Prólogo
2025
Bajé las desgastadas escaleras de una joyería de Madero, en el centro de la ciudad de México, me quite mi sudadera agujerada y me coloque unos lentes oscuros para evitar el sol. No me gustaba ir al centro, pues tenía la percepción de que el sol quemaba más en esa parte de la ciudad.
Sentí la boca seca y con la brisa de la ciudad, me llego un olor a tabaco. Tome un trago de mi coca cola y me concentre en el sabor dulce de mi bebida, ignorando el hedor del cigarro. Hubo un tiempo en el que fume, pero de eso ya hacía unos años.
El sonido de los organilleros tocando, le daba un toque mágico a la calle. Traté de ubicar el metro de bellas artes, pero desde donde me encontraba, no lo alcanzaba a ver por la masa de gente que caminaba en las calles... Además de que era muy chaparro.
Por eso tampoco me gustaba ir al centro, siempre había mucha gente y era peligroso caminar así, pues existían muchas posibilidades de terminar sin celular. Lo sabía porque ya me había pasado, cuando iba en la preparatoria.
Lo único que me animaba es que había conseguido un anillo precioso a mitad de precio. Nada más por eso, valía la pena el viaje hasta el centro.
A Ari le iba a encantar, ella no era complicada en el aspecto de la joyeria. Solo quedaba planear el momento en el que le pediría su mano.
Lo único de lo que no estaba seguro, era sobre su respuesta, ¿Me diría que si?, ¿me diría que era muy pronto para pensar en esas cosas?... Mientras estás preguntas daban vueltas en mi cabeza, pensé en pedir un Uber.
Era tacaño, pero no estúpido. El anillo que había comprado era demasiado valioso como para que me lo robaran en el metro... Aunque, el metro me cobraba 5 pesos y el Uber 120 pesos... ¿Valía la pena? Con los 115 pesos que me sobraran, podría comprar otro regalo para Ariadna.
La idea era tentadora, pero tenía que elegir rápidamente, porque pronto se llenaría el metro.
Sentí como mi teléfono empezó a vibrar. Confundido, saque el celular de mi bolsillo.
Era difícil escuchar el tono de llamada con todas las voces de la gente que transitaba por la avenida Madero pero no me hizo falta, conocía el tono de memoria. Hacia años que no escuchaba ese horrible tono, pero sabía quién era la persona que llamaba.
Su nombre en la pantalla confirmo todas mis sospechas. Suspiré, una brisa de aire caliente me acaricio y todo el bullicio de la ciudad, desapareció. Como si solo fuéramos mi celular y yo en el centro de la ciudad.
Solo había calma.
-o-o-
Es algo que he estado escribiendo en la pandemia. Enjoy:)
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