Capítulo 30
— ¡Perfecto, simplemente perfecto!
— Lo siento, ¿si? Pensaba que estaban en otra parte.
— Eryx, Juliun, Aglaia, Cadie, id a jugar —les digo. Ellos por una vez sin rechistar me hacen caso.
En cuanto los perdemos de vista me pongo serio y miro a Uranus que se apoya en la encimera de la cocina.
— ¿A dónde conduce el túnel? —sonríe tras mi pregunta.
— No te lo vas a creer.
— Pues si no me lo dices...no.
— Llega hasta detrás de la cascada que esta pasando el puente.
— ¿Cómo? —me sorprendo al escuchar eso. Las veces que he pasado por ahí no me he percatado de esos escondrijos. Ya que no debe estar a la vista.
— Cuando entras a la cascada hay como un túnel abierto, lo debes de saber.
— Que va, yo no tenía ni idea. Nunca me he fijado, solo pasaba de largo hasta llegar al otro lado.
— Pues lo tienes que ver. Ahora seguramente Odell habrá llevado a Denes a que lo vea y ver por donde hay que ir, ya que en un tramo hay dos direcciones y el que no sepa cual es se puede perder. Cuando vuelvan, sera tu turno, yo seré el que te acompañara y guiara. En cuanto pisemos de nuevo esto hay que armar un plan nuevo y eficiente.
— De acuerdo. No puede salir mal ya que si nos descubren pueden entrar por el hueco de la galería.
— Sería algo como, pasar por el puente e ir sin que nos vean a la cabaña de Kalika y Airlia o de Spiro y Tassos.
— Eso no se va a poder hacer, te lo digo desde ya. Piénsalo, ¿no crees que ellos no están custodiando todo el hotel? —veo a mi primo hacer una mueca de disgusto pero sabiendo que llevo la razón en esto.
— Va a ser más complicado de lo que es.
— Ellos además que han tomado todo el hotel y tienen más ventaja, contienen armas en su poder, sumale eso a la lista. Todavía hay algo que no se ha desvelado.
— ¿Qué cosa? —mi primo pregunta mientras va a por un vaso para beber agua.
— Jessopo Parisi.
— Averigüemoslo ahora, no hay tiempo que perder.
— Necesitamos uno de nuestros ordenadores y estar en contacto con Kalika, Airlia, Tassos o Spiro.
— ¿Para qué?
— No si eres tonto o te lo haces. Con Ellos será más fácil. Ellos están más experimentados en estas cosas de investigar y descubrir, nosotros somos unos novatos.
Mi primo va a buscar uno de los portátiles y de mientras yo espero mirando mi móvil que justamente me acaban de mandar un mensaje.
Se acaban vuestras horas de vida.
Aunque creo que acabaran en minutos.
¿Cuantos quedáis? ¿Dos mayores y cuatro pequeños?
Ahora si que estáis acorralados.
Nadie os salvará.
Ni un milagro podrá.
Xanthus.
— Uranus, ven ahora mismo. ¡Vuela! —grito a todo pulmón, alarmado. Esto no puede estar pasando.
— ¿Qué pasó? Porqué tienes esa cara de susto —señalo la pantalla de mi teléfono. Él se acerca cautelosamente, tragando saliva, teme encontrarse algo desagradable.
— Será una broma. ¿Cómo mierdas han ido hasta allí? —le doy una simple y corta respuesta.
— Tadd.
— ¿Cómo sabes que fue él?
— Él fue detrás nuestro el día que fui con Lysander.
Ideamos algo sencillo. Uranus iría por el pasadizo hasta llegar a las rocas, allí dejara una grabadora con varias grabaciones nuestras para distraer a los hombres de Xanthus y así poder escapar por la cabaña.
Ahora estaba esperando junto con los más pequeños a la espera de la vuelta de Uranus, cruzaba los dedos para que no hubiera ningún problema.
— Debe estar al caer —susurro más para mi —, por favor que todo haya salido bien.
En estos momentos me encuentro sentado en el suelo con los codos apoyados en mis rodillas , pasándome repetidas veces las manos por el pelo, revolviéndolo con nerviosismo. Noto como alguien se pone de cuclillas en frente de mi pero es hasta que pone su mano en mi hombro, levanto la cabeza.
— Todo listo Calix, sin ningún problema —sin responderle me abalanzo hacia él y le doy un abrazo.
— Pensé que te habían cogido a ti también.
— Para nada, soy un experto ninja —me rio por no llorar. Que payaso es. Como no esta Denes alguien tenía que decir algún chiste.
— Nos tenemos que ir, saldremos por la puerta trasera —me levanto del suelo, igual que hacen los demás y vamos caminando despacio hasta la salida. Subimos las escaleras hasta llegar a la habitación de los juegos, observo todo a mi alrededor y veo algo raro en ella.
— ¿Ves algo fuera de lo normal? —le hablo a Uranus. Él inspecciona todo con el entrecejo fruncido hasta llegar a mi cara.
— Eso no estaba aquí —señala un peluche de oso bastante grande al lado de la puerta.
— Hay que mirarlo y ver donde esta la cámara o el micrófono. Hay que despedazarlo. Uranus cierra el pestillo de la puerta. ¡Rápido!
Uranus hace lo que le pido y yo cojo el oso de peluche y empiezo a romperlo como puedo.
— ¡No! Deja de romper el oso —me gritan los más pequeños. Miro alarmado a Uranus que ahora me ayuda también en la labor de destruir el maldito peluche.
— Peques aquí dentro hay algo malo y lo tenemos que destruir. Cuando volvamos a Alemania os compraremos uno —espero que cuando llegue el momento se acuerde de hacerlo y se lo compre. Seguimos quitando el relleno del oso hasta que siento algo duro.
— Aquí esta el maldito cacharro —Uranus me lo quita de las manos, lo tira al suelo y empieza a pisarlo fuertemente para que se rompa.
— Yo quiero, yo quiero —hablan los cuatro a la vez. Mi primo me mira y yo me encojo de hombros.
— Todo vuestro.
— Hay que irse inmediatamente. —los enanos dejan destrozado el aparato donde se podía escuchar y abrimos la puerta, me asomo por el pasillo para cerciorarme si hay alguien merodeando pero no — ¡Vamos! —hago un ademán para que me sigan. Avanzamos hasta llegar a la puerta corrediza que esta en el salón. Aparto un poco las cortinas, quito el seguro de la puerta, dejo pasar a los monstruitos delante, les digo que se esperen hasta que nosotros salgamos.
— ¡Por fin! —exclamo no muy alto —Vamos, deprisa. Por aquí —llegamos hasta la esquina de la parte izquierda.
Antes de mirar si hay alguien me doy la vuelta para estar cara a cara con Uranus.
— Llama a las fuerzas policiales Alemanas. No llegaran en cinco minutos pero al menos sabemos que estarán en camino —este hace lo que le pido y saca su teléfono para marcarles —podemos avanzar, no hay nadie.
— ¿Qué tienes en mente, Calix? ¿Ir a la cabaña de las chicas?
— No hay tiempo para dejarles allí. Hay que ir directamente a donde Tassos y Spiro, quizás ellas estén también ahí.
— Puede haber otra opción que no es ninguna de las dos.
— ¿Cual seria?
— Que ninguno de ellos aparezca por ninguna parte y Xanthus los tenga cautivos al igual que los demás.
— Perfecto —no lo pensé.
Los guío sin ni siquiera saber yo a donde nos dirigimos. Voy sin rumbo fijo y sin lugar en el cual refugiarnos, maravilloso. Andamos cautelosamente, para que nadie nos vea pasar por alguna parte. No veo a ninguno de los hombres de Xanthus por ninguna parte. No hay rastro de ellos. Es demasiado temprano todavía pero no hay ningún alma por ninguna parte, hasta podría decir que el hotel estaba desierto.
— Son las 9 de la mañana, ¿dónde se encuentra la gente? —se extraña Uranus.
— No tengo la menor idea. Parece como si hubieran desaparecido de la faz de la tierra y no es el caso, ¿o si? —bromeo en lo último.
— Cuanto menos te lo esperes aparecerán —y como si los hubiera llamado con el pensamiento Xanthus sale de la nada y se pone frente a nosotros a una distancia adecuada pero su cara es diabólica.
— Por fin encuentro a mis juguetes favoritos —enseguida Uranus y yo ponemos a los cuatro pequeños detrás de nuestros cuerpos para que no les pase nada.
— Si no te has dado cuenta, somos humanos de pies a cabeza, no sé si tu lo seas, ahora lo estoy dudando —mi primo se lleva una mano a su mentón y hace como que piensa. Niego con la cabeza sonriente.
Las mejores ocurrencias en situaciones no muy convenientes para soltarlas las tienen mis primos.
— Uranus no es un buen momento para bromear y te lo digo por tu bien.
— ¿Te comió la lengua el gato, Xanthus? —con cada palabra que dice veo el rostro de la persona que tenemos parada ante nosotros y no es muy buena que digamos. Tiene una cara que lo dice todo.
— Al que le va a comer la lengua el gato va a ser a ti, Urano —mi primo gruñe. Se lo advertí y no me hizo caso. Ahí tiene su recompensa.
— ¿Y tu no vas a venir a por nosotros? —si sigue en ese plan, él que lo va a matar voy a ser yo.
— Uranus, cállate —hablo entre diente.
— Que sea la última vez que me llamas Urano, maldito —lo miro mal —lo siento —me pide perdón. Ahora creo que es mi turno de hablar pero no.
— No hace falta cogeros, estáis acorralados y sin gente, tan solo tenéis a cuatro mocosos con vosotros que nos podríamos deshacer fácilmente de ellos —mientras nos decía todo tan solo me miraba así y en un reflejo aprisiono un poco más a mi espalda a mis tres primos además de mi hermano.
— Con mi familia no, maldito psicópata. Antes de matar a alguien suicídate tu, nos ahorrarías un montón de trabajo.
—Tranquilízate Cal, no vale la pena ese desgraciado —mi primo mira de nuevo a Xanthus y le sigue irritando—. ¿Qué has hecho con toda la gente de este hotel? ¿matarla? Pero que hombre tan...como decirlo —se hace él pensativo —no me salen las palabras para adecuadas describirte y no faltarte al respeto, maldito.
— Bueno...es hora de que empiece yo a hablar, ¿no es cierto? —Uranus y yo nos miramos a la cara con algo de temor —si sois astutos saldréis ilesos de esta. ¡Cogedlos! —nos señala con la mano con desinterés.
Hasta que no siento que mi hermano no esta bajo la protección de mis brazos y pegado a mi espalda no sabia de que iba todo esto.
— Calix, Calix, Calix. ¡No! Yo quiero ir con mi hermano —Eryx lloraba desconsoladamente mientras unos hombre los llevaban a los cuatro lejos de nosotros. Lloraban y chillaban sin cesar, se removían bajo el cuerpo los enormes cuerpos de los hombres de Xanthus sin éxito alguno. Estaban inmovilizados.
— ¿No vais a despediros? Quizás no los volvéis a ver —me hierve la sangre. Voy a ir a por él y lo voy a matar con mis propias manos. Decidido doy un par de pasos hasta que la mano de mi primo me detiene.
— No vale la pena —me susurra —no lo vale. Tranquilízate, vamos a rescatar a todos, sin excepción.
Oímos unas palmadas de parte de Xanthus.
— Vaya, que bonito pero no creo que todos salgas sin ningún rasguño.
— Qué cojones les has hecho maldito bastardo —logro soltarme del agarre de Uranus y avanzo hasta él, hasta darle un puñetazo que le hace retroceder unos pasos, tropieza al no pisar bien y cae al suelo.
— Mirad quién se encuentra por los suelos en estos instantes —se mofa mi primo al llegar a mi.
— Solo esperad —se levanta del suelo —para poder llegar a los demás miembros de la familia vais a tener que pasar por mucho.
— ¿Qué consigues con esto? Todavía no lo logro entender.
— Yate, consigo yate.
— Cuando sera el día que se te quede grabado en tu minúsculo cerebro que este gran hotel es comprado legalmente, Tú familia, lo vendió ya que en esa época estaban en bancarrota, casi no llegaban turistas hasta que nuestra familia levantó todo esto. Yate ahora nos pertenece y no hay manera que os la cedamos.
— Creo que os habéis perdido las buenas noticias, vuestro abuelo hace apenas una hora —mira su reloj ajustado en su muñeca izquierda —firmo un contrato que constaba que me cedía todo yate.
— No puede ser —susurra.
— Por eso mismo esta desierto, ¿no lo habíamos comentado, primo? —le hablo a mi acompañante —esta igual que cuando tu familia era dueña. ¿Así es como quieres llevar este gran hotel? Vas mal encaminado Xanthus, deberías tener un asesor que te guíe, si quieres me ofrezco —ahora le hablo directamente a él.
— Sí ya tienes lo que querías lograr, ¿por qué no nos dejas ir? —nos miraba y no apartaba la mirada, parecía ido, no entendía nada.
— No, no, aún falta algo. ¿Os suena las siglas J.P? —sonríe con malicia.
— Jessopo Parisi —antes de que pueda callarme, hablé.
— ¿Qué tenemos que ver nosotros con esa persona?
— Oh, aquí llegó —miro hacia todas las direcciones y veo a una persona bastante alta a mi parecer, con una sudadera de color amarillo con la capucha puesta, no podía ver su rostro hasta que se puso a la par de Xanthus y ahí lo vi. Era Tassos. Abro mucho los ojos por la impresión que casi se me salen.
¡Al final no te puedes fiar ni de tu propia sombra! Increíble pero cierto.
— Solo tengo dos preguntas que hacer. La primera es...¿Trabajas para esta rata?
— Yo no trabajo para nadie, solo...he conseguido aliados y me he podido infiltrar sin levantar sospechas de quien soy verdaderamente. ¿La segunda pregunta? —se burla.
— ¿Qué quieres de nosotros? ¿o acaso hemos comprado algo que también quieres que sea devuelto al primer dueño?
— ¡No!
— No te pongas a la defensiva Tassos, no perdón, J.P, me confundí. Entonces si no es eso, ¿qué es?
— Parece ser que nunca hablaron de mi en vuestra presencia —dice molesto.
— ¿Y para qué tendrían que hablar de un desconocido?
— No soy un desconocido, no para vuestros padres y abuelos.
— Se más especifico.
— Soy el hermano mayor de Cadie, Aglaia y Juliun.
— ¿Qué? —digo sin creer que este sujeto sea mi primo.
¿Hijo de Kalonice y Daecon? No me lo puedo creer.
— Eso es imposible.
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