Epílogo: Nunca digas lo lamento
Era el tercer día en Angelópolis cuando él llegó. Lo hizo vestido de civil, sin portar uno de los uniformes característicos de Alba Dorada, lo que lo hizo aun más especial todavía para Candy, quien salió también al centro comercial con ropa civil, pese a que se moría de ganas de mostrarle su uniforme de Copa Escarlata a Kai, quien ni siquiera pudo verlo antes de irse.
Así, vestida con un pantalón de mezclilla, una blusa con estampado de flores y un bolso de cuero, Candy viajó hasta el centro comercial de Angelópolis para ver a su amigo, quien ya estaba sentado en una mesa del BurgerSlayer, el restaurante que ambos habían escogido.
Candy aún recordaba que le debía una hamburguesa a Kai desde que lo expulsaron de la preparatoria hacía aproximadamente un año. Finalmente, Candy podía cumplir su promesa.
— ¿Entonces? - Preguntó Kai - Me enteré de que tuvieron cosas que hacer en La Ciudad - Suspiró Kai. Para ser justos, Toph le había contado lo que ocurrió con Caleidoscopio hasta que acabó el semestre escolar para evitar que Kai se escapase a ayudarlos.
— Sí, pero dice Toph que también estuviste ocupado - Se rio Candy antes de pedir la comida para ambos.
Para ser justos, era verdad. Aunque Kai se esforzó en no llamar la atención, solo pasaron seis meses antes de que algo malo ocurriese; y así sucedió, pues según lo que Toph había contado a Candy, un sicario contratado por quién sabe quién había intentado matar a Kai. El hecho de que estuviesen rastreando a Kai y de uno en uno lo intentasen encontrar era algo alarmante, pero Kai no se veía en absoluto preocupado.
— ¿Viste a Amelia y al resto antes de venir? - Quiso saber Candy.
Kai negó con la cabeza, sin embargo, sí dijo que pretendía ver a Amelia; había pasado un largo rato sin hablar con ella.
— Entonces... ¿no piensas rendirte? Respecto a, ya sabes... vivir en Xalapa.
Kai negó con la cabeza mientras le daba una mordida a su hamburguesa.
— Pero, lo que dicen de Caleidoscopio, que se escapó y...
— ¿Y me está buscando? Sí, ya veremos si puede.
El exceso de confianza de Kai siempre desesperó a Candy. El chico se veía muy cambiado para haber pasado únicamente seis meses, pues se veía mucho más relajado que cuando ocurrió el sitio de La Ciudad.
De cierto modo, seguía siendo el mismo Kai de antes de que las cosas se desmadraran tanto, pero, como ella, era mayor, más listo... distinto.
— ¿Y qué hay de Noah? - Preguntó Kai.
Ambos sabían que ella seguía internada en el hospital, pero Candy le había dejado claro a la chica que Kai no pensaba ir a verla. Era cierto.
— No sé si se arrepienta de lo que hizo - Suspiró Candy - Pero sé que podemos darle una oportunidad.
— Siempre y cuando esté dispuesta a cambiar, las que quiera.
Esta vez a Candy le tocó hacer gestos con la cabeza mientras mordía su comida. Había extrañado hablar con Kai mientras comían, como en la preparatoria.
Tenerlo de vuelta no tenía precio.
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