CAPÍTULO IV : La Despedida
12:30 am.
Masumi estaba esperando bajo un árbol muy frondoso, al lado de su gatita Michi, sacó de su mochila su kiwi fresco que había cortado en el camino de su viaje a pie.
Un viejecillo de aspecto de vagabundo se le acercó a Masumi y exclamó.
-¿A dónde vas?
Masumi no comprendía muy bien la pregunta del vagabundo debido que tenía puestos unos audífonos, se los quitó y exclamó :
-¿Disculpe?, no lo escuché.
El vagabundo de nuevo dijo:
-¿A dónde vas?
Masumi estaba algo molesta, no podía creer que un señor tuviera el descaro de preguntarle a una joven que no conocía cuál era su destino.
Masumi contestó :
-(molesta) Voy a la casa de una amiga.
El vagabundo se paró de su asiento y se le acercó a Masumi lentamente hasta llegar a su oído derecho y decirle suavemente :
-una cosa te diré pintora "Deja de pensar en un mundo del cuál te puedas escapar de tu realidad"
Masumi al oír tal exclamación tomó un tono de piel de muerto, se sentía tan fría como un si hubiera visto algo irreal.
Sin palabras y con tartamudeo Masumi exclamó :
-¿Qui... quiién? Le dijo que soy pintora?
-El viejecillo sólo se fue sin decir una palabra alguna.
Masumi rápidamente se levantó y con mucha prisa fue a perseguir al viejecillo atrevido y que al parecer conocía mucho sobre ella.
-¡Hey! Espere necesito hablar con usted.
El anciano al escuchar la exclamacion volteó y exclamó:
-Siempre he estado contigo ¿No me recuerdas?
Masumi sintió una sensación tan fría y escalofriante que lo único que pudo hacer en ese instante fue sentarse en un banco de madera que estaba a un costado de ella, no podía creer que alguien supiera acerca de ella ¡En Japón!, precisamente ella huyó de su país natal para poder hacer una nueva vida con nuevas personas y alguien la persigue, Masumi creía que tenía una maldición.
-¡MICHI! ¡MICHI!¡MICHI!
Gritó desesperadamente Masumi.
Exclamó un señor vendedor de fruta:
-¡Hey niña!
Masumi a paso rápido fue dirigida hacia el vendedor, en cuanto se encontraba más cerca el señor sacó rápidamente de su tienda a Michi, la gatita de Masumi.
Masumi con una cara de espanto y de satisfacción arrebató de las manos del señor a su gatita.
-Toma niña, tu gatito se escapó mientras estabas dormida.
Masumi contestó:
-¿Dormida?, claro que no, hace un momento estaba sentada en esa banca de madera.
El vendedor contestó :
-Claro que no señorita, usted estaba platicando con un señor, usted se dio la vuelta y se sentó en ese banco de madera y se durmió.
-Claro que no, yo estaba platicando con un señor.
-Señorita, claro que no. De hecho llevaba dormida como dos horas.
Masumi sin decir nada más agradeció al vendedor por rescatar a su gatita...
Había pasado toda la tarde, Masumi estaba en el autobús para ir a ver a su amiga la florista.
Masumi estaba acariciando a su gatita Michi, mientas escuchaba su música favorita mirando hacia las calles de su ciudad, a la que poco a poco se alejaba poco a poco.
Masumi estaba a punto de despedirse de lo que era ella, de lo que hace poco tiempo había logrado y que tendría que volver hacia el lugar donde su flor floreció.
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