" 15 "
"Camello"
—
El reloj en su pared indicaba las doce con una. Eso significaba que había despertado dos horas después del maratón de películas, y se había dormido primero.
—Maldición, perdí.
Sus manos se restregaron por sus ojos y observó detenidamente los restos de comida en la mesa pequeña frente a él y los vasos de café vacíos, y a un lado de todo eso, el control remoto.
Una mueca de disgusto apareció en él.
—Jimin —llamó con la voz grave y rasposa.
Nada se oyó.
Sus cejas mostraron duda e intentó otra vez.
—¡Jimin!
Le fue imposible afinar su sentido de audición más de lo que quiso, por lo que se dio por vencido.
Park no estaba.
Quitó la manta de su cuerpo y con gran pereza se enderezó en el sofá. Estiró sus brazos y largó un bostezo de esos inmensos. Luego sus piernas se estiraron por instinto.
Miró hacia sus zapatos y suspiró. Lugo miró a la lejanía su silla de ruedas. Exhaló de nuevo y se decidió.
—Aquí vamos.
Emitió un quejido al levantarse del sofá y se arrimó al borde de éste. Levantó la cabeza y vio la puerta hacia su habitación, y dio el primer paso. Con toda la fuerza en sus músculos, resurgieron sus energías y dio más pasos afirmándose de la pared. Si se sentía caer, pensaría en ilusiones y no en una rendición.
Esto era sólo una parte de su camino hacia el esfuerzo. Su logro.
Al tocar el cerrojo abrió con desespero, y al no tener lugar en donde respaldarse se encontraba caminando en una cuerda floja hacia su cama.
Hasta que llegó.
—Dios...
Su respiración se volvió algo frenética y descontrolada. Taehyung rió. Sus carcajadas eran desmedidas y estaba seguro que se escuchaban por todo el edificio, pero no le pudo interesar menos.
Una alegría le invadió como una tempestad.
Unos minutos luego de retorcerse de risas amenas, calmó su bienestar y continuó respirando con normalidad.
—No estuvo nada mal, Kim.
Quitó la mirada del blanquecino techo y volteó su cabeza a la derecha, a su celular. Y en el suelo, abandonado e ignorado, su libreta con notas para Jungkook.
Y fue ahí que recordó.
—Carajo.
Tomó ágil su celular y se aproximó al borde de la cama para que su brazo fuera a alcanzar finalmente y con esmero la libreta del suelo. Lo sacudió y se acomodó de nuevo en la cama, sentado.
—Soy el peor...
Abrió la libreta y comenzó a fotografiarla. Página por página hasta el último escrito que se haya trazado. Seleccionó todas esas fotos en la galería y las envió al contacto del castaño.
—Mejor tarde que nunca.
Volvió a lanzar la libreta al suelo y abandonó su celular en su mismo sitio.
El sueño le estaba matando hasta el punto de sentir sus propios párpados cerrarse. Así que se quitó la camiseta, arrojándola a algún lugar sin especificación y empezó a desabrocharse el cinturón y los jeans beige.
Se hubiera deshecho de los pantalones al igual que su camiseta pero su celular vibró.
Un mensaje le llegó.
Jungkook
Muchas gracias, Tae.
¡Te debo una!
Sonrió como tal idiota al leer ese apodo.
Se apresuró a darle una réplica emocionado a inicios de la noche.
No te preocupes, no fue nada.
¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor?
La respuesta cayó como rayo desde el cielo.
Jungkook
Yo creo que no.
Nunca antes había
tenido una gripe.
No sabía lo dificultoso
que sería tratar una
simple gripe.
Al parecer, más de una respuesta apareció en su pantalla.
Servirá como experiencia
para el futuro doctor
Jungkook.
Ya podía imaginarse el entrecejo de Jungkook fruncido ante su mensaje, y resopló entretenido.
Jungkook
Será mejor que te
duermas ya.
Hay clases mañana.
Como digas mamá.
No soy tú mamá.
Soy tu mejor amigo.
Ignoró aquél mensaje.
Buenas noches.
Jungkook
Buenas noches, tonto.
Sus pulmones se vaciaron de suspiros y salió de la aplicación de mensajería para agregarle unos detalles a su contacto preferido.
Con una sonrisa se dispuso a seguir el consejo de su mejor amigo.
Mejor amigo.
—Como digas.
—
El puesto cerca de la ventana permanecía vacío por tercera vez, lastimosamente.
Dahyun se veía más decaída y desanimada. Su carácter normalmente era muy simpático y contagioso, pero este día parecía ser una excepción. Y respecto a esa soledad Taehyung encontró el color camello entre sus emociones.
Sin Jungkook el día se sentía tan aburrido como insípido. Camello.
Al mirar el pizarrón sólo se fijaba en cómo el profesor dibujaba diversas e infinitas líneas sobre éste. Su ojos se paseaban por lo amplio del salón y lo inconmensurable del exterior tras la ventana. Y por supuesto, el solitario asiento a la izquierda.
Cuando menos se lo esperó, las clases terminaron. No había prestado atención a la clase, y eso iba a perjudicarle. Y peor aún, no había escrito ningún apunte.
Pacificó su cordura y se dirigió directo al salón de maestros. En el camino escuchó pisadas apresuradas tras de él.
—¡Taehyung! —se posicionó frente a él, paralizando cualquier tipo de movimiento que quisiese hacer el menor— ¿A...? ¿A dónde vas?
—A ver al profesor Lee.
—¿Lee... Donghae?
—Al mismísimo —respondió seco.
Jimin se apartó al darse cuenta de que la silla de ruedas iba a partir.
—¿Taehyung? —le siguió de todos modos— Estás extraño. ¿Te ocurre algo? —fue herido con ignorancia— ¿Fue porque me fui anoche? ¿Es eso...?
—¿Qué? —respondió finalmente.
—Mira, siento haberte dejado solo anoche. Tenía que cuidar a alguien-
—¿Tu hermano? —interrumpió sus excusas.
—...Sí —respondió sin pensar y Taehyung pareció tragárselo. Aunque no fuera la idea.
—Te comprendo, Jimin. Pero no estoy enojado por eso —explicó—. Es sólo... —no tenía la mayor idea de lo que experimentaba ahora mismo. Incomprensible. Sus pensamientos se perdieron en el gigantesco bosque en su cabeza y recordó la clase del profesor Lee; no prestó atención y, peor aún, no tomó apuntes para Jungkook. Estaba mal— No estoy de humor.
Frustrado quizás.
—¿Quieres que te acompañe a ver al profesor Lee?
—No hace falta —intentó sonreír.
Las ruedas siguieron su rumbo y el camino se tornó corto al salón de maestros. La puerta estaba abierta, pero golpeó de todas formas.
Sin embargo, todo fue en vano al ver a nadie adentro.
Suspiró abatido y esperó cerca de la puerta a que el maestro llegara.
—¿Kim?
Un grave grito de sorpresa rompió de la garganta de Taehyung.
—P-Profesor Lee. ¡Estaba buscándolo...!
—Pues aquí me tienes —tomó asiento frente a él y cruzó sus piernas, inclinándose para verlo mejor— ¿En qué te puedo ayudar, muchacho? —se acomodó las gafas.
—No entendí la clase —soltó tan rápido como trato de ignorar su mirada.
Me va a matar pensó.
Mas el maestro demostró comprensión y cogió un libro de clase entre sus manos, resoplando.
—Será mejor que tomes apuntes.
La sonrisa de Taehyung se extendió lo más que pudo.
—Claro.
Rebuscó entre los cuadernos de su bolso y sacó más animado que antes la libreta de apuntes y un lápiz.
El profesor le escrutó.
—¿Cómo estás, Kim?
La cabeza de Taehyung se alzó bruscamente.
—¿Eh? —la pregunta le había tomado por desprevenido.
—Tienes ojeras en... —se refirió a sus ojos apuntando los propios, provocando que el menor tocara la zona.
No tenía idea de cuándo y cómo surgieron, pero se avergonzó un poco de sí mismo.
—No es nada.
El profesor no le creyó.
—
La puerta fue golpeada y Jungkook abrió sus ojos.
Su cejas se arrugaron y saltó fuera del sofá donde se encontraba adolorido. Con pasos cortos y débiles se dirigiéndose a la puerta sin importarle olvidar sus pantuflas atrás, y abrió la puerta.
Guiñó sus ojos repetidas veces para creer.
—De nuevo... —murmuró.
—Sí, de nuevo —bromeó—. Park Jimin está en tu casa otra vez —dejó sus zapatos apartados y colgó su abrigo en el perchero. La puerta fue cerrada.
—Borra esa sonrisa de tu cara, es muy brillante para mí —se quejó—. ¿A qué has venido?
—A cuidar de ti en todas las maneras posibles —se cruzó de brazos y le desafió con la mirada.
Jungkook bajó la mirada y negó con la cabeza.
—Realmente no tienes porque...
El mayor tomó un extremo de la manta que llevaba encima y lo guió lejos de la entrada.
—Realmente no sabes cómo cocinar.
Y eso marcó un antes y un después en la vida de Jungkook.
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