Capítulo 12
Cuando estamos en la urbanización donde se encuentra la mansión donde viven mis abuelos, siento algo raro , no se si puedo decir que es bueno o es malo.
Hester es la que conduce, yo voy de copiloto y Sander atrás, que va distraído viendo las tantas mansiones, prácticamente iguales.
— ¿Dejamos el coche afuera o se habrán ido?
— Por sea caso déjalo afuera —le digo viendo a lo lejos pensando, me giro a mirar los asientos traseros donde esta Sander —¿has comprado los billetes?
— Claro, ¿por quien me tomas? —alzo una de mis cejas y sonrío.
— No quisieras saber que pienso al respecto—Hester suelta una carcajada.
Dejamos el coche aparcado fuera y nos acercamos a la valla que esta cerrada con candado me doy la vuelta y les muestro el cierre.
— ¡Joder! —maldice mi prima —¿porque siempre nos tiene que pasar algo?
— Yo no pienso entrar como un ladrón a casa de los abuelos —añade Sander.
Hester se quita la mochila que llevaba puesta en la espalda y se la coloca de tal manera que pueda abrirla y hurga entre las tantas cosas que lleva y al final encuentra lo que estaba buscando ya que nos mira con una sonrisa.
— ¡Lo encontré!
— ¿Que has... —empieza a preguntar Sander, pero se queda callado en cuanto ella saca unas llaves.
— Hester —llamo su atención — unas llaves cualquiera no podrán abrir un candado.
— Ese candado es de nosotros —le miro confundido —de Odell y yo somos los que tenemos las llaves, ya que Uranus es demasiado despistado y podría perderla.
Miramos en todos los sentidos que nuestros ojos podían apreciar y no vimos nada fuera de lo común y entramos por la verja.
Avanzamos hasta llegar a los pies de la escalera y no vemos nada fuera de lo común, esta el coche de Odell, Lysander aparcados afuera del porche.
Subimos casi corriendo las escaleras principales hasta llegar a la puerta, la abrimos con desespero de que vamos a encontrar ahí dentro.
— ¿Chicos? —chillamos desde el recibidor. Nadie nos contesta.
Nos distribuimos para poder revisar la mansión y nuestra casa antes y así lo hicimos.
Yo me fui a la casa y ellos que eran dos registraban la mansión, mi primo las plantas de arriba y mi prima la planta principal y el sótano.
Acordamos que el primero que encontrara algo que me llamaran.
Salgo al jardín por la puerta corredera del salón principal y me encuentro con colchonetas hinchables y flotadores de todo tipo, esparcidos alrededor de la piscina.
Cuando volvimos a la mansión ya era media tarde, y se estaba haciendo de noche ya, mientras avanzaba yendo a la casa me fije a ver si había algún indicio de que alguien estuviera dentro; alguna luz encendida o algo parecido, pero no, lo único raro que pude ver fue que cuando fui abrir la puerta, esta ya estaba abierta y nosotros siempre la dejamos cerrada.
En cuanto entre a la casa y estaba en el recibidor lo primero que hice antes de cerrar la puerta fue buscar el interruptor de la luz por que no veía absolutamente nada.
La casa se encontraba a oscuras, las persianas estaban bajadas; eso pude apreciar cuando estuve en la planta baja.
Mi móvil empieza a sonar cuando estoy levantando las persianas del piso de abajo para que entre la poca luz solar que queda.
Cojo el móvil del bolsillo delantero de mi pantalón y veo que es Hester llamando.
— ¿Nada?
— Nada.
— ¡Mierda! —maldigo.
— ¿Tu has encontrado algo?
— Cuando he entrado no se veía luz, —empiezo —las persianas están todas bajadas y estoy ahora subiéndola, iba a subir a ver arriba si hay alguien, porque si no ya no se donde podemos mirar o en que lugar de Dortmund pueden estar.
— Tranquilo Calix, Eryx esta con los demás —me intentan tranquilizar.
— ¡Hostia! Es que no tendría que haber ido al hotel a buscar nada—me culpo.
— No esta culpa Calix, vamos ahora mismo para allí, tu ve al piso de arriba, vamos a llamar a Halia,Rastus y los gemelos.
—¡Alto ahí prima! —le digo antes de que me cuelgue —¿para que los vas a llamar?
— Necesitamos ayuda Calix, y cuanto más seamos mucho mejor —bufo en desacuerdo pero aunque yo este en desacuerdo lo van a hacer igualmente.
— Intentar llamarles —me refiero a nuestros padres.
Corto la llamada y coro escaleras arriba.
Cuando abro la ultima puerta y no veo a nadie no veo a nadie, por lo que he podido notar ha sido que no hay nada fuera de su sitio.
Ahora en lo único en lo que pensaba era, ¿donde demonios están los chicos?
Hasta donde yo sabia los más pequeños estaban a salvo.
Escuche ruido y sabía quienes eran.
— ¿Calix? —me llaman.
— Aquí arriba.
— ¿Hay alguien? —me hablaba Hester a los gritos mientras subía las escaleras.
— No, nadie.
— ¡Joder!
— ¿Donde pueden estar?
— Eso me pregunto yo, eso me pregunto yo Sander —repito lamentando todo lo que esta ocurriendo.
— He llamado a tus compañeros —me mira Hester en cuanto llegan a mi lado. Asiento.
— ¿Les has contado algo?
— Por encima, no mucho, aparte estaba muy nerviosa.
— Ahora si o si hay que ir a Madagascar a encontrar ese puto barco y acabar con este misterio que me esta matando.
— Lo haremos, pero no seremos tres —me dice abrazándome mi prima.
— ¿Cuanto tardan en venir?
— Me han dicho que llegarían aquí en menos de diez minutos —me comunica Hester.
Ahora me enfoco en Sander.
— ¿Has conseguido información sobre la Isla? —asiente. Perfecto —es un hotel.
— Reserva habitaciones —vibra mi móvil y me quedo desconcertado —¿quién sera ahora?
Al echar un vistazo la pantalla de mi teléfono, me percato que es un mensaje de Tadd y no de ese tal J.P, ya me iba a dar un paro cardíaco aquí mismo.
Estamos afuera de la verja de la mansión de tus abuelos.
¿Podéis venir alguno a por nosotros?
Espero que contestes o que les digas a tus primos.
Tadd.
— ¿Quién es? —cotilla.
— Tadd —hablo cortante.
— ¿Por que no me han mandado un mensaje a mi? —se extraña, yo tampoco me lo explico pero lo hecho, hecho esta.
— Hay que ir a por ello, están en la verja.
Al final decidimos ir todos, aunque yo no tengo ninguna gana de verles las caras pero Hester piensa que nos pueden ayudar y Sander la apoya, entonces hay minoría para mi.
En cuanto llegamos a la verja, me apoyo en ella ya que la habíamos cerrado de nuevo, por sea caso, no queríamos sorpresas inesperadas. Veo a los chicos sentados en el capo de su coche y a Halia dentro del coche todavía.
Estaban hablando entre ellos hasta que suben la mirada al notar que alguien les miraba.
Miro por encima de mi hombro y mis primos están justo detrás mio.
— Hola chicos —hace un ademán con la mano.
— Hola...¿nos vais a dejar pasar? —nos dice Rastus con gracia señalando al candado que hay en la puerta.
Yo me pensaba si abrirles o no.
Mi prima creo que no tiene los mismos pensamientos que yo, ya que va directa a abrir el candado.
Me mira a mi para que pueda abrir para que pasen y me pongo al lado de Sander.
— No te hace mucha gracia que estén aquí, ¿cierto? —niego con la cabeza en afirmación a lo que acaba de decir.
Veo a mi prima esperando a que Halia salga del coche, los chicos ya han entrado.
— Se acercan a nosotros —comenta "serio". Me rio de él.
Creo que Sander nunca va a madurar.
— Cállate —hablo entre dientes. Me esta poniendo de mala hostia y no va a ser bueno que explote.
— ¿Y si no quiero? —no te conviene ir por ese camino Sander, es terreno peligroso.
— Estas yendo por un camino lleno de minas —le advierto. Me mira como diciéndome sin palabras que le importa tres pepinos lo que le he dicho.
— Te lo he advertido, luego no me vengas con que te he dicho o hecho algo.
— ¿Vamos? —me sobresalto a escuchar a mi prima, pero asiento un segundo después, al haber más gente con nosotros, vuelvo a ser el Calix callado y reservado que era, aunque ya extrañaba ser asé me había acostumbrado a ser así de abierto con las personas.
—Voy a coger comida y lo necesario para irnos a Madagascar en unas horas —hablo para todos pero más para mis primos que son los que asienten conformes a mi decisión.
— Yo te acompaño —añade Sander —¿Te cojo algo de ropa Hester? —le dice que si, ellos se dirigen a la casa y nosotros a la mansión.
Casi caigo de la cama al escuchar el despertador, cojo el móvil a tientas, ya que tengo un sueño que no me puedo ni ponerme de pie.
Mientras me restriego mis ojos con las manos la puerta de mi habitación es abierta de par en par y por ella entra Ezio, lo miro con cara de dormido y busco mis gafas para poder ver mejor.
— Dice tu prima que te levantes y te vistas en un segundo y bajes —antes de yo poder decir algo, sale de mi cuarto dejándome solo.
Tengo toda mi ropa guardada en mi maleta menos una muda de ropa que deje afuera para poder viajar con ella; un chándal, lo más cómodo para viajar.
Bajo al piso inferior y me reciben seis maletas y sus dueños junto a ellas.
— ¿Nos vamos? —pregunta Sander —el holgazán ya ha salido de su cama.
Gruño en su dirección.
— Tranquilízate primo, no he desayunado y mi maleta se encuentra arriba. Todavía hay tiempo —miro mi reloj de mano.
— Mueve ese culo que tienes y ve a desayunar Doskas.
— Si mamá —miro a mi prima.
— ¿Doskas? —dice extrañada Halia.
— Sí —contesta mi prima antes que yo, ya que me había visto mi cara de cabreo y sabía muy bien que iba a saltar.
— ¿Tu apellido no era Areleous? —veo la cara de Halia y es una de confusión total.
— Mira te voy a contar algo —empiezo a hablar, y mis primos me miran medio cabreados pero no me importa —todo el mundo tiene una madre y un padre, ¿no? —digo con obviedad —pues resulta que el apellido de mi padre es Areleous y el de mi madre es Doskas, ¿ya se te han resuelto tus dudas?
Todos se han quedado callados.
— Y ahora si me voy a desayunar, que se me hace un poco tarde.
Cuando entro en la cocina, veo un tazón, voy a ver que ha en el interior y en cuanto veo que esta lleno de chocolate, esto seguro que me lo ha dejado mi prima, tan buena ella.
Me siento en el taburete que hay allí y me dispongo a beberlo todo.
Salgo de la cocina con todo recogido y guardo, no sabemos si estaremos mucho tiempo afuera.
Cuando paso por la entrada no hay nadie y subo las escaleras para poder ir a mi cuarto rápidamente, coger la maleta y bajar de nuevo.
— Con que con prisas, ¿no? —alzo un poco la voz. Seguramente estén en el salón con la televisión a un volumen bastante alto y no escuchan nada.
No se han podido ir, ya que sus maletas siguen aquí. Y si no me contestan el que se va a ir de aquí sin ellos voy a ser yo.
Doy cuatro pasos y me asomo por el umbral de la puerta y los veo a todos mirando la pantalla como suponía y los escucho hablar.
— Cuanto tarda —Rastus se refiere a mí. Niego con la cabeza medio riéndome, no tienen ni idea.
— Estará bajando las escaleras, Calix no suele ser el que más tarda —le dice Sander.
— Si hubierais bajado el volumen, que parecéis abuelos de ochenta años y estuvierais más atentos en escuchar cuando os he llamado...sería una cosa distinta —se sobresaltan por mi voz y se quedan mirándome. Mis primos estaban relajados ya que me conocen pero los cuatro restantes parece que están algo avergonzados.
— ¿Has escuchado algo? — pregunta con curiosidad y nerviosismo a la vez, Rastus.
— Escucho muchas cosas —me encojo de hombros, doy medía vuelta sin verlos y cojo mi maleta, abro la puerta y salgo — ¡Sander! —lo llamo.
— ¿Qué?
— Llama un taxi.
— A sus ordenes — lo escucho decir.
Recorro un par de metros hasta llegar a la acera donde vamos a esperar el taxi y me siento.
— ¡Hey! —escucho a mi prima decir por detrás. Siento sus brazos rodear mi cuerpo y me relajo. Llevo en tensión y de mala leche desde ayer por la tarde —relájate, los vamos a encontrar.
— ¿Y si no lo hacemos? —es una posibilidad también, si no encontramos ese maldito barco no los encontraremos jamás, ya que los que van detrás nuestro; en realidad de nuestros padres, quieren ese yate o lo que esconde dentro.
— Por favor Cal, se positivo.
Niego con la cabeza.
— Calix —me regaña.
— Sabes que no va a ser así Hes.
— Hazlo por mi —hace un puchero mirándose.
Estamos todos en silencio, cada uno en su mundo, mis primos estaban escuchando música , Halia, Rastus y los gemelos están absortos mirando a su al redor, creo que nunca han estado en un sitio con tanta elegancia creo yo, por donde mires hay mansiones y gente paseando con ropa de más de mil euros. Se sienten fuera de lugar, aunque no se tendrían que sentir así, ya que mi familia no es tan "estilosa" como los estirados que viven en esta residencia.
Deslizo mi mirada hacia la carretera y veo que a lo lejos vienen dos taxis, me levanto del suelo y los demás me miran a la expectativa.
— Ya vienen los taxis —señalo a los dos coches que vienen en nuestra dirección.
Los demás se levantan y cogen sus coches a la vez que los taxis se paran, nos dividimos en lo dos taxis y ponemos rumbo al aeropuerto.
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