VIII: Chismes
La escuela se veía triste por la falta de hojas en los arboles, pero el color rojo en las cabezas de los demás estudiantes, ayudaban a que se viera más viva. Desde el tercer piso, los grupos de adolescentes parecían formar ramos de nochebuenas.
Por supuesto, yo también llevaba un gorrito rojo y una bufanda roja, para celebrar el final del semestre, ya que ese era el último viernes que tendría clases. Al final, no pudimos organizar ninguna salida mis amigos y yo, ya que la mayoria prefirio que lo ahorraramos para la graduación, que seria en junio.
En fin, para aliviar un poco mi culpa, le estaba ayudando a Caleb a estudiar para sus extras. Matemáticas la había reprobado por no entrar a la clases y derecho porque alguien (yo) había delatado a quienes robaron el examen y los mandaron a examen extraordinario.
Me habia librado del extra, ¿pero a que costo?
-Entonces, ¿ustedes fueron los que rompieron el lavabo? -Preguntó Caleb, sacando su cabeza del libro de álgebra. Asenti con la cabeza-. Eso no me lo esperaba de ti
Hice una mueca con la boca, mientras miraba a la novia de Cal. Era diferente a sus anteriores novias, tenia el cabello en rastas rosas y era muy morena, casi como yo. Tenia rasgos toscos pero era agradable, al menos lo poco que la conocia.
Mi amigo cambiaba tan rápido de novia que a veces me preguntaba si valia la pena memorizar los nombres de las chicas. Además, la mayoria eran muy parecidas, casi todas ellas eran blancas y tenian el cabello largo... Todas ellas compartian que Caleb las hubiera engañado.
Por supuesto, yo siempre hice oidos sordos a todas las aventuras que tenia mi amigo, lo unico que le recomendaba era que usara condón y que se hiciera un examen cada cierto tiempo.
-¿No estuvieron toda la peda juntos? -Pregunto la novia de Cal... Si no me equivoco, su nombre era Fabiola.
-La chica rubia, o sea Sadie, me arrastro lejos de Caleb -Explique, mirandola fijamente a los ojos. Siempre me habia sido fácil mentir y no ser descubierto, así que no entendía por que Sadie pescaba todos mis engaños-. Pero antes de irme, lo vi durmiendo en el sillón.
Mentira. La imagen de Cal con Paula entre los arbustos aparecio en mi mente, pero decidi borrarla, pues francamente, me asqueaba. Preferi pensar en los brazos de Sadie.
Fabiola miro a Caleb fulminante, pero no le pidio más explicaciones, mientras, el asiatico fingio que seguia revisando los ejercicios del libro. No iban a durar mucho, les daba 2 semanas como máximo.
-¿Entonces ya andas con Sadie?
La sangre se me subio a la cabeza y me puse rojo. Infle los cachetes y jugue con mis lentes... El silencio sepulcral de la biblioteca hizo que todo fuera más incomodo.
-No, no, no mames wey, ¿cómo crees? ya sabes como soy, wey, no me gustan las relaciones formales. Solo hicimos lo que teníamos que hacer y ya... Estuvo bien, pero por respeto a Fabi, no voy a dar detalles -Me excuse, mientras jugaba con mis lentes y los lapices. Mi amigo asiatico soltó una carcajada ahogada y entrecerró sus ojos rasgados, mientras me miraba fijamente.
-Aja, si. El lunes me contó Doña Luisa que vio que te dejo un coche muy moderno por la zona bonita de nuestra colonia -Refuto Cal, mientras deslizaba el cuaderno de ejercicios a mi dirección.
Habia olvidado que Caleb era amigo de las señoras más chismosas de la colonia, obviamente, si yo no le daba información, la iba a buscar en otro lado. Pero, ¿qué chingados le importaba a doña Luisa lo que YO hacia?... De hecho, ¿por qué doña Luisa estaba en esa zona, si ella se dedicaba a vender quesadillas en la esquina de mi calle?
Di un puntapié en el suelo, sin que nadie lo notara.
-Bueno, es que el lunes Sadie me invito a tomar un café. Trajo su coche y fuimos Oasis Coyoacán. ¿Te acuerdas, wey?
En nuestra primera semana del primer semestre, mi amigo propuso que fueramos a pasear a alguna plaza. Al estar en la zona sur de la ciudad, nos encontramos en las plazas más lujosas y exclusivas de la metropoli. No fue divertido, porque a Caleb y a mi nos revisaban las mochilas en todos los negocios despues de salir, ademas de que sentiamos las miradas de toda la gente, que obviamente, no eran de admiración.
-Si, si me acuerdo, wey. El momento más puto incómodo de mi vida.
-Fuimos a una de esas, me invito un café pero no lo acepte, senti que se iba a quedar sin dinero porque todo en esa plaza sigue siendo jodidamente caro. Fuimos a comprar una patineta de skate para ella y en general, solo conversamos.
Hice una ligera mueca al recordar el momento en que me desmorone por el estrés que me habia causado delatar a Cal con el robo del examen y el instante en que Sadie me confeso que ella tambien habia hecho cosas asi, que la vida seguia y que estaba bien pensar en nosotros primero, por que si no, nadie más lo haria.
Obviamente, evite hablar de los besos que le di antes de despedirme y del faje que nos dimos en el estacionamiento de la plaza, porque Caleb y su novia iban a confundir las cosas, ya que Sadie y yo no queriamos una relación, solo nos estábamos conociendo de una manera diferente.
-¿Y por qué te llevo ahi, wey?
-Uhm, no se, creo que supuso que era lo correcto y aunque le pedi que me dejara en indios verdes, no quiso. Por supuesto que le explique que mi casa no estaba a la altura de la suya o la de Paula pero aun asi quiso dejarme... No se por que, pero supuso que yo vivia en la parte bonita de Ecatepec , asi que de ahi me fui caminando a mi casa... Eso fue todo
-¿Usaste condón en la fiesta?
Puse los ojos en blanco y negué con la cabeza. Confieso que no era cómodo para mí usarlo, no se sentía igual y lo sentia como una camisa de fuerza... Al menos no tenia que preocuparme por haberle pegado una ETS a Sadie, porque hacia poco que me habia hecho examenes... Tampoco por un hijo, pues Sadie me juro que tomaria la pastilla del dia siguiente...
-Toño, si la embarazaste y es tan rica como cuentas, acabas de ganarte la lotería -Dijo euforica Fabiola-. Además, sería una oportunidad para mejorar la raza, si sabes a lo que me refiero.
Me persine de forma no irónica, esperando que realmente eso me librará de un embarazo adolescente.
La mayoría de los estudiantes del bachillerato eran agnósticos de closet, había un puñado de cristianos por ahí y 2 o 3 de otras religiones. Yo no era mucho de ir a la iglesia y habia cosas con las que no estaba de acuerdo con mi religión, pero me gustaba creer que al final siempre había un lugar donde se castigara a la gente malvada y un Dios que te podía solucionar tus problemas en un dos por tres.
Revise los ejercicios de Cal y me pareció que estaban bien, lo único en lo que fallaba era en los signos. Le regrese su cuaderno, deslizandolo por la banca.
-Fíjate en los signos la próxima vez, la factorización está bien. Y Fabi, si es que Sadie esta embarazada, es lo peor que me puede pasar, seguramente mi jefa me obligaría a casarme con ella y no terminaría de estudiar, además de que no quiero imaginar el desmadre que se armaria con sus jefes.
Cal mordía la goma de su lápiz de la cruz roja y miro al techo gris del salón.
-No, de hecho, Fabi tiene razón. Te volverías millonario y tendrías que dejar de ahorrar a lo estúpido -Caleb señalo el agujero de mi teni rojo con su mirada y luego a mis pantalones gastados.
-Es un nuevo estilo -Conteste, sonriendo y pensado en que tal vez, mi amigo y su novia tenían razón.
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Subiendo el cerro que me llevaba a mi casa, pensaba en Anahi y en que debía de explicarle lo que estaba pasando con Sadie. La subida cada vez estaba más empinada y podía sentir como mis pulmones se agotaban.
Me encontré con algunos conocidos de la secundaria y primaria mientras subía la calle. Algunos me saludaron, otros fingieron no verme y uno en particular me invitó a jugar fútbol en las canchas de la zona, pero le dije que tal vez después. Me gustaba jugar, pero era pésimo en eso, se me daba mejor el básquetbol.
Al final, llegué a mi casa amarilla, metí las llaves en la cerradura y entre. El olor del mole me despertó hambre.
-Mamá, ya llegué.
Note la ausencia de mi madre, pensé que había salido y tenía la casa sola, hasta que alguien me llamó.
-¿No vas a saludar a tu abuelita?
La voz grave de alguien me hizo brincar y gire la cabeza hacia la sala. Era mi abuelita Adela, con sus canas camuflajeadas con un un tinte rojo y su suéter negro tejido, sentada en el viejo sillón de mi casa, sonriéndome.
Camine a mi abuela y le di un beso en la mejilla, abrazandola. Era muy cercano a mi abuela, porque siempre era muy comprensiva conmigo y tenía historias loquisimas de su juventud.
-Abue. ¿Cómo estás?
Me senté a su lado, mientras dejaba las mochilas en el suelo. Las arrugas de mi abuelita mostraban felicidad.
-Bien mi niño, acabo de llegar de la reunión del grupo de la tercera edad y encontré a tu mamá mordiéndose las uñas... Está preocupada, ¿Qué fue lo que hiciste?
Confundido, levanté las cejas y me coloque los lentes, para poder observar mejor a mi abuela Adela. Mi mamá seguramente estaba ocupada atendiendo la tienda y por eso no me había regañado, siendo sincero, me sentía agradecido con Dios por la presencia de mi abuelita, ya que ella era más accesible que mi mamá.
-Nada abue, ¿Por?
-Dice tu mamá que doña Luisa le contó que te vio bajandote de un coche carísimo el lunes y está preocupada.
Ay, esa doña Luisa, siempre tan observadora y chismosa. Me rasque la oreja e hice una mueca, pensando en cómo responderle a mi abuela sin mentirle, pues, al fin y al cabo, siempre se había mostrado abierta a escuchar la verdad.
-No estoy en nada de drogas si eso es lo que le preocupa a mi mamá, lo que pasa es que me hice amigo de una chica en una fiesta y me invitó a salir... Se ofreció a traerme, porque tiene coche... La verdad es que ella tiene mucho dinero...
Mi abuelita abrió los ojos y se llevó sus manos huesudas al pecho, con el rostro lleno preocupación. Incluso su piel morena se puso pálida del susto.
-¡Ay, mi niño! ¿Y sabes a qué se dedican los papás de esa muchacha? ¿Sabes en qué están metidos?
Suspiré y me talle los ojos con la manga de mi sudadera. A mí también se me había pasado por la cabeza lo que mi abue estaba pensando desde que ví la casa de Sadie... Era difícil creer que podías lograr una fortuna como aquella con tan solo trabajo y buena fé. Quería creer en Sadie y había ignorado la triste realidad de mi país.
-Ella me dijo que su papá es dueño de una marca de platos desechables, pero -Conte, con toda sinceridad-. No sé si es verdad.
Me relami los labios, pensando en esa posibilidad y en qué había sido un estúpido por confiar en Sadie solo porque era guapa y tenía una personalidad atrapante. Me había puesto en peligro y también a mí familia, ¿qué tal si era hija de un narco y en el momento en que ella me traía de regreso a mi casa alguien nos hubiera balaceado?
Sentí la mano de mi abuela en mi espalda y el olor dulzon de su perfume me inundó las fosas nasales. Era reconfortante tenerla cerca y que no me reprochará mi estupidez.
Escuché el sonido de los zapatos de mi mamá, acercándose a la sala. Tragué saliva, pensando en cómo explicarle todo sin que me obligará a alejarme de Sadie.
Sentí los labios de mi abuela cerca de mi oreja y el aire de su nariz chata me hizo sentir cosquillas.
-Explice que estas saliendo con una chica. Investiga con quién te estás relacionando, mi niño.
Sentí la sonrisa de mi abuela cerca de mi y antes de que mi mamá llegará, le sonreí con complicidad. Ya luego me encargaría de investigar si era verdad lo que me había dicho Sadie.
-¡ANTONIO!, ¿QUÉ HAS ESTADO HACIENDO A MIS ESPALDAS?
Me levanté como resorte del sillón y mire a mi mamá, estaba alterada porque su cara estaba roja y uno de sus ojos tenía un derrame. Su cabello oscuro, que siempre traía recogido en un chongo, estaba suelto y despeinado.
-¡Mamá, todo está bien! ¡Es un malentendido de doña Luisa, te lo juro! -Explique mientras levantaba las manos en alto, como si eso de alguna forma me ayudara a demostrar inocencia. Mientras, mi abuela fingia demencia y cosía con sus agujas largas, como si la pelea le fuera indiferente.
-¡¿EN QUE CHINGADOS TE METISTE ANTONIO?!
Mi mamá me tomo de la oreja y yo gemi de dolor, tratando de quitar su mano. Sentí mis ojos ponerse llorosos del dolor.
-¡MAMÁ, ESTOY SALIENDO CON UNA CHICA Y PEDIMOS UN UBER, TE LO JURO!
-¡CUANDO TU VAS, YO YA FUI 4 VECES, PINCHE CHAMACO! ¡Dime la verdad!
Me lagrimeaban los ojos por su agarre, pero no iba a soltar lo que había pasado, porque la conocía y sabía que iba a pedirme todos los datos de Sadie.
-¡Ma, creeme! ¡¿Cuando te he dado razones para que dudes de mi?! ¡Solo estaba saliendo con una amiga!
Mi mamá aflojó su agarre, se quedó en silencio un momento y después me soltó. Su rostro ya no estaba rojo pero sus cejas estaban fruncidas, parecía más arrepentida que enojada.
-Dime la verdad, no te voy a regañar.
-Si mamá, deberás, en la fiesta a la que fui el fin de semana pasado la conocí y me invitó un café el lunes. Si no me crees a mi, pregúntale a Caleb.
Mi mamá se puso las manos en las caderas, mirándome fijamente y con el ceño fruncido. A veces creía que se enojada a conmigo porque mi cara le recordaba a mi papá.
El silencio me incómodo, pero no podía desviar la vista de mi mamá, porque no sabía que era capaz de hacerme.
Finalmente, levanto las cejas y plantó su mirada en mis ojos, mientras me señalaba, como advirtiendome de algo.
-Mucho cuidado con lo que haces, ¿Eh, muchachito? Porque yo no voy a tolerar errores y ya sabes a lo que me refiero.
El timbre, que indicaba que había un cliente en la tienda, sonó. Mi mamá camino de regreso y solo cuando me dió la espalda pude sobarme la oreja que me habia jalado y dejar caer las lágrimas que se me habían salido.
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Prometo q ya no tardaré en actualizar xd besos y abrazos 😘
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