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Capítulo 5

— ¡Uy! Hola Hester, pensaba que te habías ido a dormir de nuevo.

— En teoría sí, había subido a la habitación para seguir durmiendo pero no he conseguido hacerlo y por eso he bajado. Me ha dicho tu hermano que van a venir unos compañeros de Calix.

— Sí, me acaban de decir que vendrán dentro de un rato.

— Mira que bien, vamos a tener más compañía. pero por favor tened cuidado con mi hermano, creo que cuando viene aquí se vuelve un amargado total.

— Concuerdo contigo prima. —Le dice Lysander. ¿Que has estado estudiando este año?, ¿lo mismo de siempre u otra cosa?

— Sigo estudiando lo mismo, amo lo que estudio, lo sabes de sobra.

— Informática.

— Exacto primo.

Yo como siempre me aislaba cuando no iba la conversación conmigo, empecé a pensar en cosas como siempre lo hacía, me comía mucho la cabeza y eso tampoco era bueno, pero mi cabeza daba vueltas y vueltas, al final echaba humo y todo. Desde pequeño yo era muy solitario, rara vez jugaba con niños y cuando iba a la guardería me quedaba en una esquina solo con mis juguetes. Conforme iba creciendo no cambiaba en mi forma de ser, solo con los más cercanos hablaba, aunque ya si se encontraban bastantes personas me mantenía callado, claro que si me preguntaban algo yo contestaba, pero brevemente, no me mantenía mucho tiempo hablando, otra cosa que me pasaba era que no me gustaba llamar mucho la atención de ninguna de las formas pero igual simplemente por ser como soy la llamaba y eso a mi primo Odell siempre lo ha mosqueado, el siempre ha querido sobresalir por encima de los demás, siempre ha querido ser mejor que los demás y no le ha salido del todo bien que digamos. Mi madre me contó una vez hace un par de años ya, que mi primo Odell antes era así de callado con todo el mundo, pero cuando empezó se mudaron a Francia y fue a un nuevo instituto allí empezó a cambiar pero para mal es según me dijo mi madre. Con sus hermanos Hester y Uranus me llevaba muy bien, ellos se llevan un año entre ellos y con Odell, dos y cuatro años, Hester tenía veintiún años en cuanto a Uranus tenía diecinueve. Ellos dos más Lysander y Denes siempre han estado conmigo, aunque yo estuviera callado y sin hablar nunca me han dejado de lado en sus planes y se los agradezco mucho.

— Hola Calix. —Habló una voz que la conozco bastante bien, si me habla quiere decir que los demás ya han llegado. — ¿Calix?

— Siempre se queda así cuando está pensando, no os preocupeis. —Habla la voz de mi prima, me mueve por los hombros y vengo a la realidad. —No cambias nada Calix.—Solo la observo.

— Para qué cambiar si así estoy bien. —Mi prima se ríe de lo que digo.—Me voy a meter a la piscina, vosotros seguir hablando. —Me levanté de donde estaba sentado, me quite la camiseta que llevaba puesta y caminé hasta la piscina.

— Lo vuelvo a repetir primo, no cambias. —Grita.

— Y yo te repito lo mismo, para qué cambiar si así estoy de maravilla. —Salto a la piscina de cabeza y empiezo a nadar.

— Como te encanta el agua eh. — Paro de nadar y me giro a ver quien me ha hablado y es mi primo Uranus.

— Ya sabes que sí, por eso mismo hago surf.

— ¡Cierto! Por ahí me han dicho que haces surf con Tadd ¿no? —Bajo y subo la cabeza en confirmación a lo que acaba de decir mi primo, miro hacia donde están los demás y veo que se acercan a la piscina.

— Parece que no sales del agua para nada Calix, respira un poco hombre. —Habla amigable Tadd, pero yo todavía no tengo mucha confianza en ellos, esconden algo y yo pienso descubrirlo este verano.

— ¿Tan bueno es mi primo en el surf? —Bromea mi prima preguntandole a Tadd y mirándome, le devuelvo la mirada pero sin ninguna expresión en ella. —Venga no te enfades. —Giro mi cara mirando hacia otro lado, escucho como alguien salta a la piscina y nada, no se hasta donde ya que no me fijo en esa persona. Siento a alguien abrazarme por detrás para después darme un beso en la mejilla y finalmente hablarme al oído. —Sabemos que eres el mejor en el surf, no te mosquees, te pones feo. — Se aparta de mí y nada para atrás y vuelve a hablar. — ¿Es bueno?

— Es uno de los mejores surfeadores de la zona. —Miro a Tadd y veo en su cara que no miente.

— ¡Calix! —Grita mi nombre Aglaia. —¡Calix! —Vuelve a gritar, salgo de la piscina rápidamente y ella se acerca a mí.

— ¿Que pasa Aglaia? —Espero a que respire bien e intenta hacerlo.

— E-e-er...—No la dejo terminar.

— Respira Aglaia y luego me lo dices tranquila, respira.

— E-e-eryx se ha desmayado es-esta en la habi-habitación. —Otra vez no por favor. Salgo corriendo del patio trasero y corro por todo el salón hasta llegar a las escaleras principales, me tropiezo en la primera escalera pero me levanto para seguir mi camino. Me giro un segundo hacia atrás viendo a todos siguiendome y me fijo en Aglaia que está en los brazos de Lysander.

— ¿Aglaia en que habitación esta?

— En la que siempre estamos, en la suya. —Sigo corriendo hasta llegar a su habitación, la abro y me encuentro con Cadie al lado de Eryx en la cama y Juliun sentado en la silla que tiene el escritorio. Miro a mi hermano tumbado en la cama, me acerco a él y lo cojo en brazos. —Lo voy a llevar al hospital, vosotros quedaros aquí con los pequeños.

— Que vayan contigo Denes, Hester y Lysander. —Habla Uranus mirándome. —Yo me quedaré aquí en casa con los demás, pero avisanos de todo lo que pase.

Salimos de la habitación rápido y llegamos al coche en nada, Hester iba conduciendo hasta que caemos en algo.

— ¿A qué hospital vamos siempre? —Pienso en la pregunta que ha hecho Denes.

— Fuimos el otro día al hospital, ¿como se llamaba? —Pregunta Lysander.

— St.- Josefs- Hospital. —Grito.

— Sin gritar Calix, por favor, todos estamos muy nerviosos.

— Llegamos en cinco minutos chicos. —Nos avisa Hester. —Oye hoy íbamos a ir al aquapark y nadie se ha acordado.—Todos reímos.

— Otro día vamos, queda mucho verano por delante Hester. — Añade Lysander.

— ¿Doctor? —Llamo su atención Denes. —¿Que tiene mi primo? hace unos días atrás vinimos aquí también por un desmayo.

— Lo se chico, yo atendí a vuestro primo. Tranquilízate, creo saber que no sabes que enfermedad tiene vuestro primo y hermano —Me mira a mi.— ¿Cierto?

— ¿Enfermedad? —Pregunto mirando raro al doctor para luego mirar a mis primos y se encogen de hombros no entendiendo nada.

— Tú hermano tiene anemia. —Me mira serio. —¿Estos días ha estado comiendo bien? —Niego con la cabeza.

— Apenas ha comido.

— Eso tiene que cambiar. —Informa el médico. —Si no esto puede empeorar. Te voy a dar unas indicaciones que tiene que cumplir tu hermano.

— Vale.

El médico nos da las indicaciones pero aparte también nos da un papel con todo explicado por si acaso se nos olvidaba algo. Esperamos a que Eryx se despierte, el doctor nos dijo que despertara en un rato y nos podíamos quedar hasta entonces.

— ¿Tus padres no te lo habían dicho? —Niego con la cabeza. —El otro día te lo podrían haber dicho.

— Tú lo has dicho Lysander, podrían, pero por lo que se ve no confían en mí y mira que ya sabían de antemano que se iban a ir de crucero y no iban a estar para cuidar de él. —Hablo mosqueado.

— No va a servir de nada que estés cabreado, no solucionas nada así. —Me mira. —Ahora sí, hay que darle bien de comer y estar pendientes de él.

— Estoy de acuerdo contigo. —Concuerda Hester a lo que ha dicho Denes.

— ¿Calix? —Escucho la voz de mi hermano. —Me giro hasta verle tumbado en la camilla un poco desorientado. —¿Dónde estamos?

— Estamos en el hospital. —Le digo acercándome a él. —Te has desmayado, Aglaia nos avisó y te trajimos enseguida aquí.

— ¿Les dirás a mamá y a papá? —Pregunto con algo de temor.

— Les tengo que avisar Eryx, la anemia es ninguna broma y no hay que tomárselo a la ligera, si no comes bien y no te cuidas puede ir a peor. —Agacha la cabeza. —Lo siento. —Le acaricio el pelo y lo atraigo hacia mí. —Tranquilo Eryx, no te van a echar la bronca. —Hago una pausa. —¿Vamos a casa?

— Sí.—Se baja de la cama con cuidado y con mi ayuda.

— Vamos a casa. — Salimos del hospital.

Una vez ya en casa fuimos directos a dejar las cosas en nuestras respectivas habitaciones, guarde los papeles del médico en unos de los cajones de mi mesita de noche. Denes se encuentra a mi lado observando que hago.

— ¡Oye! Tu hermano seguro que se encuentra con pocas energías para ir a comer abajo con todos.

— Dices de traerle la comida a su cuarto, ¿no?

— Sí.

— Estoy de acuerdo, pero comer tiene que comer, ahora iré a verlo como se encuentra y también debería llamar a mi madre, ni veinticuatro horas solos y ya ha pasado algo.

— Llámala tranquilo, voy abajo con los demás. —Denes sale de la habitación, me dispongo a buscar el número de mi madre.

— Mamá —Le hablo.

— ¿Qué pasa hijo?, ¿Eryx esta bien? —Respiro hondo antes de alterarme y le respondo.

— ¡Sí! —Afirmo. —Ha pasado algo.

— ¿El qué? —Se altera. —Dime qué ha pasado con Eryx si es que ha pasado algo con él y no contigo.

— Se ha desmayado otra vez mamá.

— ¿Qué? —Chilla tanto que tengo que alejar el móvil de la oreja.

— No grites, él está bien, lo llevamos al hospital. —Le oigo suspirar. —Otra cosa mamá.

— Dime hijo.

— Gracias por confiar en mí al no decirme que mi hermano tiene anemia.

— Lo siento cariño, no era mi intención.

— ¿Que no era tu intención? Por favor. —Exploto. —Me lo tendrías que haber dicho por lo menos hoy a la mañana mamá. —Le reclamo. — Así hubiera estado más atento a él.

— Tienes toda la razón hijo, lo siento, ¿que te ha dicho el médico?

— Que tiene que comer sano y tiene que comer alimentos que contengan mucho hierro.

— Gracias por comunicarse esto hijo.

— De nada mamá, me tengo que ir, tengo que ir a ver a Eryx.

— Adiós hijo, cualquier cosa me avisas.

— Sí.

Corto la llamada y salgo de mi habitación para adentrarme a la de mi hermano. Eryx está tumbado en la cama y Hester se encuentra a su lado.

¿Que hacéis? Pregunto curioso, ya que en cuanto he entrado a la habitación se han callado.

Nada, aquí hablando con tu hermano de cosas de primos. Contesta Hester mirandome a mi primero para luego mirarle a mi hermano y guiñarle un ojo. ¿Has llamado a tu madre?

Sí.

¿Te ha dicho algo?

Que lo siente por no decirme que Eryx tenía anemia y que si alguna cosa ocurre que le avise.

Bueno vamos a comer.

No tengo hambre. Habla mi hermano.

Cariño, para ponerte bueno tienes que comer. Le habla dulcemente Hester.

Está bien, comeré, pero no quiero bajar abajo.

Comerás aquí tranquilo. Yo me mantenía callado mirando la escena.

Estaba desayunando en la cocina solo cuando entra Odell sin ni siquiera mirarme ni saludarme. Qué antipático que es.

¿Qué estás mirando bicho raro? Me mira mal.

Lo estúpido que eres, tengo derecho a mirar todo lo que mis ojos quieran ver, tu no eres quien para prohibirme nada me iba a contestar pero lo corto . Y no empieces con lo que siempre dices, "tienes que obedecer a los mayores", "respeta a los mayores" Le hablo con enfado. —¿Pero acaso tu respetas a los demás? se quedó un momento callado, y mirándome. Ya te respondo yo, no, si ni siquiera te respetas a ti mismo, ¿cómo vas a respetar a los demás? Me sigue mirando demasiado serio pero yo estaba muy cabreado y no me iba a callar. A saber cómo tratas a los demás si a tu familia lo tratas como si fueran extraños.

¡Cállate! Tú no sabes nada. Me grita.

En realidad sí lo sé, lo que pasa es que eres un cabezota que no quiere que le digan sus verdades. Le hablo más calmado.Tú no eres malo Odell, pero te empeñas en serlo y como yo soy una "víctima" fácil me atacas.Sin querer saber nada más del tema y sabiendo yo que le he dicho todo lo que tenía que decirle, recojo la taza que había utilizado y la guardo en el lavavajillas y salgo de la cocina satisfecho.  





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