Capítulo 27
Miyako una vez mas permanecía en silencio en el comedor, ya no sabia en que momento le resulto tan incómodo hablar con su hermana, sabia que no tenia la culpa de nada y mucho menos estaba equivocada en algo. Todos tienen su propia verdad, y eso, por capricho suyo, era lo que le fastidiaba.
La sensación de querer hablar con ella como antes la hacia sentir ansiosa y cuando se había decidido por hablarle, ya era demasiado tarde.
Kaoru ya se había ido...
No sabia cuanto faltaba, cuanto tiempo Momoko les permitiría seguir con vida, no sabia cuanto tiempo les quedaba estando vivas... quería hacer tantas cosas y ahora, sentía que el tiempo simplemente no era suficiente. No quería odiar a nadie, quería amar a todos y sentirse amada, es más, se sentía miserable por simple hecho de no poder hacer las paces con Kaoru y a la vez no podía culpar del todo a Momoko por su estrepitosa aparición.
Suspiro pesadamente manteniendo su vista clavada al suelo, sentía que en cualquier momento podía despertar de esa pesadilla y seria recibida por una sonrisa por parte de sus hermanos que le dedicaban cariñosamente. Trataba de mantenerse positiva hasta agotarla por completo, quería creer que simplemente seguían siendo niñas normales, en una etapa completamente normal, con responsabilidades normales y una familia sin poderes.
El frio ambiente marcaba la próxima lluvia que los aires anunciaban llegaría pronto.
- ¿Momotaro? -preguntó ella al pasar por la puerta principal notándola abierta.
Momotaro la vio con cierta duda antes de llamarla por su nombre, la situación entre ambos se había vuelto algo rara, y todo comenzó con la aparición de Momoko. Había ciertas dudas en las miradas que lanzaba una señal de ayuda por parte de aquel muchacho que contemplaba hasta hace unos momentos el libre espíritu de las personas que caminaban con una sonrisa despreocupada.
- ¿sucedió algo? - volvió a preguntar sin encontrar respuesta alguna, salvo una caricia que desordenaba sus cabellos dorados.
Momotaro suspiró y simplemente trato de convencer a su pequeña hermana de que no había problema, pero su cabeza una vez más le jugó en contra, el comentario que mencionó Mojo lo dejo algo atónito y trataba de recordar desesperadamente aquellos recuerdos cuando aún eran niños, pero... No había nada, había un vacío enorme en sus recuerdos y eso lo hizo comenzar a dudar de su propia existencia.
- ¿Crees que deje de existir algún día?
Miyako no tuvo palabras para eso.
- dejaremos de existir algún día ¿no?
Respondió ella sin entender el significado original de esa pregunta.
Momotaro sonrió y en sus ojos era notorio que no había quedado conformé con esa respuesta. Nadie más que el profesor podía darle una respuesta a ello, después de todo, se suponía que vivió con él desde que nació junto a sus hermanas, pero curiosamente solo tiene un vago recuerdo de él antes de enfrentar a Him...
La ironía que resultaba todo ese desarrollo se mostró como una sonrisa sarcástica y un temor inigualable en él.
Suspiró y de su bolsillo saco una cajetilla de cigarrillos, ya no le importaba mantener esa imagen de hermano mayor frente a Miyako, él era más importante, el dolor de cabeza se volvió tan insoportable que los analgésicos ya no surtían efecto, y por estúpido que pareciera, el fumar aliviaba algo de aquel dolor.
La rubia sorprendida e incómoda, se levantó de su silla para tratar de arrebatarle aquel vicio de la muerte. Ambos forcejearon gritándose mutuamente, la tensión entre ambos solo era cada vez más peligrosa y todo cesó con el sonido de un golpe, nadie se movió, nadie dijo nada, para cuando Momotaro había recuperado su raciocinio ya era tarde.
Retrocedió dos pasó hacia atrás, dirigió su vista al rostro de Miyako, no vio nada, sus mejillas no estaban rojas, pero ella estaba en suelo dedicándole una mirada llena de miedo e incredulidad.
- yo... Yo lo siento.
Aquel joven era conciente de que la había lastimado y dudaba en acercarse a ella. Jamás en su vida había golpeado o empujado a una mujer, y ahora, le resultaba difícil aceptar ese hecho, buscaba a sus alrededores para ver si es que alguien los había visto o si por casualidades del destino fue alguien más quien lastimo a Miyako, todo estaba en silencio...
- yo estoy bien. No tienes porque hacer esa cara Momo.
La voz suave de Miyako resonó en sus pensamientos, fue tanto el impacto que sus piernas cedieron, y por más que para los demás fuera algo insignificante, para él era distinto. Aquellas palabras de Miyako para reconfortarlo fueron la sentencia que Momotaro se negaba a aceptar.
Que había golpeado a su hermana
- alejate de mi... ¿Si? Por favor.
Las suplicantes palabras fueron apaciguados por la lluvia repentina, Miyako seguía sin entender, pero era conciente de que fue un accidente, él solo había reaccionado al grotesco acortamiento que le hizo.
Y su cabeza una vez más le hizo pensar que había otras maneras de quitarle el cigarro.
- esto no pasaría si Momoko estuviera aquí ¿Verdad?
Las lágrimas de ambos se mostraron de forma rápida sin ningún reparo ni vergüenza, ahora era más notorio la desesperación que tenían por volver a una vida cuando aún eran felices y no tenían preocupaciones.
[•••]
Debido a las constantes súplicas de su mujer, Butch termino cediendo por llevarla al parque al cual su ser más querido había conocido a alguien.
- nadie da amabilidad grátis
Ese pensamiento lo llevó a quedarse en una esquina, no quería incomodarla haciéndole pensar que era una inútil que ni siquiera podía movilizarse sola por un simple parque.
Verla buscar a ese muchacho le hizo recordar cosas que ya había olvidado. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la vio elevar sus brazos saludando enérgicamente a alguien, siguió la dirección para encontrarse con un muchacho que sostenía una pelota y un cigarrillo que fue apagado de inmediato cuando noto la presencia de la chica.
Le causó gracia el hecho de que ella pareciera un carrito de carreras al ver cómo aquella chica se dirigía a máxima velocidad para darle una lección sobre los cigarros, no podía ver su rostro debido al gorro negro, pero parecía nervioso como si su madre lo hubiera descubierto viendo algún tipo de videos triple x.
Los movimientos del chico por hacerla reír parecían funcionar y ahora hablaban de algo que no podía escuchar.
- si utilizo mis poderes podría... Pero...
Negó con la cabeza fuertemente, y decidió esperarla hasta que terminará de jugar con aquel muchacho.
Siempre y cuando no hiciera algo indebido, lo dejaría con vida un poco más de tiempo.
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