Capítulo 9
Mi madre llevaba más de una semana sin dar señales de vista y no solo ella, mis tíos y mis abuelos también.
Nosotros queríamos pensar que donde estuvieran no hubiera cobertura y no pensar lo peor. Hace unos días que tampoco vemos a Halia, Rastus y los gemelos, lo que sí hemos sentido es que nos observan.
Y todos los mayores decidimos quedarnos en la otra casa, aunque también fuera grande, no era espaciosa como la de mis abuelos, así estaríamos más juntos todos y protegidos por si algo pasaba.
Si por algún motivo llegan a entrar en la mansión, hemos instalado unas cámaras y hemos activado la alarma de seguridad.
En estos precisos momentos, me encontraba ahora mismo mirando por el ventanal con la mirada perdida en el bosque tengo en frente de mi.
— No seas tan paranoico Calix, no hay nadie merodeando por aquí.
— ¿Que?
Al estar absorto mirando a la nada no me percaté que Uranus se había situado junto a mi, en una de las butacas que se encontraban allí.
— Que estas ausente primo.
— Estoy pensando, nada más.
— Pues no pienses tanto, que te va a salir humo por las orejas.
Estos días me los pasaba la mayor parte del tiempo solo y en el mismo sitio donde me encontraba ahora, solo me movía para alimentarme y para descansar en mi cuarto que lo compartía con mi hermano.
Hace unas semanas cuando pasó lo del supermercado, Hester estuvo un par de días con dolor, pero con lo que tomaba para disminuirlo, mejoró.
Cuando Hester les contó a Lysander y sobretodo a Denes lo que sucedió, estuvieron los dos de acuerdo en investigar sobre ese hombre que nos controlaba a todos y nos nos dejaba dormir ni vivir a nuestro gusto.
— ¿Sigues con lo mismo? —deje de mirar a la nada y me gire para mirarle a mi primo con cara de pocos amigos.
— Uranus, nuestros padres y abuelos, están en paradero desconocido, no dan señales de vida, ¿captas eso?
Creo que he sido algo duro pero es que ya me están desesperando tanta pregunta. Nadie me cree, que hay algo raro en todo esto.
— Estas semanas estás insoportable Calix, pareces Odell con su humor de perros —abro mucho los ojos —no me mires así, tengo toda la razón.
— ¡Eh! —se pronuncia Odell, desde algún rincón de la casa —te he escuchado hermano y no soy como ese...
— Callate Odell —se le escuchó a Hester.
— Siempre me mandas callar, mujer —se queja el otro.
— Es que no tienes porque ir hiriendo a la gente como si te regalaran mil euros cada vez que lo haces.
Me puse los cascos para escuchar música, pero antes de poder ponerme nada, un grito me hace parar.
— Calix, ven, he encontrado algo —grita mi prima.
— ¿Dónde estás?
— En el cuarto de juegos.
— ¿Y qué haces gritando a grito pelado?
Me levanté del agradable asiento donde mi cuerpo reposaba y le hago un gesto de que me siga.
— Ya vamos gritona.
Voy subiendo las escaleras de dos en dos y con Uranus pisandome los talones, en cuanto llegamos a la segunda planta, giramos a la derecha y en la primera puerta que vemos nos recibe Odell con cara de pocos amigos, nos deja pasar casi a regañadientes, sobre todo a mi.
Cuando entramos al cuarto, mi mirada recorre toda la estancia y me encuentro a mis primos Hester, Denes y Lysander.
— ¿Y los enanos? —pregunto al percatarme que no se encuentran aquí.
— No querrás que estuvieran aquí con nosotros mientras andábamos investigando cosas serias ¿no? —niego —eso pensaba.
— Habéis trasladado la sala de los juegos a otra habitación ¿cierto?
— ¿Tú qué crees que ha pasado aquí?
Vuelvo a echar un vistazo a mi alrededor y tiene razón, no hay rastro de ningún juguete, ni sofás, ahor los reemplazan unos ordenadores, sillas y una gran mesa.
— En fin...¿que querías?
— ¡Ah sí, cierto! Tengo noticias sobre nuestros padres.
— Sigue —hago un movimiento de mano para que siga con lo que iba a decirme.
— Nunca han salido de Alemania.
— ¿Como? —abro bien los ojos, al escuchar lo que me acaba de contar Hester, estoy muy sorprendido.
— Sí, con Spyzie, puedes saber la ubicación exacta y a tiempo real de donde están.
— ¿Exactamente donde se encuentran?
— Eso es lo más chistoso —dice seria mi prima, concentrada en la pantalla de uno de los ordenadores.
Me acerco a paso lento, ya que no sé con qué información me voy a encontrar delante pero por las caras que tienen mis primos, incluido Odell es de cabreo.
No se si temer lo peor.
Me acomodo bien mis gafas para cerciorarme bien que lo que veo es cierto.
No lo puedo creer.
— ¿Cómo nos pueden hacer esto? Increible.
— Increíble pero cierto, no se han ido de Dortmund.
— ¿Entonces qué hacen en un hotel en vez de estar aquí con nosotros? —todos se encogen de hombros, sin saber qué decir —¿y porque tampoco llaman? —vuelven a hacer lo mismo, encogerse de hombros.
— Podríamos ir al hotel.
— Que buena idea, genio —le contesta Odell con sarcasmo su hermano, tan respetuoso como siempre. Yo sigo mirando la pantalla del ordenador.
— Odell lo que dice tu hermano, no es tan mala idea —le defiende Lysander.
— ¿Así? ¿Y qué les diremos? —Me giro para contemplar a todos.
— Pues "genio" —utilizo la misma palabra que le ha dicho él a su hermano —no van a saber que vamos a ir —lo miro a la cara al finalizar.
— ¿Y como pretendéis hacer todo eso?
— Con inteligencia, cosa que a ti te falta mucho —oigo a mi prima contestarle, él solo gruñe y calla.
— Tenemos que ir, cuando no estén en el hotel —les miro yo a todos, cuando miro a Hester hace una mueca, pero no es ella la que contesta, sí no Dens.
— Hay un inconveniente con eso.
— ¿Cual? —quiero saber.
— No salen del hotel.
— Mierda, eso si es un gran problema —nuestros padres no son tan idiotas de dejar los localizadores encendidos para que los encontremos —hay que ir al hotel —en cuanto digo eso, todos se sobresaltan, ya que están cada uno en sus cosas, Hester sumergida en el ordenador, Odell está en una de las sillas mirando algo en su móvil, Denes, Lysander y Uranus estaban mirando algunos papeles que se encontraban encima de la mesa.
— ¿Porque? —Odell es el primero en preguntar, pero por las caras de los demás sé que se están formulando la pregunta en la cabeza.
— Porque nuestros padres y abuelos, no son tontos de dejar los localizadores activados para que nosotros los encontremos —hablo y todos me escuchan atentamente y asienten.
— En eso tengo que darle la razón —interviene Odell, me sorprendo mucho al escuchar sus palabras —quizás han dejado esos móviles ahí para que los encontremos pero ellos estarán, quien sabe donde.
— ¿Entonces? —pregunta ya un perdido Lysander.
— Ir al hotel —dice muy obvio Odell.
Todos lo miran impresionados, nosotros siempre lo hemos conocido como una persona que solo piensa en el mismo y nunca se preocupa por los demás.
— Ya se que estaréis pensando —camino hasta una de las sillas que están al lado de Hester y me siento para prestarle atención. Nadie hablo, creo que todos estábamos intrigados por lo que quería decirnos —sé que siempre he sido un capullo con vosotros y más con él —me señala a mí.
— La palabra capullo te queda corta —susurra Denes con dureza. Odell lo mira y no dice nada, sin embargo sigue hablando.
— Lo se, pero para mi nunca ha sido fácil todo esto —sus palabras, hacen que todos se queden con la boca abierta, menos una persona y ese era yo.
Se perfectamente que Odell ha pasado algo parecido a mi, el era muchísimo más tímido que yo en su infancia y parte de la adolescencia. Conmigo a comparación que él, no es nada, todos los días llegaba del colegio, manchado de cualquier cosa pringosa, con arañazos o moratones, así hasta que mi tía Galena puso un alto a todo esto, denunció al colegio, ya que todos en ese centro "se limpiaban las manos" como asi decirlo, miraban hacia otra parte para no ensuciarse las manos, ¿ensuciarse es ayudar a alguien?, no creo. Mi tía creyó y acertó cambiandolo de colegio, él siguió siendo el mismo con algunas personas, pero al menos ahora se relacionaba con gente y no le hacían bullying.
Nadie en esta estancia sabía lo que le había ocurrido. Mi madre me lo contó ya que yo me parecía mucho a él, ya que era demasiado tímido, y lo sigo siendo, pero solo con las personas desconocidas y yo creía que Odell al haber tenido tantos problemas no me iba a tratar así de mal y ya no es solo conmigo, con todos los que tiene en su entorno más cercano y que le quieren.
Se estaba cavando su propia tumba el solo aparte de que se echaba piedras sobre su propio tejado.
Sus hermanos nunca lo han sabido, ya que Odell, así lo quiso, según mi madre, que es la que me lo contó. Mi primo, no quería que los demás sintieran pena por él.
— Yo lo pasé peor que Calix en el colegio y en instituto.
— ¿Como? Eso es imposible —se adelanta a decir Lysander.
— Lysander —lo nombro para que me mire —en eso te confundes, ninguno de vosotros sabe por lo que ha pasado aquí Odell menos yo.
Lysander se callo y todos me miraban expectantes ya que defendí a Odell, pero tenia mis razones.
— Sigue Odell —agregue, hice un ademán con la cama para que hablara.
— Lo que ha pasado Calix, no es ni la cuarta parte de lo que pasé yo, —comienza hablar —desde que me inscribieron en preescolar a esa horrenda escuela, toda mi infancia se fue a la basura.
— ¿Por qué? —preguntó Uranus.
— En clase, las burlas eran constantes, los golpes... —miraba a mi primo mayor y veía que le estaba costando seguir hablando de algo muy doloroso.
— ¿Por que nunca nos lo mencionaste? —habla con dolor en su voz, Hester —te hubiéramos apoyado, pero no, te lo callaste.
Mi prima se estaba levantando de su silla, pero yo fui más rápido y la cogí de la muñeca.
— Quédate y escuchalo — le pido. Odell tenía la cabeza agachada.
la habitación se queda en absoluto silencio, nadie dice ningún problema.
— Pero si has pasado por tantas cosas parecidas a Calix, mi pregunta es, ¿por que eres así con él?
No responde nadie.
— Odell —lo llamo, levanta la cabeza y sus ojos me miran cansados, lo está pasando mal, al hablar con de este tema —habla con sinceridad, y cuéntalo todo, aquí nadie te va a juzgar y nadie te dará la espalda —le aclaro —¡somos tu familia!
— Yo quiero saber algo —alza la mirada Hester para mirar a su hermano mayor —¿te avergonzabas de nosotros y por eso no nos lo dijiste?, ¿pensaste que nos íbamos a burlar de ti?, si pensaste eso o todavía lo piensas estas demasiado equivocado —habla por su hermano y por ella — Y tú —ahora me mira a mi directamente —¿lo sabes y nunca nos lo dijiste?
— No era yo el que debía hablar —me excuso.
— Excusas y más excusas, Calix.
— Le dijo su madre que no lo contara —interviene defendiendo, Odell.
Ayer todos nos fuimos a dormir muy tarde por estar hablando hasta las tantas de la madrugada, cuando nos quisimos dar cuenta, el reloj marcaba la cinco, miramos en la habitación de Cadie, Aglaia y Juliun que estaban dormidos los cuatro, encima de las camas, entre Denes y yo, metimos a los cuatro niños entre las sábanas, aunque era verano, a las noches refrescaba bastante.
Estábamos todos en la piscina disfrutando de la mañana soleada que hacía, miraba a todos y se les veía felices, hasta a Odell, note que estaba jugando con la pequeña Aglaia.
Lo más curioso es que los cuatro pequeñajos, tenían a un primo favorito y siempre que podían, estaban junto a ellos.
Cadie, le encantaba estar con Denes, parecía una lapa a veces, Aglaia a Lysander, siempre pensé que ella veía algo bueno en él y que no se acercaba a él por miedo a que le dijese algo, Juliun, era más apegado a mí, era nuestro pequeño guerrero, siempre estaba jugando a las batallas y decía que él era todo invencible y que nadie le ganaba. Y para terminar estaba mi campeón, que tenía una muy buena relación con los dos hermanos, Hester y Uranus.
Entre todos decidimos que lo íbamos a pasar juntos, después de comer, empezaba el maratón de películas sin descanso y para que los enanos estuvieran a gusto, nosotros nos sacrificamos viendo las películas de Disney y sobre todo de la barbie. Aunque sí digo la verdad, estábamos más emocionados nosotros que ellos, hoy aparentábamos ser unos niños, habíamos vuelto a nuestra niñez.
La noche llegó de nuevo y se nos hizo difícil llevarlos a la cama, ya que según ellos no tenían ni una pizca de sueño, debo decir que eso fue una total mentira, ya que al tocar la cama, cayeron rendidos.
Nos encontrábamos, Hester, Lysander, Denes, Uranus, Odell y yo en los sillones del salón mirando la televisión, cuando suenan nuestros móviles.
Todos nos miramos extrañados y cogemos cada uno el nuestro.
Estamos cerca, os vigilamos.
Estáis solos.
¿Quién caerá primero?
J.P
Leo el mensaje en alto.
— Tengo el mismo —dice Odell. Me fijo en los demás y asienten con la cabeza.
¡Mierda!
Si esto es una broma, es una de muy mal gusto.
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