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VIII. Counting Stars

/Últimamente he estado, he estado perdiendo el sueño, soñando con las cosas que podríamos ser/.

 /Viejo, pero  no  tan viejo.
Joven, pero no  tan audaz/.

Kim JongIn

—Kim JongIn, detente en este momento.

El moreno  se encontraba deambulando un tanto aburrido por las estrechas calles, se detuvo ante la insistente voz que  lo llamaba desde hace unas cuadras atrás, así que dio medio vuelta y se topó con un hombre unos diez años mayor que él, de postura recta, como sí tuviera un palo metido en su cu*lo. Levantó una de sus cejas, cuando sintió la mirada hostil del otro sujeto, que por desgracia  conoció el día anterior, Do SungJae.

—Te me vas a quedar viendo o qué. —Desafió al mayor, pasando a propósito una de sus manos por su cabello de manera coqueta.

—Aléjate de ella. Aléjate de SoHyun —expresó con voz rasposa. Ignorando el comentario fuera del lugar del menor.

—¿Disculpa? —JongIn se sintió ofendido ante tal orden, ¿quién se creía ese idiota, para decirle qué hacer?— Mejor consíguete una vida y deja de meterte en la mía. —Se acercó al otro sujeto quien sonreía sin gracia.

—Mira, Kim JongIn. Conozco a los chicos como tú, riquillos que creen que tienen el mundo a sus pies y piensan que pueden engañar a inocentes niñitas como SoHyun; pero ten en cuenta que ella necesita a un hombre de verdad, ella necesita a...

—¿A alguien como tú? —Se burló JongIn, interrumpiendo al militar—. Un hombre viudo, con un hijo de cuatro años y más encima dado de baja por el ejército. De seguro eres su hombre ideal.

"¡Maldita sea!"

El golpe que recibió después de eso, lo hizo retroceder unos pasos hacia atrás, limpió con la manga de su chaqueta, el hilo de sangre y saliva que se desbordaba por su labio inferior, antes de mirar desafiante al mayor y devolver el golpe, con su mano convertida en puño se acercó velozmente al rostro del otro hombre, pero la imagen de un pequeño disfrazado de pingüino, lo hizo dudar.

—Tu hijo no se merece tener un papá tan estúpido  —devolvió el golpe, esta vez con palabras, las cuales parecían ser más dolorosas, al menos en el rostro de SungJae, que antes parecía impávido, ahora era la representación de la cólera.

—¡No te metas con mi hijo y aléjate de SoHyun!

A pesar del escalofrío que sintió ante las gélidas palabras expresadas por SungJae, no se dejó intimidar 

"¿Quién dijo miedo?"

—¿Y qué vas a hacer? —Levantó sus hombros, restándole importancia. Una confrontación pública, era lo último que necesitaba, pero parecía que era inevitable con el exmilitar.

—Ayer te vi con ese hombre, te estabas restregando como perra en celo. Asqueroso —acusó al menor, escupiendo esa última palabra con desdén hacia el rostro estoico del moreno—. ¡Son unos malditos enfermos! —Era palpable el disgusto de ese hombre, quien vociferó a los cuatro vientos, llamando la atención de uno que otro transeúnte que se interesaba por la discusión que mantenían.

Estaba intentado ser cauteloso y justamente la persona que  lo descubre era ese idiota. Tenía que estar bromeando.

—¡Oye, cierra la maldita boca y no digas estupideces!

Por el contrario el exmilitar negaba con la cabeza, mostrando una sonrisa falsa; divertido por el intento  patético  del joven en negarlo todo.

—No la vuelvas a ver, Kim JongIn. Vete con ese otro hombre sí quieres. Pero aléjate y no regreses por aquí. —Esta vez con un tono de voz moderado, le advirtió al moreno, antes de seguir su camino.

JongIn se quedó ahí de piedra en medio de la calle, observando la figura del mayor desaparecer en una esquina; unos segundos después se maldijo por su propia estupidez, después de todo Do SungJae sabía que tenía una aventura con un hombre. Pateó uno de los contenedores de basura, arrojando su contenido en la acera, importándole una mierda las protestas de una mujer ante la acción cometida.

Al final decidió buscar a YiFan, él le diría lo que debía hacer.

♥️♣️♦️♠️

En el presente

—Ha sido un largo tiempo sin verte, Do SungJae.

No llevaba ni quince minutos en ese hospital y ya el drama lo perseguía. La vista de un bastante perturbado SungJae no era con lo que deseaba encontrarse, pero al menos había llegado antes de que las cosas empeoran y terminara por matar al maldito sí llegaba a tocar a KyngSoo.

—¿Kim JongIn? —Al parecer su estado alcoholizado no nubló su memoria, pero tampoco hizo que aminorara su estado iracundo—. ¡Suelta mi mano, maldito! —Forcejeó intentando liberarse, pero ni de coño lo iba a dejar.

—Suéltalo, JongIn —KyungSoo con una voz bastante suave, contrarrestando con la situación, le suplicó—. Por favor.

Aunque algo renuente, liberó la mano del exmilitar, quien se había quedado callado observando interactuar a las dos personas frente a él, haciéndose una idea del porqué Kim JongIn, se encontraba ahí. Lo odiaba.

De un momento a otro, tres guardias de seguridad, informados por el escándalo, se llevaron a la fuerza al señor Do, quien retomó la serie de maldiciones dirigidas ahora también al moreno, acusándolos incluso de ser unos vulgares.

Probablemente despues de ese episodio ya no podría regresar al hospital.

Por otro lado KyungSoo parecía casi imperturbable frente a lo acontecido, pero ya tenía una idea de lo bien que el menor hacía para esconder sus verdaderas emociones. Así que aprovechó ese momento para sostener una de sus manos, dando pequeñas caricias en forma de circulo, mientras que con la otra, mantenía un fuerte dominio sobre su cadera de manera protectora; al momento sintió como el de pie nívea se relajaba, y recostaba su cabeza sobre su pecho, lo que los acercó un poco más. La gente al ver que la acción había finalizado, desilusionados despejaban la sala, dejándolo prácticamente solos.

El momento no duró demasiado, cuando sintió el cuerpo del menor tensarse y de inmediato se desajustó de su fiel agarre hasta quedar parado frente a él, con sus brazos cruzados sobre su pecho.

—¿Qué haces aquí, Kim JongIn, acaso me has seguido? —preguntó con ese tonito de soberbia, que tanto lo desquiciaba.

JongIn se le quedó observando harto de ese juego de pretender ser del joven. Era consiente que había evitado hacer preguntas relacionadas con su padre.

—Te creía más listo, KyungSoo —inmediatamente el menor con su ceño fruncido, estrechó los ojos, intentando leer al hombre frente a él.

JongIn que parecía más curioso que intimidado por esa profunda mirada, sonrío con malicia.

—Mejor tengamos esta conversación en otra parte ¿no?

No se había dado cuenta cuando el de labios acorazonados se acercacó a su rostro, con sus alientos combinados en uno y sus respiraciones irregulares.

—Está bien —KyungSoo respondió en un susurro, tan malditamente cerca de sus labios; antes de alejarse por uno de los pasillos.

Le tomó unos segundos en deshacerse de ese cosquilleo que había quedado en sus labios para seguirlo como perrito faldero.

Terminaron en un pequeño jardín situado dentro del hospital, decorado con bonitas flores. Recorrieron  el lugar en silencio, hasta sentarse en un par de bancas situadas una frente a la otra. 

—Querías hablar. Pues hazlo. —expresó cortante.

El mayor levantó una de sus cejas.

—Pequeño Soo no tienes porqué ser tan grosero.

Inmediatamente el aludido se quedó viendo a la nada, era casi palpable como su mente estaba intentado recordar algo, abrió la boca sin poder articular sonido alguno

—¿Cómo...cómo me has llamado? —indicó tras unos segundos.

Una sonrisa de satisfacción cruzó sus labios ante el rostro confundido.

La respuesta siempre había estado frente a sus narices. Años atrás conoció a este chico, solo tenía que recordar. Era él, no cabía duda. Sí lo hubiera recordado desde el principio las cosas tal vez se podrían haber desarrollado de otra manera.

— Tu nombre es Soo y pues no eres precisamente alto —más como un Umpa Lumpa, pero prefirió omitir ese comentario ya que la cara de Kyungsoo no era precisamente amigable—. Así que pequeño Soo...

—No me llames así.

Antes de ahondar en el pasado, tenían que hablar del presente y aclarar las cosas; después de todo, él se encontraba en ese sitio solo por su hijo...¡maldita sea! también estaba ahí por KyungSoo; pero Kim JondDae era su prioridad.

—A estas alturas, ya debes saber el motivo por el que estoy en este hospital. Vine a conocer a mi hijo. —sentenció con seriedad, no había porqué prolongar las cosas, sin enredos, sin mentiras; y esperaba la misma sinceridad por parte de KyungSoo.

—¿Cuál hijo? —acusó con cierta prepotencia en su tono de voz.

Hasta cuando estaría negando las cosas.

—¡Maldición, deja de comportarte como un completo mocoso!

Un KyungSoo que actuaba con tanta indiferencia, con esa sonrisa de superioridad que no llegaba a sus ojos, simplemente lo sacaba de casillas, ¿realmente era esa su verdadera personalidad?

—Lamento desilusionarte, papá. Este es quien soy en realidad —KyungSoo rio ante la confusión en el rostro del mayor— Es eso lo que te estabas preguntando ¿no?

KyungSoo sabía que estaba actuando como un completo engreído frente a JongIn, intentando evitarlo...evitar lo que sea que haya sucedido; aún no salía de su asombro, el moreno estaba ahí... por él, ¡No!, por JongDae, había rastreado a su hijo. El muy idiota le ocultó lo que sabía, ahora era él quien se sentía engañado. Había perdido este juego y KyungSoo no le gusta perder, ni mucho menos aceptar la derrota.

—¡Por primera vez deja de actuar como sí no te importara nada en la vida y compórtate como un adulto! —expresó harto de la actitud del menor. Sin ánimos de dejar que el otro saliera con alguno de sus comentarios, continuó con lo que tenía que decirle—. Lo importante ahora es que sé de la existencia de Kim JongDae, mi hijo, y quiero lo mejor para él... hacer parte de su vida.

KyungSoo rodó los ojos antes de soltar un bufido.

—¿Hijo? Te llenas la boca diciendo que Kim JongDae es tu hijo. Te recuerdo que tú solo fuiste el que se folló a la imbécil de Kim SoHyun antes de huir. ¡Eso no te convierte en padre! Así que de qué hijo hablas.

Las lágrimas en los ojos de KyungSoo estaban a punto de salir, mientras le reprochaba todo lo que se había guardado por años, esperando que el verdadero padre de pisho, lo rescatara del infierno de vida que le tocó vivir. Muchas veces él había insistido en buscar al padre biológico, pero SungJae bajo sus términos le dejó muy claro que esa opción no estaba en discusión.

—Más padre ha sido Do SungJae en la vida de JongDae, que tú en tu p*uta vida. Y eso es algo que malditamente ya no puedes cambiar. ¿Me estoy comportando lo suficientemente adulto? — ironizó, antes de levantarse de la banca—. Ahí lo tienes.

Cómo negar las acusaciones de las que sabía era tan culpable, KyungSoo respiraba con dificultad mientras le escupía la verdad. Su propia ignorancia lo habían convertido en una víctima; pero para los ojos del menor no había excusa.

—Mierda. No te vayas, no hemos terminado de hablar —Rápidamente se paró de la banca, para seguir al joven que intentaba salir del jardín, antes de que diera un siguiente paso, tomó la muñeca del menor, girándolo para quedar frente a frente.

—Suéltame, imbécil.

Forcejear lo único que había logrado era que se acercaran. Pudo ver la furia centelleando en los ojos de KyungSoo.

—Mira pequeño estafador. Sí yo hubiera conocido de la existencia de mi hijo, te aseguro que jamás tendrías que haber aparecido en mi casa con ese teatrico de niño bueno para que yo me enterara de la existencia de mi hijo —Manteniendo el agarre firme en la muñeca del menor—. Ten la plena seguridad, que me hubiera responsabilizado desde el comienzo, jamás tendrías que haber aparecido en mi vida.

—Ahí es donde te equivocas, Kim JongIn —Finalmente se liberó de la presión en su muñeca pero no retrocedió ni un paso—. Nunca estuvo en mis planes que tú y tu estúpida mujer conocieran a Dae, no te lo mereces —espetó con disgusto.

—No lo malinterpretes, el hecho que me acercara a interpretar ese teatrico de niño bueno, era para conseguir dinero —Se Acercó  seductoramente hacia su oreja—.  Y claro, también para follar.

—Pero jamás ¿me oyes? para que lo conocieras—Kyungsoo tomó  esa oportunidad para  alejarse de la presencia de JongIn.

—¡Y como una mierda, no espero que te acerques ahora a él! —Le gritó a JongIn con su rostro enrojecido producto de la ira— Solo regresa a tu aburrida vida, sé el esposo fiel y digno que todos esperan, cógete a esa insípida que tienes como mujer. Ahora que ya sabes que tienes un hijo, es hora que regreses a tu perfecta vida.

Como si de una señal se tratara, y antes  de que  pudiera  reprender al más bajo, su celular que había estado en su bolsillo empezó a sonar.

KyungSoo levantó una de sus cejas con una sonrisa ladina, señalaba hacia su celular.

—Es tu mujer ¿verdad?

—No es de tu interés. —Sentenció con un tono de voz gélido, mientras cruzaba la pequeña distancia que los separaba hasta quedar a unos centímetros del rostro del farsante.

Era momento de que el mocoso comprendiera lo que estaba por hacer, y le importaba una mierda sí estaba de acuerdo o no; total, ya se había enfrentado a su padre. El chico podía tener las agallas pero no las suficientes, al menos no para JongIn para ocultar sus verdaderos temores; porque Kyungsoo tenía miedo, miedo que al final JongDae decidiera quedarse con él, antes que con su hermanastro.

—Y me tiene  sin  cuidado lo que pienses. En el segundo que me enteré que tenía un hijo, sabía que sería parte de mi vida. Y ni tú, ni tus malditas inseguridades me van a alejar de él ¿entendido?

Vio el rostro de KyungSoo  transformándose rápidamente en una mueca de enojo, a una de sorpresa, hasta finalmente caer en una de dolor; antes de desaparecer, dejándolo solo, con el exasperante sonido que emitía su celular.

Sabía  que había dado en el clavo.

♥️♣️♦️♠️

  

Suspiró pesadamente cuando terminó la llamada, se encontraba sentado en la banca que minutos atrás KyungSoo había ocupado; en efecto había tenido razón, era Irene.

Ahora que pensaba en lo que sucedió, nunca se le había hecho tan difícil aparentar frente a su esposa. La noche anterior, es decir, entrada la madrugada cuando estaba a punto de salir a toda prisa, se había encontrado con el semblante acongojado de Irene en el lobby de su casa, pese a su afán por salir, simplemente no podía ignorarla, así que sin mediar palabra, la abrazó, hasta que minutos más tarde, en medio de sollozos le contó  lo que él ya suponía: había siguió una pista falsa. Durante ese tiempo la escuchó, reconfortándola en sus brazos, más por remordimiento, que por otro sentimiento que podía sentir hacia ella.

Así pasaron las horas con sus brazos envolviendo la cintura de su  esposa en la misma cama en la que apenas un par de horas atrás había sido testigo del desenfreno contenido durante dos largas semanas. Acariciando el rostro adormilado de Irene, imaginó que era otro rostro níveo, que era un par de labios afelpados los que tocaba. Nunca fue tan complicado  olvidarse de una aventura y lo más doloroso, era que aquel acto para Kyungsoo solo fue  un móvil en su plan, probablemente no había significado nada para él, aunque para JongIn  era más  de lo que fantaseó y eso lo confundía.

Luego cuando ella despertó más tranquila, ya había pensado en lo que le diría... su hijo se fue sin dejar rastro, y ahora era su turno para buscarlo, lo que no era exactamente falso; ya  después tendría tiempo para pensar en otra mentira. Lógicamente su esposa quien se sentía culpable por la desaparición de KyungSoo, había querido acompañarlo, por lo que debió insistir, para que reanudara la búsqueda de Yeri, su hermana menor. Así que al medio día, la pareja decidió separarse por caminos diferentes en la búsqueda de sus seres queridos.

Básicamente, la llamada era para decirle que consiguió  una nueva pista con uno de los amigos de Yeri, pista que la ubicaba al norte, para alivio suyo era al otro lado del país donde se encontraba actualmente. Al menos ella había tenido suerte, él por otro lado se sentía frustrado y honestamente no tenía una p*uta idea de cómo acercársele a JongDae; el lunes pasado, tan solo se había quedado en el marco de la puerta de la habitación en donde se encontraba dormido, a pesar que tenía el permiso para visitarlo y ya con la indumentaria que exigía el hospital, no había sido tan valiente y solo se quedó observándolo. Una parte de él se había emocionado al saber de la posibilidad que aquel joven fuera en verdad su hijo, y una que se entristeció, al enterarse  de  su deteriorado estado de salud. Ya cuando el día anterior  confirmó su parentesco con JongDae,  movió  cielo y tierra para que se le brindara la mejor atención, y antes de levantar sospechas todo lo  manejó bajo una fundación que su corporación había adoptado recientemente.

Ese día cuando por fin llegó al hospital y antes de encontrarse con SungJae, el doctor Park, le informó sobre lo sucedido con JongDae la noche anterior, pero que al momento, según le expresó, estaba estable y solo se encontraba  en observación; ya al siguiente día lo trasladarían a la habitación a la que JongIn pagó una pequeña fortuna para garantizar su tratamiento y hospedaje permanente en ese lugar. Aliviado por esa última noticia, había casi corrido por los pasillos  del hospital hasta  encontrarse de cara con el drama.

Pese al ridículo plan de KyungSoo, pensaba JongIn, le estaba enteramente agradecido por ocuparse de su hijo, pero ya era momento de tomar su lugar.

Con ese último pensamiento, salió del jardín en el que  estaba meditando, se sorprendió al verificar la hora y notar que ya había pasado parte de la tarde y el horario de visitas hace unos minutos había terminado. Aun así se dirigió hacia la sala de cuidados intermedios.

Desagradable fue su sorpresa cuando miró a KyungSoo con una verdadera sonrisa en su rostro, dejándose abrazar cómodamente por un idiota. Claramente debía ser un idiota para dejarse engañar por esa cara de inocente del menor.

"Sí supiera que la noche anterior había follado a su noviecito..."

♥️♣️♦️♠️

  

Desde unos metros atrás, podía ver como el idiota ese posaba una de sus manos sobre el antebrazo de KyungSoo, ambos platicaban, pero no podía escuchar de qué iba la conversación, debía ser un tema bastante interesante, dado a la postura relajada de ambos. Apenas notó el cambio en la ropa del más bajo, y el aire se quedó attapado en alguna parte de sus pulmones, ya no se veía como un crío, con esos jeans oscuros rasgados, demasiado ajustados que acentuaban su figura, una camisa negra bastante entallada y en sus manos sosteniendo una chaqueta de cuero; hasta su cabello lucía diferente, peinado hacia arriba lo que resaltaba sus rasgos faciales, y mierda, hasta sus ojos estaban levemente delineados, lo que lo hacía ver... interesante.

Como si de alguna forma notara su presencia, KyungSoo desvió su mirada hacia donde se encontraba, con los ojos entrecerrados lo observó en un desconfiado escrutinio, sin  creer que estuviera ahí. Sonrió hacia sus adentros y se dirigió donde se encontraban, a medida que se acercaba el idiota ese, de seguro notando el cambio en el más bajo, se giró para verlo, notando como él también lo examinaba de pies a cabeza.

—¿Qué haces todavía aquí? —Espetó con disgusto— ¿Tu esposa si quiera sabes que estás aquí? —Se burló, hasta quedar a unos centímetros de su rostro.

JongIn rodó los ojos, aburrido de esa actitud.

—Te lo he dejado muy claro, vine aquí por mi hijo —JongIn posicionando su dedo índice en la frente del menor lo hizo retroceder unos cuantos pasos.

KyungSoo chasqueó su lengua en un gesto de disgusto.

—No me vuelvas a tocar.

—Entonces intenta poner unos pasos de distancia, algo de espacio personal, parece que te quieres prender de mí cada vez que nos vemos.

Lo siguiente que sucedió en medio de la sala de espera fue un juego de miradas, KyungSoo estaba furioso con su rostro enrojecido, pero él también lo estaba y no iba a ceder. Pueda que ese día no lo haya podido hacer, pero el siguiente sería diferente y conocería a su hijo.

—Wow. Alguien deme un cuchillo para cortar la tensión aquí

Y así de rápido, dos pares de ojos observan al chico alto quien se había animado a interrumpirlos. O era muy idiota o muy, ¡No! Definitivamente era un idiota.

—Soy Oh Sehun —se presentó cordialmente, ignorando el gesto despectivo en el rostro del joven— Y soy el mejor amigo, slash maestro, slash vecino, de este de aquí. —Señalando a KyungSoo.

El moreno un tanto sorprendido por la actitud efusiva del idiota, es decir, de Sehun como había dicho que se llamaba (quien no se presentó como el novio de KyungSoo), correspondió al saludo, acción que por el rabillo del ojo notó enojaba aún más al pequeño estafador.

—Soy Kim JongIn

—Oh, el papá de ¡JongDae! Por supuesto que sé quién eres. Sí aquí el enano no ha dejado de hablar de ti —Soltó rápidamente.

Si esa información no lo había shokeado un poco, el hecho que KyungSoo de una manera un tanto cómica reprendiera al más alto, y luego con sus manos tapara la boca de Sehun hasta retirarlo de la sala, fuera de avergonzarlo un poco con las enfermeras que reían disimuladamente por el espectáculo, le gustó, en verdad le gustó ver otra faceta del menor, fuera de su etapa de gruñón insensible. Además alguien se había referido a él como el papá de JongDae; ¡Oh mierda! eso lo hacía todo más real.

—Yo... ahhm honestamente no sé qué acaba de suceder —KyunSoo respiró pesadamente, pasando sus dedos sobre su frente, una vez que regresó, después de dejar a su amigo quien sabe dónde—. Sehun suele ser un tanto... extraño y un bocón de mierda —confesó.

—No te preocupes tengo amigos que se comportan así

—Lee Taemin ¿verdad?

—Ese mismo.

Respecto a ese particular tema, no había necesidad de ahondar, ya que JongIn consideraba que estaba entredicho el papel que desempeñó  su amigo para enterarse de la verdad; aquella verdad que lo tenía en la sala del hospital contigua al área de cuidados intermedios donde descansaba su hijo.

—Yo eh...uhm yo lo si. Yo...

Veía vulnerabilidad en KyungSoo, quien esquivaba su mirada al tiempo que tronaba sus dedos. Él por otro lado, intentaba mantener su actitud de indiferencia, con sus brazos cruzados.

—Tú ¿qué? —Intentó indagar en las palabras del menor, luego de un rato en el que no se animaba a completar la oración.

—¡Kim JongIn! Maldición, estoy intentando... ahj olvídalo —Se volteó frustrado, dándole la espalda.

JongIn rodó los ojos ante la actitud infantil que había tomado, pueda que sea algo berrinchudo cuando quería.

—KyungSoo —respiró hondo, descansando su mano sobre el hombro del joven—. Solo...

—¿Estás seguro en lo que te estás metiendo? —preguntó en voz susurrada— Es decir...

El más bajo se volteó lentamente, hasta mirarlo directamente a sus ojos.

—JongDae necesita un padre que no se vaya a esfumar a la primera ¿Tú estás seguro de esto?

Bajo la seriedad que implicaba aquella pregunta, se llegó a cuestionar sus propias decisiones, pero ya lo había pensado lo suficiente desde que surgió la posibilidad de ser el papá de JongDae, contrario a lo que sintió cuando KyungSoo se apareció, la emociones que provocó Kim JongDae lo hicieron  reflexionar sobre sus acciones en el pasado, y deseó convertirse en lo que su hijo necesitaba, aunque no sabía exactamente cómo lo lograría.

—Bien podrías regresar con tu mujer, aún estás a tiempo.

El más bajo entendió su silencio, como inseguridad. Pero estaba lejos de ese camino.

—KyungSoo, te doy mi palabra que intentaré ser la figura paternal que JongDae necesita. No porqué sea lo debido, simplemente es lo que me nace hacer. Es lo que quiero.

No pensaba sonar tan serio pero así lo hizo y sintió como aquel juramento era mucho más significativo que aquel que pronunció en su matrimonio. En medio de ese pasillo ante el par de ojos que lo miraban con incredulidad, probablemente buscando alguna señal en su lenguaje corporal que delatara la mentira. Pero no había ninguna.

—Está bien, Kim JongIn. No sé por qué lo hago pero creo en tu palabra.

—Gracias —respondió con una sonrisa cálida en su rostro—. Significa mucho para mí. —Y en verdad lo hacía, que KyungSoo implícitamente diera su aprobación para conocerlo, era lo que secretamente había estado esperando.

—Pero por favor no llores. —Delicadamente secó una lágrima que surcaba el rostro del de piel nívea.

—Oh, no sabía que lo estaba haciendo —avergonzado, podía ver las mejillas sonrojadas del menor y su intento en esquivar su mirada. Se veía adorable. Pueda que haya actuado pretendiendo ser tierno pero es que en verdad el chico genuinamente lo era; aunque a veces cargara esa actitud pateo c*ulos.

No sabía que lo llevó  a sostener el rostro de KyungSoo bajo sus manos, lentamente fue acercando su labios hasta los del otro, sintiendo su corazón golpear fuertemente en su pecho, hasta cerrar los ojos.

—No creo que debamos seguir con esto.

KyungSoo intentó poner distancia, borrando la pequeña sonrisa que momento atrás adornaba su rostro. Se sentía como un imbécil el menor ya había dejado muy claro que en esas dos semanas había fingido, incluso lo que  pasó  el día anterior fue solo un juego para él.

—Tienes razón.

Esas dos únicas palabras le dolieron como no tenía idea, pero en qué jodida mierda estaba pensando cuando intentó besarlo. La respuesta era que no pensó, eso debía ser. Así que puso su máscara de indiferencia, como si no lo hubiera afectado. Y ahora había un silencio espeso, cosa que nunca antes sucedió entre ellos.

Por otro lado, el menor se quedó mirando hacia la nada, pestañeando varías veces antes de hablar nuevamente.

—Yo tengo una... ahm cita esta noche.

Eso explicaba la vestimenta del menor.

—No me tienes que explicar nada.

—No lo hacía, simplemente era para decirte que eres libre de irte por lo que queda de este día, total hoy ya acabaron las visitas y JongDae está mucho mejor.

—Me quedaré aquí.

—Como quieras. Mañana probablemente llegue pasada la madrugada.

Y con eso se había ido, así que no le quedó de otra que sentarse en una de esas sillas incómodas de la sala en la que se encontraba, martirizándose con la idea de KyungSoo saliendo al encuentro con alguien durante toda la noche, porque lógicamente con esas ropas no iría a la iglesia.

No había notado cuando quedó dormido, al abrir los ojos la sala se encontraba silenciosa y sumida en oscuridad, salvo por la luz que se proyectaba desde el fondo del otro pasillo. Pero lo que lo había despertado era ese olor a nicotina, y ahora que intentaba moverse, descubrió que alguien se había acomodado plácidamente sobre su regazo, con sus piernas en la siguiente silla.

Respiró profundo, antes de mover el cuerpo del extraño, y si era posible hacer caer a quien quiera que lo haya tomdo como almohada humana. Sus planes se desmoronaron, cuando descubrió que era KyungSoo el qué se encontraba ahí plácidamente dormido. En qué momento había ocurrido esto; sin embargo pese a la incomodidad, sonrió antes de acomodarse nuevamente, sobre el menor, con su cabeza reposando sobre el hombro y parte de su brazo. Era incómodo pero cálido, y así durmió un par de horas más.

Hasta  que al siguiente día  fue  despertado por un fuerte golpe...

🐻.🐻.🐻.🐻.🐻.🐻.🐻.🐻

Ya estamos entrando a la recta final ¡Qué nervios! 

Gracias por apoyar la historia ♥️.

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