El Regreso de Arturo
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Primer fanfic de Lady Georgie que escribo, un anime que me ha enamorado. En esta ocasión me basaré en el manga y algunas cosas del anime; y como no hubo mucho de Arturo/Arthur en los siguientes años en los que Bárbara/Georgie estuvo en Londres viviendo pues haré la historia en ese espacio.
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Hacía mucho tiempo que los tres únicos hijos de la familia Buttman habían abandonado la granja, el último en salir a Londres fue Arturo para avisar a Abel y a Bárbara sobre la muerte de su madre. Quien se hace cargo de la granja es el señor Kevin, algunos vecinos de la zona brindaban apoyo para mantenerla a flote, pasaban los días y meses cada vez perdía la esperanza de que regresaran de vuelta a Australia, pudieron haber pasado muchas cosas en ese tiempo no quería pensar en lo peor pero era desesperante ver todos los días el horizonte y que no aparecieran de vuelta a casa.
Una joven mujer estaba en un viaje desde otra época con una misión, pero aún no entendía muy bien que hacer o como iniciar, ella contaba con el apoyo de personas que le ayudarían en cosas que necesitara, vagaba por la pradera australiana en la oscuridad de la noche hasta que llegó a la granja, se maravilló al verla, así que después de haber estado caminando para conocer la zona decide entrar a la propiedad para admirarla más a fondo ya que parecía estar un poco abandonada que no era el caso ya que los animales estaban descansando en el establo.
Los animales al percatarse de la presencia de un desconocido empezaron a formar un pequeño escándalo alertando a la persona que en ese momento estaba dentro de la casa, solo salió miró el cielo y las primeras gotas cayeron. —Será una noche de lluvia. —Dijo el hombre, pero los animales estaban inquietos por alguna razón, decidió tomar su lámpara e ir a investigar, no podían se lobos pero tendría cuidado, también pensó en un ladrón que intentaba llevarse a algunas ovejas, al entrar, justo en ese momento la chica se acababa de caer al suelo ya que un caballo le asustó. —¡¿Quién es usted y que hace aquí?! —preguntó exaltado.
Ella se puso de pie, no era muy alta como las jovencitas del lugar, se disculpó con una leve inclinación y se presentó. —Soy Calypso Rivers, pero me llaman Caly, he caminado todo el día y llegué aquí, así que pasé a refugiarme de la lluvia que veo acaba de empezar. —Dijo tratando que no sonara tan falso ya que ella solo estaba viendo a los animales y justo uno de los caballos relinchó y se paró en dos patas ya que estaba sobresaltado por la presencia de una extraña, eso hizo que tropezara con una cubeta y cayera al suelo. En eso su estómago hace un poco de ruido, se sonrojó un poco pero él solo se echó a reír así la invitó a entrar en la casa antes de que la lluvia fuera mucho más fuerte.
Le ofreció comida y mientras le contó que solo cuidaba la casa y que esta noche pasaría ahí ya que se turnaba con los dos hogares, tanto su rancho como la granja Buttman, pero le costaba mantener ambas al la vez, ella escuchó atenta la historia de la familia Buttman y lo doloroso que era para el señor Kevin ver día a día una granja sin la alegría de los tres miembros más jóvenes de la familia, ella termina de comer, tímidamente se ofrece a ayudar con la granja Buttman, él pensó que era demasiado trabajo para ella, pero estaban los vecinos que le ayudaban, ella insistió y él no tuvo más que aceptar la ayuda ya que habría alguien en la casa hasta que los tres volvieran.
La llevó a la habitación que era de los padres, solo había una cama ya que era de la señora Buttman que hace algún tiempo había fallecido, el dormiría en la pieza de los chicos. Era una noche fría ella dejó sus pertenencias sobre una silla, tenía lo necesario para sobrevivir un rato ya que había llegado a su destino, pronto habrían cambios en el lugar.
Al pasar el tiempo la granja iba prosperando gracias a la ayuda de la chica, en la casa hubieron remodelaciones gracias a las personas con las que ella contaba. Los lunes iba a cada pieza para hacer la limpieza y de paso admiraba las pertenencias, podía sentir la vibra de los enseres y escuchar leves sonidos del pasado, o eso creía ya que siempre le atrajeron cosas de épocas pasadas. En este tiempo había hecho amistad con los animales de la granja, cocinaba y ayudaba al señor Kevin en todo, periódicamente iban al puerto en espera de algún barco que los trajera desde Londres sanos y salvos.
Hasta que un día en el que estaban recorriendo el sitio llegó un barco, Caly estaba paseándose por el lugar ya que el señor Kevin estaba haciendo unas compras en algunos locales y de inmediato se armó un escándalo ya que uno de los pasajeros estaba sufriendo, estaba en mal estado y ella como muchos fueron a verle para brindarle ayuda, ella de inmediato lo reconoció por el cuadro de la habitación de Bárbara, aquel que estaba colgado en la pared. —Yo me haré cargo. —dijo con seguridad, le llevaría a casa junto al señor Kevin para ocuparse de él, aunque solo faltaba que el señor Kevin llegara, se acercó y le hizo recostar su cabeza sobre su regazo y le decía que todo estaría bien, al rato llegó el señor Kevin y le llevaron a la carreta para ir a la casa, Arturo, si, él había vuelto solo a Australia, los marineros del barco contaron que lo encontraron flotando en el agua y que con suerte se había salvado de ahogarse.
Estaba consiente, la luz del sol que le pegaba directo a la cara era más brillante, posó su mano sobre sus ojos para que no le lastimara. En casa por fin pero a que costo si sus hermanos no estaban con él y no sabía que sería de ellos. Cuando la carreta llegó al rancho, el señor Kevin le ayudó a bajar y le pidió a Caly que fuese a preparar la habitación para que Arturo pudiera descansar, ella estaba algo distraída por el chico pero reaccionó de inmediato y sonriendo fue dentro para hacer lo que se le pidió. —Tío Kevin... —Dijo por fin Arturo, sus ojos empezaron de a poco a derramar lágrimas, el señor Kevin le abrazó para confortarlo, no sabía por las penurias que el muchacho había pasado todo ese tiempo luego que salió para buscar a Abel y Bárbara, su cuerpo delgado, su rostro con ojeras marcadas de no dormir, sus brazos marcados por las jeringas que se le administraron con droga, dejaba en claro que muchas cosas malas le ocurrieron en Londres.
Luego de que Arturo se hubiese calmado, le acompañó al interior de la casa, Caly en ese momento se acerca corriendo para decir que irá a casa ya que tenía que preparar algunas cosas. —Regreso más tarde, acomodé la cama para él, nos vemos. —Ella se despide y se retira dejándolos solos, Arturo va hasta la habitación y el señor Kevin le da un cambio de ropa así éste se cambia y se recuesta sobre la cama, no tenía sueño así que decidió platicar con el señor Kevin y contarle hasta que el sueño le venció.
Caly fue para atender a los animales, luego de eso recogió algunos ingredientes para hacer la cena en casa del señor Kevin. Al cabo de dejar todo listo fue al rancho y al entrar por la puerta saludó y preguntó por el estado actual de Arturo, Kevin le dijo que estaba descansando, ella de su bolso sacó su delantal y puso la cesta en la mesa para comenzar a preparar un estofado de vegetales y crema para la cena, además dejó el pan que trajo tapado para luego, así que solo se dedicó a cocinar. El descanso de Arturo era interrumpido por pesadillas, aquellas que vivió en Londres así que empezó a gritar aún entre sueños alertando a Caly y a Kevin el cual fue a la habitación para intentar calmarle, ella solo se quedó preocupada, no podía hacer mucho ahora. Al final le calmó, solo era un mal sueño y que estaba a salvo. —¡Toda mi vida me perseguirá! ¡Es un infierno! —Azotó los puños contra el colchón, se sentía impotente por todo, sus hermanos y ahora los recuerdos que le perseguirían siempre. Trató de mantener la compostura.
—Estás con vida, tienes una nueva oportunidad, ya que Abel y Bárbara no están contigo aquí en Australia, dedica tiempo a la granja de tus padres, todo este tiempo esperé por ustedes y vuelves tú, me hice cargo como te prometí e incluso muchos de los vecinos me echaron la mano.—Dijo tratando de que se animara a seguir con lo que su padre inició junto a su madre, éste solo se quedó pensativo, estaba enojado, casi no lograba dormir, se sentía ansioso siempre cuando no se le suministrara las drogas, su cuerpo estaba intoxicado con aquellas sustancias que malos ratos le hizo pasar. Cuando estuviese más repuesto empezaría con las labores en su granja.
Caly tocó apenada con el cucharón en la mano, ambos voltearon, ella solo avisó que la cena estaba lista; no hubo presentaciones aún entre ellos, se mantuvo al margen de todo, mientras Caly y el señor Kevin cenaban, este lo hacía en la habitación aunque solo comió un poco, ahora estaba preguntándose que hacía una mujer junto al tío Kevin. Siendo de noche Caly toma sus cosas y se va a casa.
El hogar de los Buttman había tenido reformas y ahora contaba con cosas para hacer la estadía de Caly más cómoda, como luz eléctrica, un baño con todo, agua corriente, la habitación principal estaba adornada con sus cosas. ¿Cómo explicarle que se había adueñado un poco de la casa? —Eso se llama invasión de morada ¿Qué haré? —fue corriendo a la casa.
Arturo se levantó de la cama con la intriga que tenía sobre ella. El señor Kevin explicó que se la encontró una noche lluviosa en el establo de la granja. —Ella se ofreció a ayudar con la granja de tu familia en todo este tiempo, aunque es algo rara ya que creo que me está ocultando cosas.
Arturo parecía en ese momento desconfiar de la joven con todo lo que dijo el tío Kevin, aún no se sentía con las fuerzas para regresar a ver su añorada casa, su hogar, pero sabía que tenía que hacer un esfuerzo ya que no dejaría la granja en manos de una extraña, lo haría por su familia, ahora todo el peso recaía sobre sus hombros. La noche pasó lentamente para Arturo que le era un poco complicado conciliar el sueño, cuando llegó el amanecer y el cielo se veía de un verde azulado decidió levantarse y salir a tomar aire, lo hizo sin despertar al tío Kevin.
Sin pensarlo fue caminando hasta llegar a la granja, estaba algo diferente, pero en buen estado, se mantuvo a la distancia, una de sus ovejas, Cesar empezó a azotar la puerta, segundos más tardes aparece Caly y le acaricia.
—Buenos días, que temprano has venido a levantarme. —La joven traía puesto un vestido corto, cinco centímetros arriba de la rodilla, color azul claro y de estilo marinero, añadiendo que estaba descalza, se estiró y volvió dentro. Arturo tuvo sentimientos encontrados, algo que le pertenece poco a poco se le escapaba de las manos. Regresó al rancho, para cuando llegó le esperaba un preocupado Kevin, Arturo estaba algo molesto ya que le había omitido ese detalle, en el que ella estaba ocupando la casa y quien sabe si planea quedarse viviendo y desterrarlo de sus tierras.
—¿No cree usted que ella puede ser una estafadora, una aprovechada? —preguntó con enojo, el señor Kevin trató de calmarle, para él este no era el chico alegre y calmado del pasado, ¿tanto daño le habían hecho? Le ofreció que fuera a hablar con ella, pero luego de que tomara el desayuno.
Después del desayuno, se retiró pidiendo permiso y se fue caminando hasta la casa, para cuando llegó ella no estaba ya que había ido a llevar a las ovejas a pastar, trató de abrir la puerta pero estaba cerrada con llave, eso le hizo enojar más.
Caly por otro lado había dejado vigilando al rebaño de ovejas con una cámara, lo supervisaría con una app, así que regresó saltando a casa, pero al verlo haciendo ronda a la casa para en seco. Siempre le pusieron nerviosa las personas enojadas, el pánico se apoderaba de ella, pero aún así decidió hablarle, después de todo él era dueño de la casa. —D-disculpa... no hemos tenido el placer de presentarnos. —Él la miró con una mirada cortante; ella se presentó —Me llamo Calypso, pero me llaman Caly. —Estaba ahora sudando pues la mirada que le dio le puso nerviosa.
—No me interesa. —Ella se sorprendió, ya que estaba siendo amable y él estaba haciéndole el feo rechazando su presentación. —Estás invadiendo mi casa, muchas gracias por ayudar pero creo que tengo clara tus intensiones. ¡Quieres adueñarte de lo que me pertenece y será mejor que te marches lo más pronto! —eso la hizo enojar.
—¡Que chico más insolente! ¡¿Tus padres no te enseñaron a respetar?!
Viendo la estatura de la chica solo pudo decir. —Claro, pero solo a mis mayores, no permitiré que alguien más joven que yo me venga a dar sermones y ordenes. ¿Qué te has creído?
Ella negó con la cabeza y suspirando dijo. —Ay estos chicos. Mira niño el hecho de que parezca un enano de cuento no te da derecho de decir tal cosa, no me dejas presentarme como es debido, traté de ser amable y hasta puedo ser como tu madre. Ja mocoso este. —dijo mientras se cruzaba de brazos molesta con la actitud de él.
Sus palabras y el trato de la chica le hicieron enojar de igual forma y empezó una discusión que no le sentó nada bien, poco a poco fue sintiendo que la vista se le nublaba, su cabeza empezaba a doler, Caly dejó de lado la pelea y le ayudó a apoyarse, caminó hasta la puerta para abrirla, ella lo llevo hasta la habitación que era de los padres de él y le recostó sobre la cama, su cuerpo le pedía aquella sustancia. Ella lo sabía solo dejó que pasara ese episodio ya que luego se quedó dormido, aunque verlo sufrir de esa forma era doloroso. —Sufrirás de ansiedad un poco pero nada que no pueda curar los buenos momentos que empieces a crear.
Cuando despertó se encontraba en casa, sobre la cama, pero esta no era la habitual, objetos raros adornaban la habitación, vestuarios extraños que no había visto ya que eran sencillos y solo unos cuantos eran de la época. —¿Esto es una alucinación? —Caly en ese momento entró y viendo que estaba ya despierto le preguntó su estado. —Me siento mejor. —dijo sin mirarla y con el ceño levemente fruncido.
—Aún necesitas cuidados, estoy aquí para eso. Seré como tu madre si me lo permites, mocoso.
Este replicó ya que no le gustaba como le estaba tratando —Aunque no me lo creas soy mucho más mayor que tú ¿es que no ves mi piel pasada de edad? Ya no tengo quince, que es una edad muy bonita y la extraño. —Arturo curioso quiso preguntar. —A una dama no se le pregunta la edad. —dijo mientras se veía en el espejo, se giró hacia él para decirle que de ahora en adelante ya podía estar en casa e instalarse, fue a una caja fuerte que tenía en una esquina y de ahí sacó el dinero de todas las ventas, otra parte se utilizaba para pagar gastos y mano de obra, pero le entregó todo lo que le correspondía a él.
Se le hacía tarde, solo le dijo que había comida servida en la mesa por si tenía hambre, ella iría a hacer un recado. Lo dejó solo, pero aún la quería fuera de la casa ya que había sacado las pertenencias de su fallecida madre y colocó todos su extraños cachivaches. Fue a la cocina, había aparatos realmente extraños en función, abrió la nevera que tenía acabado de madera que disimulaba a la vista de quien entraba, todo estaba bien organizado, la cerró y fue a su antigua habitación, viendo que las camas estaban bien tendidas, las ropas lavadas y organizadas, el suelo de madera estaba limpio, salió afuera, caminando por el pasillo que conectaba a la habitación de Bárbara, de igual forma, estaba muy ordenada y lo que era de ella estaba muy bien organizado. —Bárbara, Abel ¿Qué es de ustedes en este momento? ¿Por qué me siento tan solo? Todos me han dejado atrás, sé que lo hicieron para salvarme pero ¿a qué costo?
Pronto las ovejas estuvieron más cerca de la casa, Caly las había traído de vuelta, Arturo esperaba dentro sentado en la mesa ya que su apetito había despertado y comió lo que ella le había preparado, Caly llegó y sonrió por verlo comer. —No crea que como por gusto, solo me entró hambre.
—Es suficiente para mi. —Sonrió de manera amable.
—Y ¿Cuándo se va de mi casa?
—Hasta que te sanes; cuando ya no me necesites será el momento que ya me vaya.
En ese instante estaba deseando sanar cuanto antes, pero le tomaría mucho tiempo rehabilitarse completamente.
Caly explicó sus funciones básicas, mantener todo limpio y en orden, se encargaría de la cocina, y como estaba a cargo, ella sería como una madre mandona que le mandaría en todo. Estaba harto de que siempre quisieran mandar sobre él y no estaba de acuerdo. Ella le mostró su nuevo cuarto de baño con todo lo necesario. —No te opongas, obedece ya que soy mayor que tú. —dijo mientras se cruzaba de brazos.
—¿Qué tan mayor? —insistió con la pregunta ya que no estaba dispuesto a que le mandaran sin que le revelara su edad. Ella se sonrojó, algo molesta solo dijo que iría a ver al señor Kevin, se arregló y tomó una cesta que tenía preparada, antes de irse le sacó la lengua y estiró la parte inferior de la piel de su ojo a modo de burla. —Puede que le interese el tío Kevin, solo digo, si va a verle y llevarle cosas. —Arturo se imaginaba muchas cosas en la cabeza, haciendo teorías extrañas sobre las propiedades del tío Kevin y su granja, pensó en que la joven mujer era astuta; definitivamente no iba a caer en sus engaños.
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Continuará...
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