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Único.

En su piel parecía que no iba a quedar ninguna marca o cicatriz, mientras se recuperaba progresivamente de cada batalla que tuvo los últimos meses. Su blanca, fría, recuperándose de forma que apenas notaba alguna Marca. Con su ojo sería otro cuento, así que suspiro, volteando a buscar su ropa luego de haberse duchado.

La puerta se abrió, dejando entrar a Milo. No llevaba su armadura ni un traje de entrenamiento, si no ropa casual, dónde lo que más saltaba a la vista era un chaleco totalmente negro. Un tipo de prenda que casi no imagina en Milo, aunque mal no le quedaba.

— Un gusto verte, Milo.

— Deja de formalidades chico, nos vimos hace un rato. — A 2 pasos se paró frente de él, sonriendo de medio lado. — Que bueno que te acabas de bañar, ya que quería premiarte.

— ¿Premiarme?

— Vamos al pueblo el resto del día. Van 2 peleas que sobrevives, y. Bueno, me dijiste lo de Isaac, estás más salado que el culo de la sirenita para tener tan mala suerte. — Inevitablemente el rubio rió por lo dicho, nunca había escuchado una expresión tan rara. — Me sorprende que los Alumnos de Camus tengan tan mala suerte. — Y si lo pensaba, Camus fue un niño, criando niños. Entré los 2 y Hyoga no había tanta diferencia de edad.

— Ni yo sé que pensar de todo eso. Es pesado de cierta forma. — Pasando su mano por sus cabellos declsro. — Pero gracias por invitarme, tenía pensado volver a Siberia por un tiempo. Creo que, me ayuda el relajarme antes de irme.

— Ya veo. — Consideraría eso después. — Y lo sé, las batallas fueron difíciles, no pude hacer nada así que me toca por lo menos encargarme de ti. Hora que te diviertas. — Pasando su mano por la frente de Hyoga declaró, este asintio buscando entre su armario un cambio de ropa para irse con Milo, la suya que usada de forma cotidiana era un poco muy inapropiada.

— Te ves muy guapo. No esperaba que tuvieras eso. — Una camisa blanca, una chaqueta negra y unas botas. — Solo te falta una moto y tienes la pinta completa. — Alago, para gusto del rubio.

El Santo de Scorpió fue lo primero que Hyoga noto al abrir los ojos, sonriendo inconsciente al verlo en aquel momento. Milo parecía saber cómo hacerlo sentir más a gusto, más cómodo que alguna otra persona, porque fuera de la batalla donde era serio y sabico, olvidaba todo eso, volviéndose más bromista y elocuente logrando contagiarle eso a Hyoga.

— "Conozco a Camus y se que te habrá dicho que tus sentimientos te van a obstaculizar. Pero nuestra voluntad se rige por sentimientos. No me parece sano que lo sigas de forma estricta y fría, eres joven relájate que puedes confiar en mí" — Fue algo que Milo le dijo cuando volvió de su batalla con Isaac, quería callarse pero un desahogo no le venía mal.

Aunque una parte de él se sintiera culpable de comparar a si a su maestro, después de todo había entregado su vida hace un tiempo en su enfrentamiento, era muy difícil para Hyoga no detallar que Milo era tan diferente a lo que estaba acostumbrado a vivir con Camus como maestro.

Dejándo eso de lado, no podía negar que Milo era ya un compañero importante para él. Se dejó llevar por su mano entre cada lugar que Milo preparo para su gusto, aunque no superará lo que fuera del santuario pidiera ser considerado juvenil e hasta infantil, Milo lo tuvo alejado del Alcohol, detallando cómo Hyoga parecía disfrutar los lugares donde haya animales alrededor.

El Santo de Scorpió parecía sonreír satisfecho y enternecido de ver al Santo de Cisne disfrutando de su salida. Dejándolo en el santuario, aunque ya a altas horas de la noche.

____

— ¿Milo? — Algo desconcertado volteo al aludido que con una bolsa en manos se paró frente a él.

— Solicite permiso para acompañarte a Siberia, lograste portar la armadura de tu maestro, así que te ofrecere una corta instrucción. — La única reacción que pudo tener Hyoga es un parpadeo. Le estaba ofreciendo la oportunidad de volverse el Santo de Acuario, cuando uso la armadura de su maestro se sintió como nunca. Ensanchando una sonrisa al aceptar.

Las paredes de la cabaña que una vez compartió con Camus e Isaac se sentía bastante diferentes. El lugar estaba cubierto de hielo, se notaba bastante la ausencia que tuvo en lugar. Suspirando el aliento de Hyoga era capaz de ser percibido, dejando de lado esa expresión melancólica entre sus viejos recuerdos y empezando a poner la cabaña como antes.

— Ten Milo. — Quitándose la chaqueta para el frio se la lanzó a Milo de forma que este quedará al descubierto. — Estoy acostumbrado al frío, así qué el clima y posibles nevadas no me afectarán. En cambio tu... — Rio entre dientes a lo que Milo le imitó.

— No estaré tan acostumbrado al frío pero creeme que sé necesitará mucho para hacerme sufrir una hipotermia.

— ¿Alma caliente? — Orgulloso Milo asintio. Ambos empezaron a arreglar el lugar, despejando la nieve y el polvo que tanto dentro como fuera se acumularon.

— Iré al pueblo por las provisiones necesarias para 1 mes. Por favor, quédate aquí. — Hyoga le solicitó, y aunque para Milo fue muy diferente porque no estaba acostumbrado a recibir esa clase de tratos solo le hizo caso.

Ambos se reunieron cómo estaba previsto en menos de 1 hora, empezando un entrenamiento bastante simple, dónde Hyoga era capaz de demostrar todo lo que mejoró desde su primer encuentro con Milo.

Así se formó lo que sería una rutina, ambos se encontraban todo el día a entrenar, en momentos descansaban y se reunían para cocinar.

Casi 2 meses después, Hyoga mirada al cielo notando como una posible tormenta de nieve se acercaba. Buscaría leña para una chimenea. Cómo fue previsto, la noche les recidio de forma fría, nevó bastante fuerte, por lo que, Milo sugirió acostarse mutuamente frente a la chimenea.

Había un punto extraño para Hyoga cuando esa propuesta fue suficiente para avergonzarlo. Pero acepto. Busco unas sábanas en su cuarto, Milo estaría cocinando una cena caliente para ambos mientras Hyoga acomodada su cama improvisada para esa noche.

Milo le preocupada, no sabía cuánto tiempo podía soportar el frío a comparación de Grecia. Al terminar, ambos se acostaron uno junto al otro. Lo único que sé escuchada era la viene golpeando fuerte contra los árboles, y el crujir de las brazas. Por sobre el hombro, Hyoga observó a su compañero. Serio, y tranquilo.

— "¿Por qué me siento así?" — Se preguntó. Pero no supo que decir, Milo noto su atención sobre él, bajando la mirada de forma que sus ojos se encuentran.

— ¿Pasa algo? Te noto cara de enamorado.

— ¿Enamorado? Yo... Lo lamento... Ah... — Otra reacción que dejó lo suficientemente enternecido a Milo, el era más abierto con sus emociones, con las personas, Hyoga parecía lo contrario. Y eso se notaba ahora, como si le costará hablar por esa insinuacion.

Los brazos del Scorpio rodearon al cisne, abrazándolo lentamente hasta que sus cuerpos quedaron pegados.

— No sabes mucho de eso ¿Me equivoco? — El rostro de Hyoga estaba bastante rojo, asintiendo lentamente. Avergonzado. Cuando levantó su rostro, fue casi inevitable sentir su corazón latir fuerte, y por la cercanía Milo se daba cuenta.

Tomando sus labios en un beso, el primero de Hyoga por lo que fue lento y dulce, dejándolo adaptarse y desenvolverse a su forma.

El reloj marcaba las 1:24, la nieve estaba cada vez más calmada, pero ambos hombres, ya desnudos y sin prestarle atención a nada, se amaban por primera vez. Uniendo sus cuerpos con pasión.

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