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8. Estación Espejo


Gastón dejó a Candy en una de las calles principales del distrito Espejo. Ni a él ni a Candy le daba mucha seguridad caminar por ahí, pero ese era el sitio en el que Valka estaba investigando, así que Candy no tenía mucha opción.

Tras despedirse de su novio con un beso, Candy bajó con su ropa de civil puesta, aunque seguía teniendo algunas armas de su uniforme de Alba Dorada, como un par de muñequeras cargadas con sedantes, además de un cuchillo de cacería envainado a la altura de su cintura, del lado izquierdo.

La chica caminó aprisa hacia la dirección que Valka le había dado y se topó con la vieja estación del metro a medio construir. Candy recordó que hacía casi diez años, habían intentado establecer un sistema de metro que recorriese la ciudad, aunque el proyecto no funcionó gracias a la composición topográfica de la zona y se dejó la obra abandonada. Se sabía únicamente de la entrada ubicada en El Espejo, pero los rumores que contaba la gente decían que había otras cuatro estaciones sin erigir, con únicamente la estructura subterránea más básica.

Si Valka había estado buscando los inestables túneles que presuntamente usaban las pandillas de la ciudad para recorrerla sin ser vistos y buscar refugio, Candy temía no poder (ni querer) ayudarla.

Para cuando por fin encontró a su amiga, Candy estaba ya algo cansada. Valka la esperaba del otro lado de las cintas que decían "Peligro" "No pasar" "Clausurado" y un cartel que ponía "Estructura inestable; Riesgo de derrumbe". Valka la llamó para que entrase con ella.

— Pero...

— ¡Apúrate! - La apremió Valka.

Cuando Candy entró y bajó las escaleras de la entrada al metro, poco le faltó para gritar o desmayarse, aunque intentó contenerse: Seis malasangres muertos yacían en el suelo. Uno de ellos tenía la cabeza en un ángulo antinatural y su cuello estaba sin duda quebrado gracias a un posible impacto con una columna de piedra.

Tres de ellos simplemente estaban tirados en el suelo con los ojos abiertos y otros dos se habían disparado (a saber si a sí mismos o entre ellos), así que su sangre manchaba una buena parte del piso.

— ¿Los mataste? - Chilló Candy - ¡Nosotras no...

— Chhhst - La silenció Valka - No he sido yo. Cuando llegué, ya estaban así.

Candy llevó instintivamente sus pulgares a la posición en la que podría disparar sus sedantes y extendió los brazos en una posición sumamente ridícula mientras avanzaba con pies de plomo hacia la oscuridad del túnel.

— Cuéntame... ¿a ellos venías a interrogar?

— No precisamente a ellos - Explicó Valka - Pero fue una decepción encontrarlos muertos. Si no recorremos el túnel hasta llegar a cualquiera de las otras cuatro estaciones perdidas... en fin, los malasangres han sido muy escurridizos desde que encerramos a Rose Valdez.

Candy recordaba a Rose. Fueron compañeras en preparatoria, aunque los últimos meses dejó de ir, primero para dirigir a la enorme pandilla Malasangre, después para intentar escapar de la justicia. Tras el famoso asedio a La Ciudad, Rose fue atrapada y enviada a la prisión de máxima seguridad de Alba Dorada en el desierto de Sonora: La prisión vertical. Los malasangres se ocultaron desde entonces y rara vez salían de la Zona 2, el único territorio que realmente controlaban desde siempre.

— Pensé que ya no salían del basurero - Reconoció Candy.

— Quizás es porque en el basurero se encuentra otra de las salidas de estos túneles - Aventuró Valka.

Habrían seguido conversando de no ser porque ambas avistaron al fondo del túnel un destello brillante.

— Eso no es el sol - Murmuró Candy.

— Tampoco fue una lámpara ni foco. Brillaba demasiado y...

Ambas se pusieron en guardia al escuchar los pasos de una persona. A juzgar por el sonido y la velocidad a la que se escuchaban, esa persona venía corriendo. Candy seguía apuntando a ciegas, sin saber cuándo disparar los sedantes por primera vez. Valka estaba tan desorientada como ella, pero eso no la detuvo de arrojar una piedra en línea recta con la esperanza de hacerla chocar con quien estuviese corriendo hacia ellas.

Al escucharse el impacto sobre una lámina de metal y después un golpe seco que indicaba que la piedra había caído al suelo, Candy disparó un sedante de cada muñequera. Se escucharon los dos golpes en la misma lámina, aunque eso solo significaba que no había conseguido darle a quien fuera que viniese hacia ellas.

Candy sintió una pequeña corriente de aire por encima de su cabeza y después, el ruido seco de un aterrizaje a sus espaldas.

A oscuras como se encontraban, a Valka y Candy les afectó enormemente cuando Caleidoscopio encendió los pequeños paneles luminosos de su traje.

— ¡Es ella! - Gritó Valka como si Candy no la hubiese visto ya. Ella misma disparó varias veces más sus cargas de dardos sedantes hacia Caleidoscopio, quien puso el antebrazo enfrente por mero instinto, como si el resto de su traje no la protegiese.

En circunstancias normales, habría sido más sencillo reducir a Caleidoscopio, pero Valka y Candy sabían muy bien que ahí, en la oscuridad del túnel, la tendrían prácticamente imposible. Su rival volvió a encender los paneles de su traje, obligando a Candy y Valka a cerrar los ojos. Sin embargo, Candy se quedó enceguecida durante varios segundos mas, dando tumbos mientras intentaba no caerse de bruces al suelo.

Cerca de ella, Valka parecía haber cogido del cuello a Caleidoscopio para golpearla, pero no era ni remotamente suficiente. Cuando Candy escuchó el golpe que Caleidoscopio le propinó a Valka, se esforzó en correr en esa dirección, sin saber muy bien si ayudaría a Valka o le plantaría cara a Caleidoscopio.

Sin embargo, a medio camino sintió que era rociada por milimétricas gotas de algún líquido de sabor un poco amargo. Respiró ese ínfimo rocío, quizá incluso entraron varias gotitas a su boca. Por poco estornudaba, pero Candy no iba a permitir que la volviesen a dejar fuera de combate después de haberla dejado ciega por unos segundos.

— ¡Juega limpio perra bastarda! - Gritó Valka, quien aparentemente ya se había recuperado.

Candy pestañeó un par de veces mientras trataba de orientarse. Sus ojos finalmente se estaban acostumbrando a la oscuridad, aunque también con cada paso que daban en aquella pelea (en la que Candy no había dado ni un solo golpe), se acercaban más a las escaleras en las que seis cadáveres malasangres yacían, como si de un festival macabro se tratase.

— ¿Qué quieres?

— No me detendrán - Dijo una voz de chica sin distorsión ni nada. Era aguda, aunque punzante en vez de dulcificado su tono. Candy no reconocía ese tono - Si no me dices dónde está Kai, tu hermano morirá.

Candy tomó valor para atacar a Caleidoscopio, enfurecida por tener tan cerca a quien le hizo daño a su hermano y sin embargo, no poder hacerle nada. Sin embargo, a media carrera, se tropezó en el aire y cayó rodando al suelo. Valka empezó a gritar el nombre de Candy para hacerla reaccionar, pero pronto, ella dejó de hablar también.

Mientras empezaba a oler la oscuridad que la rodeaba y ver sombras aterradoras en el techo sin poder gritar o moverse, Candy pudo escuchar a Caleidoscopio decir: "Que disfrutes el viaje". Lo último que Candy escuchó antes de sumergirse en esa pesadilla catatónica fueron los pasos de Caleidoscopio, quien subía las escaleras para salir de la estación del metro.

¿Qué era lo que Caleidoscopio le roció en la cara hacía menos de un minuto?

A Candy le costaba formular claramente sus pensamientos.

Ni siquiera se dio cuenta cuando perdió el conocimiento, aunque aun dormida, seguía alucinando con demonios que saltarían del techo a devorarla.

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