Capítulo 11
— ¿Solo hay un pendrive?, ¿enserio?, no me lo puedo creer.
— Calix, ¿no lo entiendes? —me muevo de un lado a otro sin entender, mi prima se levanta del suelo, me sujeta por los hombros para que me quede quieto, no me mueva y le haga caso. —esto es lo que están buscando ahí afuera esos sujetos, y nosotros ahora mismo lo tenemos en nuestro poder, hay que fijarse que es lo que guarda.
—¿No hay nada más dentro?—se hace notar que sigue con nosotros, Sander —le ponemos atención a lo que nos dice.
—No, ya he revisado todo, cinco veces.
—Mira de nuevo, ─le pide —acuérdate de mirar si hay dobles fondos.
¡Cierto! Eso creo que no se le había ocurrido mirar.
Mientras que Hester volvía a mirar todo con más tranquilidad y con mucha más concentración, nosotros observábamos , por sea caso veíamos algo que ella no, aunque ahí mirando tres personas eran muy difícil trabajar.
— ¿Os podéis apartar? —nos pide —No veo nada si os ponéis delante de la luz.
Nos apartamos para que la luz le de de lleno y pueda ver algo.
— ¡Bingo!
— ¿Has encontrado algo?
— Sí.
— Pues vamos a verlo, ¿a que esperamos? —Sander avanza a grandes zancadas pero yo le cojo del brazo para detenerlo.
— ¡Espera ahí! No seas impaciente, por dios.
Veo que tira con fuerza de uno de los extremos de la caja fuerte para poder sacar lo que se encuentra metido entre medias.
— Tomad esto —deja un sobre en el suelo, a sus pies.
— ¿Hay más cosas? —miro el interior de donde ella tiene metida sus manos.
— Sí, aquí —me señala la parte trasera —por sea caso, mirare en las cuatro cuatro partes que me quedan, para asegurarnos más que nada. Asiento a lo que dice estando de acuerdo.
Sander mira en el interior del sobre blanco.
— ¿Que hay ahí dentro para que te hayas quedado de piedra?
— Míralo por ti mismo —me pasa el sobre y miro en el interior y la verdad que también me quedo más que sorprendido, para que queremos tanto dinero...¡espera!
— Hay algo más aparte de el dinero —Hester para de hacer lo que estaba haciendo para girarse a mirarnos con una mirada de interrogación plasmada en su cara.
— ¿Dinero? —nos habla más que confundida.
— Exacto, dinero, es lo que hay aquí dentro —balanceo el sobre entre mis dedos.
— Increíble —bufa. Se lo que le pasa, lo único que saben que no necesitamos por nada del mundo es lo que hemos adquirido,dinero, lo que más nos sobra en este momento, nuestras cuentas bancarias están a rebosar de dinero.
—Tranquila, esperemos que haya una explicación para todo esto, ya que la que en estos momentos estoy más que perdido —hablo serio y algo confuso.
— ¿Me podéis explicar? —habla sin entender Sander, mirándonos confundido.
— ¿Que es lo que hay en este sobre? —le pregunto moviéndolo, frente a el.
— Dinero.
— ¿Y que es lo que tenemos para que estemos en un estatus tan alto?
— ¿Fortuna y poder?
— Fortuna si, pero poder no —intento no reírme de mi primo, nuestra prima se lleva las manos a la cara con desesperación.
— Que niño —murmura.
— Eres bueno explicando Calix, tienes mucha paciencia, yo le hubiera gritado —niego con la cabeza, sabiendo en realidad, que lo haría, Hester no se caracterizaba por tener paciencia.
— Años de práctica —guiño un ojo en su dirección.
— Venga al lio.
Antes de darnos ni cuenta suenan nuestros móviles, avisándonos que nos ha llegado un nuevo mensaje.
Tic tac...
el tiempo pasa y vuestra familia,
cada vez está más en peligro.
¿Y vosotros que hacéis?
Perder el tiempo.
J.P
Este hombre cada día me da más miedo, me dan escalofríos por todo el cuerpo que parece que me estoy poniendo enfermo.
— ¿Que gana mandándonos mensajes? —Hester que a estaba sacando otro sobre de la caja, mira de Sander a mi y viceversa y rueda los ojos.
— Enserio Lysander a veces te falta algo de inteligencia —el nombrado le mira interrogante y se sumerge de nuevo en su mundo.
— Hay una cosa que esta más clara que el agua.
— Cristalina —habla Sander distraídamente, al lado mío, moviendo el pie derecho repetidas veces.
— Si mueves de nuevo el pie, te lo corto —advierto mirándole, se me estaba agotando la paciencia, parecía un niño que no se puede estar quieto un segundo.
— ¿Qué? —dice Hester a lo que ha dicho, el iluminado de la vida, nuestro primo.
— Nada, dejarlo.
— Va a ser lo mejor que hayas hecho en tu vida y mejor siéntate en la cama —le advierte nuestra prima.
— Hester, acaba rápido, necesitamos ir a por los demás —ella asiente comprendiendo que ya no podemos estar más tiempo del que ya hemos estado aquí.
— Este es lo último que se encontraba allí.
Cojo el sobre que todavía no lo había recogido, ni Sander tampoco y Hester trae consigo una libreta negra , que fácilmente e podía guardar en un bolsillo.
— ¿Que contiene la libreta? —interesado por saber que se esconde tras esa agenda.
— A simple vista parecen jeroglíficos, para mi digo.
Me deja en mis manos el librillo y yo lo ojeo con detenimiento, para mi solo eran garabatos insignificantes pero sabía de alguien que estaba entre estas cuatro paredes que podía descifrar estos rompecabezas, subí la mirada y la centre en una persona que se encontraba sentada a los pies de la cama, moviendo sus piernas.
— ¡Sander! —él levantó la cabeza al oír su nombre salir de mis labios y me miró con cautela.
— Dime.
— Es tu momento —le tiendo la libreta para que la coja y miré los jeroglíficos que se encuentran por todas las hojas.
— ¿Estas seguro de lo que haces Calix?
— Más que seguro Hester —le comunico —tu primo es un experto en resolver el enigma. Es el único que puede saber que hay tras estos "dibujos". ¿tu sabes que ponen? —ella niega —pues yo menos.
— Puedes dejar de mover la libreta —habla Sander en frente de mi un poco cansado de intentar cogerla y no poder, ya que yo la estaba moviendo.
— Toma —se la tiendo en sus manos.
— Parece una especie de mapa —habla concentrado y con la cara casi dentro de las hojas.
— ¿Y ya sabes lo que oculta este? —insisto, no tenemos mucho tiempo, unos sujetos tienen a nuestros primos y hermanos de rehenes y lo que quieren lo tenemos en nuestro poder ahora mismo.
Tenemos algo a favor y algo en contra.
Lo que tenemos a favor es que tenemos en nuestras manos lo que quieren y en lo que tenemos en nuestra contra es que tienen a nuestros familiares retenidos y con eso tienen más puntos a su favor.
No se como nuestros padres, tíos y abuelos nos han metido en tal embrollo tan grande. ¿Acaso ellos no podían solucionar sus asuntos? Creo que tengo la respuesta en mi mente. No.
En estos momentos estoy odiándolos.
Nos dejan hacer los más difícil, dejan que capturen y usen de rehenes a sus "niños" , que porquería de personas. Estoy muy decepcionado de ellos.
— ¡Esto da asco!
— ¿A que viene esto? —creo que soy el único que ha barajado esas posibilidad, que estoy casi seguro que son ciertas al cien por cien.
— Que son unos cobardes —Hester al no captar lo que formulaba.
— No llego a comprender tu punto Calix —bufo al creer que solo yo me entiendo y que me explico como un libro cerrado.
— No te pongas de mal humor y no te desesperes Cal, expón mejor lo que quieres decir, pero antes piensa lo que vas a decir, a veces lo que en tu cabeza se escucha bien, en voz alta no.
Suspiro fuertemente. Todo este asunto me esta haciendo sacar mi verdadero modo de ser, mi carácter, mi naturaleza, como lo quiera llamar cada persona.
¡Antes ni siquiera maldecía!
Y estos días en infinidades de ocasiones he dicho hasta insultos, a ver no soy un santurrón tampoco pero no era de ir insultando a alguien y ahora, mira, estoy haciéndolo y parecía que no podía parar.
— ¿Que coño me esta pasando? Esto no puede seguir así —me digo para mi mismo en voz alta, me paso las manos por mi pelo revolviendolo más de lo que ya se encontraba.
— ¿De que hablas? —me mira confundida Hester —explícamelo.
— Que esta guerra no es la nuestra, —me mira y de inmediato sé que quiere que siga hablando —ellos tienen una lucha con personas que ni conocemos.
— En eso tienes mucha razón, no es un combate que tengamos que luchar nosotros, es de ellos, ahora comprendo lo que decías.
— Luego el que no entiende es Sander —los miro a los dos y me rio, mi prima que esta cerca me pega amistosamente en el hombro y mi primo solo se queja desde su sitio.
— ¿A que no te muestro lo que he averiguado? —levanta una ceja desde su posición.
— Ni tu te crees eso.
— ¡Venid!
Nos acercamos a mi primo que estaba sentado en la silla del escritorio que contiene la habitación o debería decir suite.
— ¿Que tienes?
Me fijo en la libreta que estaba abierta y al lado había un papel lleno de dibujos, números y anotaciones hechas por mi primo.
— Pues aquí esta más o menos lo que he podido sacar —señala la hoja con el bolígrafo que tiene delante.
— Lo primero —nos observa seriamente —no pone nada de lo que contiene el pendrive —hago una mueca, mierda, eso es malas noticias —pero si dice que debemos buscar y donde encontrarlo.
— ¿Y que es ese "algo"? —indague.
— Un barco.
— ¿Qué? —me exalte.
— ¿Todo este jaleo por un simple barco? —enserio no comprendo lo idiotas que pueden ser las personas.
¿Entrar en guerra por un simple barco?
Penoso.
Lamentable.
— Esos números deben ser las coordenadas ¿cierto? — afirmó mirándome.
Examine toda la habitación por si teníamos suerte y se encontraba un ordenador pero este no era el caso.
— No hay ordenador —gruño frustrado.
— Tranquila fiera —le relaja su prima —con el móvil puedo localizar ese eje —habla mi prima, en ciertos momentos pensaba que me leía la mente.
Voy hacia la puerta del ventanal que da paso al gran balcón que le pertenece a esta suite, la abro y me da de lleno la brisa caliente del viento que hace.
Me siento en uno de los sillones que esta en frente de la barandilla que contiene una cristalera y se puede apreciar toda la ciudad, me medio acuesto en la butaca, poniéndome cómodo. Saco mi móvil de mi bolsillo delantero del pantalón y lo desbloqueo y miro a ver si tengo algún mensaje, pero no es el caso.
¿Tan importante eres?
Todos haciendo algo y tu sentado en ese sillón mirando la ciudad.
J.P
— ¡Pero que insistente que es! —me levante de la cómoda butaca para tirar el teléfono, pero una mano me detiene. Me sentía demasiado frustrado.
Alguien nos vigilaba de cerca, nos acosaba y nosotros no nos dábamos cuenta.
— ¿Estás loco?, ¿que te pasa? —me hace sentarme en el sillón de nuevo, guiándome ella hasta que estoy entado.
— De nuevo ese lunático de J.P —suspiro fuertemente.
— A nosotros no nos ha llegado ningún mensaje —me ira confundida Hester, mirando hacía dentro pensativa —a nosotros no nos a sonado el móvil desde el anterior mensaje que fue a penas hace media hora.
— Enséñame el mensaje —le tiendo el teléfono para que le eche un vistazo para que mirara el dichoso mensaje.
— ¡Eh chicos! —llamó nuestra atención.
— ¿Qué? —le contesto Hester con la mirada puesta en la pantalla de mi móvil.
— Ya se en que situación exacta esta el barco. Hester, no te enfa...
— Te dije que no tocaras la tablet —habló mosqueada.
— Sin reproches, por favor. Dinos donde esta.
— Nosy Tanikey.
— ¿Donde queda ese sitio exactamente?
— En Madagascar.
— ¿Cómo?
— Esto nunca me va a dejar de sorprender —aclaro, mis dos primos concuerdan conmigo.
— A ver. Repasemos todo lo que hemos encontrado — les comunico.
— Libreta.
— Sobre con dinero.
— Ahí lo tenéis —ellos me miran confundidos — ¿en el librillo que había?
— El "mapa" que supuestamente nos da las coordenadas del barco que lo sitúa justo en la Isla de Nosy Tanikely, en Madagascar —contesta con inteligencia Sander.
— ¿Y el sobre con dinero? —Hester me miraba desde su posición, delante mía, no se había movido y me escudriñaba con sus ojos.
— ¿A donde quieres llegar?
— No se puede viajar sin dinero ¿no?
— ¡Cierto! Eres listo primito —le alaga.
— Gracias.
— Hay que ir a por los demás — les indico, asienten.
— Hay que saber todo sobre esa Isla. E iremos todos, no podemos dejar a los más pequeños aquí.
— En eso también tienes razón, ¿con quien se quedarían?, no tenemos a nadie cercano con quien dejarlos.
Salimos los tres del ascensor, no nos fijamos en otras personas porque íbamos enfocados en otras cosas, aparte de que teníamos miles de pensamientos rondando por nuestras cabezas o por lo menos yo.
Antes de que pudiéramos atravesar la puerta irnos, alguien nos interrumpe.
— ¡Eh, chiquillos! —nos llama la atención Carleigh —¿a donde vais tan apresurados?
— Ese tema a ti no te incumbe —acota mi prima al lado mía y mirándola desafiante.
— Que niña más maleducada, por dios.
— Y usted es una cotilla de primera y nade le dice nada, así que cierre su pico de loro charlatán.
— ¡Vamos! —añado, nos dirigimos a la puerta sin girarnos verla de nuevo y esperando no encontrárnosla de nuevo.
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