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Capítulo 17


Se reunieron al llegar la noche del siguiente día. Mimi llevaba puesto un elegante vestido de color verde, nunca le había gustado ese color en la ropa pero cierto chico le dijo que le quedaba de fábula porque combinaba con sus ojos, y ella le hizo caso.

—Y todo esto me voy a comer cuando regresemos —tomo su mano para hacerle dar una vuelta—. Sin duda, soy un capullo con suerte.

—Si, debes de serlo —respondió con diversión—. No me ha dado tiempo de pintarme las uñas, ¿crees que eso es demasiado importante?

—Corazón, estás espléndida, no te preocupes por absolutamente nada —besó su frente antes de volver a admirarla—. Joder, a la mierda la cena, déjame que te tumbe sobre esa cama y me meta entre tus piernas.

Ella se carcajeó. Sus actitudes de jovencito le provocaban risa, claro que si. Ya había pasado su época de apasionada por el sexo, esa etapa donde hacerlo era súper guay y tenías que chulearte de ello para ser la puta ama. Ahora no necesitaba de ello, disfrutaba del sexo cuando era el momento, hacerlo a todas horas le parecía ridículo.

—Parece mentira que sea yo quien diga esto, pero tenemos que irnos, hemos prometido ir y no vamos a hacerles el feo de no aparecer por allí. Además, sería muy sospechoso que ninguno de los dos estuviera.

—No me gusta cuando te pones en el modo responsable, me gusta cuando te dejas llevar por la diversión —resopló mientras tomaba su bolso—. ¿Y esto para que lo llevas si sólo llevas el teléfono móvil?

—Por estética, ya sabes —hizo un gesto con la mano para restarle importancia—. Te prometo que habrá diversión. Para empezar, veremos las caras de nuestros padres cuando entremos juntos. Para seguir, podemos montar alguna escena caliente frente a todos. Para terminar, ¿quien dijo que ibas a meterte entre mis piernas aquí y no en otro lugar?

Le guiñó un ojo saliendo de casa e invitándolo a hacer lo mismo. Ahora estaba bastante más motivo para ir a esa cena, al parecer le esperaban cosas muy divertidas que no estaba dispuesto a perderse. En el exterior empezaba a refrescar pero Mimi estaba acostumbrada al frío de la calle, no era una tía elegante como se estaba haciendo ver esa noche, lo suyo no eran los tacones ni los coches elegantes. Ella prefería zapatos cómodos que le permitieran correr en moto y le aportaran seguridad en la carretera.

Esa noche no fue como le gustaría. No había motos. No había música de escándalo. El lugar olí a perfume caro, de esos que el frasco cuesta más que toda la ropa que llevaba junta. Donde los hombres portaban un reloj de marca que ni siquiera iba en hora y las mujeres lucían colgantes de oro que brillaban cuando la luz les daba de forma directa.

Salieron tomados de la mano y entraron como si fueran los dueños del lugar, no hubo un silencio absoluto como en las películas pues los murmullos estaban presentes aunque los miraran de frente. Sus padres los miraban boquiabiertos, intentando disimular la sorpresa que estaban llevándose. ¿Quién les diría a ellos que sus hijos harían tan buena pareja?

—Espero que me invitéis a la boda —comentó una señora acercándose a ellos—. Los jóvenes de ahora esperan mucho para el matrimonio, vosotros deberíais de ir pensando ya en ello. Además, si es bonito para vosotros, imaginad para vuestros padres y sus empresas.

—No habrá boda —habló la rubia regalándole una falsa sonrisa—, no soy creyente de Dios, así que sería una ridiculez casarme por la iglesia y jurar amor eterno frente a este. Además —imitó su manera de hablar—, no estamos juntos para disfrutar de los beneficios económicos. Estamos juntos para disfrutar del buen sexo y la buena compañía, ¿no es así?

Christopher, sonrojado, asintió con timidez en dirección a la señora y tiró de la mano de Mimi para alejarla de allí.

—La has espantado, ¿cómo se te ocurre decir que disfrutamos del buen sexo? —sacudió su cabeza—. A ver, que no es mentira, pero decirle eso a una señora no queda muy bonito...

—Tampoco le queda a ella bonito exigirme que me case —chasqueó su lengua contra su paladar—. Me gusta mi vida tal y como es, nada de matrimonio, por favor, ni siquiera lo menciones.

Tuvo que tragarse la decepción que le causaba escuchar eso. A él también le gustaba el estilo de vida que llevaba pero aún así seguía creyendo en el amor, quizá pasó por una mala racha desde que sus padres no estaban juntos, pero conocerla a ella fue suficiente para volver a revivir todas esas emociones que creía olvidadas. ¿Por qué el matrimonio era una mala idea? A él incluso le parecía bonito escuchar esa mención. Era temprano para imaginarse a Mimi de blanco, pero, ¿por qué no?

Eran tan iguales y al mismo tiempo los separaban tantas cosas...

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