Capítulo 1
Uno, dos, tres, cuatro...
Nuevamente contaba los documentos que necesitaba entregar.
Llevó sus manos a la sien para pensar mejor con claridad antes de entregar lo que le había solicitado su jefe, si lo entregaba sin errores tenía toda la tarde libre.
De pronto un mensaje interrumpió el conteo de sus hojas, por lo cual lo tuvo que dejar a un lado para poder revisar de que trataba y era lo que menos se imaginó.
Esta noche, en el lugar de siempre. Ponte la ropa que más me gusta por favor.
- Gracias al cielo que es viernes, de lo contrario no podré asistir.
- ¿Otra vez hablando solo Shaka? - La voz de uno de sus compañeros de oficina lo interrumpió tempestivamente.
- ¿Qué? - Se asustó un poco - No, nada de eso, solo que me invitaron a una fiesta pero no sé si podré asistir... Aún no termino mis labores.
- ¿Y si te ayudo? Así podrás ir a tu casa para arreglarte para la fiesta.
- ¿Bromeas Shura? Es mi trabajo, no puedo permitir que esto tenga errores.
- Vamos Shaka, permite que te ayude, así podrás ir a la fiesta... Además te lo debo ya que la semana pasada tu me ayudaste a cubrir mis locuras.
El rubio pidió que Shura bajara un poco la voz para que no fuera escuchado por el resto de los trabajadores, nadie de ello se puede enterar de las tantas citas que tiene en el santuario con aquella persona y hoy no era la excepción.
- Aquí no Shura, solo... Concéntrate en ayudarme y asunto arreglado.
Las horas se fueron pasando rápidamente, con la ayuda de Shura sus deberes estarían completas.
Entregó los documentos solicitados y solo se limitó a tomar sus pertenencias, aunque antes de retirarse se despidió de su amigo no sin antes ofrecerle de nuevo su ayuda cuando el requiriera ausentarse para el mismo fin.
Llegó a su casa para poder tomar un ducha en menos de cinco minutos, tomó de su armario lo que esta noche usaría y con un poco de arreglo en su persona junto con unas cuantas gotas de fragancia en su cuello, recogió las llaves de su casa que había pasado a tirar al suelo con anterioridad y salió de su hogar para poder llegar al sitio donde todos se sentían libres y sin compromisos.
Una de las reglas importantes era que después de pasar por el primer edificio donde se encontraba una empresa de renombre, al llegar a los cristales obscuros, las personas que ingresaban debían portar un antifaz para protejer su privacidad.
Ese enigmático lugar donde nadie sabe para donde te conducen esos largos pasillos al adentrarse en las oficinas de una empresa muy reconocida.
- Lo esperan en la misma habitación de siempre.
Un adorable joven de cabellos largos rojizos atados con un listón por detrás, portando un enigmático antifaz negro interrumpió su andar entre los largos pasillos que por más que avanzaba parecía un laberinto en la mismísima empresa.
- Gracias - Se limitó a responder el contrario siguiendo al joven que lo conducía a su destino.
Con esta ocasión era la tercera vez que regresaba a este lugar y para Shaka era todo un mundo fascinante ya que no necesitaba pedir un taxi privado que lo llevara hasta al estacionamiento de un hotel común de paso, cualquiera podía venir al Santuario como un simple empleado y nadie sospechaba de todo lo que escondía detrás ese edificio.
El joven de cabellos rojizos tomó la perilla de la puerta girando lentamente para darle el paso al joven de cabellos rubios.
Una luz tenue iluminaba el sitio, un aroma a rosas desprendía de las velas aromáticas mientras que aquel hombre sentado de espaldas esperaba ansioso con una copa de vino en su mano.
- Llegas a muy buena hora.
- Este lugar parece laberinto, siento que un día de estos me equivocaré de habitación.
La puerta se cerró de inmediato dejando a ese par de amantes completamente en la obscuridad así mismo como ese deseo que aguardan con desenfreno mientras que aquel hombre se levantó de su lugar dejando la copa sobre el mueble de madera para así acercarse con pasos repentinos a su objetivo.
- Por todos los dioses Shaka, no sabes que tan ansioso me la he pasado estos días sin tu presencia.
- Ya estoy aquí tal y como me lo pediste - Susurró cerca de su oído dejando que el contrario tomara su cintura para besarlo con pasión mientras Shaka colocaba sus brazos rodeando su cuello.
- Haremos esto como me gusta.
El contrario se alejó un poco para que de un tirón le quitará sus prendas al rubio, poco le importó si alguna de las ropas salía rota, solo tenía una intención y la quería gozar sin perder el tiempo.
- Andreas... - Susurró a la par de aquella acción.
Así es, Shaka salía a escondidas con el señor Andreas; al principio lo que solía ser una molestia entre sus supervisor Andreas y el rubio terminó siendo una tensión entre ambos que solo pudieron calmar en ese escondido lugar.
- Está vez - Susurró cerca de su oído mientras pasaba con la yema de sus dedos esa suave y tersa piel - con las manos atadas.
Una escalofriante corriente recorrió desde su cabeza hasta los pies aquella loca idea, sin embargo era lo que más disfrutaba.
Simplemente dejó que Andreas lo inmovilizara para quedar totalmente para su disfrute.
Le gustaba sentir esos dedos en su interior mientras el contrario le decía en su oído lo mucho que disfrutaba esos encuentros, algo que ni en casa disfrutaba con su pareja y con Andreas era el complemento perfecto que lo hacía sucumbir.
Además de dejarse hacer toda cualquier fantasía con el, si algo que amaba era que aquel hombre al finalizar el acto se retirara inmediatamente el preservativo para terminar en su rostro manchado de toda esa esencia que disfrutaba pasarlo por todo su angelical rostro mientras sonreía satisfactoriamente.
Andreas por su parte se maravilla al ver cómo su amante predilecto no buscaba pretexto alguno para verse con el.
Si ese hombre que antes se le figuraba como un ser intachable, una persona seria y recta en el trabajo ahora se volvía una fiera que necesitaba ser domada por el.
- ¿Cuánto tiempo nos resta?
Cuestionó sin dejar de dar mordiscos en esas piernas tersas y bien torneadas.
- Lo suficiente como para pasar toda la noche - Susurró cerrando sus ojos dejando todo a la imaginación.
Después de todo al día siguiente saldria con su pareja como si nada pasara en las noches.
- Bendita sea la dueña que nos comprende.
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