XXVII
Se mantuvo en su lugar mientras veía como los rayos de sol por fin le saludaban, había amanecido ya. Fue una noche expectante, había reunido y buscado algún palo lo suficientemente duro como para noquear a alguien, estaba decidido a salir de esa pequeña habitación y después de aquel barco desconocido. Pero aún aguardaba a que alguien viniera a siquiera darle un vaso de agua, sería entonces que podría huir.
Sus labios los sentía secos y lastimados alrededor de la tela que habían metido en su boca para callar sus constantes gritos, sus muñecas comenzaban a picar por toda la fricción que colocó a su escape. Se sentía bastante débil, bastante lejos de donde se encontraba. Y era bastante triste, aquel sentimiento de debilidad, soledad y vacío, se había sentado a su lado todo este tiempo.
Pero se dijo a sí mismo, que todos estaban solos, de cierta forma.
Suspiro viendo a sus pies, esperando que alguien abra aquella puerta de madera. Y con el deseo cumplido, escuchó el chirrido del metal oxidado, seguido por un pirata con bandana. Traía en sus manos una bandeja con comida y un vaso de agua.
—Ten siquiera algo. —Dijo aquel pirata, dejando la bandeja frente a él mientras se arrodillaba para quitarle la venda de la boca. —Espero que no causes problemas gritando o algo así.
Jimin no respondió, manteniendo la guardia baja, como si no tuviese en sus manos un pedazo de madera listo para golpear a quien estaba a su frente.
—Espero que este humilde almuerzo no sea tan malo para usted, alteza. —Rio bajo, llevando el vaso de agua a los labios del omega para que este beba.
Jimin terminó con el agua, sediento, dejando que gotas de agua se escurran por su mandíbula. Aun con la vista baja, fingiendo estar asustado, vio en la bandeja un cuchillo bastante afilado; supuso que era para cortar la carne, para ayudarle a comer, pero le ayudaría a salir de ahí.
—¿Sabes? Me da mucha pena tu situación.
El omega levantó la cabeza en busca de respuestas, el pirata frente a él solo bajo la mirada para cortar un poco de la carne.
—¿Por qué?
—Porque no debe ser bonito ser transportado como mercancía, transportado para intercambiar.
—Entonces podrías ayudarme.
—No puedo. —Dijo llevando el pedazo de carne a la boca del omega.
—O no quieres.
El hombre lo miró, llevando más pedazos de carne a su boca, sin decir nada. —No importa lo que podamos hacer y queramos, no cuando tienes a alguien por encima de ti, deberías de saberlo, tú mejor que nadie.
Jimin no dijo nada más, se dedicó a llenar con comida su estómago, planeando en su cabeza como podría noquear a quien le servía la comida, buscando alguna excusa buena para desviar su atención. Tenía que hacer las cosas bien, tenía que ser el ganador en esta ronda, porque no quería imaginarse qué le pasaría si llegase a fallar.
Y por fin encontró una excusa para desviar la atención del hombre.
—¿Podrías darme aquella manta? —Señaló con el mentón. —Hace mucho frío aquí, en las noches apenas puedo sentir mis pies.
Jimin comprendía que cualquiera le hubiese mandado al diablo, pero en la mirada del hombre vio compasión y tristeza por él, así que no le sorprendió cuando el alfa le dio la espalda para recoger la manta.
Fue entonces que el palo en su mano le sirvió, golpeando al hombre tan fuerte que lo hizo caer inconsciente. Sintió algo de lástima por haberlo lastimado, pero primero estaba él y su bienestar.
Tomó la pañoleta de su frente y se la puso, tomando la bandeja entre sus manos, escondiendo el cuchillo en su camisa. Volvería a pasar desapercibido hasta llegar al mando del barco, se le haría algo fácil pues la proa estaba vacía, todos por su lado mientras las nubes los empezaban a rodear en las alturas. Suspiro para calmar sus nervios, con la cabeza gacha cerró la puerta de madera, caminando lejos de su jaula, mirando sus pies mientras sentía como su corazón latía a cien por hora.
Sin saber que estaba haciendo subió por las escaleras, llegando al refugio del capitán de aquel barco. El único plan que tenía era el de exigirle al capitán que lo libere, que le de un barco para remar lejos de su destino. Decidido a conseguir lo que quería, sin importarle si tenía que herir a alguien en el camino, después de todo, a nadie le había importado herirlo a él.
Estando frente a la puerta dejó la bandeja y entró, sorprendido por la falta de atención que le habían dado. Había sido tan sigiloso como un gato, las dos personas que se encontraban hablando en esa habitación ni se dieron cuenta que Jimin había entrado con un cuchillo en mano.
Se limitó a respirar, observando algo más fuerte para ayudarle a intimidar a los dos que estaban dentro, encontrando una pistola en la mesa, iba a ir a ella, pero no se fijó en la chirriante madera que lo delató, aun así, era más rápido. Cuando uno de los alfas quiso tomar la pistola, Jimin clavó el cuchillo en su mano, dejándolo inmovilizado en la mesa, haciéndolo gritar de dolor.
La sorpresa en la cara del capitán no se dejó esperar, alzando las manos para mantener al margen al omega.
—El omega tenía un truco bajo la manga. —Sonrió. —¿Junho, no crees que es sorprendente como clavo el cuchillo en tu mano con tanta facilidad?
—Lo haré arrepentirse de eso. —El tal Junho dijo, con dolor en su voz y haciendo el intento de sacar el cuchillo de su mano.
—Ni siquiera te atrevas a tocarlo. —Dijo Jimin, apuntándole con la pistola mientras aún mantenía la vista en el capitán Choi.
—¿Qué harás? ¿Dispararme? —Se burló.
Jimin no soportaba que lo menospreciaran y dudaran de sus capacidades, su bilis quemaba en su estómago cuando un alfa se enaltecía solo por ser un alfa, cuando no eran nada especiales. Por eso disparó en el pie de Junho, más gritos de dolor llenando la habitación.
—Y la próxima irá en tu frente.
—Wow, ¿Quién te enseñó a manejar tan bien la pistola? ¿Tu prometido o...Jungkook? —Preguntó el capitán.
—No le importa, ahora, empiece a moverse que me dará una balsa para salir de aquí. —Apuntó con la pistola, haciéndole señas para que empiecen a moverse a la derecha.
—Está bien, tranquilo.
El alfa comenzó a seguir las indicaciones de Jimin, manteniendo sus ojos en los del omega, esperando el momento para quitarle la pistola de sus manos. El omega estaba atento a cada movimiento, sabiendo lo que el alfa esperaba, no le iba a dar el gusto, a nadie.
Ni siquiera el ruido frondoso de afuera lo habían distraído, aun apuntaba al capitán mientras ambos se movían en diferentes direcciones, el alfa llegando a la puerta y empezando a salir de esta. Jimin estaba detrás de él apuntándole a la cabeza, sin mirar el gran alboroto que estaba formado en el barco.
Jungkook ya había llegado por él, pero ni se dio cuenta, estaba más atento a los movimientos del capitán Choi.
—Parece que tu príncipe azul llegó por ti. —Dijo.
Jimin no sabía de lo que hablaba, hasta que por su vista se le paso alguien conocido, el perfil de Jungkook que abría todas las puertas que estaban en la proa, buscándolo.
Fue entonces en que sus ojos se encontraron, viéndose a la distancia. Llamándose a la distancia, anhelando la cercanía que había sido arrebatada de ellos.
Aun así, su concentración no decayó.
—Baja. —Ordeno.
Jungkook buscaba a Choi, lo encontró de una particular manera, siendo apuntado por Jimin mientras ambos bajaban por las escaleras, el omega le había hecho más fácil el dar con él.
Jungkook camino hacia ellos, parándose frente a Choi.
—Tu omega te hizo el trabajo fácil, ¿ah?
Jungkook no dijo nada, solamente se dedicó a mirar a Jimin que se encontraba a sus espaldas, notando las heridas de las comisuras de sus labios, las ojeras de sus ojos. La tristeza en su rostro.
La concentración de Jungkook en Jimin le dio alas a Choi para golpear con su codo a Jimin, pues creía que el omega también estaba distraído. Pero como la concentración de Jimin estaba intacta, le tocó forcejear con él por la pistola.
Un sonido fuerte con eco siendo la principal atracción, el disparo llenando los tímpanos de todos.
Todos alrededor creían que verían caer al omega de cabellos rubios, pues un pirata experimentado contra un omega aristócrata, daba poco a esperar. Cualquiera esperaría poco de Jimin, pero siempre estaba dispuesto a ir en contra de la marea.
Jungkook entró a aquel barco invadiéndolo para hacer solo dos cosas, rescatar a Jimin y matar a Choi. Pero Jimin ya se había rescatado a sí mismo. Y ya había matado a Choi.
El omega se levantó, dejando caer el cuerpo del capitán, con la mirada perdida y las manos con sangre. Miro a Jungkook, serio, sin ninguna expresión en su rostro.
—Sácame de aquí. —Susurro.
El alfa lo tomó de la mano dando una orden a su tripulación para que se retiraran, todos saliendo por las planchas que habían puesto en el barco. Jungkook y Jimin salieron tomados de la mano, sin mirar atrás al desastre que dejaban. El omega se sintió a salvo en cuanto pisó la Escarlata, siendo tomado en los brazos de Jungkook para tocar el piso de un lugar que sentía como su hogar.
Jimin estaba parado frente a Jungkook, ambos mirándose, el alfa curioso por las emociones que el omega pudiese estar experimentando. De un momento a otro Jungkook sintió los brazos cálidos del omega rodear su cintura, le sorprendió, pero correspondió el abrazo, colando sus brazos sobre la cintura del omega mientras lo tranquilizaba con sus feromonas.
—Te extrañe. —Susurro Jimin.
Yo también. Pensó Jungkook.
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