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Capítulo 14

— De la vuelta señor—grito

— ¿Qué? —me miran todos confundidos.

— Que de la vuelta por favor —digo con desesperación, me concentro en Sander —busca otro vuelo que vaya a Madagascar, avisa al hotel que llegaremos más tarde y que habrán cuatro personas más —al principio me mira confuso pero creo que luego se da cuenta de lo que hablo.

— ¿Se encuentran en casa? —me habla esperanzado. Asiento.

— Por lo menos los más pequeños.

— ¿Y por qué no los hemos visto? —medio sonrío a lo que dice Hester.

— Están escondidos, ¿hay alguna habitación que no miraste Sander? —me dirijo a Sander.

— Sí, la del fondo.

— Ahí deben estar.

— ¿Como que ahí?, solo es una simple habitación —está muy equivocado.

— Se encuentra el altillo —se llevan las manos a la cara.

— Es cierto. Vamos, señor... ¿por qué no diste la vuelta? —dice con desesperación.

El taxista hizo lo que le pedimos y condujo hasta que nos dejó en frente de la verja de nuevo. Bajamos del taxi sin perder el tiempo y cogimos las maletas, Hester pagó y se reunió con nosotros en la entrada.

— ¿Dónde están los chicos? —nos pregunta Sander.

— Estamos aquí —escucho la voz de Rastus — ¿porque hemos vuelto?

— Calix cree que nuestros primos y su hermano están ahí —señala la mansión.

Ya me había olvidado que ellos iban con nosotros.

— ¿Vamos o nos quedamos aquí charlando?

— Calix —me advierte mi prima.

— No he dicho nada malo.

Empiezo a andar hasta llegar a la puerta y rebusco en la mochila hasta encontrar el maldito juego de llaves.

— Aquí estas —hablo de las llaves, las saco y las meto en la cerradura para después abrirla. Siento a alguien seguirme y creo que se quién es y no digo nada.

Subo las escaleras y voy por pasillo que da a todas las habitaciones y llego a la última puerta que es la que está el ático.

Observo cada rincón del cuarto y está prácticamente igual y ya sé que es; la estantería de libros que esconde las escaleras para subir a la buhardilla.

— ¡Ayúdame! —me pongo a un lado del estante y le señalo a mi primo que se ponga justo en el otro extremo para poder coger la otra parte. La movemos entre dos, que es más fácil y la colocamos a un lado de la ventana.

¡Ahí están las escaleras!

Subo por ellas y entro en ella con Sander detrás de mí, nos encontramos con un panorama bastante gratificante para nosotros, los niños están bien y a salvo aquí, e encuentran dormidos.

— Vamos a despertarlos —le digo en susurros. Nos acercamos con cuidado a los sillones que se encuentran ahí y los movemos con cuidado.

Aglaia abre los ojos poco a poco y centra su mirada en nosotros.

— ¿Lysander? —Habla extrañada — ¿Calix? —cuando se da cuenta de los nombres que ha nombrado abre mucho los ojos y grita nuestros nombres y eso hace que se despierten los demás.

Observo como los tres se van despertando y miran a Aglaia con interrogación.

— ¿Porque gritas el nombre de mi hermano y el primo Sander?—todavía no nos habían visto ya que estaban mirando a Aglaia.

— Mira por ti mismo —indica esta.

— ¡Calix! —se tira a mis brazos mi hermano — ¿porque tardaste tanto?, el primo Odell nos dijo que venían en un rato, ¿dónde están? —trago saliva, no sé qué decirle y miro a Sander para que me ayude.

— ¿Vendrán en unos días? —este chico es tonto.

— Para que se te ocurran chorradas, mejor no te decía que me ayudaras —digo entre dientes.

— ¿Ellos están bien? —eso espero.

— Sí y ahora tenéis que hacer vuestras maletas.

— ¿Para qué necesitamos maletas? —pregunta confundida Cadie.

— Vamos a viajar.

— ¿A dónde?

— A Madagascar.

— ¿Vamos a entrar a la película? —habla confuso el más pequeño de los cuatro.

— No Juliun, vamos a ir a una Isla que se llama Madagascar —le dice Sander.

— ¿Y dónde queda esa Isla? —vaya, hoy están preguntones.

— En África Oriental. Vamos a hacer las maletas que nos tenemos que ir.

Bajan por las escaleras y se reúnen con Lysander que había bajado el primero.

Salimos del cuarto, dejándolo como estaba, los más pequeños fueron corriendo hasta sus habitaciones junto con Sander y en cuanto a mí, fui al primer piso que es donde nos esperaban los cinco que restaban.

— ¿Estaban arriba? —pregunto Hester en cuanto me vio aparecer. Asentí y ella se relajó.

— Se vienen a Madagascar, ¿no? —miro hacia Ezio.

— No, los voy a dejar aquí solos, sin un adulto responsable que cuida de ellos —digo sarcásticamente.

Este tío creo que no usa el cerebro.

— Que humos.

— Calix, ¿podrías subir?

— Voy —hago el mismo recorrido que hice minutos antes y me encuentro a mi primo donde empieza la escalera.

— Ayuda a tu hermano y a Juliun, las chicas ya tienen todo listo, por favor. Yo voy a reservar en el hotel y voy a retrasar el vuelo.

— Lo mejor de tener un Jet privado —ríe por mis palabras.

Me acerco a la habitación de Eryx y a Juliun y me apoyo en el umbral de la puerta y me quedo observándolos, mi primo tiene la mirada perdida, es como si no supiera que hacer y mi hermano esta absorto mirando su maleta.

— ¿Todavía así chicos? — los dos se sobresalta por mi voz, creo que no me han escuchado llegar.

— No sabemos que llevar.

— Os ayudo —voy al armario donde tienen toda su ropa y voy cogiendo la que se que se van a poner, pantalones cortos, camisetas, bañador, chancletas y zapatillas. Guardo toda su ropa en sus maletas y las cierro —listo. Vamos chicos —dejo en el suelo sus maletas y ellos las agarran para poder irnos.

— ¿Ya nos vamos? —pregunta Liun.

— Si, en unos minutos, dejad las maletas ahí —señalo la pared de en frente —yo las bajare.

Ellos asienten conformes y hacen lo que les pido para luego ir abajo.

— Están en el salón, ahora os alcanzo.

Me asomo por la puerta de las princesas revoltosas de la casa y llamo su atención.

— Chicas, nos vamos —me miran sonrientes, saltan de la cama al suelo y salen disparadas al piso de abajo; supongo.

Cojo las dos maletas de mis primas que seguramente les habrá ayudado Sander y salgo con ellas al pasillo.

— Sander, sube ahora por favor —llamo a mi primo.

Oigo que alguien sube las escaleras pero cuando lo tengo al lado me fijo que no es mi primo, si no Tadd.

— Creo que haber dicho Sander, no Tadd —digo duramente.

— Lo siento pero tu primo está ocupado.

— ¿En qué?

— Llamando a los taxis.

— Ayúdame entonces, si no hay más remedio —Tadd va por delante mio sin decir nada hasta que abre la boca para hablar.

— Has cambiado Calix, antes no eras tan seguro de ti mismo —me quedo quieto.

— Con mi familia siempre he sido abierto, pero con los demás no, ¿tienes algún problema con mi manera de ser?

— Para nada, no te sientas atacado, tan solo era un comentario, cuando estamos en surf nunca te he visto hablar con alguna persona, con el único que hablabas era el profesor.

— ¡Chicos! —Nos llaman —los taxis están aquí ya.

Me alegro tanto de que nos hayan cortado la charla tan amistosa que teníamos.

Después de unas cuantas horas en el avión, aterrizamos en el aeropuerto Nosy Be muy cansados nos quedaba otro viajecito hasta llegar al hotel en Nosy Tanikely.

Sander contrato una furgoneta para que así fuéramos todos juntos y no coger tres taxis.

— Cuando llegamos —mi hermano se restregaba sus manos en los ojos, habían dormido casi todo el viaje pero seguían cansados.

Cadie y Liun se quedaron de nuevo dormidos al entrar a la camioneta pero Aglaia estaba demasiado enérgica y sin embargo mi hermano tenía sueño pero no se dormía.

— Duerme un rato —le digo —apoyate aquí —le indico que apoye su cabeza en mi hombro. Al final se quedó dormitando.

Llegamos al hotel tres cuartos de hora y tuvimos que despertarlos. En cuanto paramos el coche en la entrada del hotel uno de los botones que trabajaban allí nos recibe. Él se llevo nuestras maletas a dentro mientras nosotros pedíamos las habitaciones.

Mientras que Sander estaba pidiendo las cabañas junto con mi prima, yo vigilaba a los terremotos y los demás estaban en los sofás sentados contemplando todo.

— Ya podemos instalarnos. Hay tres cabañas, uno de nosotros —Me habla Hester —debe dormir con los terremotos.

— Mejor que durmamos, chicos y chicas por separado.

— De acuerdo

— Entonces nos dividiremos así —empieza a hablar Hester —Cadie y Aglaia conmigo y Eryx y Juliun con vosotros —acaba por decir.

— Me parece perfecto.

— Halia, ¿tu vienes con nosotras?

— ¡Claro!

Salimos por el lateral del hotel, hacia donde están todas las cabañas, pasamos al lado de las piscinas.

— Yo quiero —señala Aglaia la piscina, intenta acercarse pero Hester es más rápida y la agarra para que siga el camino de piedra.

Nos separamos al llegara las cabañuelas, quedamos en que nos instalábamos y nos encontrábamos en la piscina, para que Cadie, Aglaia, Juliun y Eryx pudieran disfrutar.

Una vez que todo estaba guardo en los armarios y nos pusimos nuestros bañadores, nos dirigimos a las hamacas para poder reservar alguna al lado de la piscina, para poder vigilar a los terremotos.

— ¿Cuando llegan Aglaia y Cadie?, nos queremos meter al agua.

— En unos minutos vienen.

— Venga si queréis meteros, ya voy yo con vosotros —le habla Sander a los dos —tu hermano es un blandengue —le dice a Eryx.

Me tumbo en una de las tumbonas y me cambio las gafas de ver por las de sol. Cerré los ojos disfrutando de la paz y la tranquilidad de este lugar.

— ¡Hey Cal! —voceo mi prima.

— Con lo tranquilo que me encontraba me viene a incordiar la mas indicada.

— Estas muy chistoso eh. ¿No entras al agua? —se extraña. Niego.

— Luego voy, hay tiempo de sobra.

— No te creas Cal, no carecemos de mucho —hace una mueca.

Me acomode en la tumbona y divise a todos pasándoselo excelentemente y yo volvía a ser por estos momentos el mismo de siempre; callado y solitario.

Entendía perfectamente que este viaje no era unas simples pero apetitosas vacaciones de verano, si no una aventura bastante peligrosa y ahora muchísimo más ya que con nosotros permanecían los más pequeños de la familia. Va a ser más complejo de lo que pensaba.

Me puse de pie y fui al bar que había cerca de la piscina, me senté en uno de los taburetes en frente de la barra, uno de los camareros que estaba atendiendo a una señora que estaba pidiendo un batido de chocolate para su nieto que se hallaba a un lado de ella. El niño estuvo satisfecho en cuanto su abuela le pasó el batido.

— ¿Que va a pedir? —uno de los camareros que no vi, estaba esperando a que le dijera lo que quería.

— Nectar de Ltchi —el asintió en respuesta y rápidamente se dio la vuelta, donde estaban las neveras y sacó lo que pedí.

— ¿Ya te vas a alcoholizar? —se sienta al lado mio Sander.

— Para nada —mi primo llamó la atención del camarero que estaba cerca.

— ¿Me pone lo mismo? —asintió y fue a por otro botellín como el que tenía entre mis manos — ¿que haces aquí solo?

Me encojo de hombros sin saber que decir y bebo de la botella.

— Cal, por lo menos ve con tu hermano, no te margines.

— No lo hago, me gusta estar solo.

— Ya y yo soy modelo Calvin Klein.

— Sander, basta.

— Hemos hablado de cuando iremos a buscar el yate —musitó.

— ¿En frente de vuestros primos y con tanta gente delante? —gritó. Ya me han puesto de mala leche, genial — ¿estáis majaras?, no lo puedo creer.

— Cálmate Cal.

— No —cojo mi bebida y me voy a dar una vuelta por todo el hotel y la Isla.

— ¡Calix! —me llama mi primo pero no le hago caso y sigo andando. Mientras paseaba por el sendero, me fijaba que por los arboles pasaban los monos.

Estaba llegando a una especie de laguna, era bastante amplia y por estos lares no se podía ver a mucha gente por aquí.

Para poder apreciar bien la laguna, subí a unas de las rocas que rodeaban aquella preciosidad de lugar.

Los rayos de sol se reflejaban en el agua haciendo un paisaje aun más brillante y precioso.

Estoy maravillado. Cojo mi móvil y lo desbloqueo para sacar una foto de este lugar, quisiera nadar ahí abajo y tirarme desde aquí arriba pero no veo ningún lugar por donde salir después. Sigo con mi caminata pasando por las rocas, este sitio me ha intrigado demasiado. Veo que hay una preciosa cascada algo escondida, impresionante.

Toda mi tranquilidad e fue al traste cuando me suena mi teléfono.

Dime.

¿Dónde diantres te has metido? —me dice mi primo.

Estoy dando una vuelta, relájate, me se cuidar solo.

¿Y tu hermano? —Pregunta demasiado serio — ¿también se puede cuidar solo?

¡Mierda!

Ya voy para allí, ¿donde estáis?

Hemos vuelto a la cabaña, te esperamos aquí. No tardes.

En cuanto cuelga la llamada sin dejarme decir nada más, miro la hora en el reloj que esta en la pantalla de inicio.

He estado más de dos horas dando un rodeo por la Isla. Se me había hecho demasiado corto el paseo en verdad pero creo que era hora de volver a la cabaña. Eryx me estará esperando.

En cuanto llego, Sander me mira mal y yo le ignoro totalmente y no le presto la mínima atención.

¿Qué tiene de malo que yo quiera estar un rato solo? Vale, no he mirado la hora en ningún momento pero que tampoco se han muerto por que me haya ido.

— ¿Eryx? —Pregunto — ¿Dónde estás?

Mi hermano sale del cuarto que comparte con Liun y se cuelga de mi cuello.

— ¿Dónde estabas? —me mira interesado por saber.

— En un lugar muy bonito.

— ¿Y me vas a llevar para verlo? —asiento.

— Si te portas bien mañana vamos.

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