¿Monotonía? ¿Costumbre?
No, eso no aplica aquí; simplemente son seres que encuentran lo que más anhelan y desean desde lo más profundo de su ser.

Esa llama que solo unos cuántos, o quizá uno solo sea capaz de calmar.

Solo eso y más se vive aquí...

En el "Santuario"

- Señorita Seraphina - Habló un joven de smoking negro usando un antifaz del mismo color de sus prendas.

Ella simplemente dejó su libreta en el mismo cajón donde suele esconder ese diario que le servía para registrar todo lo que vivía en ese nuevo negocio que le generaba jugosas ganancias.

- ¿Que novedades me tienes? ¿Algún problema con los usuarios?

Inquirió curiosa la dama de cabellos largos plateados mientras tomaba asiento frente a su escritorio.

- Un nuevo cliente pide encarecidamente hablar con el dueño del lugar, es muy difícil lidiar con él. ¿Llamo a seguridad para que lo saquen?

- Detesto tener que soportar a los trabajadores del gobierno de esta ciudad... Permiso tras permiso, cuotas y sobornos con tal de que me dejen trabajar. En fin ¿Cómo es el sujeto que me busca?

La situación que la dama vivía era fastidiosa cuando de llegar a un acuerdo con ese negocio que algunos de sus adversarios veían con malos ojos.

El joven se llevó una mano a su mentón intentando recordar las características físicas del hombre que aguardaba afuera de esas oficinas.

- Cabellos largos y lacios de color verde, unos lentes que no dejan ver bien el color de sus ojos y...

Seraphina de inmediato interrumpió con un leve sonido proveniente de sus labios - Hazlo pasar.

Con una reverencia el joven obedeció dando la media vuelta, a los pocos segundos dejó la puerta abierta para que el caballero mencionado entrara, cuando estaba dentro, las puertas de la oficina se cerraron de inmediato.

- Con que los rumores eran ciertos.

Claramente el fue el primero en tomar la palabra, esperando que aquella figura femenina le diera la cara cuando se encontraba mirando tras la ventana.

- Los años te siguen favoreciendo... Verseau.

Con pasos firmes se fue acercando hasta quedar frente a la dama a su vez retirándose los anteojos que llevaba puestos.

- No es para menos Seraphina, después de estos largos años tratando de alcanzar el éxito, ahora puedo saborear los frutos de mis ganancias. Pero parece que a ti te ha favorecido más.

- Algo, aunque no creo que hayas venido hasta acá a buscarme solo para hablar de nuestros logros... ¿Que necesitas Dégel?

Inquirió dejando a Dégel aún con sus palabras anteriores en la boca mientras ella tomada asiento de nuevo en su silla.

- Verás, hasta mis oídos llegaron los rumores de este sitio donde lucras con las infidelidades de las personas.

- ¿Y luego? - Prosiguió la dama arqueando una ceja - No me quieras venir a dar charlas de lealtad cuando en todo este mundo no conozco a una sola persona que sea fiel, ni siquiera con el pensamiento. Yo no llamaría a mi negocio "El círculo de las infidelidades" por ello lo nombro "El santuario" es donde todo aquel que no desee ser visto por el resto de las personas entrando a un simple motel, aquí lo pueden hacer con toda la libertad del mundo mientras la parte de enfrente de este edificio es una enorme oficina que mi padre dejó a mando de mi hermano.

- Jamás te imaginé dedicándote a esto - Respondió con altivez.

- Mejor dime qué necesitas Dégel - Se dió la media vuelta molesta - Si solo estás aquí por venir a criticar, la puerta está detrás de ti.

Unas carcajadas hicieron que Seraphina mirara de nuevo a Dégel - Verás, no solo vine a ver cómo estabas... También quisiera comprar una membresía - Contestó con altivez dejando varios billetes sobre el escritorio - Espero obtener lo que deseo.

- ¿Bromeas? Este lugar es ideal para sus más perversas imaginaciones, yo simplemente pongo el lugar.

Una tensión se hizo presente entre ellos dos, si bien ambos poseían una personalidad serena y calmada, muy en el fondo de su ser se encontraba escondido su realidad, Dégel no era el tipo de personas que le gusta perder y Seraphina al tener  una vida difícil en su juventud tuvo que madurar demasiado pronto para su edad.

- De acuerdo - Dégel se dio la media vuelta - No me decepciones, me buscas lo mejor... De lo contrario tendré que obtener lo que busco por mi propia decisión.

- Dégel - Habló la fémina inmediatamente - Déjame recordarte que este sitio es libre y tú tienes que traer a tu pareja, amante, amigos, lo que sea. Yo no ofrezco a chicas y chicos, eso es una bajeza. El único requisito que solicito el primer día que vengas a este lugar es que firmes unos documentos así mismo como te comprometes a cuidar la salud de los tuyos y la propia... Eso es todo.

Dégel dejó escapar una sonrisa de lado - Me parece perfecto, aunque mi propuesta estará disponible cuando lo desees... Me retiro.

Dicho estás palabras, Dégel se acomodó su saco antes de salir dejando a una Seraphina bastante incómoda con la presencia de ese sujeto.

- Como detesto que se sienta el centro del mundo - Murmuró para si misma tomando el dinero que estaba en el escritorio.

Nuevamente retomó sus actividades en su oficina, después de todo el trabajo siempre estaba a la orden del día y por supuesto en la noche era cuando el lugar se llenaba de pasión y deseo.

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Algo diferente, algo que sale de lo común... Así siempre me ha gustado ser, bienvenidos a la casa de citas de Seraphina.