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5. Un viejo amigo en el equipo


A primera hora de la mañana, Candy le avisó (muy distinto a pedir permiso) a sus padres que iría a Base Uno. Su padre intentó detenerla, pero ella ni siquiera lo escuchó. Afuera de la privada, una camioneta de Alba Dorada conducida por Gastón (a quien los padres de Candy habían visto el día anterior) ya conocían.

— Cuídate, hija - Le dijo su madre, consciente de que no podrían pararle los pies a Candy hasta que su hermanito estuviese bien - Mándame un mensaje cuando llegues a...

— A la Base Uno, sí.

La madre de Candy le dio un fuerte abrazo antes de dejarla ir. Sin embargo, eso no fue lo único que hizo, pues también le dejó un sándwich envuelto en servilletas dentro de la pequeña mochila que llevaba a la espalda.

— Por si te da hambre, cariño.

— Mamá, ahí tenemos una cocina.

— No está de más - Es lo que contestó la madre de Candy antes de acompañarla a la entrada.

Durante el trayecto, Gastón se detuvo en otra casa de entre los poblados a la periferia de la ciudad y Candy reconoció aquél sitio de una fiesta de cumpleaños a la que fue cuando cursaba la secundaria. Si no se equivocaba...

Gastón se estacionó y tocó el claxon para llamar la atención de la gente al interior de la casa frente a la que se estacionó. En pocos segundos un chico alto, de tez morena pero casi blanca, lentes de marco rectangular y borde negro, así como un peinado impecable, iba vestido con su uniforme blanco, amarillo y negro de Alba Dorada, que a simple vista era obvio que le incomodaba (pues ni siquiera lo había usado tantas veces en realidad).

— Hola - Saludó tímidamente Gus, el novio de Candy al verla al fondo, en el asiento de pasajero.

— Sube de una vez, amigo - Le pidió Gastón - Si a tu novia le van a asignar una misión, más vale que llegue temprano.

Una vez Gus subió al carro, Gastón arrancó y condujo durante varios minutos como si lo fuese persiguiendo la muerte para después reducir el paso al entrar a las calles de La Polvareda. Tras acercarse a su destino y por ende, bajar la velocidad y prestar atención a los semáforos y otras señalizaciones, a Gastón le dio por ignorarlos. Aprovechando, Gus se dio la vuelta para hablarle a Candy y lo primero que se le escapó fue un:

— Creo que no he tenido chance de decirte que... bueno, lamento lo de tu hermano.

— Lo salvaré.

No dijo "lo salvaremos" en plural. No, Candy se veía sumamente centrada en su meta, lo suficiente como para plantearse seriamente dejar al resto de su futuro equipo de lado con tal de salvarle la vida a su hermano. Gus nunca se pondría en una balanza con Manuel (el hermano de Dulce), pues ni quería saber a quién escogería ella ni quería someterla a ese tipo de decisión.

Poco antes de bajar, Candy buscó la mano de Gus para sujetarla. Gastón se estacionó y bajó del automóvil, instándolos a darse prisa.

— ¿Estás nerviosa? - Le preguntó Gus, siendo más que obvia la respuesta.

Candy asintió.

Ambos bajaron del coche y una vez abajo, caminaron tomados de las manos para entrar al edificio, más parecido a una casa enorme y dispareja que a un emplazamiento donde agentes armados tenían su sede.

Tras subir las escaleras hasta el segundo piso (y cruzarse a otra agente sentada en la sala común), Gus y Candy llegaron a la sala de juntas, donde se encontraba Ezra Saucedo junto con otra persona a la que Candy solamente había visto un par de veces en el pasado.

Con su largo cabello color rubio oscuro, con mechas más claras y otras más oscuras, sus lentes con marco color lila y sus ojos azul verdoso, Nora Vera lucía inconfundible, aunque ahora vestía un traje negro en lugar de ropa normal o el uniforme de los agentes de Alba Dorada.

— Hola Candy - Saludó ella - Lamento lo que ha ocurrido.

Candy le estrechó la mano. Ezra recitó el discurso de siempre sobre abrir el expediente de caso y anexar los informes hechos hasta el momento. Después, Nora tomó la palabra un momento para decirle a Candy que hasta que capturasen a Caleidoscopio, asignaría a dos agentes de Alba Dorada para vigilar su casa y evitar que les hiciesen daño a sus padres o de nuevo a su hermano menor. Obviamente Candy intentó decirle que eso no sería necesario, pero Nora hizo oídos sordos a aquella petición.

— ¿Ya sabes a quiénes quieres en tu equipo?

Candy señaló a su novio, sentado a un costado de la mesa de juntas y nombró posteriormente a Valka, su amiga y miembro de Copa Escarlata.

Ezra asintió, como si presintiera que Candy iba a escogerlos desde un principio.

— Como pensamos que querrías contar con Amelia y ella ya está asignada a otro equipo, pensamos que este agente en especial sería de tu agrado - Señaló el jefe Saucedo.

La puerta de la sala de juntas se abrió y pasó primero Valka, seguida de alguien que Candy ni siquiera esperaba ver en Base Uno.

— ¿Jonah?

Jonah era un amigo de la infancia de Candy con quien todavía mantenía contacto. En realidad, sin contar a las de Copa Escarlata, a su novio y a Kai, Jonah era con quien más hablaba. Pensar que él, el señorito perfecto y educado estuviese en Alba Dorada le parecía irreal, como mínimo.

— ¿Qué haces aquí?

El chico estaba cruzado de brazos, con su uniforme de cadete de Alba Dorada puesto. Probablemente ese traje era nuevo, pues estaba totalmente pulcro mientras que el de otros agentes estaba marcado con raspones, arañazos o colores menos vivos (vale, el de Candy también estaba así de nuevo, pero ella ya llevaba más tiempo en Alba Dorada).

— Resulta que había trabajo para mí en Alba Dorada. Solo es de medio tiempo, ya sabes. Tengo que reunir créditos y aparentemente, ser un agente de campo aquí me da más de los que me daría cualquier otra organización.

Candy sonrió levemente. Si Jonah estaría en aquella misión, sería mucho más fácil de llevar.

— Los dejaremos aquí para que puedan hacer su plan de acción - Les dijo Nora Vera, la líder ejecutiva de la organización, la única por encima de Ezra Saucedo - Además, Saucedo y yo tenemos otros temas que tratar. Lo de Xalapa no se resolverá solo después de todo.

Ezra salió pitando detrás de Nora tras desearle suerte a Candy.

— Entonces... - Musitó Valka, con su pequeño uniforme de Alba Dorada puesto y su hombrera un tanto molesta para ella.

— Lo crean o no, ya pensé en algo.

Candy tardó relativamente poco en poner al corriente a su nuevo equipo (Valka, Gus y Jonah) con el incidente de la sala de urgencias. Después, dijo que necesitarían que uno de ellos fuese al hospital a revisar el registro de personas que ingresaron y las que se fueron sin firmar el alta para poder encontrar a su misteriosa Caleidoscopio.

— Yo podría ir con los informantes de la Zona 2 que tenía Kai - Sugirió Valka.

— No creo que encuentres nada - La interrumpió Gus - Si Caleidoscopio tenía un traje con luces integradas y muchas cápsulas con drogas dentro, dudo que los de la Zona 2 hayan podido patrocinar algo de ese tipo. 

Candy se quedó pensando un momento. Gus tenía un punto; necesitaban buscar entre una reducida lista de personas que podrían subministrarle un traje como esos a Caleidoscopio de entre la gente al interior de La Ciudad y que además les interesase encontrar a Kai.

El ánimo inicial que embriagaba a Candy se esfumó casi tan rápido como llegó. No tenía idea de qué hacer. No sabía cómo encontrar a quien había envenenado a su hermano, muy apenas Jonah tenía un indicio.

¿Cómo se suponía que encontraría a Caleidoscopio antes de que el inexacto plazo se cumpliese?

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