imagen que reflejaban sus ojos en el lienzo de su visión solo mostraba el deseo cegador del mayor, y en letras mayúsculas se enseñaba: "inquietud".

—Si es así —tragó duro, deshaciendo el agarre de sus manos—, te contaré. Te contaré de mí.

No sabía lo afligido que te sentías, pero entiendo lo mal que debes haberte sentido al estar con alguien a quien no conoces.

Ahora lo llego a comprender mejor.

Los ojos de Taehyung se alumbraron en un malva, centelleante y pacificador, llenando su cuerpo y ser con una tranquilidad milagrosa. Calmando las pesadumbres de su mente.

¿Era el malva el color del descubrimiento?

¿O era Jungkook color malva?

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