IX: flores azules
Le pedí a Caleb que me ayudara atendiendo la tienda de mi casa el día sábado, porque tenía que salir a hacer algo. Él acepto y por eso, en ese momento, estaba en el camión dirigiéndome a la casa de Sadie, porque quería confrontarla y saber quien realmente era.
Observaba el paisaje de Copilco con admiración, pues pocas veces pasaba por ahí y los edificios de la universidad lucían imponentes. El cielo se veía limpio, sin esa bruma gris que normalmente cubría la ciudad de México.
De repente, el camión brinco y me golpee la cabeza con el techo del camión, lamentablemente, los baches arruinaban el paseo. El camión rugía como si fuéramos a más de 120 kilómetros por hora, me volví a colocar los audífonos y reproduci a los enanitos verdes, esperando llegar pronto a la estación que me dejaba más cerca de la casa de Sadie.
No tenía una buena excusa para ir a visitarla, pero esperaba que me llegará un momento de iluminación cuando la viera. Podría haberle pedido un consejo a Cal o a mi abuela, pero preferí hacerlo solo.
Finalmente, baje del camión y trate de orientarme viendo los excéntricos diseños de las casas de la zona, no recordaba exactamente dónde estaba pero creía que podría recordar que casa era tan solo viéndola. Encontré a un vendedor de flores y compré el ramo más bonito, bueno y barato que tenía.
Me sorprendi al encontrar las calles limpias y no ver perros callejeros, pues al menos en mi colonia, eran comunes las calles con baches gigantes, las coladeras llenas de basura y perros por todos lados.
Volteando por todos los lados de la calle, encontré la puerta gigante de Sadie, todo se veía más grande y asombroso con la luz del medio día. Cruce los dedos esperando a que fuera Sadie quien abriera la puerta y toque el timbre.
Esperaba que mi vestimenta me ayudara a qué me abrieran, iba vestido con unos vans negros, pantalón de mezclilla clara acampanado, una sudadera roja Nike y una gorra blanca.
El gran portón chirrio y apareció una señora bajita, rellenita y de tes morena, con un uniforme de criada café. Me sorprendi y me quedé sin palabras, pues había dado por hecho que toda la gente de la zona era blanca y que tenían rasgos europeos.
Me relami los labios y como pude, le extendi la mano a la señora.
-Hola buenas tardes, vengo a buscar a Sadie, soy su... ¿amigo?. Me llamo Antonio. No sé si está es la dirección correcta.
La señora miro el ramo de flores azules y luego a mi cara, como si no me creyera, me miró de arriba abajo. Finalmente, tomo mi mano por compromiso. Sus palmas estaban rasposas y arrugadas.
-Espere aquí.
La criada volvió a cerrar la puerta y me dejó afuera, le pedí a Dios que Sadie me dejara pasar sin peros y trate de pensar mil excusas para justificar las flores. Se me ocurrió preguntarle a la criada si ella sabía si la familia de Sadie estaba metida en negocios turbios, pero lo descarte rápidamente, mas que nada porque esas cosas no se cuentan a la primer persona que se te cruza...
Empecé a dar vueltas alrededor de la entrada y observé a la gente que caminaba por la zona, la mayoría eran trabajadores, algunos se dedicaban a recortar los árboles o se dirigían a hacer el mandado, todos ellos eran morenos como yo, lo que me hizo sentir incómodo.
El ruido de la puerta abriéndose me hizo girarme a la mansión, espere encontrarme a Sadie pero solo estaba la criada que me había juzgado con la mirada, con su cabello recogido en una trenza larga y ancha.
-Pase.
Se aparto de la puerta y camine dentro del patio. Se veia aún más bonito con la luz del día y pude notar otros detalles que no había visto la primera vez que fuí, como los enormes ventanales de la entrada y la planta baja de la casa. Inspire aire y segui a la señora, mientras admiraba la arquitectura de la casa.
Entramos y la luz iluminó el recibidor, que era más grande que toda mi casa. Note que la criada se quitó los zapatos y la imite, recordando que Sadie me había pedido que lo hiciera el día que estuve con ella.
La criada señaló al fondo de la casa, en dirección al jardín, donde se veían unos juegos infantiles, no me sorprendió, pues con la personalidad de Sadie me resultaba normal.
-Gracias. Que tenga un buen día.
Asintió y se fue por un pasillo. ¿Acaso esa casa podía ser aún más grande?
El piso de madera crujia levemente con mis pasos y yo observaba el techo viendo el diseño de los ventanales decorados de color celeste. En frente, antes del jardín, había otra fuente, ¿Para qué necesitaban tantas?.
En medio del cuarto y los pilares, estaba una sala con una pantalla. A pesar de que era muy pequeña, sospechaba que seguramente valía más que toda mi casa.
Antes del jardín, habia una alberca y ahí estaba nadando Sadie. No entendía cuál era el sentido de tener una alberca adentro, pero se veía elegante el contraste celeste de la alberca con el color beige de las paredes. 3 puertas de cristal estaban abiertas en dirección al jardín y generaban paz.
Sadie llegó hasta donde yo estaba nadando, su largo cabello rubio lo tenía recogido en un colita de caballo y tenía puesto un traje de baño de una pieza, de color gris azulado, que me recordaba a los que se usaban en los juegos olimpicos.
-Hey, Tony
Sadie salio del agua y se sentó en la orilla. Su piel blanca se veía ligeramente enrojecida, seguramente había estado mucho tiempo al sol patinando. Ya no se le veían los chupetones que le había dejado por accidente hacia una semana.
-Hola, Sadie...
Tragué saliva, pensando en que decir, para evitar un silencio incómodo, solo que no se me ocurría nada. Voltee a otro lado. ¿Que podía decirle?, ¿Proponerle un noviazgo?, ¿Decirle que estaba ahí porque había olvidado algo?, ¿Fingir que me había equivocado de casa y huir como maricon?
Me rasque la nariz y mire las numerosas pecas de su cara.
-Mmm, venía a preguntarte si puedes... Ayudarme a estudiar para el examen de la universidad -Pedi, tratando que mi voz no delatara la mentira y sin dejar de ver sus numerosas pecas.
Sadie se sumergió en la piscina, como ignorando mi pregunta. Su cabello rubio se veía castaño oscuro debajo del agua y las piernas se le veían más largas de lo que eran.
Supuse que Sadie me correría de su casa a gritos y que no lograría nada, pero no me moví de dónde estaba.
De nuevo, la cabeza de Sadie salio a flote, sus pestañas largas tenían pequeñas gotas de agua y tenia rojas las mejillas, supongo que por el esfuerzo físico de nadar.
-No sabía que para pedir esas cosas tenías que traer flores -Respondio, mientras miraba de arriba a abajo el ramo que traía-. Pero anyway, claro te puedo ayudar, cuenta con eso, después nos ponemos de acuerdo con los detalles pero explícame a lo que realmente veniste, se sincero conmigo.
-Ahh, es que venía caminando por llegar aquí y me gustaron estás flores, para ti -Respondi, sincero. El celeste de las flores me recordaba a ella y sentía que eran igual de bonitas que Sadie-. Tómalo como un gesto de amigos
Sadie salió de la alberca, tomo el ramo y lo coloco en un vaso de agua que tenía al lado de la alberca. Se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla, pero lanzándome su mirada grisácea tan fuerte que tenía.
-Como tu amiga, te lo agradezco, ni siquiera mi último novio me había dado unas flores tan bonitas.
Fruncí levemente el ceño y me mordí el labio inferior, confundido por lo que me acababa de decir Sadie. Me mordí los cachetes, intentando pensar en como podrían haber sido los exnovios de Sadie, porque jamás había mencionado nada sobre ellos.
Se lanzó de vuelta al agua y repitió:
-Se sincero conmigo.
Iba a responderle con que apreciaba mucho su ayuda en el examen y después le trataría de cambiar el tema, pero los gritos de una niña hicieron que ambos voltearamos en dirección a uno de los múltiples pasillos de la casa. Observé de reojo a Sadie, su rostro denotaba molestia, como si eso fuera algo común y cansado para ella.
Me quite los lentes y los moví en mis manos, pues lo primero que se me ocurrió fue pensar que seguramente eran los gritos de una niña secuestrada o algo así... Pensé en una manera de escapar sin que se notará que tenía miedo.
Mire a Sadie y moví la mano en señal de despedida, pidiéndole a Dios que no se diera cuenta de mi miedo y de mi cara pálida.
-Eh, Sadie, me tengo que ir, acabo de recordar que tengo que ir al estadio con Caleb, gracias por apoyarme con lo de mi examen, luego te mando mensaje para ponernos de acuerdo.
Me coloque los lentes y camine rápidamente a la salida, ahora sin observar toda la decoracion de la casa y su arquitectura. Tome mis tenis y segui caminando descalzo, aunque me di cuenta de que eso era sospechoso y me los fui poniendo conforme avanzaba a la puerta que daba a la calle.
-¡TONY, VUELVE!
La voz enojada de Sadie me hizo inspirar con fuerza y tratar de meter los tenis con más rapidez, para salir de ahí. Escuché que alguien gritaba y a un lado sentí pasos corriendo, hasta que alguien se aventó hacía mi, causando que ambos cayeramos.
Forceje y trate de quitarme a la persona que tenía encima, pero aunque era más pequeña que yo, no podía moverme porque me estaba tratando de morder y podíamos caernos de las escaleras de la puerta principal.
-¡AY!
-¡LUPE, SUÉLTALO! -Grito Sadie a lo lejos. La niña me mordió el brazo y el estómago, mientras reía a carcajadas y yo seguía forcejeando.
Sadie, empapada y furiosa, jalo a la niña y me la quito de encima. Cerré los ojos, inspire y mantuve el aire en mis pulmones, guardando la calma y tratando de ignorar la baba de la niña.
-VETE LUPE, ERES MOLESTA -Grito Sadie, mientras daba un pisotón en el suelo. Levanté la vista para observar a la niña, de nariz chata y dientes torcidos.
-¿Quién es él? -Pregunto Lupe, mientras me miraba de pies a cabeza, como criticando todo lo que estaba vistiendo. Aún sentía la saliva en mi cuerpo y tenía la necesidad de limpiarme-. ¿Es tú novio?
Me levanté del suelo y me quite la sudadera, que aún tenía las marcas de las mordidas y estaba empapada de baba. La camisa blanca sin mangas que traía denotaba mi delgadez y mi poca musculatura.
-No te importa. Vete o le voy a decir a tu mamá que estás molestando a mis invitados -Dijo Sadie con los ojos cerrados y respirando lento, conteniendo su ira. No entendí porque lo hacía.
Lupe me miro como si fuera un animal de algún zoológico y finalmente, dió un giro hacia Sadie y le mordió el brazo.
Sorprendentemente, Sadie no respondió a su agresión, no sé si fue porque Lupe corrió muy rápido o porque no tuvo tiempo para reaccionar. Sadie suspiro y me ayudo a levantarme.
-Es la hija de la señora Mary... No soy racista pero en serio, esa niña parece india bajada del cerro a tamborazos, no puedo regañarla porque mi papá me dice que la debo de tratar como si fuera mi hermana... No sé que tiene esa niña que hace que mis papás la quieran tanto, el año pasado se la llevaron a la sede de nuestra empresa y causo un desastre. Literalmente tiro como 4 vasos de café y aún así mis papás la siguen consintiendo, creo que por día de reyes la van a llevar a Tulum.
Sadie dió leves pistones en el suelo. Estaba dejandolo mojado, pero supongo que no importaba porque al final, ella no hacía la limpieza.
Pensé que podría llevar la conversación hacia el negocio de sus padres, pero Sadie siguió hablando, como si fuera un monólogo interno y yo solo fuera un espectador.
-No la soporto, fue una de las razón por las que me fui de México, esperaba que madurara cuando regresara-Se llevo las manos a la cara, llena de desesperación y frustración-. No puedo esperar a volver a Japón y olvidarme de las tonterías de la estúpida de Lupe y de mi papá, no entiendo nada de su negocio e insiste en que debo de ayudarle pero...
Un escalofrío recorrió mi cuerpo y dejé de escuchar a Sadie. ¿Iba a regresar a Japón? Había supuesto que se quedaría en México pero al parecer, me había equivocado. ¿Qué sentido tenía todo lo que había hecho si al final se iba a ir de nuevo? ¿Valía la pena seguir investigando que era a lo que se dedicaban sus papás, si en dos meses desaparecería de mi vida?
La interrumpí, como pocas veces hacia.
-¿Vas a irte?
Sadie hizo una leve mueca, como si le molestará no ser la que hablaba y asintió con la cabeza.
-Si, obviously, solo regresé por las vacaciones de invierno. No me gusta la vibe que tiene mi familia, cuando vivía aquí me hacían cargar mercancía los fines de semana y si no lo hacía, no podía ir a patinar, ¿Entiendes lo duro que es eso?
Olvide por completo el hecho de que volvería a Japón y solté una carcajada corta, que trate de disimular cubriendo mi sonrisa. Claro que entendía que nuestras vidas eran distintas, pero me causaba gracia que se quejara de algo así, ya que gracias al negocio de mi familia, tenía que cargar mercancía todos los días.
No era una competencia para ver quién sufría más, pero me di cuenta de que Sadie no entendía muy bien que vida llevaba yo.
-¡No es gracioso! -Exclamo Sadie mientras me daba una cachetada suave, que aún así, me dolió. Sus cejas estaban fruncidas y su boca formaba una mueca-. Si crees que es tan fácil, vamos... Te reto.
Sadie respiraba rápido y sentí que en cualquier momento me volvería a golpear o me gritaría. Ya me esperaba cualquier cosa de su parte.
-¡VAMOS AHORA MISMO A LA FÁBRICA Y TE VAS A A DAR CUENTA DE QUE NO ES FÁCIL!
Baje mi ceja derecha, confundido. ¿Realmente iba a hacer algo que odiaba solo para demostrarme que estaba equivocado?
Sadie me dijo que la esperara en la sala, que iría a cambiarse y que en 10 minutos nos iríamos.
-Como quieras, al final tu también vas a tener que cargar.
-Lo voy a hacer, solo para demostrarte que estás equivocado.
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Lol, sorry, me he tardado mil años xd perdón prometo no tardar está vez 🥴
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