Capitulo dos.
Tres toques rítmicos en la puerta de entrada hicieron que saliera del trance en el que me tenía inmersa la serie que estaba viendo. Pipper comenzó a ladrar y me costó bastante lograr que se callara. Miro el reloj sobre la mesa ratona y frunzo el ceño ante la hora que esté marcaba. Era tarde.
Me levanto del sofá y me dirijo a la puerta para abrirla. Del otro lado me encuentro con los ojos verdes del hombre más detestable de la faz de la tierra. Me miraba con una sonrisa mientras sostenía entre sus manos su playstation. Y ahí recordé el trato que habíamos planteado — ¿Alguien tiene hambre?
—Si no tuvieras la playstation en tus manos te cerraría la puerta en las narices por interrumpir mi jornada de series.
—Cariño, ¿ya lo olvidaste?
No pude evitar pensar como odiaba cuando me llamaba por adjetivos realmente empalagosos, me causaba náuseas.
—¿Olvidarme el qué?
Él rueda los ojos mientras me empuja con su hombro para adentrarse a mi departamento. Suelto un suspiro intentando calmar mis nervios y cierro la puerta frente a mí. Timothée deja la play sobre la comoda y se sienta en el sofá como un mono despatarrado.
—Tú y yo tenemos una cita hoy en Pizza Hut.
Entonces recordé. Y me emocioné. A la vez también quería golpearlo en el rostro por pensar que era una cita. Todo tipo de proposición para el era una forma de coqueteo.
— Ahora lo recuerdo. Pero ni en sueños es una cita. Simplemente estás cumpliendo tu parte del trato.
Su sonrisa no se borraba de su rostro— Sí, llámalo como quieras. Trato, cita... es prácticamente lo mismo, cielo. Además mueres por tener una cita conmigo.
Mi risa duró más de lo debía, y el simplemente rodó los ojos ante mi reacción — Sí, como digas campeón. Entonces, ¿vamos o qué?
— Tú conduces.
(...)
El viaje en coche fue bastante sereno. Solo por algunos detalles como las idioteces en loop que de vez en cuando musitaba mi vecino. Pero llegamos sanos y salvos a Pizza Hut. Y con sanos y salvos me refiero a que no perdí la cabeza en ningún momento y lo aventé del coche.
Escogimos una mesa bastante alejada de las personas y pronto nos tomaron la orden.
Cuando propuse esta parte del trato no me imaginaba lo incómodo que iba a ser. Ninguno de los dos hablaba. Él porque sabía que si hablaba yo le iba a contestar a la defensiva, y yo porque no conocía el diccionario de palabras que él utilizaba, como sexo casual, fiestas hasta tarde y burradas sin sentido. No nos entenderíamos.
—Te quería pedir disculpas por lo de la otra noche.— Habló él.
—Tranquilo, solo me generaste tres tipos distintos de jaqueca y arruinaste por completo mi baño de burbujas. Y no digas nada obsceno con respecto a eso.
Timothée rió — Hablo en serio. Lo siento. A veces puedo ser jodidamente molesto.
—Ni que lo digas.
—Quiero que nos llevemos bien. Ser el tipo de vecinos que se saludan en el pasillo o se regalan budines de plátano.
Alzo mi mano para tocar su frente— ¿Te sientes bien? ¿Tienes fiebre?
—Tómame en serio por un segundo, Nina. Estoy siendo sincero contigo.
Lo miro a los ojos y me doy cuenta de que es verdad. Por primera vez, mi vecino se estaba disculpando sinceramente.
—De acuerdo. Pero no pienses que me llevarás a la cama con ese versito tuyo.
Timothée soltó una carcajada y extendió su mano— Prometo que no lo hago para llevarte a la cama. Aunque tampoco pienses que no me gustaría. Todo lo contrario.
Rodé los ojos — Y volvió el estupido Chalamet.
Luego de comer nos dirigimos nuevamente al edificio. La verdad es que Timothée, por más que me moleste como nadie nunca lo había hecho, no era una persona difícil para estar. Se sentía ameno y hasta puedo decir que la había pasado bien.
Después de sus disculpas la conversación se convirtió más fluida y me contó todo tipo de cosas y yo a él. Como por ejemplo lo mucho que le gustaba la música y que estaba pensando en unirse a una banda. Yo le conté que también me apasionaba el arte pero solo pintaba en casa ya que me daba pudor enseñarle a alguien más mis trabajos. Me dijo que quería que lo pintase algún día y yo accedí.
Me sorprendí cada vez más mientras pasaba la noche. Y quizás, aunque sea molesto, pueda soportarlo un poco más.
Nos quedamos parados cada uno en nuestra puerta al llegar a los apartamentos. Mirándonos. Demasiado fijo para mi gusto.
—Te besaría si no fueras una abuela de ochenta y cinco.
—No dejaría que nuestros labios se toquen ni por mil dólares. Podrías contagiarme cualquier cosa.
Rió—La pasé bien contigo hoy.— Dijo, mientras se acomodaba un rizo por detrás de la oreja.
Aunque me costo admitirlo en voz alta, logre decir — También yo.
—Bien, nos vemos vecina.
—Hasta luego.
Al cerrar la puerta detrás de mí solté un suspiro de cansancio. Pero también de relajación. No me agradaba admitirlo pero la había pasado muy bien con Timothée esta noche. Quizás no sea tan desagradable después de todo.
// aquí otro capítulo, corto pero me gustó escribirlo. Espero que les guste! //
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