V. All The Right Moves
/¿Piensas qué soy especial?, ¿Piensas qué soy agradable?/.
Do KyungSoo
"Llevo siete días, siete malditos días, comportándome como un idiota, interpretando el personaje de un joven ingenuo carente de amor maternal, ganándome poco a poco la atención y el cariño de la mujer de Kim JongIn. ¡Todo eso para qué!".
KyungSoo se cuestionaba colérico en su habitación después de haber llegado de ese matrimonio. Respiraba con dificultad, caminaba de un lado al otro, con sus manos cerradas en puños.
"¡Todo esa mierda para que en una tarde, cometiera tantos errores!" Su puño aterrizó en una de las paredes; con sus dientes apretados fuertemente, gruñó tensionando todo su cuerpo en el proceso. Deseaba gritar y dañar todo a su paso, pero sabía que no podía.
Finalmente se desplomó en el frío suelo mirando al techo, con sus rodillas flexionadas y su respiración agitada. Su mente vagó hacia esa misma tarde, cuando vio a Taemin, esperaba no lo reconociera, aunque eso era pedir demasiado. Y para completar fue descubierto con ese idiota, en su defensa había pasado toda la semana masturbándose con la imagen de JongIn, debía relajarse un poco y la oportunidad se dio con ese chino y ...
"¡Carajo, no es mi maldita culpa!".
Definitivamente no era su culpa, cuándo su cuerpo y sus pensamientos reaccionaba casi que por voluntad propia al hombre que actuaba como su padre. Le era vergonzoso admitir, que siendo un jugador de Póker semi-profesional no podía mantener una expresión neutral cuando de JongIn se trataba; por lo que siempre intentaba huir de esa mirada intensa. KyungSoo tenía muy claro, que el moreno seguía sospechando, por esa razón intentaba comportarse como lo haría una persona, sí después de 17 años conocía a su verdadero padre, y no como el idiota que se sentía atraído hacia ese hombre. Lo importante era que su mujer siguiera pensando en él como alguien carente de amor, ahora que estaba tan cerca de cogérsela.
Así que con toda su disposición reunida, se levantó del piso, respiró profundo para calmarse, tendría que "explicarle" a JongIn, con su mejor cara de inocente, que solo estaba explorando su sexualidad, nunca se había sentido atraído hacia alguien; y ahora estaba apenado, y no quería que nadie más se enterara de ese bochornoso momento. De ser necesario hasta se pondría de rodillas para... suplicarle.
El de labios acorazonados estudió su argumento como si de un libreto se tratara, ensayó sus expresiones faciales frente al espejo. Cuando ya se sintió preparado, se dirigió sigilosamente hacia el estudio, estuvo a punto de tocar la puerta, cuando escuchó gruñidos provenientes de esa habitación. Se acercó para escuchar mejor.
Su rostro curioso rápidamente cambió a uno de sorpresa, con sus ojos muy abiertos, empezó a negar con su cabeza "No podía ser posible", pero su sospecha rápidamente fue confirmada con los gemidos del otro hombre y su nombre, su maldito nombre "KyungSoo" que se escapaba en voz baja, llamándolo tal cual lo haría una sirena hacia un marinero y él no era de piedra; vaciló un momento pero al final decidió regresar sobre sus pasos.
No salía de su asombro cuando entró nuevamente a la habitación, se sentó en la punta de su cama con su espalda recta. JongIn se estaba tocando pensando en él, eso quería decir que la atracción era ¿mutua?; definitivamente eso no lo vio venir. Una sonrisa pícara llegó a sus labios, pensando en las posibilidades y en el abrupto giro que tendría sus planes; al mismo tiempo se reprendía por haber sido tan ciego y pensar erróneamente que la razón por la cual el de piel morena se sentía incómodo, era por la llegada inesperada de su supuesto hijo; cuando en realidad era por otra cuestión... una mucho más tentadora.
KyungSoo se tumbó sobre su espalda y empezó a sacudir sus piernas eufórico. Se sentía bastante bien; después de todo, que lo descubriera en el bosque podía ser la chispa que necesitaba para desencadenar algo más.
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A la mañana siguiente despertó temprano en la mañana, con una sonrisa traviesa, sus ojos brillosos eran el reflejo de su nueva motivación ahora que el objetivo había cambiado desde la noche anterior. Solo era cuestión de tiempo, algo que no debía prolongar más allá de esta semana; sabía que era arriesgado, no solo debería seducir a su papá , sino que JongIn tendría que caer ante la figura pecaminosa que representaba KyungSoo siendo su hijo. Una pequeña línea que dividía el placer de lo inmoral.
Se levantó de la cama para ir a la cocina, donde encontró a JongIn concentrado leyendo el periódico, sentado sobre uno de los taburetes de madera con su ceño fruncido y labios apretados en una fina línea; la sola imagen resultaba cautivadora ante sus ojos. No sabía cuánto tiempo llevaba ahí absorto viendo al moreno, quien de un momento a otro lo observaba también, para el más bajo no pasó desapercibido cuando tragó saliva y sus ojos se pasearon por sus piernas, el menor llevaba apenas una camiseta la que exponía parte de su clavícula.
A partir de este momento, empezaría a actuar acorde a su verdadera personalidad, reflejando de a poco lo que el moreno causaba en su interior; no había razón para ocultarlo ¿o sí?
—Respecto a lo de ayer...supongo que solo me dejé llevar —Aunque en realidad no se sentía para nada avergonzado por lo que había hecho, debía intentar lo más parecido a una disculpa sincera.
—Déjame ver si entiendo —Con su periódico dejado a un lado del mesón, replicó con cinismo—. Así que porque te dejaste llevar, pusiste la polla de cualquier hombre en tu boca. —Arrastró cada palabra como si le causara dificultad en decirlas.
—Si, en verdad lo siento —continuó KyungSoo relajadamente, mirando directamente al semblante irritado de JongIn— No era la forma correcta de que se enterara que su hijo es...homosexual —se atrevió a decir deliberadamente; sabía que ahora JongIn, estaría muy confundido intentando descifrar la persona frente a él.
El moreno con sus manos empuñadas debajo del mesón, apretó sus labios y se quedó observando detenidamente a su hijo.
—Está bien, hijo. En tanto seas feliz y elijas a la persona adecuada, no te juzgaré ni te haré sentir incómodo—Después de lo que pareció ser una eternidad, respondió dulcemente con una pequeña sonrisa—. Simplemente no lo hagas con la persona que está a punto de casarse. —intentó bromear pero fue demasiado forzado, acto seguido reanudó la lectura de las noticias, ignorándolo olímpicamente.
—Lo tendré en cuenta, supongo... Gracias... —confundido por la reacción del otro, no se atrevió a indagar más allá, antes de dar media vuelta y salir de la cocina. Ya hasta se le había quitado las ganas de desayunar.
JongIn ni siquiera lo había mirado después de confesarle, intentó que aquella pequeña acción no lo afectara; pero su rostro enrojecido decía lo contrario.
"¡Quién te crees que eres maldito, para ignorarme así!"
Ya en su cuarto, visiblemente más tranquilo, analizó como si de una jugada se tratara lo que ocurrió momento atrás, sí no lo hubiera presenciado, no lo creería; frente a sus ojos estaba el hombre hecho furia, hasta pensó por un segundo que lo estamparía contra la pared, pero jamás se imaginó, que de un momento a otro sería la representación de un ser pacífico; eso último lo aterraba más, preferiría que fuera agresivo, incluso que le gritara, pero no que se comportara como un maldito monje budista.
definitivamente el moreno era el auténtico transformer.
"¿A qué juego estás jugando señor Kim?"
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El resto del día pasó sin ningún avance en su plan; ahora que Irene no era su prioridad, su presencia le fastidiaba, al punto de excusarse con cualquier banalidad para no salir con ella, o incluso respirar su mismo aire. Su excesivo afán por convertirse en una sustituta para su madre y esa personalidad dulce, resultaba en una combinación demasiada empalagosa; así que en ese día y probablemente en los siguientes debería ver el rostro decepcionado de la mujer, que no entendería el cambio tan drástico en la personalidad del menor.
Aprovechando que JongIn había informado que no lo esperaran para cenar, antes de finalizar ese día, KyungSoo se escabulló de la enorme casa con su celular, el cual había permanecido toda esa semana en el fondo de su morral; una vez que se alejó lo suficiente, llamó a su sensei.
—Mocoso de mierd*a, apenas te dignas a llamar.
—Hola para ti también —respondió Kyungsoo rodando sus ojos— ¿Cómo van las cosas en casa?
—Estable. —Eso era todo lo que el menor necesitaba escuchar para relajarse un poco. Se sentía un tanto culpable por no haber llamado antes, pero tampoco se lo iba a admitir al idiota de su amigo.
—Espero que hayas llegado por lo menos a primera base con ¿Irene? —Continuó Sehun, esta vez con un tono de voz relajado—. Le envié las fotos de esa mujer a Luhan y dijo que está mejor que mi Miranda ¿puedes creerlo?
—Lo creo. Pero definitivamente lo dices porque no te has fijado en mi papi —replicó con una sonrisa de por medio—. Kim JongIn resultó estar más j*odido que tu y yo juntos.
—¿Qué quieres decir, Kyung?
—Cambio de planes, mi querido Sehun —se regodeó al soltar esas palabras— Ahora le voy más al incesto.
—¡maldito p*utito! —Respondió, soltando una carcajada— Se lo tenía muy guardado tu papi.
—Así es. Y Ahora tendré que acostarme con mi papi.
Una vez que le solicitó el par de favores a Sehun (como de costumbre), no necesitaba que su amigo se convirtiera en una p*erra que soltara sus problemas con su pareja.
—Ya tengo que colgar, idiota. ¡Te dije que no me interesa escuchar tus problemas con LuHan! Solo procura que lo que te solicité llegue a tiempo. Es de vida o muerte. Adiós.
KyungSoo terminó la llamada y se dirigió a casa. Para decepción suya, ese día extrañamente JongIn no llegó a casa.
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Ya era viernes en la mañana, KyungSoo a pesar de los problemas que lo esperaban en casa —empezando porque aún no había podido ganar algo de dinero en esas casi dos semanas—, se encontraba al igual que los días anteriores de buen ánimo, a diferencia de los demás habitantes de esa casa.
Por un lado Irene como lo había pronosticado, seguía intentando acercarsele, incluso la noche anterior escuchó a escondidas cuando le decía al moreno que creía que había hecho algo mal, culpándose por el comportamiento indiferente del hijo de su esposo; sintió una pizca de culpa, la que fácilmente se desvaneció por la sola presencia de JongIn quien lo había visto desde el otro lado de la habitación; esa simple mirada bastó para sentirse travieso, aprovechando que la mujer estaba de espaldas a la puerta y que el más alto lo seguía mirando, incluso cuando la abrazó, se mordió su labio inferior de forma provocativa, sin apartar la mirada de los ojos feroces del otro, quien inmediatamente se tensó en los brazos de su esposa.
Básicamente, tenso era la mejor palabra para describir el estado de JongIn por esos días, desde sus hombros y su mandíbula, los labios apretados y más estrechos hasta pasar por esas masculinas manos cerradas fuertemente. Era muy consciente de ese tipo de reacciones que causaba en el moreno, ya sea sí actuaba de manera inocente, como aquella vez que se despidió del mayor con un pequeño beso en su mejilla, o de forma juguetona, como en la noche anterior; de cualquier manera, siempre estaba ahí esa mirada feroz casi hambrienta, a veces dirigida directamente a sus labios; por suerte Irene ignoraba o se hacia la tonta frente a lo que ocurría. Sin embargo, para decepción suya no había pasado nada más allá de esos momentos en los que parecía que se hablaran con su lenguaje corporal, en lugar de palabras; podía notar el conflicto en la mente de JongIn, solo quería alibianar la culpa, pero parecía que el otro en el último minuto se arrepentía. Por lo que solo tenían aquellos momentos en la noche cuando hablaban sobre ningún tema en particular y se dejaban llevar, riendo y disfrutando en compañía del otro, con la tensión en el aire y por supuesto Irene que no se despegaba de los dos hombres. Es por eso que la culminación de su plan no debía pasar mas allá del fin de semana y para ello necesitaba deshacerse de la presencia de Irene pero no sabía cómo hacerlo, se había quebrado la cabeza pensando en eso, pero no hallaba una manera.
—Aahj. Maldita pe*rra entrometida. —Se quejaba audiblemente mientras aún seguía en su cama. A estas alturas le daba igual si ella lo escuchaba o no.
Sacudió su cabeza, ya no quería pensar seguir pensando más en aquella mujer, así que KyungSoo decidió fantasear un poco más con JongIn mientras se relamía sus labios, llevó sus manos hacia su miembro, con sus ojos cerrados, y su voz más grave de lo habitual.
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Esa misma tarde mientras pensaba en la manera de deshacerse de Irene, entró a hurtadillas a la casa, después de salir a recibir el paquete que le había enviado su amigo; se encontró en la entrada con Irene un poco agitada con una maleta en sus manos y su celular fuertemente sujetado, dirigiéndose hacia su carro.
—Cariño, que bueno que te veo. Te he estado buscando —habló apresuradamente, era palpable que se encontraba preocupada. KyungSoo la miró con el ceño fruncido.
—¿Qué está pasando?
—Nada de qué preocuparse...solo un asunto que... —Irene se encontraba indecisa, frente al menor quien lo miraba expectante—. Es mi hermana menor, hace dos meses escapó de la casa de mis padres; acabo de recibir una llamada, alguien al parecer la ha visto con otras tres chicas en un pueblo costero —indicó velozmente—. Debo salir de inmediato.
—¡Eso quiere decir que no vas a estar aquí!—Emocionado dejó que esas palabras salieran de su boca, antes de reprenderse mentalmente— Es decir, buena suerte con ello —agitó su brazo despidiéndose de Irene, antes de ver como desaparecía en su auto. Por suerte no lo había escuchado.
KyungSoo empezaba a compadecerse de esa mujer, quién mejor que él para entenderla; él haría todo lo que estaba en sus manos por su pisho.
Con ese último pensamiento se apresuró ahora demasiado emocionado por su buena suerte, dando pequeños saltitos, hacia la habitación de la pareja de esposos, ahí y en su recámara debería dejar las cámaras escondidas. Una vez que estuvieron estratégicamente instaladas, se cercioró de que éstas efectivamente estuvieran funcionando.
Su plan, aunque muy indecoroso, era bastante sencillo, sobornar a Kim JongIn de revelar las cintas, en las que quedaría expuesto la infidelidad de su esposa —hace dos semanas, esa opción parecía ser la más adecuada— y qué mejor si el amante, resultara ser la persona que engañó a la pareja haciéndose pasar por el hijo biológico que el esposo había tenido cuando apenas tenía 17 años, con una mujer que murió años mas tarde a causa de su adicción a los barbitúricos "realmente la historia parecía sacada de un drama".
No se sentía orgulloso de su plan, pero era su mejor opción para obtener dinero, dinero que necesitaba con urgencia, y sabía que ese mundo donde vivía JongIn en la que la apariencia y mantener un buen estatus parecía serlo todo, un escándalo de esa magnitud provocaría grandes estragos en la compañía familiar del moreno; a la larga tendría que pagarle una cuantiosa suma por su silencio, eso, sí su plan era efectivo.
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Al parecer KyungSoo se había quedado dormido en la sala esperando al moreno; cuando despertó, lo vio bajando las escaleras.
—¿A qué horas llegó? —preguntó en medio de un bostezo "Qué tan tarde era" pensó, mientras veía al moreno encender la luz hasta quedarse parado muy cerca del sofá en el que se encontraba apenas vistiendo nada más que su camiseta favorita, la que Irene le había dado en su primera noche ahí.
—No hace mucho, estabas dormido así que no te desperté.—admitió con su mirada en el puchero que hacía el menor.
—Irene...
—Lo sé —lo interrumpió—. Tenía que hacer algo para que no estuviera aquí.
Se sentía curioso con esa confesión, ¿acaso el moreno había estado detrás del plan para deshacerse de Irene? sus labios se abrieron formando una o.
—Era la única forma para que tú y yo tuviéramos un momento como padre e hijo ¿no crees? —continuó, cerrando la distancia hasta sentarse justo a su lado; JongIn extendió su mano hasta la cabeza de KyungSoo, pasando sus dedos por los mechones desordenados de ese cabello castaño.
—Hueles muy bien —agregó con una voz más grave, mientras pasaba su nariz por su cabello, descendiendo lentamente por su rama mandibular hasta detenerse en su mentón.
—Bueno, eso lo heredé de ti. Supongo —KyungSoo cerró los ojos y habló en medio de susurros, dejándose embriagar con la fragancia del moreno.
—Debe ser —JongIn se alejó del rostro del menor, esta vez cambiando su semblante, levantó una de sus cejas y miró al de piel nívea con cinismo —Lo que hiciste el domingo... fuiste un hijo muy malo. Creo que debo castigarte.
—¿Así? —Respondió KyungSoo siguiéndole el juego, con toda su atención en la sonrisa traviesa del otro hombre—. Fui un mal hijo, merezco que se me castigue —indicó sumiso.
"Call me bad son".
JongIn se sentó con su espalda recta, echó un vistazo a KyungSoo quien lo miraba expectante.
—Quiero que te acuestes aquí —ordenó con voz autoritaria, señalando un punto del sofá.
KyungSoo se acomodó boca abajo en el sofá de tal manera que su trasero quedó expuesto en el regazo de mayor. No vio venir la primera nalgada, salvo por el ardor que le causó y el pequeño gritó que salió de sus labios. Cerró sus ojos fuertemente cuando la segunda y la tercera llegaron, ya comenzaba a sentirse adolorido.
—Fuiste un hijo muy malo —replicaba el moreno, al tiempo que estampaba sus manos en el ahora enrojecido trasero.
Tal vez fue en la quinta o sexta cuando se acostumbró al dolor y otro tipo de sensación empezó a nublar sus sentidos, hasta sentir como su trasero palpitaba al encuentro de la dominante mano, lo que desencadenó una serie de gemidos de placer y gruñidos por parte del mayor cuando sintió el excitado pene de su hijo.
De un momento a otro JongIn se detuvo y con una voz áspera le indicó que se parara. KyungSoo obedeció.
—Ahora siéntate aquí. —Señaló el moreno a sus piernas—. Quiero verte directamente a los ojos.
KyungSoo quien había adoptado una actitud sumisa como si de un verdadero hijo se tratara respetando a un estricto padre, ubicó su trasero sobre las piernas del mayor, entrelazando sus piernas a su cadera, inmediatamente sintió el duro pene de su progenitor rozándose descaradamente contra el suyo. Ambos respiraban con dificultad, sintió las manos de JongIn ascender desde sus rodillas hasta su hueso pélvico, donde aumentó la presión de su tacto.
—Tus labios... —susurró con una voz aterciopelada— ¿debería probarlos? —dirigió su mirada al rostro enrojecido de KyungSoo.
"maldito imbécil, realmente estás preguntando eso".
KyungSoo se relamió los labios antes de contestar.
—Si es lo que mi papi quiere, está bien.
Esas palabras fueron las detonantes para romper la tensión que se había formado desde hace casi dos semanas; a pesar del corto tiempo transcurrido desde que se conocieron, y lo apresurado en el que se dieron las cosas; en esa noche, dos pares de labios se fundieron entre sí, KyungSoo se permitió rozar tentativamente los del mayor, antes de morder su labio inferior, escuchó un gemido de dolor, a lo que sonrió antes de introducir su lengua dentro de la boca del moreno. Los dos se detuvieron entre jadeos después de ese primer beso, que solo fue el preludio para los que le siguieron, con KyungSoo aferrándose al cuello del más alto... se dejó hacer con los dientes y lengua del otro hombre dentro de su boca, deleitándose con las diferentes sensaciones que le causaba.
KyungSoo sentía las manos del moreno deslizarse por su espalda, por lo que empezó a dar sutiles brincos sobre la erección de JongIn.
—Deberíamos terminar esto en una cama. Quiero que conozcas la habitación que comparto con mi esposa —expresó con su boca en el cuello del menor, repartiendo besos en esa área.
A estas alturas para KyungSoo ya no importaba si JongIn sabía que ya no era su hijo, sí sospechaba o sí en efecto para el mayor era un acto incestuoso. Lo importante es que iba a follar con ese hombre que tanto había deseado en ese corto tiempo, además iba a obtener su recompensa económica, aunque eso significara, que lo que estaba ocurriendo en ese momento no se volvería a repetir. Conforme a su plan, al siguiente día definitivamente le revelaría sus verdaderas intenciones y las condiciones para silenciarlo.
Subieron las escaleras entre tropiezos mientras prolongaban su beso, KyungSoo fue arrojado sobre la cama matrimonial, JongIn encendió la luz antes de despojar de un solo tirón la camisa que cubría al muchacho, revelando su excitación, el moreno no se resistió más y se lo introdujo lentamente a su boca. El menor apretó las sábanas con la planta de sus pies, mientras sus gemidos se volvían cada vez más audibles.
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—Ahora móntame —mientras KyungSoo terminaba de recuperarse de ese primer encuentro, JongIn sorprendentemente ya estaba listo para la siguiente ronda. No quería hacer esperar a su papi y así lo hizo.
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No sabia cuánto tiempo había transcurrido, su cuerpo dolía y creería que su trasero conservaba como una estampilla las manos que fueron utilizadas en su merecido castigo. KyungSoo respiraba con dificultad, su cuerpo se sentía sudoroso, sus mejillas ardían con un rojo marcado; incluso mientras intentaba moverse hacia un lado de la cama, se sentía lleno en su interior. Definitivamente había sido su mejor sesión de sexo, ni Sehun con su gran nariz podía competir con lo que había sucedido un momento atrás.
Fue esa atracción hacia JongIn, sumado a la tensión sexual acumulada y tal vez, el juego prohibido, que a pesar de no ser su verdadero hijo, su relación se había basado en ese lazo, convirtiendo lo que había pasado entre ellos en un acto inmoral de naturaleza casi incestuosa. Como algo tan mal se puede sentir tan bien, la brillante sonrisa de KyungSoo no daba sospecha a lo que ocurriría después.
Al lado suyo la imagen no era mucho mejor, JongIn se encontraba respirando con dificultad, gotas perladas recorrían su rostro, lo que hacía que algunos mechones de su cabello se le adhirieran a su frente.
Ninguno de los dos había hablado, tampoco sabía qué decir, primero tendría que asegurar la evidencia antes de exponerse.
Un par de minutos después miró a JongIn sacar de uno de los cajones de su mesa de noche una hoja doblada a la mitad, la que estampó bruscamente sobre su pecho.
KyungSoo ni siquiera tuvo tiempo para reaccionar, cuando las palabras más crueles fueron pronunciadas.
—Quiero que te largues inmediatamente de mi casa. —Escuchó atentamente las palabras que soltó JongIn en ese tono tan hostil. Esta vez no había juegos.
KyungSoo miró el contenido de ese papel, era una prueba de ADN.
Estaba perdido.
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