"Marfil"
—
—Hey, Jimin.
Éste se da vuelta y lo escruta en busca de algún tipo de atisbo en él, mas su amigo con una simple seña le llama a seguirle a dondequiera que se dirigía. Y sin un mínimo reclamo, el pelinegro lo sigue.
Las clases acababan de concluir y Taehyung se encontraba saliendo de la universidad. Quién sabe hacia dónde su silla lo movía, pero junto y siempre a su lado iba Jimin.
Luego de un rato, se vieron en un parque sin reconocimiento, pero lindo en cualquier modo que se observe. Jimin toma asiento y echándole una mirada a su amigo, espera a que alguna palabra salga de su boca.
Éste sólo le mira.
—Algún día te acompañaré en esa banca —dice.
Es razonable que el pelinegro no esperara aquél comentario. Se removió incómodo en su asiento y dibujó una sonrisa amable en su rostro.
—Sé que lo harás.
—Me sentaré con los que más quiera y sabré que todo habrá valido la pena —le habló mirando el inmenso cielo arriba de sus cabezas—, sé que lo lograré.
Jimin no pudo quitarle los ojos de encima, y ello sólo provocó que su sonrisa se ensanchara más. Aun cuando pensaba no haber sonreído tanto desde hace un tiempo.
—Me parece excelente.
Taehyung alejó sus orbes del cielo y los posó en su amigo. Tragó duro.
—Tú sabes —carraspeó intencional—, eres mi amigo y siempre me has dicho que si tenía algo que decir, lo soltase sencillamente y ya. Sin embargo esto... no es así de sencillo de soltar.
—Increíble —movió su cabeza en incredulidad.
—¿Qué...? —rió sarcástico.
—Nunca te vi tan acomplejado delante de mí antes.
—¡Ese no es el punto...! —revuelve sus cabellos e intenta no perder la cordura. Jimin le había ocupado la mayor parte de sus pensamientos anoche, intentando visualizar diversos tipos de reacciones al hablar de lo que quería. Deseaba desahogarse ya.
—Ya, ya. Habla —mas a este chico sólo le divertía la situación.
Kim inhala en regocijo antes de comenzar.
—Sabes... El otro día. Me sentí raro.
Las cejas de Jimin se arrugaron.
—¿En qué manera?
—Ni yo mismo lo sé. Fue hace un tiempo, pero esto me ha tomado de imprevisto y me tiene muy mal.
El pelinegro se inclinó y apoyó sus codos en sus rodillas. Con una mano en su barbilla empezó a imaginar.
—Sigue.
—Fue en casa de Jungkook.
Los ojos de Jimin se abrieron grandes y no parpadeó. Sin tener un punto fijo en donde enfocar su vista, se perdió.
—¿Jungkook...?
—Algo ocurrió allí.
Jimin recordó esa vez en que fue en busca de Taehyung; su agitación le preocupó, pero después de un rato, Taehyung supo como disfrazarlo con pacificación.
Ninguna palabra amenazaba con formarse en la garganta de Jimin y sus cuerdas vocales, así que continuó.
—No sé en qué estaba pensando... Pero si lo pienso mejor, nunca sé de lo que hago cuando estoy con Jungkook. Contigo es tan natural, pero con él es... —se detuvo al darse cuenta de las cosas que salían de su boca y de la mirada perturbada del pelinegro— Ese día fue diferente. Lo definiré como esa manera de ser. A pesar de todo, vuelvo a reproducir en mi cabeza la misma escena. Una y otra vez y...
—Qué pasó.
Taehyung perdido en sí mismo le miró y respiró dificultoso.
—Su rostro. Estaba tan cerca del mío... —Jimin no sabía realmente a qué dirección iba este tema, pero era algo de lo qué asombrarse de verdad— Sus ojos, también. Y mi corazón. Pensé que lo perdería en cualquier instante, Jimin. No supe qué hacer.
—Escapaste.
—Lo hice —admitió con la cabeza.
—¿Enloqueciste luego de acercarte?
—Si se puede decir así...
—Pero —siguió hablando el pelinegro—, es imposible atormentarse sin tener alguna causa. Alguna razón para perder los estribos, Taehyung... —los pobres ojos moribundos de Taehyung conectaron con los de él y respiró pesado— Creo que intentas declararme algo importante, Taehyung. Por favor —acarició y apretó suave la rodilla del otro en confianza—, sólo cuéntame. No habrán prejuicios.
—Creo que siento algo indescriptible por Jungkook.
Bastó de unos minutos para que el silencio se perdiera en el viento luego de que Taehyung hablara.
Pronto como admitió lo que quería decir, Taehyung sintió el fuerte asir de Jimin en sus manos y una sonrisa apareció en él. No lo comprendía.
—Gracias por contarme de esto.
Kim no se resistió y sin más lucha, una sonrisa resplandeció de él también. Sin poder evitarlo, abrazó al hombre ante él y le apretó con sus fuerzas.
—Gracias a ti, idiota. Esto me estaba matando —Jimin no mantuvo su carcajada y se soltaron.
—Aunque no tengas claro algo de todas formas, sabes que te querré sin importar qué. ¿Cierto?
El de cabellos acaramelados meneó la cabeza y rió.
A pesar de pasar toda una noche torturando su propia cabeza, Taehyung vió marfil. Aquél color que veía normalmente en el castaño chico, embriagante. Sintiéndose profundamente feliz y aliviado. Y apreció la comprensión de Jimin.
Es por eso que era su mejor amigo.
—De qué hablas, tonto.
—
Segundo día sin Jungkook.
Taehyung suspiró largo y con letargo continuaba parpadeando para no caer dormido. Jimin se estaba demorando mucho comprando dulces en la cafetería.
Mientras tanto, seguía pensando en cómo Jungkook no quería que nadie le visitará o le viera. Ni a Dahyun, ni a Jimin, ni a él. Ni si quiera a su hermana. A saber el porqué, prefería finalmente no saberlo. Se comprendía su gripe, pero Taehyung no le gustaba imaginárselo tan solitario.
Entretanto Taehyung se perdía en su gran lago de reflexión, un alegre chico entraba con grandes pisadas sonoras al café. Era imposible no pasar por desapercibida su presencia.
Al rato se acercó desconcertando al pobre Taehyung.
—¿Jung?
—El auténtico —tomó asiento frente a él—. Por favor, no me llames por mi apellido; dime Hoseok.
—Vale —respondió. —¿Qué haces por aquí? ¿Vienes seguido?
—No, la verdad. Quiero un trabajo de medio tiempo.
—Oh, ya veo —miró a Jimin esperar los dulces que ordenó en el mostrador—. Si consigues ese trabajo nos veras muy seguido.
—Supongamos.
Taehyung volvió la cabeza al chico frente a él.
—Jimin dijo que eras un buen tipo.
Tomó el puchero y las cejas alzadas, además de su asentimiento con la cabeza como respuesta.
Luego de unos segundos el pelinegro volvió con los dulces pedidos en una bolsa y los cafés en otra; todo para llevar a casa.
—Hoseok —saludó al acercársele—. ¿Qué tal?
—Excelente. Sólo esperando mi próxima entrevista de trabajo.
—¿Quieres trabajar aquí?
—En cualquier lugar en donde reciba paga me apetecería —mencionó gracioso y cruzó sus dedos en la mesa—. Ahora espero a que el jefe se desocupe y llame por mi para comenzar la entrevista. ¡Estoy súper nervioso!
—Ese "súper" enfatiza mucho —mencionó el menor de los tres.
—Jung. Tienes permiso para la entrevista —escucharon a un trabajador llamar—. Pasa a la oficina por favor.
La cara de Jung se volvió un póker y palideció de repente, y al levantarse del asiento en donde estaba las carcajadas de sus compañeros de clase no faltaron.
—Nos vemos en otra vida, chicos —bromeó antes de adentrarse.
—Suerte —hablaron al unísono, despidiéndose de la cara de Jung.
El par de amigos se miraron y se dispusieron a ir a casa sin más.
Al llegar prepararon las mantas y el control remoto para comenzar su maratón de películas, pusieron dulces en la pequeña mesa frente al sofá y los cafés. Jimin ayudó a Tae a sentarse en el sillón y se adentraron en su mundo. La película ya estaba comenzando.
—Jimin, dame el café. Me lo tragaré ahora —pidió.
—¿Ahora? —dudó entregándole el café.
—Luego se enfriará.
Tenía razón. Entonces Jimin le imitó.
—Debo entregarle los apuntes de clase a Jungkook, pero no tengo idea de cómo si no quiere que vaya a verle.
—¿No tenías su número de teléfono?
—Oh —abrió su boca con sorpresa—, cierto. Eres un genio, Jimin —sorbió su café.
—Puedes mandar fotografías de las notas y enviarlas —su amigo asintió. El pelinegro, anonadado durante unos segundos, saliendo de su trance recordó la duda que recorría su mente hace unas horas—. ¿Está bien?
El menor se mantuvo callado un instante y luego responde.
—No quiere que nadie vaya a verlo y está enfermo. Debo admitir mi preocupación.
Jimin exhaló.
A media hora de película, la mitad de la cantidad que compraron de donas desaparecieron al igual que el café.
Park se encontraba hundido en la trama de la película hasta que escuchó ronquidos.
Lanzó un suspiro apartando su dona.
—Primer soldado caído.
Apagó entristecido y decepcionado la televisión y cubrió con la manta a su amigo para dejarle descansar cómodamente. Normalmente, Taehyung reclamaría en la mañana al despertar en su cama porque significaría que el pelinegro le había dejado allí tirado, sin poder hacer ningún esfuerzo por cuenta propia. Así que decidió dejarlo en su lugar.
Se aproximó al perchero y antes de tomar su chaqueta vio un pedazo de papel sobresaliendo del bolsillo en el abrigo del otro.
Por mera discreción lo dejaría de lado, pero la curiosidad ya era bastante como para resistirse.
Era un papel arrugado y no muy legible, pero si ponía su visión a prueba comprendería que lo escrito se trataría de una dirección. ¿Por qué tendría ello guardado consigo? ¿Por qué no recuerda haberle acompañado a ese lugar? ¿Ha ido solo...?
No lo dudó más y se colocó su chaqueta de cuero, abrochando con fuerza las cintas de sus zapatillas para poner en marcha su camino. Cerró con cautela la puerta para no crear el mayor ruido posible y se encaminó a la salida del edificio. Hacía frío y los cielos se estaban oscureciendo. Durante su andar pensaba en lo provechoso que sería consumir un plato de comida caliente. Quizá tenía hambre a pesar de haber comido donas. O tal vez era simple gula.
Dejó de pensar en ello y el patear sobre una piedra le guió a su destino.
—Aquí es.
No tuvo que comprobar el arrugado papel para corroborar su ubicación.
Ya había reconocido aquella casa.
—
Las sábanas y cubiertas encima de su cuerpo no le proporcionaban calor y su estómago empezaba a rugir feroz. No quería echarle un ojo al reloj para revalidar la hora, porque con solo ver el cielo oscurecer podía saber qué hora era.
Su gato de pronto subió apresurado la escalera y sus pisadas se extinguieron al subirse a la cama del castaño. Éste sonrió y al intentar alcanzar su pelaje para acariciarlo, la puerta fue golpeada.
Se había quedado callado. Estaba seguro de haberle mencionado a las pocas personas que conocía que no le fueran a visitar en estas condiciones, sin embargo algo extraño estaba sucediendo seguramente. Inusual.
Con escasas ganas se levantó de su cama y se cubrió el cuerpo y cabeza con una manta. Dificultoso bajó los escalones y se avecinó a la puerta. Con inseguridad abrió la puerta y palideció más de lo que se encontraba.
—¿Hyung?
—Jungkook... —le comió la lengua el gato y se angustió— Estás terrible...
Los pensamientos del pelinegro iban divagando y luego pensó en cómo se tomaría esto Taehyung.
No le gustaría para nada el ver a Jungkook así de enfermizo.
—Gracias. Tú no estás nada mal —respondió sarcástico— ¿Por qué estás aquí? Me aseguré de que nadie recurriera a este lugar —el pelinegro desabrochó sus zapatillas mientras oyó ese quejido y se adentró a la casa, dejando su chaqueta colgada en el perchero— ¡Oye! ¿¡Por qué entras sin permiso a una casa!? —el mayor apartó sus zapatos dejándolos de lado y el castaño cerró con furia la puerta— ¡Hey! Es en serio-
—En serio necesitas ayuda —intervino dándole la cara—; no puedes cuidar de ti mismo.
Jungkook se indignó.
—¿Estás hablando en serio? A pesar de saber de medicina, ¿me consideras incompetente?
—¿Has comido algo por lo menos? —empuñó sus manos y las colocó enojado en sus caderas— Estás horriblemente pálido. Además, ¿qué haces con solo calcetines? El suelo está congelado. ¿Te crees "el inmortal"?
—No bromees —reclamó el menor—. Eres igual a Sooyoung.
—Ella es inteligente.
No bastó de un segundo para que Jungkook se abalanzara colérico hacia Jimin y dieran inicio a una batalla de forcejeo.
El ganador se llevó al moribundo perdedor a lo que supuso ser la cocina y lo hizo sentarse en una silla.
—Ahora quédate tranquilo.
—Lo estoy.
Jimin rodó los ojos y se alejó del enojado castaño.
Jungkook de pronto se dio cuenta de que podía pasar de un estado completamente pacífico y personal a uno totalmente distinto con Jimin, y se preguntó unas cien veces por qué. Y repentinamente se sintió cohibido al dejar sus emociones fluir tan abiertamente.
Se sintió empequeñecer en el asiento y Jimin prendió la cocina.
—¿Has comido algo? —repitió la pregunta.
Jungkook no quiso volver a mirarlo.
—Una manzana —módulo observando un punto fijo de la mesa de madera.
—¿De veras? —aunque el mayor estuviera dando la espalda al otro chico, Jungkook asintió con su cabeza como si pudiese verle de esa manera— Bien.
¿Bien? ¿Eso es todo lo que iba a decir?
Por su puesto, las acciones significaron más que mil palabras luego de un rato.
—¿Hyung?
—Come eso.
El mayor se sentó a la silla cercana a la del menor y le vio tomar un poco de la sopa que había cocinado.
Jungkook suspiró inevitablemente.
—Está muy bueno... —Taehyung tenía razón pensó— Cocinas muy bien...
—Tengo experiencia —vanidoso respondió sobre su talento culinario y una sonrisa surcó de su boca.
Jungkook dejó de comer un momento y sus mejillas tomaron un color más vivo.
—Gracias...
Los ojos de Jimin dibujaron pequeñas arrugas a los lados por pura felicidad y sus su cara también agarraron algo de temperatura.
—No es nada.
—Me siento un poco solo. ¿No quieres acompañarme...?
Eso le sorprendió un poco.
—No, gracias... —rió— Esto lo hice para ti.
—Me siento mal comiendo tan solitario —se levantó de la silla sujetando su manta, dirigiéndose a llenar un plato con sopa con cuidado de no rebalsar.
—Jungkook.
—Traga —ordenó ocupando un lugar más en la mesa.
Volvió a escapar una carcajada de Jimin.
—Ya tragué demasiado esta tarde.
—Pues que mal; ya te serví —sonrió satisfecho tomando asiento nuevamente—. Traga conmigo. Va a enfriarse.
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