Capítulo 31
— No es imposible, soy vuestro primo más mayor. Soy un año mayor que Odell. Tengo casi 25 años y si no recuerdo mal, tu hermanito cumple a finales de septiembre 24 años.
— Tú no eres de mi familia hasta que me lo afirmen. No te creo ni media palabra de lo que acabas de decir.
— ¿Queréis una prueba de que soy hijo de Daecon y Kalonice? —nosotros asentimos ante su pregunta. Él fija su mirada en un sitio concreto y silva y ahí viene un hombre con un sobre blanco que se lo entrega a mi supuesto "primo".
— Tomad —nos tiende el sobre pero cuando lo iba a coger lo aparta. Nos lo vuelve a tender y esta vez somos más rápidos y lo cogemos.
Abro el sobre con rapidez, la verdad que tenia ansias ya de saber quien era este sujeto. Si nuestro primo; un miembro más de la familia o un farsante.
Leo cuatro veces detenidamente el papel sin creer lo que pone ahí. Se lo paso a Uranus y su cara es un poema. Tampoco puede reaccionar.
— ¿Ahora me creéis primitos?
— Que hasta que mis tíos me lo confirmen no me lo creeré y deja de llamarme primito, tú no eres de mi familia. La familia no se traiciona así y tú lo as hecho y de la peor manera, por detrás, como un maldito cobarde.
— Tienes agallas Calix, lastima que en esta ocasión no te servirá de mucho.
— Si estamos aquí sin ningún rasguño no creo que nos hagáis algo ya.
— ¿Tú crees? —asiento algo inseguro.
— No lo estés tanto —saca una pistola de la cinturilla de su pantalón y nos apunto a los dos —andando —nosotros algo asustados e inseguros le obedecemos por si se le ocurre atentar contra alguno de nosotros.
Nos hace andar delante de él bajo su supervisión y la de Xanthus, nos hacen pararos cada dos por tres. ¿No saben ni a donde nos tienen que llevar?
— Que no es por ahí —le reclama Xanthus. ¡Por dios!
— Estamos yendo bien.
— ¿Tenéis problemas de orientación? —Uranus a mi lado me mira divertido, aunque no sea una situación por la cual poder estar de esa manera.
— ¡Silencio! —masculla Jessopo.
— Se están poniendo nerviosos —me susurra por lo bajo Uranus.
— Si no quieres que te vuele la cabeza en estos momentos, más te vale callarte inmediatamente. ¡Tenéis prohibido hablar!
Siento la pistola en mi nuca y me tenso por completo pero no me paro en seco, al contrario, sigo caminando. Nos estábamos adentrando en el sendero. ¿Iremos a la cascada? En breves instantes lo descubriremos. Voy inspeccionando todo a mi alrededor y veo a los monos pasando de árbol en árbol encima de nuestras cabezas. Veo uno de los monos saltar a la cabeza de Jessopo, él no se había percatado de los animales. Dejo de sentir en mi nuca el metal de la pistola, esta no cae de sus manos y por lo tanto sigue siendo un peligro, ya que esta cargando y un mal movimiento de el puede dispararla.
— ¡Quitármelo de encima, Xanthus! Como odio a estos animales —esto es muy cómico aunque en realidad no debería serlo. Xanthus sujeta el otro arma que tiene en su poder pero con la otra mano intenta quitar el mono de la cara de Jessopo.
Un disparo.
Me mira a ver si tengo alguna herida de bala pero no es el caso, observo detenidamente a mi primo que esta a mi costado derecho y tampoco tiene nada.
Giro la cabeza para observar que ha pasado y veo el brazo que Xanthus sujetaba la pistola en alto. El cuerpo sin vida de un mono desciende hasta caer justo a nuestros pies.
— Enhorabuena te has convertido en asesino de animales. Una cosa más en la lista de los delitos que tendrás.
— Cállate.
— ¿Solo sabes mandar callar? Tú eres él que ha matado un mono y yo me tengo que callar.
— Si no quieres que unos monos te acribillen, más te vale correr —soy yo el que le advierte.
Xanthus empieza a correr como si no hubiera un mañana, Jessopo esta luchando contra el mano para haber si se lo quita de encima,y nosotros con muchas oportunidades de salir corriendo hacia alguna parte.
— Calix corre, ya —Uranus me grita y yo no mueve ningún musculo y no porque no quiera, ya que deseo salir de aquí. Mi primo retrocede y me empuja para que reaccione y pueda moverme y corra.
No podemos ir a la cascada ya que volveríamos a la guarida, lo que había que hacer era buscar donde escondían a nuestra familia.
— Vamos —reacciono y empiezo a correr siguiendo a Uranus. Oigo disparos atrás nuestro, que seguramente sean de Jessopo.
— ¡No escapareis! —grita al borde de la histeria. Ya era tarde para esas palabras. Escapamos pero...¿hasta cuando? Esa era la pregunta.
Nos refugiamos por la espesez de los arboles por si alguien pasaba y nos atrapaban.
Debe de haber algo por aquí cerca, cuando nos interceptó Tadd, los demás salieron exactamente de donde nos encontrábamos ahora mismo.
— Por aquí —digo firme —debe de haber algo —hablo más para mi que para que mi primo escuche.
Se escucha otro disparo. Y se escuchó cercano. No sé quién de los es, pero es una señal de que nos tenemos que ir.
Oímos unas pisadas cerca de nosotros y pongo mi dedo indice en mis labios haciéndole saber a mi primo que no haga ruido.
¡Estamos jodidos!
Llevamos parados en el mismo sitio media hora. Se me estaban cansando mis piernas y debía sentarme pero la maldita persona que esta merodeando por aquí, no se marcha.
Cada minuto cuenta y nosotros no podemos hacer nada.
— Ya no se escuchan las pisadas —susurra demasiado bajo Uranus, llegando al punto de casi no poder escucharlo.
Me incorporo y miro para ver si hay alguien y no veo nada hasta que una cara se paso delante de la mía y esa es la de mi "primo" más conocido por Jessopo.
— ¿Qué malos sois escondiéndoos? Creo que si jugáramos al escondite perderíais —se mofa —andando.
— Espero que no seas mi primo, eres más insoportable que Odell y eso ya es decir mucho —tiene toda la razón —. A propósito, ¿y tu amigo el mono? —gruñe.
— Quiero verlos —sabe a que me refiero.
— ¿Qué vas a sacar con esto? ¿venganza? Sí dices ser un Doskas no deberías ir contra nosotros, aparte que has permitido que encierren a tu familia, tus hermanos pequeños y tus padres.
— Silencio, ¿crees que te diré algo? Estas demente si piensas eso.
Nos adentramos a una especie de cueva que esta tapada por arbustos. Intento mirar bien el suelo por donde piso para no tropezar y caer, sin poder remediarlo, piso mal y esta vez caigo, torciéndome el tobillo izquierdo. Hago una mueca de dolor para no gritar.
— Levántate, no te lo diré dos veces.
— No puedo.
— Qué te levantes de una santa vez, no quiero perder mi tiempo contigo.
— ¿No has escuchado que no puede, o acaso eres sordo? —suelta un largo suspiro.
— Ayúdale entonces —dicta Jessopo. Mi primo hace que ponga mi brazo derecho por sus hombros y el pone el suyo por mi cintura y me ayuda a levantarme.
— ¡Caminad, deprisa! —intento andar lo más rápido que me deja mi pie lesionado.
Bajamos por una especie de escaleras y llegamos a un espacioso lugar donde hay más de treinta hombres. A lo lejos puedo distinguir a un grupo de personas, ni con las lentillas puedo ver las cosas tan lejanas, necesito mis gafas.
— ¿Papá? ¿mamá? —habla sin dar crédito de ello mi acompañante.
— Ya tenemos a todos los miembros de la familia al completo —habla alto y claro Jessopo —nos empuja para que vayamos con el resto y obedecemos, no tenemos de otra, casi caigo al empujarme pero mi primo me mantiene de pie —Corban, Eudor, atadlos.
— Como si pudiera correr —escupo. Los dos sujetos recién llamados vienen hacia nosotros —esperad a que nos sentemos matones, si no, no me podrá ayudar a llegar.
Ellos miran a Jessopo y este creo que asiente ya que nos dejan llegar y ahí si que nos atan las manos con cuerdas.
— ¿Os han hecho algo? —preguntan Denes y Odell a la vez.
— No, tan solo nos han dicho dicho otro secreto —giro mi cuerpo para ver a mi tía Kalonice y mi tío Daecon. Ellos en ese momento estaban mirando hacia otro lado pero cuando sienten mi mirada me observan.
— ¿Qué pasa?
— Que tenéis un hijo de casi 25 años y ninguno de nosotros sabíamos nada, ni sus propios hermanos —escupo. Denes y Odell creo que no estaban enterados de este tema.
— ¿Cómo?
— ¿Otro primo?
— Sí, otro primo y es un año mayor que tú, Odell.
Ahora me dirijo a mi abuelo directamente, ya que quiero saber de primera mano si es cierta o no la noticia.
— ¿Has firmado los papeles en los cuales le cedes este hotel a Xanthus? Por el amor de dios dime que no.
— No quedaba de otra Calix, entiéndelo. Mira dónde hemos llegado a parar.
— Y será nuestra culpa, ¿verdad?
— No. Nunca he dicho eso.
— Es que ya sería el colmo. A ellos tres los secuestran, un "primo" que no sabíamos que existía nos manda mensajes y para colmo descubrimos que este hotel lo comprasteis para saldar la deuda que debían la familia Vlahos que estaban en bancarrota. A parte que desde un principio nos engañasteis como si fuéramos unos niños de tres años que no pudiéramos entender lo que sucedía.
— No os hemos dado permiso para que tengáis una reunión familiar —demanda Jessopo —¡Silencio!
— ¿No te quieres reunir? Según me han informado, eres de la familia —Denes igual que Uranus provocando a los que no deben hacerlo.
Jessopo iba a hablar pero mi tío Daecon lo hace primero.
— Déjalos ir a todos hijo, el problema es con nosotros no con tus primos y tus hermanos pequeños que no estaban enterados de nada.
— Pero que conmovedor papá —dice con evidente sarcasmo —y te recuerdo que desde que me desechaste como basura, no soy más tu hijo. Me dejaste en manos de tía Dorea quién en vez de tratarme de la mejor manera me trataba como un esclavo. Odie a esa mujer por años —mi tío abre los ojos esperándose lo peor —no, no la mate si es eso lo que piensas. Yo no soy un asesino, ella murió apenas hace dos años —mi tío lo ve sin poder creer lo que le dice —si te hubieras preocupado algún misero año de tu hermana lo sabrías —dice duro. Se ve que tiene mucho rencor guardado a Daecon y no va a ir fácilmente.
— Hijo —habla mi madre —¿y tus gafas? —me mira extrañada.
— No tengo ni a menor idea, un día cuando estuvimos en la piscina las deje junto a todas mis cosas y cuando volví no estaban.
Siento una patada en mi tobillo malo y grito de dolor. Sera hijo de puta, duele.
— Más cuidado, animal —lo miro desafiante.
— ¿Y que me piensas hacer? —sube las dos cejas — ¡Corban! —le llama.
— ¿Sí? ¿Que se le ofrece señor? —me contengo para no reírme. ¿Señor? Deben ser prácticamente de la misma edad y le llama señor como si mi primo tuviera 80 años.
Cuando Jessopo se da la vuelta y no me ve me acerco a Odell.
— ¿Hester y Lysander?
— No tengo ni la más misera idea de donde se encuentran. No los hemos visto desde que nos trajeron a este sucio lugar.
— Trae a los dos traidores —¿habla de Hester y Lysander?
— Como mande —se va a por las dos personas que les hace llamar traidores y nosotros nos mantenemos callados a la espera de saber algo.
A lo lejos veo al sujeto que sé que se llama Corban llevando a dos personas que reconozco de inmediato. Hester y Lysander. Están en peores condiciones que nuestros padres y abuelos. ¿Que atrocidades les han hecho? Tienen la ropa rasgada, moretones, marcas y heridas por la cara y las piernas casi o en el mismo estado que sus rostros.
Cuando están a unos pasos de nosotros, Corban junto con Jessopo los empujan y ellos caen encima de nosotros. Ellos se mueven lentamente, se encuentran en muy mal estado, no pueden moverse por su propio pie casi. Con algo de dificultad, Denes y Uranus los ayudan, pero no les dirigen la palabra, siguen muy cabreados con ellos.
— ¿Qué os han hecho? —pregunta mi madre horrorizada.
— Perdón que me meta tía Narella, pero se merecen todo lo que les han hecho. Nos han vendido a ellos desde un principio.
— ¿Cómo?
— Calix, diles —no quería meterme pero esto me incluía a mi también.
— Hester y Lysander fueron los que les invitaron a venir con nosotros.
— ¿A quienes? —pregunta confundida mi madre.
— A los gemelos Vlahos, Halia y Rastus.
— ¿Tus compañeros? —asiento —prosigue.
— Ellos vinieron junto a nosotros, yo no me fiaba ni un pelo de ellos, desconfiaba completamente al contrario que mis primos que se sentían demasiado cómodos con ellos. Un día que quería aclarar mis ideas acabe caminando por un sendero al cual llegaba a una cascada, yo los lleve allí y vi la mirada que se echaban Tadd y Halia de complicidad.
— Al grano Calix, no te entretengas.
— Fui con Lysander cerca de la cascada, donde hay un puente, lo cruzamos y este llevaba a otra cascada. Ahí no acaba la cosa, resulta que si pasas por al lado de la cascada vas a dar a una playa desierta sin gente, preciosa. Allí fuimos Lysander y yo, sabía perfectamente que uno de los gemelos nos seguía, ya que fui a dar una vuelta con él ya que no confiaba en ellos e iba a hablar de ello con mi primo pero resulta que cuando le digo que no se mueva de donde se ha escondido sale de donde se encuentra y le cree todas las mentiras que le dice, igual que Hester aquí presente.
— Todos en esta vida cometemos errores chicos —habla mi tía Euphosyne.
— Pero no tan gordos —esta equivocado, yo también confié en Xanthus y aquí estoy junto a ellos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro