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Extra: Un problema a la vez


— ¡Pero todavía no quiero dormirme!

Candy no hizo caso a las múltiples quejas de su hermanito y lo obligó a irse a la cama. Casi dieciocho años y todavía lo estaba cuidando así.

— ¿Qué vas a hacer cuando tengas novia? - Reclamó Candy.

— Pues dormirme más tarde - Contestó él con una sonrisa en la boca para después recibir un almohadazo en la cabeza.

Candy le pidió que al menos fingiese que estaba dormido, a lo que Manuel ni siquiera contestó; probablemente había decidido hacerle caso de una vez. Candy decidió dejar cerrada la puerta antes de irse al otro cuarto a trabajar.

Ya había pasado aproximadamente un año desde lo que ocurrió; Caleidoscopio por fin fue apresada hacía pocos meses y, sin embargo, el trabajo de Candy todavía no terminaba. En el pequeño estudio de su nueva casa, el escritorio de Candy estaba perfectamente organizado; ella misma pagaba la matrícula de su escuela por tan sólo unas pocas horas de servicio en Alba Dorada; ahora mismo estaba en algo muy importante, de hecho.

Un mensaje de su amiga Valka llegó a la aplicación empresarial de chat. "Se emitió una alerta sobre ellas".

A Candy se le arrugó el corazón. Ese "ellas" no podía significar otra cosa que no fuese las tres que habían abandonado Copa Escarlata en el pasado. Tenebra, Niambi y... hacía bastante que no pensaba en Noah.

Candy se conectó a la videollamada.

Jonah, Amelia, Valka y Gus estaban frente a ella. Todos ellos tenían una expresión algo abatida.

— ¿Qué pasó? - Preguntó Candy, sintiendo que se perdía de algo.

Jonah habilitó la opción de proyectar un archivo en la llamada; inmediatamente se empezó a reproducir un video sacado de las cámaras de seguridad de la prisión vertical, el bastión impenetrable construido como un hondo pozo en cuyas paredes se ubicaban las celdas. En él, un hombre vestido totalmente de blanco, como si el Michael Jackson de Smooth Criminal hubiese cobrado vida, entró a la plataforma del primer piso de la prisión y le disparó aleatoriamente a varios guardias.

Todavía quedaban tres en la parte central, defendiendo el elevador. El de blanco le disparó en la mano al que iba a dar la alarma y en el cuello al que intentó dispararle.

— Lárgate y diles que Arze estuvo aquí - Dijo el de blanco.

Candy no sabía de qué le sonaba ese nombre, pero era vagamente familiar. Arze desapareció de la vista y el video se cortó; la siguiente parte, toscamente anexada al final del fragmento anterior, mostraba al hombre de blanco salir caminando de ese piso de la prisión vertical seguido de tres reclusas. El video se pausó y se hizo zoom a un recuadro donde salían las caras de las tres.

— Se escaparon ayer en la noche - Explicó Jonah.

— ¿Deberíamos decirle a Kai? - Preguntó Amelia, visiblemente preocupada.

El resto de los participantes intercambiaron miradas, nerviosamente. Entonces no le dirían nada todavía.

Alguien tocó a la puerta. Candy pensó en no contestar, pero volvieron a tocar.

— Tendré que irme un momento... me avisan cuando se desconecten - Se excusó Candy.

Candy corrió hacia la puerta tras escuchar la cuarta serie de golpes y abrió esperando toparse a sus padres, sin embargo, se encontró a su hermano menor frente a ella.

— Me acordé de algo.

Candy no opuso resistencia cuando Manuel la cogió de la mano para llevarla hacia el cuarto, en donde encendió la luz rápidamente para mostrarle un pequeño libro de pasta blanda, con adornos en color amarillo. Candy sonrió al reconocer una copia de los diarios de Kai.

— ¿Qué pasó?

Manuel empezó a hojear frenéticamente el libro, buscando una página como desesperado. Cuando por fin la encontró, se la mostró a Candy, quien sonrió al darse cuenta de que hablaba del día en el que ella y Kai se conocieron y de cómo su novio, Gus, se puso algo celoso de Kai.

— ¿Esto realmente pasó, verdad? En otro libro sale cómo una profesora los vio juntos esperando a Gus y...

— ¡Suficiente lectura por hoy! - Anunció repentinamente Candy, agarrando el que tenía Manuel en las manos, lista para devolverlo al estante en el que estaba guardado.

— ¿Lo extrañas? - Quiso saber Manuel, refiriéndose a Kai.

— Claro que sí. Él... bueno, necesita tiempo para sanar. Todos necesitamos tiempo para sanar, ¿no?

Manuel asintió lentamente. Aunque su organismo ya estaba casi del todo curado después de tener veneno en la sangre, todavía tenía un par de secuelas menores. Una vez cada dos meses, lo llevaban al complejo médico de la Ciudad Dorada para checar que no estuviese mal. Incluso se había vuelto amigo de un par de asistentes de su doctor de cabecera.

— ¿Crees que pueda unirme algún día a Alba Dorada? - Preguntó Manuel.

Candy se asustó un poco. Ella sabía perfectamente lo riesgoso que era ser parte de la organización: justo hacía menos de media hora, acababa de ver a varios agentes de Alba Dorada ser arrojados al fondo de la prisión vertical o recibir disparos. No quería que Manuel se pusiese en riesgo así como ella y sus amigos lo habían hecho durante años.

— Pero tú y casi todos tus amigos son de Alba Dorada - Replicó él, algo frustrado.

— Ya, ¿por qué quieres ser un agente?

— Son increíbles - Reconoció él - Además, parece que a Kai le fue muy bien.

— Literalmente lo expulsaron de la escuela por Alba Dorada.

— Pequeñeces.

Candy sabía que esa sería una discusión que no podría ganarle; no importaba. Solo le importaba conservar vivos y en una pieza a sus seres queridos.

Antes de irse a dormir también, Candy pensó en sus ex amigas. Noah... Tenebra... Niambi.

"Un problema a la vez" pensó. "Mañana tengo que estar en dos exposiciones".

Un problema a la vez.

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