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Capítulo 2

- ¿Te ha sucedido algo interesante estos días Degel?

Aunque la pregunta no era la apropiada, ya que realmente no sabía que responder. Desde aquel día que fue a sacar esa mentada membresía no se le ocurría con quién darle uso, un gasto innecesario si lo quería ver así.

- Siempre mi día a día es aburrido Kardia, después de todo el hecho de lograr ser el jefe de mis negocios resulta ser agotador - Contestó dejando escapar un poco de ese humo entre sus labios - ¿Algo relevante en la tuya?

- La verdad - Respondió con desgano - Estos días que estuve fuera no sucedió nada pero como que me entró la nostalgia por alguien más...

Aunque estás palabras fueron acompañadas por una sonrisa que Dégel no comprendía, realmente conocía a su amigo de la infancia pero a veces le costaba diferenciar sus sonrisas traviesas y las que realmente eran por estar contento.

- Alguien para siempre o para un rato.

- ¿Para siempre? - Cuestionó con malicia - ¿Acaso tengo cara de perro para que me aten con una correa? Ja, ja, ja - Kardia acomodó sus brazos sobre el barandal mientras seguían disfrutando de esa terraza del edificio - Solo amigos con derecho.

- Entonces jamás sentarás cabeza - Se burló Dégel apagando el cigarrillo - Lo mejor será que me vaya a un bar para desestresarme.

Kardia comenzó a reírse desenfrenadamente - A ti te falta una buena noche y tu cara de amargado desaparecerá. Conozco alguien que puede ayudarte con esa labor.

- Oh no por favor de nuevo - Reprochó - Tu amigo egocéntrico no.

- ¿Que tiene de malo Aspros? Además está muy interesado en ti.

Dégel arqueó una ceja, no era la primera vez que se lo comentaba, jamás le había dado una oportunidad a ese hombre que tanto lo pretendía.

- Olvídalo prefiero alguien que no se sienta el centro del mundo - Reprochó.

Nuevamente Kardia comenzó a reírse - ¿Acaso tampoco te has visto en el espejo? Eres igualito, te gusta ser la sensacion y que todo el mundo gire a tu favor.

- Sabes que para que yo llegara al éxito tuve que ponerme siempre primero yo, y luego yo y hasta al último yo. Además pelearía mucho con tu amigo.

- ¿También su hermano no está a tu altura? - Kardia le dejó ir esa información así de simple, sabía de ante mano que aquellos dos gemelos tenian mucho interés en ese bello hombre enigmático.

- ¿Qué dijiste?

- Su hermano... No lo conoces, aunque... - Kardia no pudo terminar de responder, justamente en ese momento una dama de cabellos lilas se acercaba a la terraza acompañada de una amiga suya mientras platicaban sobre su día en el trabajo.

- No pensé encontrarte aquí Sasha- Kardia de inmediato se acercó con la intención de saludarlas no sin antes tomar la mano de la joven de cabellos lilas para depositar un beso en el dorso ante la mirada atónita de la amiga que la acompañaba.

- Kardia, el gusto es mío encontrarte de nuevo - Le devolvió una sonrisa tierna, después se encargó de presentarle a su amiga que la acompañaba.

Un poco lejos de esta escena Dégel respiró profundo, su momento de relajación con su compañero de desastres y locas aventuras ahora se encontraba demasiado ocupado como para sugerirle unos tragos en uno de los bares tal como era su plan desde un principio.

Si bien Dégel disfrutaba de su soledad, de vez en cuando la compañía le hacía pasar unos ratos amenos y hoy Kardia no estaba dispuesto a seguir pasando la tarde con él.
Simplemente se acomodó sus prendas para después retirarse del lugar con la intención de ir a dar una pequeña visitada al "Santuario" esperando que Seraphina por lo menos pueda acompañarlo.

Desplazarse al negocio de la dama Seraphina no era muy largo de recorrer, por fortuna la mujer le otorgó un espacio especial en el estacionamiento para ir cuando guste y así no levantar sospechas del lugar al que iría a menudo.

Pero cómo ir a ese sitio sin compañía de alguien, su única esperanza era encontrar algo que llamara su atención.

Mientras en ese mismo momento en la oficina de la dama Seraphina se encontraba uno de sus más leales trabajadores, la confianza regularmente era un tema muy importante ya que los empleados que la mujer tenía a su cargo debían ser cautelosos y sobre todo la regla primordial es:
No tener acercamiento especial con alguno de los clientes.

Es por ello que debían portar antifaz para tener esa discreción entre empleados y clientes para cuidar la privacidad de ambas partes.

- Me sorprende cada vez más la manera en la que te desenvuelves en este trabajo Cam.

Así era como se dirigía al joven de cabellos escarlata, jamás se dirigía a sus empleados con su nombre completo.

- Gracias Lady Seraphina, por cierto - El joven sacó de su bolsillo una pequeña cajita de terciopelo para posteriormente entregárselo a la dama - Hace poco fue su cumpleaños así que me tomé el atrevimiento de traerle un pequeño obsequio, espero que le guste.

- Cam - La dama lo tomó entre sus manos mientras le sonreía - Te lo agradezco mucho, siempre tan atento con ello.

Acto que fue interrumpido al momento que la puerta se abrió sin motivo aparente.

- ¡Pero que...! - Exclamó la joven molesta dispuesta a reclamar a la persona que tuvo la osadía de entrar sin tocar pero sus ganas de pelear se esfumaron al ver de quién se trataba.

- Siento que la puerta no tenga el seguro puesto - Dégel sonrió ladino mientras cerraba la puerta - Pero no tuve alternativa Seraphina.

- Ahora que quieres Dégel - Contestó llevando sus dedos al puente de su nariz - ¿Acaso no te han dicho que debes tocar primer antes de entrar? Este no es tu negocio para que andes entrando y saliendo como si tú fueras el amo y señor de esto.

- Como te lo dije Seraphina no tuve opción, tu hermano necesita tu presencia urgentemente, al parecer llegaron los de inspección y obviamente no vas a dejar que entren a esta parte ¿O si? - Dégel enarcó una ceja después de esto.

- ¡Demonios! - Exclamó molesta mientras guardaba el regalo en el bolsillo de su abrigo - Guarda todo lo que ya sabes Cam,  todo bajo llave, te la llevas y te encierras en una de las habitaciones, no salgas hasta que yo de aviso.

Seraphina comenzó a caminar rumbo a la puerta pero las palabras del joven pelirrojo detuvieron su andar.

- Pero ¿Que hago con su visita inesperada? ¿Lo llevo con el personal de intendencia o en la bodega?

- ¡Dégel! - Se quejó Seraphina mientras negaba con la cabeza - Siempre en el momento menos oportuno. Al terminar llévalo contigo, después los busco y Dégel - Está vez señaló al hombre con su dedo índice de manera amenazadora - No se te vaya ocurrir salirte de la habitación, espera que termine de lidiar con esta situación.

- ¡Oye a mí no me vas a encerrar! Con quién crees que estás tratando.

- ¡Con un imbécil que no entiende razones! - Gritó la dama mientras de alejaba - Cam, encárgate de el por favor, que no salga... Ahí entretenlo con algo.

Lo único que Dégel puso hacer es mirar directamente esos rubíes que sobresalen detrás de ese antifaz mientras el contrario lo observaba con desdén.

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